martes, 16 de mayo de 2017

Conil de la Frontera, torre de Guzmán o castillo de Conil

El problema que tiene Conil de la Frontera, desde el punto de vista de los contenidos de este Blog, es que como no te fijes bien no ves nada digno de quedar plasmado en esta lacasadelatercia, y te olvidarás de mirar la torre que has venido a ver.

Porque en Conil la mirada te gira grados y grados, la playa te ciega otros deseos, el estómago te pide placeres, das la espalda al mar y contemplas el más hermoso de los caseríos; y entonces va la marea y se hace bajamar, la vista se hace inmensa y a la vida, en ese momento, le entras ganas de ser infinita.

Y cuando ocurre eso, pasas por alto todas las piedras viejas del mundo, para comprobar, al final del día, que apenas has hecho fotos de las tres torres que por aquí se levantan: de una de ellas sí, pero pocas; de otra, dos o tres, y de la tercera, ninguna. Así que toca robar fotos en la red.

Conil (de traveler.es)

Vamos con orden, la historia lo primero:

 Los fenicios ya tuvieron por aquí alguna almadraba, por lo que lo del atún viene de antiguo, al igual que el nombre —Conil de conios, tribu originaria del entorno de cuando Tartessos—. Por lo que se podría decir que fueron ellos, los fenicios, los fundadores de la actual Conil. La posterior llegada y asentamiento de los cartaginenses hizo aumentar y desarrollar aún más la pesca y la industria de la salazón.

Con los romanos la fama continuó pues el encontrarse en plena vía Hercúlea —en el camino entre Málaga y Cádiz, que terminaba en el templo de Hércules— haría que se reconocieran sus productos pesqueros y sus derivados, entre ellos la salsa conocida como garum, y con ello se elevara su economía.

Cosa que no supieron reconocer los bárbaros llegados del norte, que la saquearon en diversas ocasiones. Pero sí los árabes, que la incorporaron a la cora de Sidonia, yendo todo tranquilo hasta mediados del siglo XIII en que junto con gran parte de la actual Cádiz es reconquistada por los cristianos, añadiéndosele el apellido “de la Frontera” a su topónimo, tal como ocurrió con otras poblaciones de la comarca, dada la posición geográfica con los territorios que aun permanecían en poder musulmán.

Es en 1299 cuando el rey Fernando IV otorga a Alonso Pérez de Guzmán, el Bueno de Tarifa, lo que por entonces era una aldea, a añadir a otras muchas villas, tierras y lugares, en agradecimiento al especial y constante apoyo a la Corona en su afán reconquistador, y en especial por lo del sitio de Tarifa. La donación incluía derechos sobre la pesca, sus almadrabas y salazones.

El sol poniéndose, desde la terraza de la torre.

Guzmán el Bueno manda construir, muy cerca del mar, una torre, germen del que más tarde sería el castillo, que contribuyera a la defensa del sitio, protección de sus bienes y habitantes y vigilancia de las almadrabas; además de ser el mejor de los miradores y que permitiera la comunicación con otras torres de la costa que también construyó, como fueron la torre Blanca, la Atalaya, Torre Roche y Castilnovo. Hoy sólo se conservan las dos últimas.

Como no podía ser de otro modo, al núcleo urbano que se fue desarrollando en torno a ella, se le llamó Torre de Guzmán.

Desde la torre, y hacia levante, la torre de Castilnovo y lejos la del Palmar.

Alrededor de la torre, y después del castillo, fue ampliándose la villa durante los siglos XIV y XV, conformándose una plaza y en ella la iglesia —actual parroquial de Santa Catalina— las viviendas de los allegados y sirvientes del castillo y la Casa del Cabildo; lo que entonces fue el centro neurálgico de la población. La torre del castillo dispuso de una campana cuyo tañido, además de indicar peligro o alarma, servía para llamar a la población a los Cabildos públicos.

Mientras tanto, la vida sigue. Y sigue siendo la pesca y sus derivados el mayor sustento de la población. De vez en cuando algún conflicto entre los Guzmán y los Ponce de León que hace empeorar la convivencia y las condiciones sociales y económicas del lugar. Pero la pesca, y la almadraba en particular, siempre estuvo ahí para salvar la vida de los conileños. Hasta el siglo XVIII en que comienzan a declinar los recursos del primer sustento, y es la agricultura y la ganadería las que tienen que sostener la economía.

Y en estas que llegó Napoleón y el oscuro siglo XIX. Y con él la caída del Antiguo Régimen, la abolición de los señoríos, el empobrecimiento de la Casa de Medina Sidonia, la decadencia del conjunto fortificado y la venta del castillo a un particular.  

Menos mal que en el siglo XX hace su aparición el turismo, la pesca y el atún continúan y el Ayuntamiento compra, en los años ochenta, la torre y lo que queda del castillo. Menos mal.

 

LOS DETALLES:

Construida en piedra arenisca —aquí conocida como piedra ostionera—, es de planta ligeramente cuadrangular —7’75 por 7’50 metros— y su altura se alza hasta los 17’50 metros, lo que unido a la leve elevación donde se ubica, la convierten en una excelente atalaya. Como curiosidad apuntar que su planta se reduce en altura, presentando una imperceptible forma troncocónica.


Hacia el exterior presenta muy pocos huecos: una saetera en la fachada oeste, dos vanos algo mayores hacia el norte y alguna saetera más en las otras dos caras.

Su interior se divide en tres plantas cubiertas con bóvedas vaídas de ladrillo, más terraza, distribuyéndose actualmente sus usos a tenor de la finalidad a la que está destinada: Oficina de Información Turística, exposiciones y sala de visionado de documentales. Y desde la terraza el mejor de los miradores, punto.

Detalle de las almenas y ladroneras.

La terraza conserva un almenado con una curiosa distribución, además de sus albardillas piramidales a cuatro aguas, y una serie de de patrones geométricos decorativos sobre las almenas. En las esquinas, vuelan unas pequeñas ladroneras que, o han perdido la techumbre o seguramente nunca la tuvieron. Una quinta vuela en el centro del pretil de la cara de poniente, justo sobre la puerta de entrada.

Su aspecto actual se lo debemos a la restauración a la que se la sometió en 1784 y que se ha respetado en posteriores actuaciones. La última fue en 1992.

Decía más arriba que esta torre fue el principio de lo que sería el castillo, hoy en gran parte desaparecido. Castillo que tuvo también características palaciegas pues no sólo cumplió labores defensivas ante la proximidad del Reino de Granada —y posteriormente contra los piratas berberiscos—, sino que también fue residencia de los miembros de la Casa de Medina Sidonia durante las temporadas que allí pasaban en época de almadraba.

Del castillo aún quedan restos que ayudan a intuir e interpretar lo que fue, pero además, el que escribe, se ayuda con los paneles informativos de la exposición. Unos magníficos dibujos recrean lo que fue:

Fotografía obtenida de un panel expuesto en la torre.

 

Tuvo una planta pentagonal irregular, con la torre adosada a la edificación que ocupaba la residencia principal, la cual se abría al sur mediante una galería con arcos, lo que suponía un esplendido mirador al mar. esta fachada del castillo era coincidente con la muralla de la villa, y disponía, a su derecha, de un postigo de salida hacia la playa.

En el lienzo de levante, y bajo un torreón que la protegía, estaba la puerta de acceso a la fortaleza por la que se accedía al patio de armas. Rodeando el patio y apoyado al resto de los muros, se disponían las dependencias del castillo.

En el vértice de unión de los lienzos norte y oeste, la muralla quedaba reforzada con un torreoncillo cilíndrico. Al suroeste, un potente baluarte cerraba el perímetro del edificio.

Torreón cilíndrico del castillo.

Baluarte del castillo en la esquina suroeste.

 

RESUMIENDO:


Nombre:      Torre de Guzmán o Castillo de Conil.
Municipio: Conil de la Frontera.
Provincia:   Cádiz.

Tipología:   Castillo.
Época de construcción:  principios del siglo XIV, reformada en el XV.
Estado:  En buen estado de conservación, aceptablemente restaurada la torre y los restos del entorno.
Propiedad: Pública, concretamente del Ayuntamiento de Conil de la Frontera.
Uso: Centro de Información Turística en época estival.
Visitas: libre el exterior; el interior sólo cuando hay algún acto cultural, lo que ocurría el día que la visité, en agosto de 2013.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 de 25 de Junio sobre el Patrimonio Histórico Español.
Fue declarado Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, el 26 de junio de 1985.

Clasificación subjetiva: 2, o sea, si se pasa cerca y se va con tiempo pues se acerca uno a verlo. Es decir, que se incluirá en una ruta de viaje pero no pasa nada si luego no se visita.
Pero como se trata de Conil, que está lleno de encantos, habrá que pensar que la puntuación es mayor y hacer obligatoria la visita.
Otras cuestiones de interés: Lo mejor, un paseo por el pueblo y llegar hasta el Arco de la Villa, único resto de la muralla urbana.
Después, las torres almenaras de su término, la de Castilnovo y la torre-faro de Roche; también las de pueblos limítrofes, Chiclana y Vejer.
Y para terminar, mirar ell atardecer, bien desde la torre o desde la playa. Esto es al gusto.

Cómo llegar: Conil está en el sur de la Península Ibérica, en la costa atlántica, casi a medio camino de Tarifa a Cádiz. Miren el mapa.
 

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