martes, 30 de mayo de 2023

Zalamea de la Serena, castillo de Arribalavilla, de Zalamea o castillo palacio de los Zúñiga

Desde mi pueblo, en un corto desplazamiento hacia el sur de poco más de media hora, y atravesando paisajes adehesados y a ratos graníticos, se llega a Zalamea de la Serena, pueblo que se acomoda sobre una meseta a apenas 500 metros de altitud en la que asoma sobre el caserío la silueta de su castillo, suficiente para dominar todo el entorno.



EL CASTILLO:

Buscando información sobre la historia de este castillo, nombrado de Arribalavilla, he encontrado en la red, y en más de una ocasión, referencia al libro “Castillos y fortalezas de Extremadura” de Antonio Navareño Mateos. Así que en su honor comienzo yo también con las mismas palabras:

“La toma de Zalamea por Fernando III con ayuda de la Orden de Alcántara en 1232, hace pensar en la existencia de una fortaleza islámica en el lugar, aunque la que ahora podemos contemplar fue construida por completo con posteridad a la Reconquista...”

Sin embargo es fácil pensar que antes de la construcción de aquella fortaleza árabe, unos cristianos anteriores ya fortificaron la pequeña a finales del siglo VI, cuando la península Ibérica estaba prácticamente dominada por los visigodos. Caso de haber sido así, más fácil es aún pensar que de aquella nada quede, como tampoco apenas nos han llegado restos de lo que construyeron los musulmanes.
Y haciendo un suave esfuerzo podemos también pensar que antes, incluso, los romanos se asentaron aquí —Tito Livio localiza la Iulipia Menor, fundada hacia el 300 a.C. en este lugar por turdetanos—y nos dejaron el exclusivo y magnífico dístylo que luce en la plaza de la Constitución junto a la iglesia de Nuestra Señora de los Milagros. Por lo que cabría suponer que el origen del origen del castillo se remonta a casi quinientos años.
Tras la conquista por parte del rey Fernando el Santo en 1233 y la cesión del castillo a la Orden de Alcántara, se repuebla el lugar y se reconstruye la fortificación en los términos que hoy la conocemos.
Fue, en el siglo XIV encomienda de los de Alcántara, y en alguna ocasión debió sufrir daños por ataques de Alonso de Monroy, clavero de la Orden, durante los conflictos suscitados al pretender hacerse con el Maestrazgo.
A finales del siglo XV, Juan de Zúñiga y Pimentel, Maestre de la Orden de Alcántara, construyó, adosado a su muralla oeste, el palacio de los Zúñiga donde residió un tiempo Antonio de Nebrija, por lo que se podría decir que parte de su Gramática de la Lengua Castellana la escribió entre esas paredes; el resto, en el palacio Prioral de Villanueva de la Serena.
En 1826 se decidió instalar en su interior un cementerio, siendo utilizado hasta la segunda mitad del siglo XX; los últimos restos se exhumaron en 1976. Junto a la entrada del aljibe han quedado expuestas algunas lápidas.
Interior del castillo desde la torre del Homenaje.

Interior del castillo desde la torre de la Higuera.


LOS DETALLES:

Sigo con Antonio Navareño Mateos y utilizo sus palabras para describir el estado del castillo, lo que facilitará mi trabajo en este momento. Voy con ello:

"El castillo actual, con planta cuadrangular regular de proporciones moderadas, con torres en los ángulos, en un lugar accesible no muy elevado, junto a la población, responde al modelo de fortificación del siglo XV. Creemos que entonces se aprovecharían algunos elementos del viejo castillo existente anteriormente, como parte de la cerca primitiva que todavía en el siglo XVI se cita como barbacana, pero ya vieja y arruinada, aunque todavía conservaba algunos “torrejones” o cubos.
Todavía conserva las cuatro torres angulares, pero ha perdido el lienzo del lado occidental, junto al cual a finales del siglo XV construyó su palacio el Maestre don Juan de Zúñiga.
Sin embargo, las torres mantienen aún su fisonomía y consistencia primitivas, incluso hemos podido conocer sus nombres en la documentación del siglo XVI.
La más señera es la Torre del Homenaje, la única prismática, con un interesante sistema de autodefensa al tener la puerta de acceso elevada varios metros sobre el nivel del adarve. También la Torre Oscura, situada en el ángulo suroccidental tiene un interesante sistema de seguridad al contar en su interior con un angosto pasadizo por el que es preciso circular para acceder a las dependencias de sus distintos pisos o para trasladarse de un adarve a otro.
Algo parecido, aunque más simple, sirve como seguro en la Torre de la Higuera, situada en el ángulo noroccidental, pues para comunicar los dos lienzos de ese ángulo era preciso subir por una angosta escalera hasta la terraza y luego descender por otra similar. La única que es hueca en su parte baja en la Torre Mocha, situada en el ángulo nororiental.
Como era característico en este tipo de castillo, contaba con sendos volúmenes adosados a los cuatro muros del recinto, desplegándose en torno a un patio cuadrado en el centro.
Ahora sólo queda uno de los muros maestros que configuraban la crujía de un lado, pero por la documentación sabemos su disposición original y la ocupación de estos para albergar las distintas dependencias domésticas y residenciales del castillo.
Sin embargo sí puede visitarse el aljibe que se halla en el centro del patio, aunque ha sufrido muchas modificaciones y ha perdido su primitiva función, sabemos que se construyó a mediados del siglo XVI, época en la que se acomenten muy importantes y cuantiosas obras de restauración y acondicionamiento del castillo, pero poco después comienza su abandono”.

Puerta de acceso al castillo, sobre ella un matacan.

Zaguán en la entrada,al fondo la torre de la Higuera.

Pero no me resisto a mi propia redacción. Así que comencemos por decir que su planta es rectangular, tendiendo a un inapreciable trapecio. Su base mayor se orienta a levante y la conforman un lienzo de muralla que une la Torre Mocha en su extremo norte con la del Homenaje en el sur. La base menor del trapecio, otro lienzo de muralla hoy desaparecido, pues fue demolido para construir el palacio, une la torre Oscura al sur con la de la Higuera o de las Higueras al norte. Todas sus fachadas a excepción de la del Palacio, tiene viviendas adosadas por lo que es difícil contemplarlo desde el exterior; parte de su fachada sur, la coincidente con la puerta, sí está libre de edificaciones.
Es muy probable que este castillo tuviera antemuro, pues se habla de la llamada “cerca vieja”, por lo que es de suponer que todas las edificaciones que lo rodean por tres de sus lados ocupen el espacio que tuvo la barbacana.
Tiene su acceso, como acabo de decir, por la fachada sur, mediante una puerta conformada por un arco de medio punto, de granito, roto en su clave por un detalle que lo convierte en flamígero; un corto zaguán cubierto por una bóveda rebajada, nos conduce al patio. Sobre la puerta, los restos de un matacán.
A la derecha se observa el único muro que queda en pie de las construcciones que rodeaban el patio y se adosaban a las murallas. En el centro, una escalera nos conduce a lo que probablemente fue un aljibe, construido en el siglo XVI.
Torre del Homenaje y acceso elevado.

Decía que cuatro son las torres, situadas en cada uno de los vértices del rectángulo y a las que se accede por el adarve, el cual dispuso de parapeto al interior, hoy desaparecido. Todas han perdido por completo su almenado; en las murallas aún perduran las almenas del lienzo de levante, las cuales tienen troneras.
Sobre todas ellas destaca la del Homenaje, de planta hexagonal, ejecutada en mampostería y sillares en sus esquinas. Es maciza hasta algo más del nivel del adarve, que es donde tiene su acceso, lo que ayudaba en su defensa como último reducto.
La torre del Homenaje; en el lienzo de la derecha, la puerta de entrada.

Las otras tres torres son cilíndricas, o casi.
La torre Mocha, que supongo es llamada así porque perdió su último cuerpo, es de mampostería en su totalidad, y se caracteriza por ser totalmente hueca, incluso tuvo sótano, tal vez un calabozo. Algunas aspilleras perforan su muro.

La torre Mocha; a a izquierda restos del centro el aljibe.

La torre Oscura, situada en su esquina suroccidental, es maciza hasta el adarve; se accede al interior a través de un pasillo en zigzag, y la circulación por su interior hasta la terraza es bastante complejo, o al menos así lo apunta Navareño Mateos, pero no lo he corroborado pues la puerta de acceso estaba cerraba durante mi visita.
La torre Oscura; a la izquierda la puerta de accerso; al fondo un muro del palacio.

La torre de la Higuera, ubicada en el ángulo nororiental, es la más alta de las tres cilíndricas, está hueca en su totalidad —actualmente dispone de una escalera metálica por la que se sube hasta el adarve— y se cubre con una bóveda de factura posterior a la torre. Sobre la bóveda, los restos de una pequeña espadaña. Al igual que la torre Oscura, y siguiendo con el texto de Navareño Mateos, esta torre también tenía un especial sistema de acceso.
La torre de la Higuera; abajo, entrada al aljibe.

El palacio de los Zúñiga, del que apenas quedan restos, se sitúa en el lado oeste del castillo y quedó adosado al lienzo de ese lado —hoy desaparecido—. Fue construido en el siglo XV y de él sólo se conserva su fachada con algunas ventanas, aspilleras y la puerta de acceso, de estilo gótico y arco rebajado. Sobre ella —leo en alguna web que hay dos escudos, uno cuartelado de seis medias lunas y nueve roeles, y otro con banda y la cruz de Alcántara— un escudo del que no logré identificar ningún elemento. En el interior tan solo restan unos muros sin techumbre alguna.
Los restos del palacio; a la derecha la torre Mocha.

Es de suponer que el palacio tuviera dependencias más allá de la muralla del castillo pues la fachada se prolonga hacia la izquierda. En esta prolongación vemos otra puerta, pequeña, bajo un arco de medio punto de voluminosas dovelas adornado en su desarrollo interior de pequeñas bolas; esta puerta lleva a una edificación aparentemente contemporánea.
Fachada del Palacio.

Puerta de acceso al palacio.


Puerta lateral del palacio


RESUMIENDO:

Nombre: Castillo de Arribalavilla.
Localidad: Zalamea de la Serena.
Municipio: Zalamea de la Serena.
Provincia: Badajoz
Espadaña sobre la torre de la Higuera.

Tipología: Castillo.
Época de construcción: siglo XIII, sobre restos anteriores. En el siglo XVII se amplía con la construcción del Palacio de los Zúñiga.
Estado: Como se suele decir, ruina consolidada.
Propiedad: Pública (Ayuntamiento).
Uso: turístico, y lugar para jugar a la petanca.
Visitas: sí, libre acceso.
Protección: bajo la protección de la Declaración Genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre Patrimonio Histórico Español.
Improvisada pista de petanca en el Patio de Armas.

Clasificación subjetiva: 2, o sea, que si se pasa cerca y se va con tiempo pues se acerca uno a verla. O lo que es lo mismo, que se incluirá en una ruta de viaje pero no pasa nada si luego no se visita.
Pero si vas, hazlo en fecha de la representación popular de El Alcalde de Zalamea, y de paso visitas su casa, en la calle del mismo nombre, Pedro Crespo.
Otras cuestiones de interés: Además de la casa del alcalde, no olvidar ver el distylo, monumento sepulcral romano, y también el yacimiento de Cancho Roano (siglo VI a.C.).
Ubicación: 
38.64864380900259, -5.661691913228848
Cómo llegar:
Cómo llegar a Zalamea desde mi pueblo.




martes, 16 de mayo de 2023

Magacela, castillo de Magacela (1)

Ya era hora de que le metiera mano al tema. Ha llegado el momento de sentarme ante mi mesa y poner los dedos en el teclado para escribir sobre el castillo que ha sido, y sigue siendo, el primero en mi memoria y en el orden subjetivo de mi gusto por estas piedras viejas.

Es Magacela la silueta que siempre vi, y veo cuando desde mi pueblo miro al sur, incluso cuando no sabía hacia donde había que mirar para mirar al sur. Invariablemente me atrajo aquel cerro afilado y lejano en medio del llano, como un tajo invertido que rasga el cielo, con la cresta del castillo coronándolo. La primera vez que subí, tendría ocho o diez años, me emocioné como pocas veces hasta entonces —muchos años después sentí lo mismo una fría y solitaria mañana de noviembre en la impresionante fortaleza de Gormaz, feliz analogía con treinta años de distancia—. Bajé casi corriendo, muy deprisa, sentía la necesidad de contárselo a alguien, a mis padres que nos esperaban a los pies de la montaña. Y así desde entonces, cada vez que subo, que han sido muchas. Han sido tantas, y de todas un grato recuerdo.

Cara norte del castillo, en primer plano el dolmen.

Magacela fue Umm Gazala árabe —Gran Madre, Casa Grande, Casa Segura—, Ummagazala, Magazala, Magazela, y a continuación Magacela. O a lo mejor no; a lo mejor antes fue Magae Caelum —¿Cielo de la Bruja? —. O cualquiera de todas las hipótesis que sobre su origen existen, incluida la Magalia Quodam —Refugio de Pastores—de Delgado Vallina y que parece ser avalada por el mismísimo Edward Cooper, lo cual ya es toda una garantía. Aunque yo siempre he tenido en mente que Magacela es Umm Gazalla, y con ella me quedo.

Pero quien se niega a no creer la leyenda que desde críos hemos oído, que la princesa mora que lo habitaba tuvo que dejar a medias la cena tras contemplar como el oscuro llano se llenaba de luces de antorchas que presagiaban un inminente ataque de los cristianos; dando ya por perdida la fortaleza y con ello también su vida, exclamó “…amarga cena, amarga cena para mí”.

Esté donde esté el origen del nombre y del lugar, lo que no cabe duda es que es remoto, como el dolmen —cinco mil años dicen que lo contemplan— que aún resiste a los tiempos a mitad de camino de la cercana ermita de la Virgen de los Remedios. Y como también lo son las pinturas encontradas en un resguardo de la cara sur de la sierra; y la estela decorada —la Estela de Magacela— de la Edad del Bronce que se conserva en el Arqueológico Nacional en Madrid (*1). Lo que nos hace suponer un poblamiento más allá de cuando creemos que Magacela adquiere importancia dentro de la historia.

El castillo desde el sur.

Los romanos tuvieron aquí un asentamiento —sus ciclópeos muros del este bien pudieron ser parte de Arsa Túrdula o de Astyla—, seguramente apoyados en los restos de otra cultura anterior; esos grandes peñascos, desgajados de la propia montaña, se utilizaron para fundamentar la muralla. Y de la realidad a la leyenda sobre la posible muerte de Viriato en este lugar, hacia el 139 a.C., a manos de tres de los suyos y a instancias del cónsul romano Quinto Servilio Cepión.

Y ochocientos años después, más o menos, los musulmanes ocuparían la montaña y levantarían a lo largo y ancho de la cima una alcazaba que habitaron hasta que, en 1232, D. Arias Pérez, III Maestre de la Orden de Alcántara (*2), en nombre del rey Fernando el Santo:

«…habiendo tomado por armas la Ciudad de Truxillo, dejando buen presidio de gente en su guarda, con quinientos Caballos y muchos Infantes, pasó adelante con ánimo de conquistar algunos Castillos y Villas de el Partido que hoy llaman de La Serena. El primero que rindio fue el de Mojafar ... de alli pasó sobre Magacela, que dos leguas distante en lo más empinado de un levantado monte tiene su aliento. Llego, asediola, y á los primeros asaltos reconocio las pocas fuerzas de los que la defendian; continuólos el Maestre, y no pudiendo sufrirlos la rindieron junto con el Castillo que ya otra vez habian sido ganados por el Rey de Leon, y vuelto á perderse…».

Que así lo contaba el historiador Alonso Torres y Tapia. Y bien pudo ser la toma de la fortaleza la noche en la que muere la princesa mora de la leyenda, para dejar de ser leyenda y ser historia.

Pero saltan dudas con respecto a la fecha exacta de la toma del castillo, pues existe un privilegio del rey Fernando, fechado en mayo de 1235, que dice:

«…ano quo capta fuit Magacela, dice, y los Anales Toledanos, con estas palabras, Los freyres de las órdenes prisieron a Magacela en febreroera MCCLXXIII».

A la vista de ello se podría datar, definitivamente, la conquista de Magacela en febrero de 1235. Pero no está en mi ánimo ni en mi conocimiento hacer tal aseveración.

Aunque antes, cuando reinaba Alfonso VIII el Noble, o el de las Navas que suena mejor, el castillo fue ocupado por los cristianos, pero, eso sí, previa evacuación de sus habitantes, sin asedio, ni lucha ni asalto.

Inmediatamente después de la ocupación, la plaza es donada a la Orden de Alcántara a cambio de la de Trujillo. Magacela se convierte en encomienda de la orden, encargándose de la repoblación de la comarca. Se deslindaron términos y se repartieron tierras entre las de Santiago y Alcántara.

Magacela se incorporó a la Mesa Maestral de esta última orden y se funda un convento con título de Prior, del que dependerán todos los pueblos del contorno. Es ésta la etapa de mayor esplendor de la villa, la cual aún quedaba reducida al interior de las murallas, conviviendo cristianos y musulmanes en aparente armonía. Junto con Benquerencia, Magacela tuvo la más importante aljama de lo que hoy es La Serena, hasta el punto que en 1369, Enrique II dispuso leyes a su favor, entre otras materias para que:

«…los moros y moras no pudiesen estar presos sino en su carcel propia, ni darles tormento otro que su Alcaide Moro…»

E incluso se les eximiera de ciertas contribuciones a las dos villas, Magacela y Benquerencia.

Cronológicamente toca ahora hacer mención a los hechos sucedidos en la segunda mitad del siglo XV y que son conocidos como la Guerra del Clavero, en la que D. Alonso de Monroy, por entonces Clavero (*) de la Orden, disputa a D. Gómez de Cáceres y Solís, Maestre de la Orden de Alcántara, la plaza de Magacela. Cosa que no consiguió hasta 1473 en que fue nombrado Maestre de la Orden. Tres años después sería sustituido en el cargo por el que sería el último Maestre, Juan de Zúñiga. Moriría D. Alonso en 1511 en el castillo de Azagala.

Retomemos el tema. Todo fue de ese modo, relativa y sosegada convivencia entre culturas y religiones, hasta que los Reyes Católicos optan por mandar fuera de sus reinos a los que no quisiesen convertirse a la santa fe. Lo que no se consiguió del todo, permaneciendo moriscos y judíos en diversos lugares de la Península Ibérica hasta el siglo XVII, en que Felipe III publica en 1609, el decreto de expulsión.

A finales del siglo XVIII el castillo estaba arruinado — «…es poblacion con castillo y fortaleza, que la injuria de los tiempos los ha arruinado en la maior parte…»—, dependiendo su alcaidía de la sede de la Orden en Almadén. El Priorato seguí en activo, pero su Prior —un tal Manuel Feliciano de Silva y Pantoja— residía en Villanueva, pues la sede prioral se había trasladado dada la «... total carenzia de aguas», y aprovechando la existencia de un convento se utilizó éste como sede del Priorato.

Desde la ermita de la Virgen de los Remedios.

En 1851, con el acuerdo entre el Gobierno y la Santa Sede que pretende una nueva jerarquía en la demarcación territorial que llevaba aparejada la disolución de las Órdenes Militares y la desaparición de sus privilegios —los prioratos se disolverían treinta años después, y sus territorios se incorporarían a los obispados—, comienza, o peor aún, continúa el declive económico y social de Magacela. Además del patrimonial, que culminaría durante la Guerra Civil con la destrucción de la iglesia y de su segundo retablo, éste del siglo XVIII.

Bajo la advocación de Santa Ana, fue parroquia de la villa hasta 1936. Curiosamente, de su destrozo y expolio nada dice la, por otra parte, densa página web del Ayuntamiento magaceleño. Son datos — u ocultación de datos—a los que nos tienen acostumbrados muchas corporaciones municipales.

Han sido dos siglos en los que el pueblo parecía estar en el olvido, situación que, para consuelo de muchos, ha cambiado radicalmente al menos en el aspecto cultural. La economía ya es otra cosa.

Inexpugnable desde el sur.


(*1) Leo en la red que en el pueblo existe una copia, pero yo no la he visto; y es que no tenía noticias de ello.
(*2). En Wikipedia leo la lista de los maestres de la Orden de Alcántara, y sitúan a D. Arias Pérez en quinto lugar. Y la fecha de la conquista de Magacela, el 24 de abril de 1234.
(*3) en las órdenes de Calatrava y Alcántara, el título de Clavero era un oficio honorífico, pero a la vez se trataba de una dignidad; era la persona que custodiaba las llaves del Castillo, Convento Mayor, Archivo y otros.

martes, 2 de mayo de 2023

Viana do Alentejo, castillo de Viana do Alentejo

Viana do Alentejo (Viana del Alentejo en español), es una freguesía que pertenece al concelho del mismo nombre —por lo que es sede del municipio—, situada en el distrito de Évora, que viene a ser el Alentejo Central. Antiguamente fue conocida como Viana-a-par-de-Alvito, o sea, junto a Alvito, cercana población situada a unos diez kilómetros al sur y que también posee un castillo. Ambos edificios son considerados como los dos conjuntos arquitectónicos fortificados de estilo gótico, más notables del Alentejo.
Fachada principal, puerta de la Misericordia, dibujo de Roque Gambeiro, 1922.
 
Del lugar en el que hoy paseo su castillo, se tienen testimonios de asentamientos antiguos, celtas y después romanos. Y por supuesto musulmanes, que se establecieron con carácter de permanencia y se dedicaron a la explotación agrícola de la comarca.
Pasó a manos cristianas alrededor de 1180, cuando en Portugal reinaba Alfonso I, construyéndose un pequeño castillo en la aldea que ya existía. El encargado de ello fue un tal Gil Martin de Riba de Vizela; posteriormente se le otorgó carta foral con categoría de villa, bajo la propiedad de Évora; y a la que se denominada Viana-a-par-de-Alvito, como antes dijimos.
En los primeros años de la segunda mitad del siglo XIII, el castillo, la villa y sus dominios, fueron donados a Egidio Martin, manteniéndose la propiedad en sus descendientes.
D. Dionisio I, recuperó hacia 1313 la propiedad del territorio para la corona, manteniendo la carta foral existente. Dinis I ordenó la construcción de una cerca que protegiera la villa, pero que no llegó a levantarse. En 1352 la población le fue donada a su hijo, el futuro Alfonso V.
Más tarde, en 1478, el ya rey Alfonso V, en carta a la alcaldía de la villa, se refirió “hacer una fortificación en dicha villa para su defensa”. Pero, aun así, la construcción no se llevó a cabo.
El 25 de diciembre de 1517, el rey Manuel I, concede nueva carta foral a la población, a la que denomina Viana do Alvito.
El nombre de Viana está relacionado con los Meneses, que fueron los primeros condes de Viana, y que se distinguieron en las campañas militares que Portugal llevó a cabo, durante el siglo XV, en el norte de África.
Patio de armas y torre oeste.

Patio de Armas, al fondo la torre norte.

EL CASTILLO:

Se sabe que en la última década del siglo XV ya habían comenzado los trabajos de construcción del castillo —por entonces, en 1491, en la cercana Évora se estaban celebrando las fiestas en honor de la boda del infante Alfonso, hijo de Juan II, con Isabel de Aragón, hija mayor de los Reyes Católicos—; trabajos que continuarían durante el reinado de Manuel I que, por cierto, también se casaría con Isabel de Aragón, y después con la hermana de ésta, María de Aragón —todo ello previa muerte de anteriores consortes—. Dos arquitectos llevaron a cabo las obras: Martim Lourenço y Francisco de Arruda. Es evidente que la fortificación que hoy domina la población no se corresponde con aquella intención del rey D. Dinis, pues se sabe, según recientes investigaciones, que la cerca nunca se construyó.
Hasta finales del siglo XVII, el castillo fue sede de la Cámara Municipal. Poco a poco fue perdiendo sus funciones militares, cegándose el foso que lo rodeaba y eliminándose el puente levadizo. De 1835 a 1871 fue cementerio municipal.
Esquina sur.

Fachada sureste.

La torre de mayor tamaño, en la esquina oeste.

LOS DETALLES:

El castillo de Viana do Alentejo es aparentemente discreto, aunque lo levantaran sobre la zona más dominante de la villa, si se compara con otros de la misma época como su vecino de Portel.
Es un edificio de dimensiones modestas, planta pentagonal y con potentes torreones cilíndricos en sus esquinas; están ejecutados con fábrica de ladrillo y enfoscados. Cuatro de estas torres están rematadas con chapiteles cónicos.
La torre situada en su esquina oeste es de mayor altura que el resto, con pretil de almenas ornamentales. La completa un cuerpo hexagonal —campanario de cuatro huecos para campanas— que a su vez queda cubierto por un chapitel piramidal, más pequeño que los demás.
A nivel casi del suelo se abren cañoneras labradas de piedra. También hay cañoneras a mayor altura, por debajo de los vanos que están bajo los chapiteles.
Puerta de la fachada suroeste (Iglesia Matriz).

Tiene dos accesos, el principal está situado en el muro norte, llamado Puerta de la Misericordia, y otro que se abrió posteriormente, en el muro suroeste, para dar una entrada más cómoda y rápida a los usuarios de la Iglesia Matriz. Esta iglesia se encuentra dentro del recinto del castillo —fue construida en 1521 por Diogo de Arruda, que por entonces era el maestro de obras más reputado del Alentejo—, adosada a los muros del sur del castillo. Ambas puertas son de factura sencilla, un simple arco de medio punto.
Puerta de la iglesia de la Misericordia.

Retablo de la iglesia de la Misericordia.

Justo a la derecha de la puerta principal se encuentra una pequeña iglesia, la de la Misericordia, de la misma época que la Matriz y atribuida al mismo maestro de obras.
Ambas iglesias son de estilo manuelino, destacando en La Matriz su portada, una verdadera joya de ese estilo.
Las dependencias que se adosan al muro norte, incluida la iglesia de la Misericordia, fueron la sede de la cámara municipal hasta finales del siglo XVII.
Portada de la Iglesia Matriz.

Interior de la Iglesia Matriz.

Los paños de muralla están ejecutados con mampostería muy irregular, rematados por un almenado de ladrillo bien aparejado, con merlones de gran tamaño y numerosas saeteras. Los vanos entre las almenas presentan unas curiosas pendientes hacia el exterior que, defensivamente hablando, debieron de ser muy prácticas.
Cañoneras a ras del suelo.

En el nivel inferior de los muros se abren varias cañoneras, también labradas en piedra.
En el centro de lo que sería el patio de armas, se levanta una cruz de piedra, también, como no, de estilo manuelino.
"Mi Compañía" en el Patio de Armas.


RESUMIENDO:


Nombre: Castillo de Viana do Alentejo
Freguesía: Viana do Alentejo.
Municipio: Viana do Alentejo
Distrito: Beja.
Región: Alentejo —Alentejo Central—.
País: Portugal.

Tipología: Castillo.
Época de construcción: finales del siglo XV, principios del XVI.
Estado: Se encuentra en muy buen estado conservación. Ha tenido profundos procesos de restauración durante la década de los 40 y, sobre todo, en la de los 70 del siglo pasado.
Protección: es Monumento Nacional desde junio de 1910.
Propiedad: Pública, Estado portugués (Instituto para la Gestión del Patrimonio arquitectónico y Arqueológico).
Uso: turístico.
Visitas: lo visité en febrero de 2023, y por entonces el acceso estaba condicionado al pago de una módica cantidad. El exterior, que son calles del pueblo, es, por supuesto, totalmente libre.

Calificación subjetiva, 3: Se incluirá obligatoriamente en una ruta de viaje, o lo que es lo mismo,se hará todo lo posible en esta vida por visitarlo.
Otras cuestiones de interés: Las dos iglesias del interior que, al no ser edificios militares, no están desarrolladas aquí, pero que son merecedoras de ser visitadas con atención.
Dónde está:

Coordenadas