martes, 25 de mayo de 2021

Lora del Río, Castillo de Setefilla


El castillo de Setefilla está en Lora del Río. Bueno, en su término municipal; a poco más de doce kilómetros de la población y a casi setenta de mi casa (esto último no sé a qué viene, pero como referencia no está mal, para situarme).
Leo en la red —en varias páginas, por lo que creo se deben copiar unos a otros— que se encuentra en las proximidades de la confluencia del arroyo Churre con el río Guadalquivir, pero la verdad, el río grande pasa a algunos kilómetros del castillo. En las inmediaciones hay otros arroyos, que no son el Churre, pero no son datos significativos.
También leo en la red, e incluso en varias páginas, que el cerrillo sobre el que se levanta el castillo es lo que en arqueología se llama un tell, palabra antigua, árabe y hebrea, que viene a significar colina o montículo:

Un tell es el resultado de la acumulación de materiales procedentes de la ocupación humana durante largos periodos de tiempo, y de la consecuente erosión. Se trata, en mayor medida, de elementos de construcción, tales como piedras, muros de adobe y ladrillos.

Hecha esta observación, continuamos con el castillo.
Camino hacia el castillo.


EL CASTILLO:

Aquí, en este cerro, estuvo el germen de lo que hoy es Lora del Río, habiéndose descubierto en este lugar vestigios que se remontan a la Edad del Bronce (entre 1500 y 1000 años a.C.).
También fue asentamiento romano, y cuando éstos lo abandonaron, los pobladores se trasladaron hacia el valle, buscando la cercanía del río Guadalquivir.

Los árabes volvieron a fortificar el montículo entre finales del siglo IX y principios del X. A aquella fortificación se la conoció como Chandafilah o Chant Fila, apareciendo este nombre en crónicas de la época.
Durante el dominio árabe fue un importante lugar, un hisn dependiente de la cora de Sevilla, que controlaba los caminos hacia la Sierra Norte (Cazalla, Constantina, Alanís, etc.).
Importancia que siguió teniendo en época posterior —llego a la conclusión de que siempre hay que decir que todos los castillos fueron enclaves notables, levantados en sitios estratégicos, que controlaban cruces de caminos, etc., etc.; y Setefilla no iba a ser menos—.



Como toda esta región de la Península Ibérica, el castillo fue conquistado por Fernando III, hacia el 1243; y unos años después, es Alfonso X quien lo cita como Septefilia —Siete Fillas—, pero refiriéndose a una zona más amplia de la comarca que englobaba a siete villas o despoblados cercanos, incluyendo el propio lugar de Setefilla.
El castillo pasó a manos de los Hospitalarios, formando parte de la bailia que la Orden estableció en Lora y que englobaba a esas siete villas. Estos lo reformaron y ampliaron pues la edificación islámica tenía menor superficie que la que hoy dispone.
En 1539, el cerro de Setefilla ya estaba definitivamente abandonado, habiéndose trasladado sus habitantes a la actual Lora.

Pero el castillo de Setefilla no siempre se llamó así, pues está documentado que también se lo conoció como Lawra, un arabismo derivado de la palabra latina que significa mesa, cerro elevado. De Lawra a Lora fue fácil llegar, y lo del Río viene por la proximidad del Guadalquivir; como otros pueblos de la comarca.



LOS DETALLES:

La planta del castillo es un polígono muy irregular cuyo perímetro, cómo no, se va adaptando a la cumbre del cerro, ocupando una superficie de alrededor de 4.000 m2 (3.000 el primero y unos 1.000 el segundo). A él se llega por un camino que parte, desde el sur, de otro que viene de la ermita.

Lo que queda de la puerta de acceso.


Torre de la puerta, desplomada.


La puerta de acceso desde el interior.


La puerta de acceso fue en recodo conservándose parte de ella y los restos de una torre, ahora desplomada, que debió protegerla.
Una vez dentro se observa el primer recinto de los dos en que está dividido el castillo, donde estuvo el Patio de Armas y, es de suponer, dependencias propias de la vida en el castillo. También quedan restos de un aljibe, de forma rectangular y reducidas dimensiones, cubierto con una bóveda de ladrillo.
La muralla, en su lado oriental dispuso de dos torres de flanqueo en los vértices de unión de los lienzos.

Lienzo de muralla en el lado norte del primer recinto.

El segundo recinto, de menor tamaño que el primero, se sitúa a una cota más elevada que el anterior. Ambos están separados por un muro —a modo de muro diafragma—, de unos cincuenta metros de largo que parte de una torre en el extremo más al norte del recinto, y desciende hasta otra torre situada a mitad del lienzo del oeste, ambas torres son de planta cuadrada. Este muro se conserva, en gran parte, en toda su altura y longitud, incluido el camino de ronda.

La torre del Homenaje desde el primer recinto.

En el centro de este muro diafragma se levanta la Torre del Homenaje que, evidentemente, es de mayores dimensiones que las demás, y el elemento arquitectónico que mejor se conserva de todo el conjunto.
Aunque, dado el estado del muro que separa ambos recintos, se puede pasar de uno a otro superando las partes más bajas de la muralla, existe en el extremo sur, la puerta original que unía ambos recintos espacios. Esta puerta es de reducidas dimensiones y está construida con sillares de piedra caliza bien labrados.

Muro diafragma y al fondo puerta que une ambos recintos.

Éste segundo recinto, al igual que el primero, es de forma irregular; tuvo también un patio central, más pequeño que el de Armas, y otro aljibe que está prácticamente cegado. En todo el paramento se observan los mechinales de los forjados o cubiertas de las edificaciones que un día tuvo.

Torre de la esquina norte, la más alta del conjunto.

En su extremo norte, y en la cota más alta de todo el cerro, perviven los restos de una torre cuadrada. Formalizando la esquina de la muralla más al oeste, queda otra torre cuadrada más pequeña que las restantes.

La torre del Homenaje desde el segundo recinto.

La Torre del Homenaje, de planta cuadrada y nueve metros de lado, es el elemento arquitectónico más notable que aún pervive.
Está ejecutada con sillares en las esquinas y mampuestos en el resto; y aún conserva zonas donde se aprecia el enlucido de cal y arena. También son de sillares bien tallados los vanos de las puertas: la de la planta baja, a la altura del patio, y la de la planta superior, a la que se accede desde el adarve del muro central.
La cámara de la planta baja se cubre con una bóveda de cañón de ladrillo, y a tenor de los mechinales perimetrales, se puede decir que tuvo una entreplanta con un forjado de madera.

Todo el castillo está ejecutado con una combinación de piedra y tapial: piedra dispuesta en irregular mampostería rellena de cantos y restos cerámicos, en las cotas más bajas de los muros, y tapial en las más altas. Esta disposición indica sin duda su pasado islámico.

La Compañía y al fondo, el castillo.


RESUMIENDO:

Nombre:      Castillo de Setefilla
Municipio: Lora del Río
Localidad:  Lora del Río
Provincia:   Sevilla

Tipología:   Castillo
Época de construcción: entre los siglos IX y X. Fue reformado y ampliado en el XIII.
Estado: Lo que viene a llamarse ruina progresiva; a lo que habría que añadir desolador estado de abandono. Un desbroce y limpieza del terreno sería un buen comienzo; satisfacción por mi parte si al menos se llegara a ello.
Con respecto de su estado, recordemos lo que Tomás Andrés de Gússeme, jerezano ilustrado del siglo XVIII, dejó escrito:

“Existe viva la fortaleza con su torre de homenaje entera, y sin lesión; tiene un recinto de muralla, con algunas otras torres, en que hay unas más bien conservadas que las otras; a este recinto lo divide en dos partes otra muralla, que encierra en sí la torre mayor, cisternas, baños, y edificios subterráneos, todo en buen estado”.

En algo más de doscientos cincuenta años, se ha echado todo a perder.

Los actuales pobladores del castillo.

Propiedad y uso: propiedad la desconozco, se ha de suponer que público.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
En 1993 la Junta de Andalucía otorgó reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad Andaluza.
Inscrito como BIC desde el 29/06/1985 en la categoría de yacimiento arqueológico al castillo y monumento a la ermita de Setefilla.

Clasificación subjetiva: 2, o sea, si se pasa cerca y se va con tiempo pues se acerca uno a verlo. Es decir, que se incluirá en una ruta de viaje pero no pasa nada si luego no se ve.
Yo lo visité ex profeso, no está muy lejos de mi ciudad. La existencia de la cercana ermita de Setefilla motiva aún más el viaje.
Visitas: Acceso libre, aunque con reparos y precauciones dado el lamentable estado de la edificación y su entorno.

Cómo llegar: desde la A-4, a la altura del kilómetro 482 —dirección La Campana— tomar la A-456 hasta Lora del Río—; o en el kilómetro 506 coger la A-457 que nos llevará directamente a Lora; y de aquí la SE-6102 nos llevará hasta las inmediaciones del santuario de Setefilla. Desde la ermita, andado hasta el castillo, que está muy cerca.

martes, 11 de mayo de 2021

Alcalá de Guadaíra, Alcazaba de Alcalá de Guadaíra (2)



LA ALCAZABA:


El conjunto fortificado de Alcalá de Guadaíra se ubica en el que llaman el Cerro del Castillo, un promontorio de algo más de ochenta metros de altitud que, sobre un meandro del río Guadaíra, domina la población. Desde esa zona del río se tiene una de sus mejores vistas, aunque se mire desde donde se mire esta fortaleza, la vista siempre será buena, espléndida.
Pero una aclaración, esa hermosa imagen que desde muchos puntos de los alrededores se tiene de la que tal vez sea la mayor fortificación de la provincia de Sevilla, y una de las dos mejores, no es sólo una alcazaba; es algo más, es todo un recinto amurallado resultado de una continua transformación que, como ya dije, comenzó con un asentamiento íbero.
Ese gran complejo encierra otros espacios, edificaciones, puertas y murallas, de las que ya iremos hablando, y que enumero ahora para ir abriendo boca:


— La primera muralla coracha, con el Arco de San Miguel, de Santa Ana o de San Fernando, y el Arquillo también de San Miguel;
— el recinto de la Villa Medieval con la Puerta de San Miguel (otra vez);
— la iglesia de Santa María del Águila;
— el pequeño alcázar de Torre Mocha con la Puerta de Santa María;
— la segunda muralla coracha que se unía con la primera mediante la muralla que recorría la ribera del río y que incluía el Molino del Arrabal y los postigos del Arrabal y de la Barqueta;
— el Alcázar (castillo) y, dentro de él,
— el Palacio Real;
— y por último, la tercera muralla coracha, más corta que las otras dos, que parte desde el ángulo más occidental del Palacio.

Muralla que separa la Villa de la Alcazaba; la torre del fondo, aún sin restaurar en 2007.


EL ALCÁZAR:

A la izquierda de la explanada donde estuvo la Villa Medieval —en la esquina oeste de todo el conjunto—, están las edificaciones que tradicionalmente se conocen como el Castillo, y corresponden con el núcleo propiamente defensivo del gran recinto: el Alcázar.
De planta muy irregular, sus murallas serpentean por el borde del promontorio, jalonándola once torres, más la del Homenaje que es albarrana y a la vez su elemento más occidental. Toda la fábrica de la edificación es mixta: tapial, mampostería como principales materiales, y sillería como refuerzo en zonas muy visibles como son los vanos de puertas y ventanas y en las esquinas de las torres. El ladrillo está presente en algunos detalles muy puntuales.
Estuvo rodeada por un antemuro o barbacana, parcialmente derruido en su cara norte y en mejor estado el resto, por el oeste y el sur, que ha podido ser excavado e identificado.
La muralla que envuelve la alcazaba, de dos metros de espesor en casi toda su longitud, estuvo almenada; como también lo estuvieron todas sus torres, hoy parcialmente desmochadas, pero por fortuna en continuo proceso de restauración en la actualidad.

La Puerta Real, acceso principal del Alcázar en 2007. 

En 2013, la torre ya tiene mejor aspecto.

En su fachada este, la que mira a la Villa, y que estuvo antecedida por un foso, está la puerta de acceso, llamada Puerta Real. Esta fachada la conforma una muralla que va de norte a sur y protege la antepuerta, que más bien es un estrecho pasillo paralelo a la muralla, que antecede a otra puerta más, que leo llaman de los Franceses. Esta última se ubica en un lienzo que une las dos únicas torres octogonales de todo el conjunto—el resto de torres del recinto son de planta cuadrangular o rectangular—.

El pasillo entre ambas murallas; al fondo derecha la puerta del Alcázar. La puerta de los Franceses queda a la izquierda.


Pasillo entre ambas muralla; la torre está en la esquina entre los patios de los Silos y el de la Sima.



El pasillo entre las dos murallas de la entrada, que une las dos torres octogonales del recinto.

La segunda puerta, o acceso de los Franceses, era la entrada natural al Patio de los Silos, siguiente espacio del castillo. Sin embargo, durante la guerra de la Independencia, los franceses demolieron el muro que separaba el pasillo o antemuro del patio de la Sima, de tal manera que hoy, desde aquí, también se puede acceder al Patio de la Sima. Pero como ese no es el camino original a seguir, continúo al interior del castillo por el Patio de los Silos.
En su interior se distinguen tres recintos perfectamente diferenciados: el primero, y a continuación de la segunda puerta de acceso, está el Patio de los Silos; al sur de éste, el Patio de la Sima; y al oeste del primer patio, el Palacio Real.


EL PATIO DE LOS SILOS:

El patio de los Silos desde la puerta de los Franceses.

Es el primer espacio que encontramos una vez atravesadas la segunda puerta. Lo rodean murallas flanqueadas por siete torres, de las cuales, tres comparte con el Patio de la Sima y otras dos con el Palacio.
Es la parte más antigua del Castillo —fue el primer recinto que se edificó—; de él sólo nos queda un gran espacio diáfano y el arranque de un muro que, posiblemente, dividía sectores.
Aquí estuvieron situadas las cuadras y otras dependencias de servicio. Fue lo que tradicionalmente se denominaba un hisn, con funciones no sólo residenciales sino también de control administrativo y económico del territorio.

El patio de los Silos en 2013; a la derecha, la torre que lo une con el patio de la Sima.

Idem foto anterior pero en 2021; la torre un poquito más arreglada.

La ampliación de sus funciones y por lo tanto el crecimiento de sus necesidades, como la de acantonar más tropas, hizo que se ampliara en el siglo XII hacia el sur, levantándose el que se llamó Patio de la Sima. Ambos patios están separados por una muralla reforzada por tres torres; bajo la de mayor tamaño está la puerta en recodo que comunica con el Patio de la Sima
Más tarde, ya conquistada la alcazaba, se amplió este patio de los Silos hacia el este, construyéndose las dos torres octogonales, que recuerdan a la torre Blanca y a la de la Plata de la ciudad de Sevilla.
El nombre dado a este recinto es debido a la existencia de varios silos con forma acampanada —el mayor de 8 metros de profundidad— de los que no se tiene dato cierto de su construcción.

La muralla y torres de separación de patios, desde el Alcázar.


EL PATIO DE LA SIMA:

El espacio que hoy ocupa este recinto se sitúa al sur del Patio de los Silos y antes de su construcción formó parte del espacio de la Villa Medieval, por lo que hemos de entender que la puerta en recodo que comunica ambos patios, y que se abre bajo la mayor de las torres , fue la entrada original al castillo desde la Villa.

El patio de la Sima en 2007 (arriba) y en 2021 (abajo). Hay diferencias.

Una vez que se estructura este Patio de la Sima, y todo su espacio queda incorporado al castillo, es cuando se reforma el perímetro amurallado primitivo, construyéndose la nueva muralla oriental entre las dos torres octogonales, y abriéndose la nueva puerta —la Puerta Real—.

Fachada suroeste del Alcázar, correspondiente al patio de la Sima. A la izquierda la barbacana.

De planta irregular de cinco lados, lo delimitan seis torres, tres de las cuales son compartidas con el recinto anterior, entre ellas la de la puerta en recodo.
En su interior se han excavado los restos de una casa palacio de época cristiana, el pozo —la sima— que da nombre al patio, unos baños o hamman del siglo XII—descubiertos en 1999—, y lo que fueron las dependencias de la guarnición. Hoy, todo el recinto está reconvertido en zona de paseo.


EL PALACIO REAL:

La torre del Homenaje desde el interior del Palacio.

Y por último llegamos al ángulo más occidental del gran recinto, a la izquierda del Patio de los Silos, donde está el Palacio Real, sobre un ligero promontorio, tal y como se construyó en la época de Rodrigo Ponce de León y Núñez —bueno, algo deteriorado, pero al menos está—.
Las construcciones que aquí se levantaron, tenían un carácter más palaciego, por lo que se supone fue la edificación más lujosa de toda la alcazaba, residencia de los alcaides y lugar de alojamiento de visitantes —los Reyes Católicos y el emperador Carlos fueron huéspedes en sus habitaciones—.

La albarrana torre del Homenaje.

El Alcázar es de planta irregular, casi un triángulo equilátero; de su vértice más occidental parte como un espolón el puente que lo une con la Torre del Homenaje, de irregular sillería y actualmente desmochada.
Toda la edificación, la del Palacio, está fabricada en tapial, dispuso de foso y puente levadizo en su fachada al Patio de los Silos, y en su antemuro aún perduran las troneras de cruz y orbe. Esos elementos junto con la leve elevación donde se ubica, dificultaban algo más su acceso desde el recinto contiguo. Y era así por considerarlo el último reducto defensivo de la Alcazaba.

El Alcázar desde una de las torres que lo flanquean. Al fondo la torre del Homenaje.

Esa fachada queda flanqueada por dos torres, compartidas con el recinto anterior; y en su extremo más occidental se levanta la del Homenaje, albarrana, como antes se dijo, unida al Alcázar mediante un arco de medio punto.
En este recinto se ven los restos de los dos aljibes, de gran tamaño, construidos a nivel del suelo, por lo que sus cubiertas abovedadas formaban una terraza al nivel del acceso al puente de la torre albarrana.

Tronera de cruz y orbe, en el muro frente al Palacio

El acceso al Palacio Real se hacía, y se hace, a través de los adarves que llegan a cada una de las dos torres que flanquean la fachada principal. También se podía acceder desde el exterior de la liza, junto a la torre del Homenaje, a través de una puerta llamada de la Traición o Puerta de Sevilla, dada su orientación hacia esa ciudad (actualmente también se puede realizar a través de una oquedad abierta en el muro sobre el foso).




Puerta de Sevilla, en 2007 y en 2013 (encuéntrense las diferencias).

Notas finales:
Leo en alguna página de la red, que la puerta de la Traición está cegada, cosa que en una de mis visitas pude comprobar que era accesible; hoy no sé cómo estará.
También encuentro reseñas en las que se alude a una poterna, sin especificar ubicación —quizá sea ésta la puerta que antes se dice cegada—.
Y por último, una frecuentada página de la red, dedicada a los castillos españoles, escribe que “sobre la puerta en recodo de acceso a la fortaleza aparece el escudo de castilla con dos llaves a los lados, otorgadas por Fernando III para dar fe de que dicho castillo era la llave para hacerse con el Valle del Guadalquivir. “ En un folleto digital del ayuntamiento se dice que el escudo es de Leonor de Guzmán.
Sea de quien fuera el escudo, he de decir que sobre esa puerta, tanto a la entrada como a la salida, no he visto tal escudo. Puede que no me fijara bien.
Dejo aquí el enlace a la entrada que habla sobre el escudo municipal de Alcalá de Guadaíra:

http://lacasadelatercia.blogspot.com/2016/06/alcala-de-guadaira.html

Planito para entender un poco la fortaleza.


La Compañía en el adarve de la muralla del Patio de la Sima.



RESUMIENDO:

Nombre:     Alcazaba de Alcalá de Guadaíra.
Localidad: Alcalá de Guadaíra.
Municipio: Alcalá de Guadaíra.
Provincia:   Sevilla.

Tipología: Alcazaba
Época de construcción: siglo XII sobre restos anteriores. Varias ampliaciones y reformas en siglos posteriores.
Estado: En buen estado de conservación, digamos que sus ruinas están consolidadas. Ha sido rehabilitado recientemente —continuándose las obras de restauración y consolidación—, aunque el interior de sus recintos se encuentra prácticamente diáfano, habiendo desaparecido todas las construcciones que una vez hubo. A pesar de ello, es fácil de interpretar.

Propiedad:
Pública. Actualmente, y desde 2007, es propiedad del Ayuntamiento de Alcalá, habiendo pertenecido, desde la edad Media, al antiguo Concejo de Sevilla, que era quien nombraba a los alcaides de la fortaleza.
Esta situación jurídica ha afectado y aún afecta a algunos castillos que, desde la Edad Media, pertenecieron al reino de Sevilla.
Uso: en la actualidad, turístico y cultural, aunque sin definición. En la segunda mitad del siglo pasado fue recinto ferial, para lo que se realizaron algunos aterrazamientos y explanaciones que modificaron sustancialmente la superficie de lo que fue la villa. Durante mucho tiempo fue cantera, siendo expoliados sus materiales por vecinos de la zona para utilizarlos en la construcción de sus viviendas.
Visitas: La visita es libre y gratuita, al menos así lo era la última que lo paseé en marzo de 2021.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
En 1924 fue declarado Monumento de Interés Histórico-Artístico; y en el BOE de 29 de junio de 1985, aparece su declaración como Bien de Interés Cultural.
En el año 1993 la Junta de Andalucía otorgó un reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad Autónoma de Andalucía.

Clasificación subjetiva: 4, o sea, no perdérselo bajo ningún concepto, o lo que es lo mismo, hay que verlo antes de morir:
Otras cuestiones de interés:
Muy cerca de Alcalá de Guadaíra está el castillo de la Marchenilla —enlace—, y algo más alejada la torre de Gandul —enlace—.
Y a lo largo del río, los molinos harineros, para los cuales debo encontrar un rato y dejar aquí constancia de ellos.




MÁS FOTOS:

La Puerta Real del Alcázar.




La torre del Homenaje desde una de las torres del Palacio.


Excavaciones en el patio de la Sima.



El foso frente al Palacio, en 2007 y 2013.

Desde el Palacio, las torres del Patio de los Silos.



Y ahora, las torres del Patio de la Sima.






martes, 4 de mayo de 2021

Alcalá de Guadaíra, Alcazaba de Alcalá de Guadaíra (1)


Alcalá de Guadaíra es pueblo antiguo —sobre sus primeros asentamientos humanos en la zona de Gandul ya escribí, allá por el 2015, cuando principiaba esta casadelatercia—, que hay datos que la remontan más allá del 2000 a.C., o sea la Edad del Cobre. E incluso sitúan en aquel lugar, en la llamada Mesa de Gandul, un importante poblado tartésico, Irippo (ir-ippo, ciudad del río), que llegó a acuñar moneda propia.
Con el paso del tiempo, la población iría ocupando lugares cercanos al río y así se levantarían los primeros recintos fortificados. A este cambio también contribuiría la atracción por la cercana ciudad de Hispalis y su influencia cultural.
En lo que hoy es el cerro del castillo de Alcalá de Guadaíra, el promontorio que domina la población desde el sur, se establecerían los primeros pobladores en el extremo oeste, y levantaron un pequeño caserío, con un recinto fortificado que dependía del poblado de Gandul.
Aquella pequeña aldea desapareció —se desconocen los motivos— hacia el 1500 a.C., quedando sin población, o con un poblamiento marginal, hasta la llegada de los romanos, de los cuales se han encontrado restos cerámicos y de cimentaciones, que nos confirman su paso por aquí entre los siglos I y III d.C.



El origen de lo que hoy vemos está, casi con toda seguridad, en el siglo IX, aunque apenas si se han encontrados vestigios que lo confirmen.
Desde esos tiempos hasta el siglo XII apenas si hay documentación que aporte datos sobre sus habitantes y ocupaciones; sí de la existencia de Qall’at Yabir, o sea, el castillo de Yavir, pero sólo eso, nunca de una madina en el interior de la alcazaba. Quizá sea así por falta de investigación, no por su inexistencia.
Es en este siglo XII y parte del XIII, durante los segundos reinos de taifa, en pleno dominio almohade, cuando en el cerro se realizan las obras con las que va adquiriendo la estructura y forma que hoy conocemos: el patio de los Silos se amplía hacia el sur con un nuevo recinto, el de la Sima, donde se ubican unos baños.
Su importancia debió de ser decisiva dada su situación — ¿aquí habría cruce de caminos?—, a corta distancia de Híspalis y por lo tanto como parte de las defensas próximas de la ciudad.


En 1246/1247 —en cualquier caso, poco antes de la conquista de Sevilla—, Fernando III, el Santo, conquista la alcazaba y al año siguiente le concede Carta de Puebla, creándose así la villa de Alcalá en 1280 durante el reinado de Alfonso X. Éste sería el primer poblamiento cierto del que se tienen noticias.

Curiosidad: El rey Fernando III apenas si se molestó en la conquista de la Alcazaba. Y es que al llevar entre sus tropas una mesnada de 500 hombres pertenecientes al reino de Granada, que ya estaba regido por la dinastía nazarí, en la persona de su primer emir, Muhámmad I (Alhamar) —y que era vasallo del rey cristiano a cambio de una sustanciosa cantidad de dinero—, los musulmanes de Alcalá no queriendo rendirse al rey Fernando, entregaron las llaves de la ciudad a los granadinos y estos, inmediatamente, se la dieron al monarca cristiano.

Es durante este siglo XIII cuando se producen nuevas obras, como es la ampliación del patio de los Silos y la construcción de las dos torres ochavadas de su fachada de levante, así como el arreglo de muros y fosos. Todo ello apoyándose en las trazas y construcciones almohades.
A principios del siglo XIV, la alcazaba era como hoy podemos admirar, y la villa de Alcalá ya se desarrollaba en el cerro, alrededor de la iglesia de Nuestra Señora del Águila. De su trazado urbanístico no tenemos nada aunque sí han aparecido restos de algunas casas que muestran viviendas desarrolladas en torno a patios centrales.
La población no traspasaba las murallas y su devenir y la del castillo eran conjuntos, o más bien único.
De este siglo, y durante los reinados de Alfonso XI y Pedro I, pudieran ser la torre del Homenaje y el primitivo alcázar; también se reformaría, o se terminaría, la torre que comunica el patio de los Silos con el de la Sima, que es de origen almohade.
Pero el auge económico, y sobre todo demográfico, durante este siglo, obliga a superar las murallas de la villa y crear asentamientos en la falda suroeste del Cerro, en torno a la iglesia de San Miguel, originándose así el arrabal de San Miguel que se amuralló, durante el siglo XIV, mediante dos murallas corachas que bajaban por la ladera hasta el río y se unían con otra a lo largo de la ribera del Guadaíra. Surgió de esta manera uno de los recintos fortificados más extensos de Andalucía que encerraba unas 21 hectáreas.


Y así, hasta mediados del siglo XV, el castillo de Alcalá sería el más importante baluarte para la defensa de Sevilla y núcleo principal de la frontera con el reino de Granada, la llamada Banda Morisca, sirviendo de contención a los benimerines que, desde Ronda, lanzaban sus algaradas contra la ciudad hispalense.
En la segunda mitad de este siglo estaría en manos de la casa de Arcos, concretamente de Rodrigo Ponce de León y Núñez, que se lo había arrebatado a los Guzmanes en un tiempo de desavenencias entre ambos. El uso de la artillería en ese asalto, o mejor dicho sus consecuencias, obligó a su nuevo propietario a llevar a cabo innumerables obras intervenciones para su reparación y consolidación, incluyendo reformas en el alcázar, dos aljibes y los refuerzos de varias torres y lienzos de muralla. Este período es el penúltimo en el que en el castillo se realizan obras de envergadura, y todo ello encaminado a convertirlo en uno de los centros desde donde se acometería la guerra de Granada, ya a finales del siglo XV.
Como ampliación de conocimientos diremos que Ponce de León, además de conde de Arcos, era marqués de Zahara, señor de Marchena, y marqués de Cádiz y luego duque de lo mismo.
En 1477, la villa adquiere el rango de realengo por lo que pasó a depender de la Corona, y con ello, naturalmente, también el castillo.
Es entonces cuando se acometen, por última vez, nuevas obras de defensa, como fueron la muralla oriental del patio de la Sima y el antemuro de la puerta de San Miguel, que unía la alcazaba con el arrabal.





Terminada la Reconquista, y habiendo perdido su función defensiva, la fortificación comenzó un proceso de deterioro progresivo que no se vio detenido por ningún trabajo de rehabilitación ni reforma.
Sin embargo aún tuvo tiempo para servir, aunque fuera durante muy poco tiempo, de alojamiento de los Reyes Católicos y del Emperador Carlos. También fue cárcel real en la época en que dependió directamente de la Corona.
Entrado el siglo XVI, siguieron haciéndose reformas, pero ahora de menor entidad y encaminadas a mejorar la habitabilidad de la fortaleza, como las habitaciones y patios del Patio de la Sima.
Lo que no fue suficiente para que al siglo siguiente el aspecto del castillo fuera ruinoso, iniciándose así su abandono hasta finales del siglo XX.
A lo largo de los siglos XVI y XVII también se fue abandonado el arrabal de San Miguel y el barrio de Santa María, surgiendo nuevos barrios con mejor acceso. Unos brotes epidémicos terminarían por vaciarlos.
Y en el XIX nuevamente tuvo funciones militares, fue en la Guerra de la Independencia, cuando sirvió como acuartelamiento de tropas francesas. Por suerte, estos últimos no lo volaron al abandonarlo, como en ellos era costumbre.

Y hasta aquí he llegado, que los detalles los dejo para más tarde.


RESUMIENDO:

Nombre:         Alcazaba de Alcalá de Guadaíra
Localidad:     Alcalá de Guadaíra
Municipio:     Alcalá de Guadaíra
Provincia:       Sevilla
Tipología:     Alcazaba

Época de construcción:   siglo XII sobre restos anteriores. Varias ampliaciones y reformas en siglos posteriores.
Estado:  En buen estado de conservación. Ha sido rehabilitado recientemente —continuan las obras—, pero el interior de sus recintos se encuentra prácticamente diáfano, habiendo desaparecido todas las construcciones que una vez hubo.
Propiedad:   Pública. Actualmente, y desde 2007, es propiedad del Ayuntamiento de Alcalá, habiendo pertenecido, desde la edad Media, al antiguo Concejo de Sevilla, que era quien nombraba a los alcaides de la fortaleza.
Esta situación jurídica ha afectado y aún afecta a numerosos castillos que, desde la Edad Media, pertenecieron al reino de Sevilla.
Uso:   Turístico y cultural. En la segunda mitad del siglo pasado fue recinto ferial, para lo que se realizaron algunos aterrazamientos y explanaciones que modificaron sustancialmente la superficie de lo que fue la villa.
Visitas: La visita es libre y gratuita, al menos así lo era la última que lo paseé en marzo de 2021.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
En 1924 fue declarado Monumento de Interés Histórico-Artístico; y en el BOE de 29 de junio de 1985, aparece su declaración como Bien de Interés Cultural.
En el año 1993 la Junta de Andalucía otorgó un reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad Autónoma de Andalucía.

Clasificación subjetiva: 4, o sea, no perdérselo bajo ningún concepto, o lo que es lo mismo, hay que verlo antes de morir:
Otras cuestiones de interés: En el siglo XIX, Alcalá fue lugar obligado de visita para todos los viajeros que, atraídos por su historia y su imagen cargada de romanticismo, recalaban en Sevilla o se encaminaban a Granada. El castillo, el río y los molinos fueron temas recurrentes entre escritores, pintores, etc., españoles y extranjeros.
Además de por todo lo anterior, Alcalá es ciudad importante por dos cosas: durante siglos, la mayor parte del agua que bebía Sevilla lo hacía desde aquí, a través del acueducto que popularmente se conoce como los caños de Alcalá, por su procedencia, o de Carmona, por llegar hasta la puerta de la muralla así llamada. Ver este enlace 
http://lacasadelatercia.blogspot.com/delapuertaosarioaladelacarne, y también por abastecer, de toda la vida, de pan a Sevilla. Alcalá es también conocida como Alcalá de los Panaderos, por su cuantiosa producción de este producto. Aún permanecen en pié, a orillas del río Guadaíra, algunos antiguos molinos de harina, cuyo paseo y visita son de obligado cumplimiento, por lo que me impongo el compromiso de traerlos a este blog.

Cómo llegar: