Subo hoy a la sierra, a la Sierra de Huelva, apenas un paseo desde mi ciudad y me encajo en un pintoresco lugar, del que tenía referencias fotográficas y que no sólo no me defraudó sino que provocó en mí, y en mi Compañía, el placer que provoca un agradable descubrimiento.
En una templada mañana de invierno paseamos el pequeño pueblo de Zufre, y aunque lo que pretendía que fuera el principal motivo de la visita se quedó en poco más que un punto en el paisaje, no por eso defraudó el lugar. Muy al contrario: las calles estrechas, las ligeras cuestas, los numerosos azulejos inundados de versos y, sobre todo, el sonido de un piano que a temprana hora animaba la mañana y que nos obligó a cesar por unos instantes el paseo, hicieron del día un largo y provechoso momento.
Y luego vino la comida para rematarla jornada.
EL LUGAR:
Su nombre
proviene del árabe sufre o sutefie, que significa tributo. Porque es desde los árabes
cuando se tienen datos certeros de su existencia como lugar poblado. De pueblos
y culturas anteriores, un poco de todo; de los romanos por supuesto que también
—en el casco urbano aparecieron restos de ellos, lo que prueba que estar,
estuvieron— que si no hay romanos, casi no somos nadie.
Pero es con
los árabes, decía, cuando se convierte en una de las principales poblaciones de
la sierra, por su ubicación topográfica en una alta loma, y su proximidad a
importantes vías de comunicación —Portugal a Sevilla, Mérida a Sevilla—.
Al igual que
toda esta tierra, es reconquistada por las tropas de Fernando III. Es tras la
batalla de Tentudía cuando Pelay Pérez Correa se hace con toda la comarca en
nombre del Rey Santo. Corría el año 1246.
Y el buen
hombre, como hizo más al norte después de su victoria, funda aquí otra ermita
en agradecimiento a los cielos por su victoria. En este caso a la Virgen del
Puerto, actual patrona del pueblo.
Terminada la
Reconquista, pierde toda su significación pasando a formar parte del reino de
Sevilla. Alfonso X le concede el título de villa, a la vez que pasa a ser una
vicaría de la diócesis de Sevilla, de la que dependerán todas las poblaciones
del entorno.
El terremoto
de Lisboa marca un punto de inflexión negativo en la vida y en la economía de
Zufre —numerosas casas son destruidas y también el campanario de la iglesia—,
continuando la guerra de la Independencia y las desamortizaciones del siglo
XIX. En algunos momentos de este periodo desaparecen el castillo y
prácticamente toda la muralla de la villa.
LA MURALLA:
Zufre está
sobre un promontorio ligeramente amesetado, y asomado, hacia el sur, a un
cortado que le sirve como defensa natural. En la zona más elevada de esta
atalaya los árabes construyeron un castillo y una cerca, gruesa y fuerte desde
la que se domina y controla todo el valle, conviertiendo a Zufre en uno de los
principales poblamientos fortificados de la Sierra, con una trama urbana
netamente islámica: calles estrechas y de trazado irregular.
Y aún mantiene
la población esas líneas y proporciones, que parece seguir contenida dentro de
los 1500 metros que tuvieron de longitud sus murallas.
Con Sancho IV,
y dentro de su política de construcciones defensivas frente al enemigo
portugués (la construcción de la Banda Gallega), destacó como lugar importante
en el conjunto de esa línea defensiva, pero su castillo no figuró entre los
edificados —debió ser anterior, ya estaría construido—. Se sabe, sin embargo,
que un siglo después fue objeto de reformas por un valor de 2.517 maravedíes de ladrillo.
El castillo —¿castillo de la Quebrada?— y las
murallas de la villa fueron durante la segunda mitad de la Edad Media, refugio
de los naturales de la comarca ante los ataques de los portugueses.
A lo largo de
los siglos XVII y XVIII decayó la importancia de la fortaleza, debido a su ya
escasa posición estratégica; unido al aumento de población y la consiguiente necesidad de cambios
urbanísticos. Razones suficientes para su paulatina desaparición.
LOS DETALLES:
Fueron 1500
metros la longitud del perímetro de la muralla, comprendiendo alrededor de 5
hectáreas. De todo aquello apenas quedan —del castillo, absolutamente nada—, y
los escasos trescientos metros que se conservan están diseminados e insertos en
viviendas, o haciendo funciones de medianeras, totalmente desconectados unos de
otros y sin que apenas puedan ser visionados.
Pero de entre
las viviendas surge y destaca una de las torres almohades que ha sobrevivido, la
torre de la Harina —en la calle Vicente Ferrer Campos—, de planta
cuadrangular —cinco metros de lado y unos doce de altura—, maciza y ejecutada
en tapial y ripios cerámicos y pétreos, como seguramente lo fue toda la muralla;
en sus esquinas sillares de piedra y en su basamento mampostería. Se ubica esta
torre en el sur de la cerca, mirando al valle, y por los restos de un muro
adosado a su cara oeste, se piensa que tal vez se trata de una torre albarrana.
Hay datos que
parecen fechar esta torre ya en época cristiana, o quizás sólo fueran reformas,
lo cual llevaría a pensar que las formas constructivas almohades siguieron
vigentes con los cristianos.
En la calle
Carnicería se levanta un torreón restaurado y convertido en mirador, el llamado
Torreón Alto. Es de traza cristiana, de unos quince metros de altura,
almenado y muy restaurado, por lo que
su interpretación debe albergar alguna prevención.
Insertado
en las edificaciones y sólo visible desde la carretera de acceso al pueblo,
está la Torre del Postigo, o lo que queda de ella. Llamada así por
formar parte de la puerta de entrada, o postigo, a la villa.
La Compañía en el Torreón Alto.
Nombre: Muralla de Zufre
Municipio: Zufre
Provincia: Huelva
Tipología: Muralla urbana
Época de construcción: Segunda mitad del siglo
XII.
Estado: Las dos torres existentes
están en buen estado, después de haber sido reconstruidas;
el resto de la cerca se supone que se encuentra en un estado de ruina
progresiva.
Propiedad:
Uso:
Visitas: inaccesible, al encontrase en el interior de
viviendas.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del
Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico
Español.
En 1993 la Junta de Andalucía otorgó reconocimiento especial a los
castillos de la Comunidad Andaluza.
La Muralla de Zufre y la Torre de la Harina fueron declaradas Bien de
Interés cultural en 1985.
Clasificación subjetiva: 3, o sea, se incluirá en una ruta de viaje, o lo que es lo mismo, se hará todo lo posible por visitarlo. Pero no todo es por la muralla, sino por el conjunto: pueblo y paisaje. Como ya se habrá deducido después de leer esta entrada.
Cómo llegar: Desde Sevilla, circulando por la A-66 / E-803 o la
N-630, y en sentido a Mérida, o viceversa, al llegar a Santa Olalla del Cala,
coger el desvío hacia Zufre —carretera A-461—.
Otras cuestiones de interés: Pasear despacio por las empinadas y estrechas calles es un recreo para
los sentidos, y ya justifica el viaje; pero no olvidar la plaza de la Iglesia,
con la iglesia de la Purísima Concepción; y el edificio del Ayuntamiento —siglo
XVI, obra atribuida a Hernán Ruiz II—, coronado con el escudo de los Austrias,
que antes fue pósito, cárcel y concejo, con los sillones tallados en piedra
(pero nunca sede de la Inquisición como cuenta la tradición popular); el Paseo
de los Alcaldes y su espléndida vista; y las ermitas y los abrevaderos. En fin,
muchas cosas.