martes, 30 de mayo de 2017

Conil de la Frontera, Muralla Urbana

La muralla que rodeó la villa de Conil está datada hacia 1502, que es cuando Juan Alonso Pérez de Guzmán y Afán de Ribera —eran uno solo, a pesar de la conjunción—, tercer duque de Medina Sidonia y algunos títulos más, encarga a su mayordomo, Hernando de los Olivos, su construcción.

Viejo grabado encontrado en la red, pero sin datos.

No debió esmerarse mucho el constructor en su ejecución, pues en 1515 ya se encontraba en regular estado, lo que facilitó a los piratas berberiscos que pudieran entrar en la villa. Hecho que no conoció su promotor, ya que había fallecido en 1507. Ni tampoco su hijo y sucesor el cuarto duque de Medina Sidonia, Enrique de Guzmán, que murió en 1513, sin haber cumplido veinte años.

Cuando ocurrieron los hechos, el desembarco y el ataque berberisco, ostentaba el título ducal el hermanastro de este último, Alonso Pérez de Guzmán.

A la vista de lo ocurrido, el quinto duque mandó rehacer la cerca de la villa de manera inmediata, pero esta vez de buena obra. De tal manera que aguantó un par de siglos más.

Llegado el XVIII, y careciendo de funcionalidad, perdió importancia, y con ello comenzó su abandono por parte de las autoridades; el deterioro aumentó con el desarrollo económico que provocó la expansión del caserío fuera de los muros, quedando estos ocultos —cuando no demolidos y reutilizadas sus piedras— en medio de las viviendas que se adosaron a ellos.

De un panel expuesto en la Torre de Guzmán.

 La muralla rodeaba el que por entonces era el caserío y se adaptaba a las irregularidades que el terreno presentaba. Poseyó la población dos puertas y dos portillos: las puertas del Arco de la Villa y la de Cádiz; El Portillo, también conocido como El Moscón y por último El Postigo. 

Interior de la Chanca (de sevilla.abc.es)

Comenzamos el paseo por este último, El Postigo, que estuvo a la derecha del castillo, orientado al sur y era la salida de la ciudad hacia el mar y el utilizado para llegar a la Chanca. Este lugar, la Chanca, era un conjunto de edificios con ligero aspecto militar que se adosaban a la muralla en su lienzo sur; era el depósito de los equipamientos y suministros de la almadraba que estaba calada enfrente a Conil.

Dado su aspecto y fuerte entidad constructiva, se ha de suponer que pudo ejercer funciones defensivas. Fue utilizada, en sus labores propias de la industria pesquera, desde el siglo XVI hasta 1934; desde entonces fue almacén, y posteriormente abandonado en 1960. A principios del presente siglo es adquirido por el Ayuntamiento.

El Arco de la Villa, extramuros.

Pasada la Chanca, la cerca giraba al noreste y poco después al norte, disponiendo torreones en las esquinas, hasta llegar a la siguiente puerta, que era, y es, la Puerta del Arco de la Villa, situada en el vértice más al norte de la muralla. Esta puerta era el lugar en el que confluían los caminos de Medina y de Vejer, así que, como en tantos otros sitios, también se la conocía por los lugares a donde llevaba el camino que de ella partía, en este caso Vejer.

Esta puerta, del siglo XVI como toda la muralla, no sólo es la única que se conserva, sino que es uno de los escasos restos que nos han llegado de la muralla. La conforman dos arcos de medio punto labrados con sillares de piedra ostionera que se unen con un forjado de vigas de madera.

Desde la Plaza de España, intramuros.

Desde la plaza del Arco de la Villa.

Bajo los arcos, y a ambos lados, sendas puertas: una era la entrada del cuerpo de guardia y la otra el acceso a la planta alta que se añadió con la remodelación del año 1767 por parte del Ayuntamiento. Desde esa planta superior se accedía al adarve de la muralla.

A la nueva edificación se la dotó de balcones a ambas fachadas, rematándola con unas extrañas almenas y se suprimió la puerta propiamente dicha, quedando el hueco libre tal y como hoy la vemos.

Fuera de la muralla quedaba el convento de la orden de Mínimos de San Francisco de Paula —Nuestra Señora de las Virtudes—.

Lo que queda del Portillo.

La muralla debió continuar a la derecha del Arco de la Villa, siguiendo las actuales calles Prieta y Extramuros, y discurriendo en medio de las viviendas que se levantan entre esta última y la calle Baluarte. Hacia la mitad de este lienzo estuvo el postigo llamado El Portillo.

De esta puerta, a la que también se conoció como del Cojo o del Moscón, se conserva un arquillo que une las fachadas de dos viviendas del callejón que une la calle Extramuros con la calle Alta. Desde este postigo partía el camino hacia Chiclana.

El Baluarte, desde la calle Extramuros (de castillosnet.org.)

 A la calle Baluarte le da nombre los restos de un pequeño bastión —un torreón, actualmente oculto entre las viviendas, pero visible desde la calle Extramuros, a la altura del nº 26— donde la muralla giraría bruscamente hacia el sur buscando la Puerta de Cádiz.

Esta puerta, que estuvo ubicada al final de lo que hoy es la calle Cádiz, era de donde partía, evidentemente, el camino que conducía a esa ciudad. De ella no queda rastro alguno, por lo que incluso su localización exacta no deja de ser una mera conjetura. Actualmente, un bar llamado como la puerta, la recuerda.

Desde ella, y en línea recta, la muralla continuaba hasta el castillo, cerrando así la cerca de la villa.

La Compañía bajo el Arco de la Villa.



RESUMIENDO:


Nombre:      Muralla de Conil de la Frontera
Municipio: Conil de la Frontera.
Provincia:   Cádiz.

Tipología: Muralla urbanao.
Época de construcción: principios del siglo XVI.
Estado:  Sólo se conserva el Arco de la Villa y algunos fragmentos ocultos entre las edificaciones actuales, como el Baluarte ya descrito, u otros muy degradados en varios puntos del pueblo —calles Castillo, Goya y herrerías—.

Propiedad:  El Arco de la Villa es de propiedad pública; los elementos ocultos son de propiedad privada.
Uso: Actualmente separa —o une, según se mire— dos plazas de la ciudad: la Plaza de España y la Plaza del Arco de la Villa.
Visitas: libre, no hay problema.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 de 25 de Junio sobre el Patrimonio Histórico Español.
Fue declarado Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, el 29 de junio de 1985.

Clasificación subjetiva: 1, o sea, que si se puede evitar se evita, o lo que es lo mismo, sólo se visita si el camino que recorro te lleva o te hace pasar por allí. Pero como dije en otra entrada, al tratarse de Conil, que está lleno de encantos, habrá que hacer obligatoria la visita.
Otras cuestiones de interés: Pues qué si no, el castillo o torre de Guzmán, y un paseo por el pueblo.
Después, las torres almenaras de su término, la de Castilnovo y la torre-faro de Roche; también las de pueblos limítrofes, Chiclana y Vejer.
Y para terminar, al atardecer, la playa.

Cómo llegar:









martes, 23 de mayo de 2017

Conil de la Frontera, torre de Castilnovo o de Castilobo


Desde la torre de Guzmán, en el centro de Conil, hacia levante, y más allá de donde se entrega el río Salado, se ve la torre de Castilnovo, o de Castilobo, que de las dos formas la he visto nombrada.

A un corto paseo desde la orilla de la playa a la que llaman como a la torre, se alza sola en medio del páramo que se extiende entre el mar y algunas zonas de cultivo; permaneciendo vertical, atenta, desafiante y mutilada. Y es que los siglos no perdonan, y el olvido y el abandono hacen su trabajo, dejándola allí atrás, donde casi nadie la ve, porque todos estáis mirando al mar, o al infinito, o al espléndido caserío blanco que es Conil.

A ver, os cuento:


 

Fue levantada en el siglo XVI por los duques de Medina Sidonia —concretamente por el sexto duque, Juan Alonso Pérez de Guzmán y Zúñiga—para, al igual que la del Guzmán, vigilar la costa de posibles, y no deseadas, incursiones de piratas berberiscos; y también para controlar las labores de almadraba: observar los bancos de atunes en su ir y venir hacia y desde el estrecho de Gibraltar. Pero sobre todo se levantó para sustituir a la torre del Conilejo que hasta entonces hacía esas funciones y que se encontraba en estado de ruina total.

 

Con el fin de cumplir correctamente estas misiones, y en particular la primera, está conectada visualmente con la mencionada de Guzmán —que por cierto está muy cerca, y además no hay accidentes geográficos que incomoden esa conexión—, y hacia levante con la torre del Palmar; ésta a su vez con la de Trafalgar, que lo está con la de Meca, para seguir con la torre del Tajo, y así hasta la punta de Gibraltar.


De guiadecadiz.com. A la derecha, al fondo, la torre de El Palmar.

 

Por poniente es igual: conecta con la de Guzmán y con la de Roche; ésta última con la del Puerco, que a su vez lo hace con Torre Bermeja y de ésta con el castillo de Sancti Petri, que ya es casi Cádiz.

Por el camino de la historia dicen que hemos perdido dos torres, la torre Blanca y otra que llamaban la Atalaya —por lo que leo en la red puede que esta última sea la del Conilejo, pero no afirmo nada—.

 

Pero la torre de Castilnovo no fue una más de aquellas torres almenaras levantadas a lo largo de toda la costa atlántica en el sur de la Península Ibérica. Su construcción es prácticamente única y excepcional en el litoral español, debido a su gran altura —no está sobre un acantilado ni una elevación próxima al mar— y a su volumen.

Por lo que tuvo mucha más entidad que el resto de torres costeras, llegando incluso a tener a su alrededor una camisa que, por el lado sur de la torre, cerraba un espacio de forma rectangular con dependencias propias de un recinto defensivo. Lo que le daba más valor que al resto de torres almenaras. Esa función residencial hizo que tuviera alcaide en su guarnición, con representación en el Cabildo de Conil.


A la izquierda, en la base de la torre, restos de la muralla.

Y es que además en su entorno se había levantado un pequeño núcleo de casas de pescadores que se llamó Conilete, con instalaciones para la salazón del pescado y almacenes.

De aquel recinto sólo queda la torre, pues del resto —muralla y poblado— se encargó de destruirlo el tsunami que provocó el terremoto de Lisboa el 1 de noviembre de 1755. Todavía es reconocible parte de su perímetro

 

 

 

LOS DETALLES:

 

La torre de Castilnovo es de planta cuadrada y cuerpo troncocónico, arrancando en la base con 8’50 metros de lado; lo que la hace diferenciarse —otro motivo más de distinción— del resto de torres almenaras. Fue construida en su totalidad con mampuestos menudos de la conocida piedra ostionera, tomados con mortero de cal. En sus esquinas se disponen sillares de la misma piedra.

 

Exteriormente está compuesta por dos cuerpos perfectamente diferenciados, el primero de algo más de 20’00 metros de altura con una imposta hacia la mitad que sobresale a modo de alero de cornisa. El segundo, más pequeño, tiene unos tres metros de altura y se retranquea sobre los muros. Seguramente tuvo espadaña y campana para tocar a rebato en caso de alarma o como llamada a los pescadores en el mar.


Antes de su restauración-consolidación (de guiadigital.iaph.es)

 

El acceso se efectúa mediante una escalera de fábrica adosada al muro y situada en su fachada norte —la opuesta al mar—, a unos dos metros del suelo. La comunicación interior, entre plantas, se hacía gracias a una escalera de caracol ya desaparecida. De los distintos forjados nada queda, está totalmente hueca, pero se aprecia la existencia de cuatro niveles, incluido el de la terraza.

 

Tres de sus fachadas son totalmente ciegas —sin contar el hueco de la puerta ya descrito—, disponiendo de aberturas sólo en la fachada sur que es la que mira al mar. En esta fachada se abren tres huecos, uno por nivel: el primero es pequeño y adintelado y los otros dos, de mayor tamaño y con arco de medio punto. Un cuarto vano se abre en el cuerpo superior, posiblemente para la ubicación de una pieza de artillería.

 

La torre del Castilnovo desde la torre de Guzmán. Al fondo la de El Palmar.


RESUMIENDO:


Nombre:      Torre de Castilnovo o de Castilobo
Municipio: Conil de la Frontera.
Provincia:   Cádiz.

Tipología:   Torre, torre almenara.
Época de construcción: siglo XV.
Estado:    En buen estado de ruina, consolidada sí, pero ruina al fin y al cabo: por abandono y porque el mar es agresivo con las piedras viejas. Se restauró (¿?) en 1995.
Propiedad:    Pública, creo que del Ayuntamiento.
Uso:    Ninguno, o más bien es objeto de curiosos y nido de aves.
Visitas:    Acceso libre en el entorno. Precaución en el interior-
Protección:    Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Está declarado Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, desde junio de 1985.

Clasificación subjetiva: 2, o sea, si se pasa cerca y se va con tiempo pues se acerca uno a verlo.
Otras cuestiones de interés: Conil y sus playas, pero eso ya quedó dicho en la entrada sobre la torre de Guzmán.
Cómo llegar:


martes, 16 de mayo de 2017

Conil de la Frontera, torre de Guzmán o castillo de Conil

El problema que tiene Conil de la Frontera, desde el punto de vista de los contenidos de este Blog, es que como no te fijes bien no ves nada digno de quedar plasmado en esta lacasadelatercia, y te olvidarás de mirar la torre que has venido a ver.

Porque en Conil la mirada te gira grados y grados, la playa te ciega otros deseos, el estómago te pide placeres, das la espalda al mar y contemplas el más hermoso de los caseríos; y entonces va la marea y se hace bajamar, la vista se hace inmensa y a la vida, en ese momento, le entras ganas de ser infinita.

Y cuando ocurre eso, pasas por alto todas las piedras viejas del mundo, para comprobar, al final del día, que apenas has hecho fotos de las tres torres que por aquí se levantan: de una de ellas sí, pero pocas; de otra, dos o tres, y de la tercera, ninguna. Así que toca robar fotos en la red.

Conil (de traveler.es)

Vamos con orden, la historia lo primero:

 Los fenicios ya tuvieron por aquí alguna almadraba, por lo que lo del atún viene de antiguo, al igual que el nombre —Conil de conios, tribu originaria del entorno de cuando Tartessos—. Por lo que se podría decir que fueron ellos, los fenicios, los fundadores de la actual Conil. La posterior llegada y asentamiento de los cartaginenses hizo aumentar y desarrollar aún más la pesca y la industria de la salazón.

Con los romanos la fama continuó pues el encontrarse en plena vía Hercúlea —en el camino entre Málaga y Cádiz, que terminaba en el templo de Hércules— haría que se reconocieran sus productos pesqueros y sus derivados, entre ellos la salsa conocida como garum, y con ello se elevara su economía.

Cosa que no supieron reconocer los bárbaros llegados del norte, que la saquearon en diversas ocasiones. Pero sí los árabes, que la incorporaron a la cora de Sidonia, yendo todo tranquilo hasta mediados del siglo XIII en que junto con gran parte de la actual Cádiz es reconquistada por los cristianos, añadiéndosele el apellido “de la Frontera” a su topónimo, tal como ocurrió con otras poblaciones de la comarca, dada la posición geográfica con los territorios que aun permanecían en poder musulmán.

Es en 1299 cuando el rey Fernando IV otorga a Alonso Pérez de Guzmán, el Bueno de Tarifa, lo que por entonces era una aldea, a añadir a otras muchas villas, tierras y lugares, en agradecimiento al especial y constante apoyo a la Corona en su afán reconquistador, y en especial por lo del sitio de Tarifa. La donación incluía derechos sobre la pesca, sus almadrabas y salazones.

El sol poniéndose, desde la terraza de la torre.

Guzmán el Bueno manda construir, muy cerca del mar, una torre, germen del que más tarde sería el castillo, que contribuyera a la defensa del sitio, protección de sus bienes y habitantes y vigilancia de las almadrabas; además de ser el mejor de los miradores y que permitiera la comunicación con otras torres de la costa que también construyó, como fueron la torre Blanca, la Atalaya, Torre Roche y Castilnovo. Hoy sólo se conservan las dos últimas.

Como no podía ser de otro modo, al núcleo urbano que se fue desarrollando en torno a ella, se le llamó Torre de Guzmán.

Desde la torre, y hacia levante, la torre de Castilnovo y lejos la del Palmar.

Alrededor de la torre, y después del castillo, fue ampliándose la villa durante los siglos XIV y XV, conformándose una plaza y en ella la iglesia —actual parroquial de Santa Catalina— las viviendas de los allegados y sirvientes del castillo y la Casa del Cabildo; lo que entonces fue el centro neurálgico de la población. La torre del castillo dispuso de una campana cuyo tañido, además de indicar peligro o alarma, servía para llamar a la población a los Cabildos públicos.

Mientras tanto, la vida sigue. Y sigue siendo la pesca y sus derivados el mayor sustento de la población. De vez en cuando algún conflicto entre los Guzmán y los Ponce de León que hace empeorar la convivencia y las condiciones sociales y económicas del lugar. Pero la pesca, y la almadraba en particular, siempre estuvo ahí para salvar la vida de los conileños. Hasta el siglo XVIII en que comienzan a declinar los recursos del primer sustento, y es la agricultura y la ganadería las que tienen que sostener la economía.

Y en estas que llegó Napoleón y el oscuro siglo XIX. Y con él la caída del Antiguo Régimen, la abolición de los señoríos, el empobrecimiento de la Casa de Medina Sidonia, la decadencia del conjunto fortificado y la venta del castillo a un particular.  

Menos mal que en el siglo XX hace su aparición el turismo, la pesca y el atún continúan y el Ayuntamiento compra, en los años ochenta, la torre y lo que queda del castillo. Menos mal.

 

LOS DETALLES:

Construida en piedra arenisca —aquí conocida como piedra ostionera—, es de planta ligeramente cuadrangular —7’75 por 7’50 metros— y su altura se alza hasta los 17’50 metros, lo que unido a la leve elevación donde se ubica, la convierten en una excelente atalaya. Como curiosidad apuntar que su planta se reduce en altura, presentando una imperceptible forma troncocónica.


Hacia el exterior presenta muy pocos huecos: una saetera en la fachada oeste, dos vanos algo mayores hacia el norte y alguna saetera más en las otras dos caras.

Su interior se divide en tres plantas cubiertas con bóvedas vaídas de ladrillo, más terraza, distribuyéndose actualmente sus usos a tenor de la finalidad a la que está destinada: Oficina de Información Turística, exposiciones y sala de visionado de documentales. Y desde la terraza el mejor de los miradores, punto.

Detalle de las almenas y ladroneras.

La terraza conserva un almenado con una curiosa distribución, además de sus albardillas piramidales a cuatro aguas, y una serie de de patrones geométricos decorativos sobre las almenas. En las esquinas, vuelan unas pequeñas ladroneras que, o han perdido la techumbre o seguramente nunca la tuvieron. Una quinta vuela en el centro del pretil de la cara de poniente, justo sobre la puerta de entrada.

Su aspecto actual se lo debemos a la restauración a la que se la sometió en 1784 y que se ha respetado en posteriores actuaciones. La última fue en 1992.

Decía más arriba que esta torre fue el principio de lo que sería el castillo, hoy en gran parte desaparecido. Castillo que tuvo también características palaciegas pues no sólo cumplió labores defensivas ante la proximidad del Reino de Granada —y posteriormente contra los piratas berberiscos—, sino que también fue residencia de los miembros de la Casa de Medina Sidonia durante las temporadas que allí pasaban en época de almadraba.

Del castillo aún quedan restos que ayudan a intuir e interpretar lo que fue, pero además, el que escribe, se ayuda con los paneles informativos de la exposición. Unos magníficos dibujos recrean lo que fue:

Fotografía obtenida de un panel expuesto en la torre.

 

Tuvo una planta pentagonal irregular, con la torre adosada a la edificación que ocupaba la residencia principal, la cual se abría al sur mediante una galería con arcos, lo que suponía un esplendido mirador al mar. esta fachada del castillo era coincidente con la muralla de la villa, y disponía, a su derecha, de un postigo de salida hacia la playa.

En el lienzo de levante, y bajo un torreón que la protegía, estaba la puerta de acceso a la fortaleza por la que se accedía al patio de armas. Rodeando el patio y apoyado al resto de los muros, se disponían las dependencias del castillo.

En el vértice de unión de los lienzos norte y oeste, la muralla quedaba reforzada con un torreoncillo cilíndrico. Al suroeste, un potente baluarte cerraba el perímetro del edificio.

Torreón cilíndrico del castillo.

Baluarte del castillo en la esquina suroeste.

 

RESUMIENDO:


Nombre:      Torre de Guzmán o Castillo de Conil.
Municipio: Conil de la Frontera.
Provincia:   Cádiz.

Tipología:   Castillo.
Época de construcción:  principios del siglo XIV, reformada en el XV.
Estado:  En buen estado de conservación, aceptablemente restaurada la torre y los restos del entorno.
Propiedad: Pública, concretamente del Ayuntamiento de Conil de la Frontera.
Uso: Centro de Información Turística en época estival.
Visitas: libre el exterior; el interior sólo cuando hay algún acto cultural, lo que ocurría el día que la visité, en agosto de 2013.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 de 25 de Junio sobre el Patrimonio Histórico Español.
Fue declarado Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, el 26 de junio de 1985.

Clasificación subjetiva: 2, o sea, si se pasa cerca y se va con tiempo pues se acerca uno a verlo. Es decir, que se incluirá en una ruta de viaje pero no pasa nada si luego no se visita.
Pero como se trata de Conil, que está lleno de encantos, habrá que pensar que la puntuación es mayor y hacer obligatoria la visita.
Otras cuestiones de interés: Lo mejor, un paseo por el pueblo y llegar hasta el Arco de la Villa, único resto de la muralla urbana.
Después, las torres almenaras de su término, la de Castilnovo y la torre-faro de Roche; también las de pueblos limítrofes, Chiclana y Vejer.
Y para terminar, mirar ell atardecer, bien desde la torre o desde la playa. Esto es al gusto.

Cómo llegar: Conil está en el sur de la Península Ibérica, en la costa atlántica, casi a medio camino de Tarifa a Cádiz. Miren el mapa.
 

martes, 9 de mayo de 2017

Orellana la Vieja, Castillo de Orellana

El embalse de Orellana, al fondo la sierra de Lares y el castillo de Puebla de Alcocer.
Muy cerca de Orellanita y con los pies refrescándose en el embalse, está Orellana la Vieja, la que fue señorío de los Altamirano, aliados de los Bejarano en sus conflictos con los Golfines en Cáceres. Después su alianza les llevaría a fusionarse en un único blasón de doce roeles que les identificaría con el apellido Orellana. 
Situémonos, Orellana la Vieja, o simplemente Orellana, se encuentra en la comarca de la Serena, o en La Siberia, o en las dos. Pero esté donde esté, está junto al embalse, un pequeño paraíso entre dos “eriales”.


EL LUGAR:
No conocemos con precisión su origen, que debió ser remoto y contar a lo largo de los tiempos con hechos notorios y estupendos, desde el Paleolítico hasta los romanos.
Así que lo mejor será que partamos de la Edad Media, concretamente de 1180 cuando Alfonso VIII conquista Trujillo y, en su avance, ocupa más lugares, entre ellos esta Orellana que ya existía como población árabe.
En 1196 es vuelto a tomar por los árabes hasta que Fernando III, ya en el siglo XIII, lo recupera definitivamente de la mano de Fernán Ruiz, para convertirse en señorío como aldea dependiente de Trujillo.
Fue su primer señor Juan de la Cámara,
pasando más tarde al linaje de los Alonso Vázquez. Estos cambiarían su apellido por el de Orellana, fundándose el marquesado de Orellana en 1614 por concesión de Felipe IV.
En 1750 se suprimió ese título y el lugar pasó a la rama de los Bégida. Con posterioridad, en 1918 y por orden de Alfonso XIII, el marquesado fue rehabilitado.
A mediados del siglo pasado se construyó en sus proximidades uno de los tres pantanos que regulan el curso del río Guadiana, transformando totalmente el entorno, la economía y en general las condiciones de vida de la población de Orellana. Para bien,
 claro.

El castillo de Orellana se encuentra en el centro de la población, caserío de poca altura por lo que es fácil encontrarlo como referencia. Además lo delimitan dos calles con nombres que no engañan: calle Palacio y calle Ronda del Palacio.


EL CASTILLO: 
Y está allí desde que, hacia 1280, el abuelo de Juan de la Cámara construyera una torre sobre los restos de otro anterior de origen árabe.
En el testamento del primer Orellana, en 1340, ya se hace referencia a esa torre, y a partir de entonces se inician sucesivas remodelaciones y ampliaciones que convierten la primitiva torre en la residencia de los Orellana, pero conservando sus características defensivas.
Hacia mediados del siglo XVI pierde su naturaleza guerrera para convertirse en un palacio, incorporándose innovaciones de tipo residencial: patio porticado (ya desaparecido) de estilo plateresco, arcos de medio punto en planta baja y arquitrabes en el superior, todo ello sostenido por columnas con capiteles jónicos.
A principios del siglo XVIII el palacio se encontraba bastante deteriorado, no llevándose a cabo ninguna remodelación debido al ruinoso estado económico del marquesado. Estuvo habitado hasta mediados del siglo XIX.
A comienzos de la guerra civil de 1936, se utilizaron algunas dependencias como cárcel, y a lo largo de la guerra sufrió daños que no fueron reparados: despareció la fachada oeste, con balcones enrejados, el patio plateresco, un torreón circular y una torre cuadrada. Fue vendido y el nuevo propietario, en parte del solar, sin remordimiento y para su solaz, se construyó una vivienda.  
La torre del Homenaje restaurada (se nota ¿no?)



LOS DETALLES: 
La construcción que hoy conocemos estuvo formada por cuatro torres, dos redondas y otras dos cuadradas, unidas por lienzos de muralla que delimitaba un recinto cerrado de planta ligeramente cuadrada, abierto a poniente por su puerta principal, donde se situaba la torre del homenaje; todo ello de mampuestos, excepto en las esquinas de esta última que son de sillares bien labrados. Muchas de las estancias palaciegas han desparecido, y también lienzos enteros de muralla. No podemos admirar ya el magnífico patio porticado, de dos plantas: en la baja cuatro arcos de medio punto por lado, y decoradas sus albanegas con escudos; la planta alta de arcos adintelados y balaustrada labrada. Ni tampoco el llamado cuarto de los azulejos, ni el Archivo.
Fachada oeste (ojo al edificio anexo y al callejoncito contiguo)

El callejoncito, al fondo "algo" en donde debió estar el pórtico del patio
En la fachada norte de la torre del Homenaje, el escudo de los diez roeles
Hoy día se mantienen en pie  la torre del Homenaje en el ángulo oeste, un torreón circular hacia el este, y la muralla que los une. Y otras estancias, alguna de ellas cubierta con bóveda de crucería de estilo gótico y otros restos, entre ellos, como no, el escudo de los Orellana con sus diez roeles colgando de la clave de una bóveda.










Los vestigios que quedaban en el siglo XX, una vez donados por su propietario Don Pedro Bañuelos al Ayuntamiento, fueron rehabilitados por la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura. Durante estas obras se eliminó la torrecilla del reloj de la torre del homenaje y el conjunto quedó lo más exento posible, eliminando alguna vivienda anexa. Sin embargo, en la actualidad no tiene un uso definido, dando un aspecto inacabado, corriendo el riesgo de deteriorarse por el “abandono” en que se encuentra.
Fachada norte.



 RESUMIENDO:
Nombre: Castillo Orellana o castillo palacio de los Altamirano
Municipio: Orellana la Vieja
Localidad: Orellana la Vieja
Provincia: Badajoz

Tipología: Castillo-palacio, con modificaciones renacentistas
Época de construcción: siglo XV
Remodelaciones: siglo XVI, siglo XX.
Estado: restaurado y consolidado en parte. Algo es algo.
Propiedad y uso: titularidad pública; sin uso definido
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Bien de Interés Cultural, conjunto Histórico desde el 3 de Septiembre de 1991
BIC, ley 2/1999 de 25 de marzo de Patrimonio Histórico y Cultural de Extremadura.
Visitas: Cuando lo he visitado, sólo el exterior, siempre lo encontré cerrado.

Otras cuestiones de interés:
Iglesia parroquial de la Inmaculada concepción, del siglo XVI.
Convento de San Benito o de las Dominicas.
Y el embalse de Orellana que, como ya dije posee una completa infraestructura para su uso, no solo como abastecedor de agua para regadío, como centro turístico (única playa de interior con bandera azul), permitiendo realizar deportes acuáticos y pesca.

Cómo llegar:
Sin dificultad, basta mirar el mapa: