martes, 26 de junio de 2018

Lisboa, Torre de Belém, o Castillo de San Vicente (1)

La verdad sea dicha, si de algo no puedo presumir es de haber viajado; lo he practicado poco. Así que por esa regla de tres puedo decir que han sido escasas las torres —porque la entrada de hoy va de una torre— que he visitado. Sin embargo, estoy seguro de haberlo hecho a dos de las más bellas del mundo: una está en mi ciudad, he subido a ella en tres ocasiones, y siempre que paso a su lado me es imposible no levantar la mirada para sorprenderme otra vez con su majestuosa estatura; la otra está en Lisboa, la he visitado en dos ocasiones, pero ha sido la última la que viví mejor, más despacio y concentrado, disfrutándola más.
Es la Torre de Belém, aunque su nombre original es Castelo de Sao Vicente a par de Belém, o sea, Castillo de San Vicente junto a Belém, que es el barrio lisboeta en el que se encuentra. El nombre de San Vicente es por ser éste, San Vicente Mártir, el patrón de Lisboa.

 

LA TORRE:


Allá por los siglos XV y XVI, Lisboa era el centro del comercio, prácticamente mundial, gracias a los descubrimientos de los marinos portugueses, que llegaron a establecer las primeras rutas hasta la India y Cina. Era obligado, por tanto, proteger como es debido la ciudad, su puerto y los astilleros donde se construían las naves, frente a posibles ataques desde el río Tajo.

Para ello, el rey Juan II (3/marzo/1455 — 25/octubre/1495) ordenó que se diseñara un sistema defensivo de la entrada al estuario del río, que incluyó fuertes en Cascais y Caparica, norte y sur de la desembocadura, respectivamente, que garantizarían el fuego cruzado entre las dos orillas del río, impidiendo la entrada de buques enemigos.

No le pareció al monarca suficiente con estas fortalezas, así que ordenó la construcción de algunas más, entre la que estaría un fuerte protegiendo el puerto.

Juan II murió sin ver cumplida su orden, pero su sucesor Manuel I (31/mayo/1469—13/diciembre/1521) recuperó la idea y diez años más tarde mandó levantar una fortificación en la orilla norte, cerca de la ciudad.

La torre fue construida entre 1515 y 1519 por el militar Francisco de Arruda, que tenía amplia experiencia en la construcción de edificaciones militares en tierras africanas.

Se eligió para ello un pequeño islote, próximo a la orilla del río que con el paso del tiempo se ha acercado a tierra firme. Hay alguna leyenda que dice que la torre se construyó en el centro del río, a unos 180 metros de la orilla, y que el terremoto de 1755 cambió el curso del Tajo aproximándola con ello a tierra.

Francisco de Arruda fue nombrado maestro de obras de la fortaleza, recibiendo 763 bloques y 504 piedras por parte del tesorero de la obra, Diego Rodrigues. Diseñó una edificación monumental, donde combinaba una torre tradicional de vigilancia, muy original, con una estructura moderna y avanzada para los nuevos usos de la guerra, conteniendo elementos netamente defensivos a la vez que declaradamente artísticos. Y todo ello en un momento de transición entre la Edad Media y el Renacimiento. Dada la profusión de elementos ornamentales, típicos del por entonces vigente estilo manuelino, es probable que también participara en el proyecto Diogo de Boitaca, primer maestro de obras del vecino Monasterio de los Jerónimos.


Fue inaugurada en 1519, artillándola con 17 cañones, lo que la convirtió en una de las primeras fortalezas portuguesas capaces de soportar artillería. Dos años después muere Manuel I, coincidiendo con el nombramiento de Gaspar de Paiva como Capitán temporal de la torre, cargo que sería refrendado como permanente en septiembre del mismo año.

En 1571, reinando Sebastián I, éste fue advertido por Francisco d’Olanda —cartógrafo e ingeniero, y algunas cosas más— que era necesario reforzar las defensas del Tajo con un gran fuerte más la ampliación de la torre de Belem. De ello sólo se realizó el bastión.

En 1580, año en que Felipe II es proclamado rey de Portugal —Felipe I de Portugal— tras la batalla de Alcántara (25/agosto/1580), la torre se rinde en poco más de cuatro horas de combate a las fuerzas españolas mandadas por el III Duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel. A partir de entonces, la torre se convertiría en prisión —sobre todo de presos políticos—, por lo que se vio la necesidad de hacer las reformas y ampliaciones necesarias a la vez que sirviera para dar cabida a más guarnición. Para ello se adaptó el sótano que hasta entonces había sido el almacén de armas y alimentos.

Fachada sur de la torre, sobre el baluarte.

Para ello en 1589 se propuso al ingeniero italiano G. Vicenzio Casale la construcción de un nuevo fuerte en sustitución o refuerzo de la torre, por considerarse inútil el castillo de San Vicente. El ingeniero presentó varios diseños en los que proponía rodear la torre con varios bastiones, pero ninguno de los proyectos salió adelante. Solamente se construyeron dependencias —los llamados Cuarteles Filipinos—en una nueva planta sobre el baluarte de la fachada sur, decorándose el exterior en el mismo estilo que el resto de la torre. El uso de la torre como prisión se prolongó durante todo el periodo de la Dinastía Filipina. E incluso durante buena parte del siglo XVII, y en el XIX también, una vez que los franceses abandonaron la Península Ibérica — que por cierto utilizaron la torre como cuartel—.

También fue utilizada como aduana, según se atestigua en una placa de 1665 situada en el muro norte del patio. Desde la torre se controlaba la navegación por el río, cobrándose una tasa por el acceso al puerto. Los trabajos de aduana, compatibilizados con los de prisión, se prolongaron también hasta mediados del siglo XIX, en que el impuesto a naves extranjeras fue abolido. Tras el terremoto de 1755, el control de la navegación se extendió a todos los barcos que navegaban por el Tajo, en previsión de los robos y saqueo de la ciudad devastada.

Su empleo como fortificación defensiva se vio reforzada con la construcción del fuerte del Buen Suceso entre 1780 y 1782, levantado unos metros más al oeste.  Fue obra del general Guilherme de Valleré. Ambos edificios, fuerte y torre, quedaron conectados con un corredor artillado.

Durante el corto reinado de María II (mayo/1826-junio/1828) se realizaron algunas obras impulsadas por el duque de Terceira, a la sazón ministro de la Reina, bajo la influencia de los nuevos conceptos sobre conservación del patrimonio que el Romanticismo también aportaba; entre esas obras estuvo la demolición de los Cuarteles Filipinos, que dirigió el ingeniero y militar António Azevedo e Cunha, la hornacina con la imagen de Nuestra Señora de las Uvas, y numerosos elementos decorativos esculpidos en las garitas de la terraza y en las ventanas.

Imagen de Nuestra Señora de las Uvas en la terraza del baluarte.

Entre 1865 y1870 se colocaron en ella un telégrafo óptico y un faro —más bien una baliza luminosa de unos ocho metros de altura—, éste en el borde de la terraza del baluarte. Esta baliza estuvo funcionando hasta 1940.

En ese último año pasó su titularidad a Ministerio de Finanzas, acometiéndose reparaciones en el patio, almenas y cúpulas de las garitas; también en el muro que protegía la entrada. En 1953, durante el gobierno de Oliveira Salazar, se acondicionó todo el entorno de la ribera del Tajo, lo que repercutió en la integración de la torre en el litoral.

En 1983, y dentro de los trabajos de adaptación para la XVII Muestra de Arte, Ciencia y Cultura, se cubrió el patio interior con material transparente y se creó un lago artificial en la zona orientada a tierra para que visualmente permaneciera dentro del agua. 


Justo al lado de la torre.

 

RESUMIENDO:

 

Nombre: Castelo de Sao Vicente a par de Belém, o torre de Belém,

Localidad: Lisboa.

Municipio: Lisboa

Distrito: Lisboa.

Región: Lisboa —Gran Lisboa—.

País: Portugal.

 

Tipología: Torre baluarte (¿ ?).

Época de construcción: entre 1515 y 1519, más obras y reformas posteriores.

Estado: En óptimo estado de conservación; su última restauración fue entre los años 1997 y 1998 en la que se realizó una limpieza general y se reforzaron algunos elementos estructurales. Estos trabajos recibieron el premio Europa Nostra en 1999.

Protección: Fue declarada Monumento Nacional en 1910.

Es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, junto con el vecino Monasterio de los Jerónimos, desde 1983.

El 7/julio/2007 fue declarada una de las Siete Maravillas de Portugal.

Propiedad: Pública: En 1940 pasó a manos del Ministerio de Finanzas, y desde 1990 su titularidad es del Instituto Portugués del Patrimonio Arquitectónico.

Uso: turístico y cultural.

Visitas: abierto al público previo pago de una cantidad que no recuerdo. Fuera lo que fuese, fue un importe bien invertido.

 

Clasificación subjetiva: 5, No sólo no hay que perdérselo bajo ningún concepto, sino que además hay obligación de verla antes de morir; y como no se haga, se morirá en pecado mortal.

Cómo llegar:


Coordenadas:  38.69168343916378,  -9.21598519577414


sábado, 23 de junio de 2018

Arquitectura, letra Z

ZAGUÁN:
Espacio por el que se accede a una edificación.
En una fortaleza, en el que se ubicaba el portón y el rastrillo.
Para otras acepciones, consultar diccionarios.

ZAPATA:
Básicamente la parte de la edificación que sirve de cimentación a un pilar, un muro o cualquier otro elemento estructural, transmitiendo las cargas y los esfuerzos que recibe del edificio al terreno. Conciso y claro, que para eso un servidor se dedicó a lo que se dedicó.

ZARPA:
Es la parte del cimiento que sobresale de la anchura del muro que se levanta sobre él.
En muchas ocasiones se encuentra a la vista y va presentando un escalonamiento progresivo hasta quedar reducido al grosor del muro.

ZÓCALO:
El cuerpo inferior de un edificio o de una obra que sirve para igualar los basamentos a un mismo nivel.
En general, la faja inferior de las paredes.

ZULAQUE:
Pasta hecha con estopa, aceite y escorias o vidrio molido, que se empleaba para tapar las juntas en las cañerías y en las obras hidráulicas.
Es una palabra que ya no se usa porque el zulaque tampoco se usa. Queda bien para cerrar este glosario.

sábado, 16 de junio de 2018

Arquitectura, letra Y

 YESERÍA:

Generalmente toda obra hecha con yeso.
También la decoración que se obtiene grabando figuras o formas sobre una superficie de yeso.


martes, 12 de junio de 2018

Escacena del Campo, Aldea de Tejada, Recinto de Tejada la Nueva

Hoy paseo por el que se conoce como castillo de Tejada la Nueva, pero más que castillo, que lo es, se trata de los restos de una antigua ciudad cuyo origen se remonta hacia el siglo IV a.C., y que vino a “sustituir” a otra más antigua y cercana, de la que se desconoce cuál fue su nombre, y que conocemos como Tejada la Vieja.
Pero situémonos: estamos en la Aldea de Tejada, pequeño núcleo urbano perteneciente a Escacena del Campo, población situada en la onubense comarca de El Condado.

El origen de la Nueva está en la Vieja, ya que cuando esta última fue abandonada, probablemente hacia el siglo IV (o siglo VI, tengo dudas) a.C., su población se asentó unos pocos kilómetros al sur.
Y como resulta que a Tejada la Nueva se la conocía simplemente como Tejada, se decidió llamar a la otra, que era más antigua, Tejada la Vieja, por lo que a la más reciente se le comenzó a denominar la Nueva.
Aclarado el porqué de la dualidad de topónimos, pasemos a esbozar el principio de la historia:

Desde la carretera, la fachada sur, la única que se conserva.

La ciudad de Tejada la Vieja fue, en sus principios, un asentamiento tartésico de pequeñas proporciones cuyos pobladores se dedicaban principalmente a la extracción de minerales y su comercio, y también a la agricultura. El incremento de esta actividad hizo que en el siglo VIII a.C. la población se hubiera desarrollado de tal modo que terminara siendo un importante centro comercial que distribuía los productos mineros de las distintas minas de sus alrededores. Entre los minerales que se extraían, manipulaban y comercializaban, estaban el cobre, el plomo y la plata.
Tras, posiblemente, una crisis económica, la población decide trasladarse unos kilómetros más al sur, a unos terrenos más llanos junto a un arroyo, que ofrecían mejores condiciones para la agricultura.
Se funda así la que se conoció como Tejada, hoy Tejada la Nueva. Sus pobladores, turdetanos, la amurallaron y estas murallas sirvieron de base para las que posteriormente levantaran los romanos. De aquellas murallas turdetanas no nos ha llegado resto ni evidencia alguna.
La población cobró gran importancia durante la dominación romana, siendo durante el siglo II a.C. una de las ciudades más notable del Bajo Guadalquivir; se la conocía por entonces como Ituci, y destacó como punto de comunicaciones al estar ubicado junto a caminos que unían el norte con el mar.
Tan importante debió ser que incluso acuñó moneda propia y estuvo amurallada, conservándose restos de cimentación de algunas torres. En el Itinerario de Antonino se la cita como la sexta mansio de la calzada XXIII, que unía Mérida con la desembocadura del Guadiana. Incluso, se dice que ahí nació Pompeya Plotina, que sería emperatriz al casar con el emperador Trajano.
Y no sólo importante, también fue imprescindible y necesaria, ya que desde la fuente de Alpízar, muy cercana, se abastecía de agua, a través de un acueducto, a la ciudad de Itálica.

Después de los romanos, como ya sabemos, vinieron los visigodos y, con ellos y en esta comarca, se inició un periodo de decadencia que durará hasta la llegada de los musulmanes, quienes, recién iniciada la invasión de la península, llamarán a este lugar Talhyata. A lo largo de todo el siglo VIII se reconstruirían y ampliarían las antiguas murallas romanas de la población hasta casi el doble de la extensión original. De entonces proceden algunas huertas y sistemas hidráulicos que aún perduran.


Nota intermedia:
En alguna página web, al parecer de marcado carácter localista, se habla de la taifa de Tejada, lo que me suena a una mera intención potenciadora de la historia del lugar. Las taifas más cercanas que existieron fueron la de Sevilla y la de Niebla.


Pero llega un momento en que los musulmanes se tendrán que marchar, y es que los cristianos ya andaban por estos territorios. Corría el año 1253 cuando aquellos fueron derrotados por éstos —cuentan que en una batalla los cristianos infringieron 20000 bajas, entre prisioneros y muertos, en el ejército enemigo; el lugar donde se perpetró tal escabechina fue conocido como el Cerro de la Matanza—.
La fortaleza de Tejada fue entregada a un dirigente de la Sevilla musulmana, convirtiéndose en un importante territorio del repartimiento de tierras del Reino de Sevilla.
A partir de entonces el campo de Tejada pasaría a depender de la ciudad de Sevilla; se repueblan alquerías vecinas que darían lugar a nuevas poblaciones, como Paterna, Escacena y Castilleja, que terminarían apellidándose del Campo.
En el siglo XVI Tejada la Nueva se va despoblando en favor de las alquerías vecinas y es progresivamente abandonada. A finales del siglo XVIII se encontraba casi desaparecida y totalmente despoblada.
En la primera mitad del siglo XIX, y con la nueva división territorial de España, se crea la provincia de Huelva y todo el Campo de Tejada pasa a depender de ella, quedando delimitados todos términos municipales.

Edificaciones en el interior del recinto



LOS DETALLES:

De planta muy irregular, dispuso de no menos de dieciséis torres, según aprecio en el dibujo y en la superposición sobre foto aérea que he encontrado en ataral.es. Aunque probablemente tuvo de alguna más.
La fortaleza, que debió tener un aspecto cerrado y compacto, se adaptaba con facilidad a la topografía del terreno, por otro lado bastante cómodo y expuesto. Tuvo un perímetro de aproximadamente un kilómetro, encerrando un superficie de 6’15 hectáreas. El autor del dibujo adjudica tres puertas al recinto, que las dispone en las zonas que parecen serían más accesibles, orientas al norte, sur y este.

La zona recuadrada corresponde a los restos que se conservan (de ataral.es)

El recinto fortificado de Tejada la Nueva se ejecutó de muros de tapial —obra almohade— sobre un zócalo de mampostería —restos de la obra romana—.
Actualmente conserva solo un paño de muralla en su orientación sur y los restos de dos torres. Son de planta cuadrangular con sillares en sus bases y esquinas y el resto de tapial.
En su interior se levantan tres edificaciones modernas, de las cuales sólo una está en uso y las otras dos en ruinas.

La torre que se levanta en el interior del recinto es de factura contemporánea.



RESUMIENDO:

Nombre: Castillo de Tejada la Nueva
Localidad: Aldea de Tejada
Municipio: Escacena del Campo
Provincia: Huelva

Tipología: Recinto amurallado
Época de construcción: siglo VIII, pero sobre restos muy anteriores.
Estado: En pésimo estado de conservación, gracias a la dejadez y el expolio.
Propiedad: lo desconozco.
Uso: ninguno; bueno, para mirarlo. Y para delimitar la propiedad interior
Visitas: se trata de un espacio abierto, no acondicionado para las visitas, lo que tampoco la dificulta. Al menos así era en el año 2008 cuando anduve por allí.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 de 25 de junio sobre el Patrimonio Histórico Español.
La Junta de Andalucía otorgó reconocimiento especial a los castillos de la comunidad andaluza en 1993.

Clasificación subjetiva: 2, o sea, si se pasa cerca y se va con tiempo pues se acerca uno a verlo. Es decir, que se incluirá en una ruta de viaje pero no pasa nada si luego no se visita.
Otras cuestiones de interés: Muy cerca se encuentra el castillo de Alpízar, de traza almohade pero que presumiblemente fuera construido sobre una villa rústica romana.
Y también en las inmediaciones, está la Aldea de Tujena, heredera de un antiguo asentamiento prerromano, y romano después, dedicado a la minería.
No olvidar Tejada la Vieja, a la que buscaré un hueco en este blog.

Escacena del Campo desde Tejada la Nueva

Cómo llegar: Desde Sevilla, por la A-49 hasta la salida hacia Carrión de los Céspedes y Castilleja del Campo. Desde aquí, por la A-472 dirección Manzanilla y antes de ésta, a la derecha por la HU-6111 llegar a Escacena del Campo y continuar por la HU-6110 que pasa por Tejada la Nueva.