martes, 25 de julio de 2017

Barbate, Torre del Tajo o de la Tembladera

He de confesar que desconocía la existencia de esta torre. Está en la relación total de castillos que tengo confeccionaba pero no estaba en mi cabeza cuando circulaba por una carretera próxima a la salida de Barbate. Desde el coche apenas si dio tiempo a leer un cartel que indicaba el camino por el que se llegaría a ella; a los pocos segundos ya habías decidido que la visita a la torre del Tajo iba a ser un paseo fingido.
Total, el objetivo de ese día era otra torre: Trafalgar y además su playa. Era una cuestión de prioridades.
Lo que no quita para que, ya que estoy por aquí, deje un apuntillo sobre la torre en cuestión —y con fotos prestadas-robadas—.
Entro en la red, busco datos y vuelvo.

(de pavostrotones.blogspot.com)


LA TORRE:

De todos es sabido que la existencia de las torres almenaras que jalonan las costas del sur de España, responden a una finalidad muy concreta: la protección de esas costas contra los piratas berberiscos procedentes del norte de áfrica; y el temor a los turcos, enemigo número uno del momento.
Fue el rey Felipe II quien ordenó su construcción, y confió el proyecto a un tal Luis Bravo de Laguna en 1577. Este Comisionado Real debería determinar los lugares donde se construirían todas las torres, así como sus diseños.
Sin embargo aquel gran proyecto no se inició hasta 1588, siendo ya comisionado Real Giliberto de Vedoya. Las obras duraron hasta 1638, y a pesar de ello, hubo torres que no llegaron a erigirse.
Una de esas torres se situaría en el llamado Cabo de la Tembladera —nombre por el cual también fue conocida la torre—, a mitad de camino entre Barbate y el Cabo de Trafalgar, en tierras del duque de Medina Sidonia. La torre también sería útil para enlazar las dos anteriores, y además para asistir en el trabajo de las almadrabas.
La financiación no corrió a cargo de la Corona, sino que soportaron el gasto, a partes iguales, el duque y la villa de Vejer, pues las tierras, por entonces, pertenecían a ese municipio.
Desde su posición, la torre tenía buen contacto visual con Barbate, pero no así con la torre de Trafalgar, por lo que a principios del siglo XIX fue necesaria la construcción de otra intermedia en el paraje de la Breña: la torre de Meca.


Planta y dos secciones de la torres (de La reciente restauración de torre de vgía en el litoral gaditano, Rodrigo Valdecantos).


LOS DETALLES:

La torre tiene una altura de unos 14 metros; no la he medido, así que no puedo afirmar nada concreto para dirimir la cuestión, ante las distintas medidas que me ofrecen desde la red: la página guiadigital.iaph.es dice

“Presenta planta circular y una altura de 13’35 metros desde el baquetón de medio bocel al plinto”, que es lo que, por mimetismo, dice Wikipedia.

Más adelante añade que

“tiene forma troncocónica sobre plinto circular de 14’05 metros de altura hasta el pretil del terrado”.

O sea que desde el bocel al pretil tiene 0’70 metros, pero como no tiene plinto —basta mirar las fotos para comprobarlo, aunque es posible que esté enterrado— no sé hasta dónde es la medida de 13’35. Y para colmo, en el cartel informativo que existe a pie de la torre, una línea de cota indica que la altura desde el suelo hasta la parte superior de la garita de salida es de 13’00 metros. No me aclaro.

Lado norte, opuesto al mar, de la torre (de vivirencadiz.files.wordpress.com)

Bueno, paso a otra cosa.

Su acceso se efectúa por la cara opuesta al mar, a través de un patín de fábrica aislada de la torre; una tablazón movible, o una escalera de madera, la uniría con la puerta de acceso a modo de un puente levadizo.
El hueco de entrada, encuadrado con sillares, da paso a un espacio encastrado en el muro que conduce a la única habitación de la torre, también de planta circular y techo con bóveda semiesférica. En la clave de la bóveda existe un hueco como sistema de ventilación y comunicación con la terraza.
La torre, ejecutada en mampostería y enfoscada, tiene una sola planta, asentándose el habitáculo anterior sobre el relleno de tierra del cuerpo inferior.
A la izquierda del pasillo de la entrada, y también empotrada en el muro, se encuentra la escalera, de caracol, de acceso al terrado que, en su salida, se cubre con una garita.
Los únicos huecos que presenta al exterior, aparte de la puerta, son dos pequeños tragaluces: uno para iluminar la escalera interior y otro en el murete de la garita, que más que tragaluz es una saetera.
El pretil del terrado, que en el exterior queda remarcado su inicio por un bocel, es continuo, a la barbeta y con derrame hacia afuera.
Actualmente se encuentra en muy estado de conservación, pues fue restaurada entre 1992 y 1993. Entonces, entre otras actuaciones, se restituyeron la ladronera que está sobre el patín de entrada y la garita; también la escalera interior.

Vista desde el mar (de odyssea.eu)

Su situación privilegiada, a 10 metros del borde del acantilado más escarpado de todo el Parque Natural de La Breña, y a unos 100 metros de altura sobre el nivel del mar, hace que desde ella se ofrezcan unas espectaculares vistas sobre el océano.



RESUMIENDO:

Nombre:      Torre del Tajo
Municipio:    Barbate.
Provincia:     Cádiz.
Tipología:     Torre, torre almenara.
Época de construcción:    siglo XIX. Fue restaurada entre 1992 y 1993.

Estado: 
En buen estado de conservación, sobre todo gracias a la restauración realizada a finales del siglo pasado.
Propiedad: 
Pública, de la Junta de Andalucía. Está gestionada por la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio.
Uso: 
Ninguno, en la actualidad está allí para ser vista.
Visitas: 
Acceso libre en el entorno. Pero yo no la he visitado.
Protección: 
Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Está declarado Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, desde junio de 1985.

Clasificación subjetiva: 2, 
o sea, si se pasa cerca y se va con tiempo pues se acerca uno a verla.
Otras cuestiones de interés: Las varias torres de los alrededores, Meca, Castilnovo, Trafalgar, Roche, etc.
Cómo llegar:





martes, 18 de julio de 2017

Cortegana, Castillo de Cortegana

Que digo yo que ya era hora.
No sé cuántas veces he estado en Cortegana ni cuántas habré subido a su castillo, y me parece que ya es hora de escribir algo sobre él. La última visita que le hice es la que me ha animado definitivamente a sentarme y redactar esta entrada. Así que el paseo de hoy va a ser por él. Vamos a ello.

Está Cortegana en plena Sierra de Huelva, concretamente en el Parque Natural de la Sierra de Aracena y los Picos de Aroche, paraje no sólo para recrear la vista sino también el olfato, y  sobre todo el gusto. Aunque a mí siempre me han llevado, además, otros ánimos y placeres. Y me seguirán llevando, porque a estas alturas de mi vida ya no voy a cambiar de placer.
Desde mi ciudad está a casi un paseo en coche que, en ciertas épocas del año, se convierte en un espectáculo visual nada más entrar en la provincia. Si se elige el otoño para visitar la comarca, el recuerdo que quedará en la memoria será imborrable, lo aseguro. Y no es pasión de enamorado.
Es obligado hacer una parada a mitad de camino para ir adaptándose a los sabores de la sierra. Al poco, unos kilómetros antes de llegar, ya vemos el castillo elevarse minúsculo en el paisaje como referencia del final del camino. Desde allí parece dominar, controlarlo todo; el más auténtico vigía del camino que tuvo el Reino de Sevilla en la frontera; aunque no se sabe con exactitud desde cuando protege esa frontera.
Hasta ahora no se ha podido conocer la fecha exacta de su construcción. Hay autores del siglo XVII que atribuyen su fundación a la actuación de un caballero (un tal Pedro Domingo) que, tras haber caído en desgracia en la corte, se estableció por aquí. Pero ello no pasa de ser una leyenda oral. Así que vamos a datos algo más fiables:

Este castillo fue mandado construir por Sancho IV el Bravo a finales del siglo XIII (cuestión rebatida por historiadores actuales que lo datan mucho antes, y levantado por musulmanes), para formar parte de la línea de defensa del Reino de Sevilla, que se denominó Banda Gallega, y que se extendía por el norte de lo que fue aquel reino, protegiendo la frontera con Portugal.
Fue aquella una época de constantes disputas con los portugueses a cuenta de lindes y divisiones, para lo que fue necesario reforzar el territorio con torres y fortificaciones como Aroche o el castillo de Las Guardas; y en otros casos levantarlas de nueva planta como Aracena, Cala, Santa Olalla o Cortegana (¿?). Por lo tanto el castillo se edificó como elemento de defensa de la región una vez reconquistado, nunca como asentamiento feudal.
El primer documento en el que aparece nuestro castillo de hoy, es en el Ordenamiento que Alfonso X otorga al Concejo de Sevilla, allá por 1344. A partir de entonces son cuantiosas las referencias que a él se hacen en relación a nombramientos de alcaides, asignación de guarniciones, o reparaciones y ampliaciones. En todos los casos la financiación sería a cuenta del Cabildo de Sevilla que era quien tenía, por delegación real, el uso, mantenimiento y disfrute de la fortaleza.
Cuando cesa su utilidad militar, cae en un profundo estado de abandono que lo llevó a un deterioro progresivo. Deterioro que se agravó con los daños que le produjo el siempre recordado terremoto de Lisboa en noviembre de 1755.
A principios del siglo XX se acometen obras de restauración, no todo lo acertadas que debieran, que al menos terminaron con el desgaste que estaba sufriendo. Las obras que se hacen en los años setenta le devuelven, dentro de lo que cabe,  al mejor aspecto que tuvo en su pasado.
Entrada a la cerca del castillo, al fondo el alcázar.
 Ya en Cortegana, dos caminos para subir al castillo: en coche por la ladera norte, desde la calle Benafique, hasta un agradecido aparcamiento; después unos minutos más de subida a pié por una cómoda escalera, y en seguida estamos junto a la ermita de Nª Sra. de la Piedad, edificio que comparte con el castillo la cima de la montaña y su inconfundible silueta.
También se puede optar por utilizar el que fuera su camino original que inicio en la Iglesia del Divino Salvador y continuo, como no, por la calle del Castillo que me llevará, serpenteando por la ladera sur de la montaña, hasta lo que fue la entrada a la cerca que tuvo el castillo.

El primer sector es amplio y ocupa prácticamente la totalidad de la cima, discurriendo, lo que queda de la muralla, por todo el perímetro de la misma. Está parcialmente restaurada y consolidada, lo suficiente como para adivinar sus torres y lienzos.
En el punto más alto del cerro encontramos el castillo propiamente dicho, el alcázar de la fortaleza, de planta ligeramente trapezoidal y flanqueado por seis torres dispares en planta y volumen: cuatro en las esquinas y dos hacia el centro de sus lados mayores.
Fachada sur del castillo
Fachada sur, con la ermita de Nuestra Sra. de la Piedad.

Por su cara sur, y después de ascender por una corta escalera, accedemos al interior. La puerta queda cobijada por una pequeña torre cuadrada y cubierta por un matacán. Un ligero recodo da forma al zaguán y, superado éste, se llega al patio de armas bajo el cual se conserva un gran aljibe que aún hoy recoge agua y al que se accede por una angosta escalera situada al nivel del patio; el aljibe está dividido en dos partes por un arco apuntado y cubiertas ambas por bóvedas de distinto trazado.

Entrada al alcázar
Zaguán que forma la entra en recodo
Ocupa el patio, aproximadamente, media planta del castillo. Está rodeado por tres de sus caras de murallas y torres, las cuales son macizas hasta la altura del adarve, excepto la de planta semicircular que debió perder su último cuerpo y, junto con sus dos lienzos adyacentes, también el almenado (en realidad todo el castillo perdió su almenado, pero en la última restauración realizada en los años setenta del pasado siglo, parece que no se acordaron de rematar esta torre).
Vista desde el noroeste: torre y lienzos sin almenas
La torre situada en el centro del lienzo norte, de planta rectangular, es más voluminosa que las demás, tanto que su cuerpo superior está dividido en dos estancias. A su terraza se accede desde el adarve del alcázar y no a través del que rodea al patio.
Adarve que rodea el patio de armas
La otra media planta del castillo, la situada al este, está ocupada por el alcázar. Dividido en dos alturas, conserva su distribución y compartimentación original aunque readaptadas a un uso más turístico. Aquí debieron estar el cuerpo de guardia, mazmorra, algún almacén y la residencia del alcaide en la segunda planta. Aunque lo que ahora nos muestra sus gestores es la sala de recepción, una supuesta capilla, y otras salas con mobiliario pseudohistórico adornadas con piezas de cierto valor arqueológico, si bien algo desubicadas.
Sobre la segunda planta una gran terraza desde la que se llega a otra torre de flanqueo en su esquina noreste, simétrica a la del ángulo opuesto.
Torre del homenaje
Y en la esquina sureste está la torre del homenaje, de mayor factura que las demás pero al igual que ellas, irregular en planta y en disposición con respecto al conjunto del castillo. Parece ser que fue el último elemento en construirse, allá por el siglo XVI; es maciza hasta la cota de aquella terraza y a esa altura sólo dispone de una estancia de la que parte la escalera que da acceso a su azotea.
Cortegana desde su castillo
Una vez arriba, lo mejor que se puede hacer es disfrutar del paisaje y del momento, y si el día es claro y cálido, mejor. Después, deleitarse de los bienes y frutos del lugar, que no sólo de piedras viejas vive el hombre. 
Cortegana, panorámica general

Nombre: Castillo de Cortegana
Localidad: Cortegana
Municipio: Cortegana
Provincia: Huelva

Época de construcción: siglo XIII
Obras posteriores
Tipología: Castillo
Estado: En espléndido estado de conservación. Y es que una adecuada restauración hace mucho bien. Pero no hay que dormirse, aún queda mucho por hacer.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
En 1993 la Junta de Andalucía otorgó reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad Andaluza.
Está declarado Bien de Interés Cultural.

Propiedad: Pública, Ayuntamiento de Cortegana, ya que en 2006 el Ayuntamiento de Sevilla cedió al de Cortegana todos sus derechos sobre él.
Uso: Turístico, y también como escenario de eventos culturales, entre ellos las Jornadas Medievales.
Visitas: totalmente libre, previo pago de una módica entrada.
                 Lo he visitado en numerosas ocasiones, la primera allá por 1980. 
Mi clasificación: 3, o sea, que se incluirá obligatoriamente en una ruta de viaje y se hará todo lo posible por visitarlo.

Otras cuestiones de interés: El propio caserío ya tiene su interés, sobre todo en lo que al paladar se refiere; y además la sierra y su panorama. En las proximidades, varias pueblos coronados de castillos.
Cómo llegar: Desde Sevilla, y en dirección a Mérida, tomar la A-66 o E-803, y unos 30 kilómetros después saldremos hacia la N-630 e inmediatamente la N-433 en dirección a Portugal. Cortegana queda en ese camino, no hay pérdida.




martes, 11 de julio de 2017

Castillo de Almonaster la Real

Lo primero situarnos: estás al norte de la provincia de Huelva, en el Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, uno de los ocho o diez espacios naturales más protegidos de Andalucía y a la vez uno de los cuatro cinco más bellos. Sin duda.
El paisaje, se mire hacia donde se mire, es extraordinario, hermoso y, en tu caso, de una atracción tan cautivante que te lleva, cada vez que lo visitas, a tu futuro más cercano. Deseas perderte aquí, para siempre, entre encinas, arroyos y castaños.
Sin darte cuenta apareces en Almonaster la Real, un pequeño pueblo serrano, al que se llega por estrecha y sombreada carretera. Lo encuentras casi por sorpresa, limpio y blanco, colgado de su castillo o de su mezquita, o de su iglesia, que todo es uno, e instantáneamente Cupido te lanza una flecha y acierta. Lástima que hoy vas con algo de prisa, que si no.
La Mezquita-castillo sobre los tejados de Almonaster.

A ver, resumen histórico:
Primero, Edad de Bronce, vestigios de un poblamiento y restos hallados en la necróplois de Becerros, hacia el sur de la actual población.
Segundo, época romana, que dicen que “los cimientos de la villa se levantarían sobre un yacimiento romano”, e incontables sillares de su muralla y mezquita deben ser romanos.
Durante la época visigótica -tercero- se construyó un pequeño monasterio en la colina del castillo.
Cuarto, del año 822 procede el primer testimonio escrito alusivo a Almonaster del que se deducen dos cosas: que su topónimo procede del árabe Al-Munastry y éste a su vez del latino monasterium, o sea, el monasterio; y dos, que dependió de la kora de Sevilla.
A principios del siglo X se levantó la mezquita, cuando ya era Almonaster la población más importante de toda la comarca, y también sede de la jurisdicción militar, fiscal y administrativa. Estaba rodeada por una amplia cerca que cobijaba la medina, la aljama y un alcázar; de todo ello no nos queda nada.
Tras la descomposición del Califato cordobés, perteneció a la taifa de Badajoz hasta la invasión almorávide.
En 1230 es reconquistada por los cristianos -quinto y siguientes-, siendo los caballeros de la Orden del Hospital quienes la incorporaron al reino de Portugal para pasar posteriormente a Castilla (mediante una orden directa del papa Inocencio IV que supuso que todas las tierras al este del Guadiana se incorporaran a la corona castellana), y quedando en propiedad del Arzobispado de Sevilla. Como otras fortalezas del alfoz del Reino de Sevilla, formó parte de la Banda Gallega frente a los ataques desde Portugal.
Al firmarse el Tratado de Alcaçovas en 1479, por el que los reinos de Castilla y Portugal deciden empezar a entenderse, la fortaleza de Almonaster, y con ella toda la villa, dejaron de tener interés guerrero, con lo que el Arzobispado sevillano decide no proporcionar atención al mantenimiento de la plaza. A finales del siglo XVI, su estado comenzaba ya a ser preocupante.
Almonaster desde donde debió estar la entrada a la fortaleza.
 El camino hasta el castillo es fácil, no hay pérdida. El pueblo es pequeño y está  bien indicado el itinerario. Llegas arriba y no te queda otra que compartir el lugar con más personas; algunas son visitantes como tú pero la mayoría son lugareños que asistirán a un evento socio-religioso a celebrarse en la mezquita que hoy es iglesia católica. A pesar de ello consigues hacer fotografías con poca molestia mientras te preguntas si todos ellos son conscientes del valor del lugar que pisan, si sabrán que el lugar no es sólo el escenario de un acontecimiento más o menos frívolo. Pero sí, seguro que saben que los árabes fueron los autores de este monumento, el más representativo de Almonaster, su mezquita, que junto con los restos de las murallas del castillo y la Plaza de Toros, forman el conjunto patrimonial más importante del pueblo.
De lo que ya no estarás tan seguro es que la mayoría de los que visitan el lugar sepan que:

La planta de lo que hoy nos queda del castillo, ocupa una superficie de casi 7.300 metros cuadrados, encerrados en un perímetro de 313 metros, y flanqueados con torres rectangulares y circulares en los quiebros de la muralla. En medio de algunos lienzos también se dispone torres. De la que fuera torre del Homenaje, llamada del Alcaide, apenas queda nada, y que estuvo en la zona por donde ahora se accede al castillo, que es la más cercana al pueblo. En el ángulo opuesto a la entrada actual al conjunto, está la Puerta Falsa, en un estrecho pasillo formado por dos paños de muralla en paralelo.
A todos los lienzos les falta el almenado y a gran parte el parapeto, e incluso hay tramos donde ha desparecido el adarve. O sea, que la muralla que ahora vemos debió de ser bastante más gruesa, y a pesar de la ausencia de muchos elementos, es fácil reconocer todo su trazado.
La altura de la muralla varía según la orografía del terreno, adaptándose al terreno, y utilizándose rellenos en el caso de desniveles. Esta adecuación al terreno hace que su planta sea muy irregular.
De los materiales utilizados se deduce que su etapa constructiva más antigua fue la califal, en la que se utilizaron sillares romanos como refuerzo a la mampostería. Las zonas de tapial se ejecutaron en el período almohade y, nuevamente, ya en época cristiana, vuelven a utilizarse los mampuestos. 
En definitiva una mezcla de estilos a lo largo de los tiempos, desde el romano al almohade, pasando por el período califal y terminando en el gótico de la Baja Edad Media.

Restos de la muralla, al fon do la Puerta Falsa
Pero el castillo no es sólo el castillo. El castillo, que hoy apenas es una muralla, cobija en su interior los restos de lo que fue un templo cristiano primitivo y sobre él una mezquita que a partir del siglo XIII se convirtió al cristianismo. Ah, y también una plaza de toros. Todo ello forma un conjunto excepcional, del que te impresiona su modestia y su recogimiento, pero sobre todo su sencilla grandeza: ¡cómo tanto en tan poco espacio y en un lugar tan recóndito, ha llegado hasta hoy!
Y como el castillo, según ha quedado dicho, no es sólo el castillo, te ves obligado a dejar aquí algún apunte sobre los otros edificios, aunque sea breve. Primero sobre la mezquita:

Que fue levantada entre los siglos IX y X,  sobre los cimientos de otro templo, visigodo, del siglo VI, y este a su vez sobre otras construcciones romanas; los árabes aprovecharon sus materiales en la estructura de la nueva edificación y en numerosos elementos decorativos, como capiteles y columnas. Predomina la mampostería, aunque también hay fragmentos realizados con ladrillo y tapial; las esquinas quedaron reforzadas con sillares de granito.
Se accede a su interior por una puerta de época cristiana situada en el muro que se orienta al noreste; a la derecha se encuentra el sahn o sea, el patio para las abluciones, que como la propia mezquita es muy pequeño, tanto que fue necesario excavar algo la roca para poder darle un tamaño mínimo . De aquí al liwan o sala de oración que es de planta trapezoidal y de medidas interiores de 10’70 por 11’00 metros.
El pequeño patio de las abluciones

El mihrab, orientado al sureste
Naves del interior de la sala de oración 
Consta de cinco naves que se orientan de noroeste a sureste, siendo la central la más ancha, y las extremas las más estrechas que a su vez se deforman para compensar el esviaje de la planta, debido tal vez a la topografía del terreno. El muro orientado al sureste es la qibla, en cuyo centro se abre el mihrab, de planta semicircular y bóveda de horno. Queda enmarcado con un arco de herradura dentro de un alfiz de ladrillos.
Toda ella desprende un carácter primitivo y tosco, quizás por su situación geográfica, alejada de otras más suntuosas y reconocidas.
En la esquina noroeste y exenta al edificio principal, se alza el alminar, de planta rectangular y tres cuerpos, macizo el primero, mientras que los otros dos disponen de arcos, dos en sus lados mayores y uno en los más pequeños. La cubierta se remata con una balaustrada de piedra que se antoja fuera de lugar (y es que fue realizada en el siglo XVIII). Bueno, realmente esta torre es del siglo XVI, cuando también se levantó la sacristía y el porche de entrada.
La torre que fue el alminar, desde el sahn
Una vez reconquistada la región, la mezquita quedó convertida en templo cristiano. Para darle carácter, le añadieron un ábside de estilo románico del que nos han llegado los arranques del arco triunfal. El que ahora vemos es posterior.
A lo largo del tiempo ha sufrido reformas y ligeras transformaciones que han reforzado su estructura y añadido nuevos espacios, como la reconstrucción de la puerta, la sacristía o el pórtico de la fachada oeste.

Por último llegaría el gusto por las corridas de toros, y qué mejor emplazamiento para una plaza que el castillo; y qué mejores materiales para edificarla que las piedras de las murallas. Bueno, ironías aparte, tampoco es éste un caso único en el que un coso taurino se ubica en el interior de un castillo; incluso podrías aceptarlo al comprobar su mimetismo con el edificio principal, tanto que has olvidado fotografiarla, como si ni siquiera te hubieras apercibido de su presencia.  Así y todo piensas que la construcción de esta Plaza de Toros, inaugurada en 1821 y reformada, y reinaugurada  a finales del siglo XIX por Fernando Gómez García “el Gallo”, fue perjudicial para el castillo, algo así como la puntilla, por lo de la relación con el mundo de los toros y el sentido negativo que pueda darse.

Y es que la plaza está apoyada en los lienzos de la fortificación y adosada a la mezquita. Del primero se reutilizaron sus sillares para construir un ruedo que mide 32 metros de diámetro interior; sus graderíos se levantaron aprovechando la topografía del terreno y, donde fue necesario, se excavó el terreno y se sirvieron de las rocas del terreno.
Carece de callejón y barrera, por lo que los burladeros se adosan a la pared; bajo las gradas se abre, en cada burladero, un hueco. La puerta principal se abre hacia el interior del castillo y sobre ella se sitúa el palco de la presidencia. Contrasta su interior, cal y albero en el mejor estilo taurino, con el exterior, lienzo de muralla de mampostería.
Fachada suroeste de la mezquita, a la izquierda lienzo del castillo donde se apoya la plaza de toros.


Ya ves, de cada época unos fragmentos, de cada cultura su impronta; sin duda uno de los monumentos más singulares de esta tierra, al que los tiempos no han sido capaces de restar ni un ápice de su intensa personalidad. Al contrario.
Almonaster la Real desde su castillo



Nombre: Castillo-mezquita de Almonaster
Localidad: Almonaster la Real
Municipio: Almonaster la Real
Provincia: Huelva

Época de construcción: siglos XI
Obras posteriores: siglos XIII y XIX.
Tipología: Castillo
Estado: El castillo está bastante deteriorado, debido sobre todo al expolio de sus materiales o su utilización para obras sucesivas. La mezquita y la plaza de toros gozan de mejor salud.
Protección: Castillo y mezquita están bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
La mezquita es Monumento Nacional desde junio de 1931.

Propiedad: Ayuntamiento de Almonaster la Real.
Uso: turístico y religioso.
Visitas: libre acceso. 
                 Mi última visita la hice en junio de 2017.
Mi clasificación: 3, o sea, que se incluirá obligatoriamente en ruta de viaje y se hará todo lo posible por visitarlo.

Otras cuestiones de interés: además del castillo, sin duda alguna, la Mezquita y la plaza de toros. Pero en definitiva todo es uno. Y menos mal que es así, porque seguramente los restos del castillo, por sí solos, casi carecerían de interés para la mayoría.
Cómo llegar: Desde Sevilla, y en dirección a Mérida, tomar la A-66 o E-803, y unos 30 kilómetros después saldremos hacia la N-630 e inmediatamente la N-433 en dirección a Portugal. Pasado El Repilado y poco antes de llegar a Cortegana, tomar la HU-8105; a apenas seis kilómetros aparecerá la inconfundible silueta de la mezquita-castillo.