martes, 27 de marzo de 2018

Almonte, torre Zalabar

Penúltima torre de las diez que, en peor o mejor estado, vigilan aún la costa onubense de inexistentes enemigos o de bien recibidos invasores. Y como otras, también es singular —cada una de ellas tienen un algo que las distingue, que las hace reconocibles—; pero en este caso no es por su diseño o su historia, que en ambos casos corre paralela a las demás, sino porque la primera visión que de ella se tiene es tendente a la confusión: desde el mar, desde la playa, aún presenta su primitivo aspecto en un aparentemente aceptable estado de conservación, casi parapetada tras una espesa vegetación; pero en cambio su cara norte nos ofrece una desoladora y lastimosa imagen.
Al igual que la de Carbonero, y que también sucederá con la siguiente de San Jacinto, me limitaré a su descripción, obtenida como no podía ser de otra manera, de guiadigital.iaph.es, pues no la he visitado, y me temo que en el futuro tampoco lo haré. Estamos ante otro claro caso de paseo fingido y fotos robadas pero referenciadas.

de almonte.es



LA TORRE:

Sobre su historia, que a todas estas torres les es común, ya quedó escrito en mi entrada de julio de 2015, en la que generalizaba sobre éstas de la Costa de la Luz, por lo que volver a lo mismo me parece exceso. Pinchen aquí e irán directos a entonces:
http://lacasadelatercia.blogspot.com/2015/07/la-costa-de-la-luz.html

En 1756 ya tenía casi los dos tercios superiores demolidos y que los torreros la habían abandonado, y estaban instalados en una choza hecha con fajinas —conjunto de haces de ramas— situada a su pie.
En documentos de ese mismo año se cita que la torre carece de señales de haber tenido artillería, por lo que se sugiere la conveniencia de dotarla de cañones ligeros de calibre de a ocho.
El mayor desplome de material se produjo a finales de los años noventa del pasado siglo.

de iaph.es



LOS DETALLES:

Decía más arriba que su estado actual es deplorable, sobre todo si la miramos desde su cara norte, o sea, desde tierra adentro. Y bien que podría haberse conservado en excelente estado, al igual que sus vecinas más inmediatas, dada su ubicación: ligeramente retirada de la línea de pleamar, sobre una pequeña elevación del terreno y muy alejada de asentamientos humanos, lo que la hubiera permitido llegar a nuestros casi intacta.
Pero un sutil cambio en su diseño y construcción, con respecto a sus hermanas, ha hecho que gran parte de ella se haya desplomado. Ello se debe a que su tronco es más estilizado que en las demás, por lo que el releje —distancia que hay entre la parte superior del paramento y la vertical que pasa por el pié de ese paramento— es escaso, más pequeño que en otras que aún se mantienen en pié; es por lo que sus muros quedan menos ataluzados y de este modo más inestable. Lo que añadido al tipo de terreno sobre el que se asienta, ha hecho que con el paso del tiempo haya perdido estabilidad, colapsando su cara norte y acumulando a su alrededor el escombro producido. El colapso de su muro ha afectado, por ahora, a casi la tercera parte de su perímetro.

La torre se apoya en un plinto de unos 40 centímetros de altura, en el que se apoyan su grueso muro —2’40 metros de espesor— que termina en el bocel que marca el inicio del pretil del parapeto.
Tuvo una única cámara, bastante alta, de 4’20 metros de diámetro, cubierta con cúpula semiesférica ejecutada a base de roscas de lajas de piedra ostionera y enfoscado su intradós. Esta desproporcionada altura de la cámara, hace pensar que hubiera podido tener un forjado intermedio de madera, o al menos un entarimado exento de los muros, ya que no se aprecian claramente mechinales para el apoyo del posible forjado.
Su interior es apreciable a través de la brecha abierta por el desplome, ofreciendo a la vista la cámara y la caja de la escalera de caracol —peldaños monolíticos de piedra—, encastrada en el grueso muro, que hizo se redujera su espesor; lo que añadido a la mala ejecución de la torre, posibilitó su colapso —el espesor del muro quedaba reducido en la zona de la escalera, a 30 centímetros hacia el interior y 75 centímetros al exterior, medidas obviamente insuficientes—.

La salida al terrado se protegía con una garita cubierta de una pequeña cúpula de ladrillo que, medio derruida, hace equilibrios por sobrevivir hoy en posición vertical
La azotea dispuso de caseta para los torreros, y sobre la vertical de la puerta debió tener un pequeño matacán apoyado sobre dos canecillos en doble bocel escalonado, cuyos restos se encuentran sobre el montecillo de cascotes y escombro. La acumulación de estos materiales impide conocer si, bajo ellos, existe o no un aljibe.

Los materiales utilizados, mampuestos de piedra ostionera, ripios y argamasa, se mezclan en un conjunto de aparente mediocre ejecución. Por lo que este pudiera ser, además del ya citado escaso releje, el motivo de su derrumbe.
de iaph.es



RESUMIENDO:



Nombre: Torre Zalabar, de Salabar o de la Cruz del Salvar.
Municipio: Almonte
Provincia: Huelva

Tipología
: Torre almenara.
Época de construcción: siglo XVII. 
Estado: Ruina progresiva
Propiedad: como ocurre con la del Asperillo y la de la Higuera en Matalascañas, lo desconozco.
Uso: está allí, para mirarla, porque para vigilar, ella ya no está.
Visitas: Totalmente libre, si se consigue llegar hasta allí andando, aprovechando la marea baja.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 de 25 de junio, sobre el Patrimonio Histórico Español.
En 1993 la Junta de Andalucía otorgó reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad Andaluza.
Está declarado Bien de Interés Cultural desde junio de 1985.

Calificación subjetiva: 1, es decir, Si se puede evitar se evita, o lo que es lo mismo, sólo si el camino que recorro me lleva o me hace pasar por allí. Claro está, que esta calificación es estrictamente relativa a su estado y en parte a su historia, pero como la torre no forma parte de un camino, sino de de un paseo que siempre será intencionado, que se desarrolla por uno de los paraísos peninsulares, y que continúa con la torre de San Jacinto, hará que esta puntuación deba aumentar.

Otras cuestiones de interés: Al igual que el resto de las torres, pero principalmente las integradas en el Parque Nacional de Doñana y alrededores, esta de Zalabar es la mejor excusa para llenarse de toda la belleza natural del litoral onubense. Y es que aún seguimos en la playa de Castilla, posiblemente la playa más larga de España.

Cómo llegar: desde Matalascañas, o lo que es lo mismo, desde la torre de la Higuera, caminar por la playa hacia levante: a unos diez kilómetros está la torre de Carbonero, y a siete kilómetros y medio más adelante, está la torre de Zalabar.




No hay comentarios:

Publicar un comentario