martes, 21 de marzo de 2023

Santa Olalla de Cala, castillo de Santa Olalla

Santa Olalla del Cala, o simplemente Santa Olalla, está en plena Ruta de la Plata, que no en la Vía de la Plata, la cual discurre a casi nueve kilómetros, en dirección noreste, de su término municipal, por el Real de la Jara que es provincia de Sevilla. Pero como el camino que une Sevilla con Mérida, en lo que a modernas infraestructuras viarias se refiere —del siglo XX para acá— es la carretera N-630 y más recientemente la A-66 (E-803), y a estas se las denomina en los cartelones indicativos del Ministerio competente como Ruta de la Plata, pues eso, que diremos que Santa Olalla del Cala está situada en ese camino. Camino/carretera que atraviesa el pueblo zigzagueando y hace que por unos kilómetros, pocos, la milenaria ruta cruce tierra de la provincia de Huelva. Único pueblo y único castillo onubenses que incorporaré a la etiqueta La Vía de la Plata de esta mi CasadelaTercia.

A las puertas de las fincas, por aquí, las llaman porteras.

Como todos los pueblos situados en esta vía, fue durante años paso obligado —y lo sigue siendo— en mis desplazamientos entre mi pueblo extremeño y mi ciudad andaluza. Fue temprana parada de desayuno según el sentido de viaje, y referencia al contar el tiempo que restaba para llegar a casa. Insólitamente he subido al cerro sólo en dos ocasiones, y en las dos he encontrado su puerta cerrada: la primera por obras, y la segunda porque, he de suponer, al encargo de abrirla se le olvidó.

Por si aún no os habéis situado, os detallo: estamos al nordeste de la provincia de Huelva, limitando al este con la de Sevilla y al norte con la de Badajoz, rodeados de dehesas y bosques que se extienden por las laderas de las pequeñas elevaciones de esta parte del Parque Natural de la Sierra de Aracena.

Fachada sureste, desde la población.

 Santa Olalla nace a la par que su castillo, si bien se sabe que en el lugar que hoy ocupa la fortaleza hubo un asentamiento en la Edad de Hierro. Desde entonces hasta la reconquista de la comarca no hay datos, ni de los romanos ni de los árabes. Ambos pueblos, con toda seguridad, debieron de andar por aquí, o al menos pasar con frecuencia por la Vía de la Plata, camino obligado entre sur y el norte de la Península: los primeros —que llamaron Ponciana al lugar— explotando las cercanas minas de Zufre, Riotinto o Almadén de la Plata; y los segundos guerreando contra cristianos o contra otros de sus iguales.

El caso es que no disponemos de fecha exacta de la fundación de la primitiva población, por lo que como ya he dicho, hemos de tomar la fecha de construcción del castillo como la del nacimiento de la villa.

Pero un poco antes, en 1248, el rey santo, Fernando III, conquista Sevilla, y a la par el rey Sancho II de Portugal se hace con toda la sierra. Los conflictos fronterizos entre el reino de Portugal y el de Castilla continúan durante todo este siglo XIII, a pesar de los tratados de paz que se firman —el de Badajoz en 1267, y el de Alcañices en 1297—.

Es por lo que Sancho IV de Castilla en un intento de frenar la amenaza portuguesa —por ahí he leído denominarla «la cuestión del Algarve»—, decide crear una línea de defensa con la reconstrucción y refuerzo de las fortificaciones existentes en la comarca, más la construcción de otras dos —los actuales castillos de Santa Olalla y Cumbres Mayores— que se llamó Banda Gallega. Además la repobló con gentes del norte, de León, Asturias y de Galicia; lo de gallega viene por la similitud de las lenguas de los recién llegados, y que a los castellanos les sonaba igual, por lo que a todos les llamaron gallegos. Todos los castillos de la Banda Gallega quedaron bajo la jurisdicción del Concejo de Sevilla. Con esto no sólo se consiguió reforzar militarmente la frontera, sino que también se fomentó la concencarnero —tración de la población en núcleos, quedando así bajo la protección de los castillos.

Desde el norte, en 2002.

Nota, acontecimiento histórico:

Felipe V y su esposa Isabel de Farnesio, tuvieron el honor de pernoctar en la villa la noche del 1 al 2 de febrero de 1729, cuando se trasladaban desde Badajoz a Sevilla. El arzobispo de Sevilla se acercó a Santa Olalla a rendir pleitesía a los monarcas, ya que estaban en el primer pueblo de su diócesis. Todo ello fue, también, un honor para el pueblo de Santa Olalla.

Como también lo fue para la ciudad de Sevilla, pues en esta ciudad estuvo la corte instalada los siguientes cuatro años.


A mediados del siglo XVII, el castillo, la población, su término y sus aldeas (El Real de la Jara y El Ronquillo), son vendidos a D. Juan Ventura Tirado Leiva, que controlaría tasas, impuestos y rentas, además del nombramiento de autoridades locales e impartición de justicia. En 1794, todo este patrimonio le sería expropiado a su hijo, para pasar nuevamente al dominio del Concejo de Sevilla.

Llegado el siglo XIX y con él la invasión francesa, Santa Olalla se convirtió en Cuartel General del ejército francés y con ello en centro de la actividad bélica de la sierra.

Hasta 1833 —división territorial llevada a cabo por Javier de Burgos— siguió perteneciendo al Reino de Sevilla, para quedar definitivamente incluida en la provincia de Huelva tras aquella reforma.

Subiendo al castillo: iglesia de la Asunción y crucero.

 

EL CASTILLO:

El castillo de Santa Olalla es mandado levantar por el rey Sancho IV, conocido como el Bravo. Una cédula real firmada por el rey en Toro el 4 de noviembre de 1293 —dos años antes de su muerte— así lo decretaba, dando orden al Concejo de Sevilla para que la ejecutara. Con su construcción quedaba consolidada la Banda Gallega en el poniente de Sierra Morena.

Se podría deducir de aquella real cédula que el castillo se levantó de nueva planta, pero hay alguna voz —Alfredo J. Morales en “Arquitectura Medieval de la Sierra de Aracena”— que asegura que en ese lugar hubo una fortaleza musulmana desde un siglo antes y que sobre ella se reedifico el nuevo castillo. Prueba de ello podrían ser las torres rectangulares, la puerta principal, gran parte de sus muros, el tipo de argamasa y las impostas de las torres. No sería por tanto descabellado afirmar que este castillo tiene claras raíces almohades.

A consecuencia de posteriores conflictos bélicos, principalmente la cuestión fronteriza con Portugal, fue necesario reforzar sus defensas a finales del siglo XIV (1386-87). Y también a mediados del siglo XV (1466-67), durante la guerra entre Enrique IV y el infante Alfonso.

Castillo e iglesia, desde el suroeste.

En 1653, el castillo pasa a propiedad de don Juan Ventura Tirado Leiva, señor del Castillo de las Guardas, mediante compra al rey Felipe IV, convirtiéndolo en su señorío. No obstante es muy probable que se abandonara la tenencia del castillo pues ya no había causa que lo justificara y además no reuniría condiciones adecuadas para su habitabilidad. Para entonces ya se habían desmochado las almenas de sus muros norte y oeste para adaptar sus defensas a las armas de fuego, a la vez que se recrecieron las cotas de las terrazas de algunas torres.

Como tantos castillos hispanos fue cementerio —durante el siglo XIX y principios del XX— dada la imposibilidad de ampliar el carnero —fosas colectivas— existente en la iglesia aledaña de Ntra. Sra. de la Asunción. Por ello sufrió una gran transformación derivada de la construcción de los nichos, que obligó a la demolición y consiguiente desaparición de las edificaciones interiores.

Es en 1917 cuando deja de utilizarse como cementerio y entra en un periodo de total abandono. El desalojo de las tumbas se alargó en el tiempo, produciéndose un desordenado acopio de escombros junto a los muros, que unido a la consiguiente expoliación de materiales por parte de los vecinos, lo llevará a un estado de ruina que durará hasta finales del pasado siglo.

Tal fue su lamentable evolución que incluso se desplomó una torre y sus muros contiguos en la zona noroeste, a causa de un rayo que cayó en la torre.

Entre 1989 y 2002 se llevaron a cabo estudios y excavaciones, y unos primeros trabajos de consolidación que permitieron detener el proceso de ruina.

La torre Norte, antes y después de su restauración.

 

LOS DETALLES:

Situado a 540 metros de altitud, de su adaptación a la meseta inclinada del cerro donde se ubica resulta la forma irregular de su planta —unos 4610m2—. Es alargada, se asienta directamente en la roca y se orienta de sur a norte en sentido ascendente. La diferencia de cota entre ambos extremos es de 16 metros, lo que da idea del desnivel del cerro y de la construcción. Otras medidas significativas son la distancia entre sus extremos, norte y sur, que es de 132 metros, mientras que la medida mayor de oeste a este es 45 metros.

Su muralla, que se divide en diez lienzos, tiene otras tantas torres dispuestas en las uniones de los muros. Cuatro de ellas son cubos semicirculares macizos, y las otras seis poligonales, rectangulares de diferentes medidas. Tres de estas últimas, las de mayor tamaño, tienen cubierta abovedada. Los muros varían en espesor, desde 1’92 metros el más estrecho hasta 2’40 metros el más ancho. Los lienzos de levante muestran —en parte reconstruidos— el almenado rematado en una pirámide sobre un listelo saliente de ladrillo. A alguno de los merlones se les ha realizado una saetera.

Al camino de ronda se accedía mediante tres escaleras adosadas a los muros, norte, sur y este; ésta última próxima a Torre Puerta con un tramo perpendicular al muro. Reseñar que el adarve atraviesa dos de las torres poligonales: la torre puerta y la torre situada en el vértice más al norte del castillo. En el resto de torres se accede desde el adarve a una pequeña estancia abovedada y dese éste a la terraza.

Las dos torres del lienzo norte no han sido reconstruidas en su totalidad, quedando ambas sin almenado, e incluso la situada más al oeste carece de su altura original.

La torre sur.

Todos sus muros y torres están construidos con mampostería de piedras del lugar, irregulares en sus formas y tamaños, y gran profusión de ripios, tomadas con mortero de cal y arena. Algunas torres presentan sillares en sus esquinas, apreciándose en otras el uso del ladrillo. Las torres poligonales tienen una o dos líneas de impostas de ladrillo marcando la altura del piso interior o el arranque de las bóvedas. Las cubiertas de sus cámaras son bóvedas ojivales de arista.

La Puerta Torre, antes y después de la restauración.

La entrada principal se encuentra en la torre de mayor tamaño —Torre Puerta, dividida en dos plantas—, la que está centrada en la cara oriental del castillo. La puerta se orienta al norte, perpendicular al lienzo aledaño, y es en recodo, con el arco exterior ligeramente apuntado, de sillares de granito; sobre ella una ventana en arco de herradura cegada.

Es innegable que esta disposición de la puerta, bajo la torre y en recodo, es netamente árabe —o herencia árabe, mudéjar—, muy repetida en otros muchos castillos peninsulares.

En uno de los lienzos de poniente se encuentra una puerta secundaria —poterna—, a la que se llega por una zona muy abrupta a través de un camino escarpado; su ubicación es muy acertada ya que se trata de la zona de peor acceso de todo el cerro. Su trazado es una bóveda de cañón peraltada con un arco directriz ligeramente apuntado, bajo un arco de sillería de granito enmarcado en un alfiz rehundido en el muro que queda rematado en su parte superior con una moldura cóncava. Queda fuertemente protegida por la torre del vértice sur del castillo.

Obras en 2002


RESUMIENDO:

Nombre: Castillo de Santa Olalla de Cala
Localidad: Santa Olalla de Cala
Municipio: Santa Olalla de Cala
Provincia: Huelva

Tipología: Castillo
Época de construcción: finales del siglo XIII
Estado: Lo que queda en pie, torres y murallas, en buen estado. Todo ello gracias a las recientes restauraciones —reconstrucción en muchos elementos— y reparaciones de los daños que causó su adaptación a cementerio.
Propiedad: Pública, Ayuntamiento de Santa Olalla de Cala.
Uso: ninguno, está para mirarlo por fuera; y por dentro cuando está abierto.
Visitas: En la web del Ayuntamiento se dice que es visitable, informando del horario y teléfono para las dudas. Sin embargo, un servidor encontró el castillo cerrado en un día —noviembre 2022— y horario que se suponía abierto. Tampoco estaba operativo el teléfono para las dudas, se trataba de un domingo.
Así que hubo que conformarse, como la anterior ocasión —diciembre 2002—, con una vista exterior. Un día de estos vuelvo a intentarlo.
Protección: Bajo la protección de la Declaración Genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 de 25 de junio sobre Patrimonio Histórico Español.
La Junta de Andalucía otorgó reconocimiento especial a los castillos de la comunidad andaluza en 1993.
Fue declarado Bien de Interés cultural, categoría de Monumento, el 22 de junio de 1993.

Ayer 2002


Hoy, 2022

Clasificación subjetiva: 3, se incluirá obligatoriamente en una ruta de viaje, o lo que es lo mismo, se hará todo lo posible por visitarlo.
Otras cuestiones de interés: el nombre de la población proviene del nombre de su patrona, Santa Eulalia (de Mérida), que según la tradición nació en esta población pero murió martirizada en la Emérita romana.
En la provincia de León son numerosos los topónimos Santa Olalla, pero con jota: Santa Olaja.
Cómo llegar: En la Vía de la Plata, autovía A-66, E-803, a la altura aproximadamente del kilómetro 747, se encuentra Santa Olalla. Desde Mérida, unos 120 kms., y desde Sevilla poco más de 70 kms.
de Google, para hacernos una idea de cómo es su planta.


de diphuelva.es


martes, 7 de marzo de 2023

Cala, castillo de Cala

Llego hoy a Cala, pequeña localidad de la provincia de Huelva que se sitúa dentro del Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, o sea en Sierra Morena. Y llego aquí desde Santa Olalla de Cala, desviándome  apenas doce kilómetros de lo que hoy sería la Vía de la Plata, la carretera N-630. De una a otra localidad se suceden dehesas a ambos lados de la carretera que, más tarde, cuando mire embelesado el paisaje desde las remozadas murallas de su castillo, serán una infinita sucesión verde de pequeños cerros y penillanuras.

Cala es, como no podía ser menos, asentamiento antiguo, muy antiguo. Desde que los romanos anduvieron por aquí e incluso antes. Y su origen está unido al de sus minas, pues se han encontrado vestigios de la Edad del Bronce en varios yacimientos arqueológicos relacionados con viejas explotaciones mineras, pero situadas en el término de Zufre.

De cuando los romanos se sabe que explotaron el cobre y del hierro en los lugares conocidos como La Sultana y Minas de Cala por las escorias datadas entre los siglos I a IV d.C., además de monedas, ánforas, herramientas y restos humanos encontrados —éstos últimos fueron encontrados, en el siglo XIX, en una galería—. Por una inscripción de una lápida hallada en la ermita de Nuestra Sra. de Cala, en la que se lee el nombre de “Seguida Restituta Iulia”, se dedujo el origen céltico del topónimo Seguida y el nombre del asentamiento romano Restituta Iulia. Aunque recientes estudios han desautorizado tal teoría y califican la inscripción de la lápida como una falsificación realizada en el siglo XVIII.

Lo que parece más claro es la etimología del topónimo: Callentum, de origen greco-romano, que traducido es algo así como elegante o hermoso. Supongo que referido al lugar, sin duda alguna rodeado de paisajes hermosos.

Y después de los romanos, los godos y después los árabes, que fueron quienes construyeron su castillo allá por el siglo XII y extendieron el caserío por la ladera del cerro.

Hasta su conquista por los cristianos —fue Fernando III el Santo quien la tomó, con la ayuda de Pelayo Pérez Corre— apenas si aportó datos a la historia, pocas menciones hay de esta población, limitándose a permanecer en la frontera con los territorios que se iban incorporando a las coronas de Portugal y León.

Años después, Alfonso X adjudica el territorio al Reino de Sevilla, con sus mismos fueros y privilegios, repoblándose con gentes procedentes de León. Junto con otros castillos alineados a lo largo del oeste de Sierra Morena, Cumbres Mayores, Santa Olalla, etc., y después de su reforma por parte cristiana, formó parte de la Banda Gallega: castillos bajo la jurisdicción del reino de Sevilla levantados frente a la frontera con Portugal.

Con la división administrativa de 1833, Cala dejó de pertenecer a Sevilla, para quedar incluida en la provincia de Huelva y dependiendo del Partido Judicial de Aracena.

Recién ascendido el cerro.

 

EL CASTILLO:

Antes lo dije, de origen árabe,  pero sin certeza en fecharlo. No leo dato concreto sobre su fecha de construcción, incluso en la web del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico se dice que fue en el siglo XIII, por lo que debió suceder poco antes de la llegada y toma por parte de San Fernando. Claro que también la fecha tantas veces repetida y leída podría ser en la que los cristianos lo reconstruyen y refuerzan, acuciados por la necesidad de defenderse del avance portugués por el oeste y de mantener la frontera  con los musulmanes.

Conquistado todo lo que hoy conocemos como la Sierra de Huelva, y asentada esa conquista con la toma de Niebla, gran parte de sus antiguos pobladores permanecieron por estas tierras sin  posibilidad de instalarse hacia el oeste, pues el rey portugués Sancho II ya había conquistado el Alentejo y gran parte del Algarve. Por otro lado, el este, la ocupación cristiana del territorio era ya total.

Una vez remozado y reforzado, sigue la traza y elementos constructivos de otros castillos de la Banda Gallega —aquella sucesión de fortalezas encargadas de la defensa de la frontera de Portugal—, formando parte de ella, junto a otros como Encinasola y Cumbres de San Bartolomé, y al estar situado en lo que fue el alfoz del Reino de Sevilla, su construcción fue promovida por el Concejo sevillano. Aunque no fue de los que directamente ordenó Sancho IV —que fueron Santa Olalla y Cumbres—.

Llegada la paz con Portugal allá por 1668, con el término de la Guerra de Restauración portuguesa, llegó también el abandono de muchos castillos de la frontera hasta, justamente, el inicio del siglo XVIII con la guerra de Sucesión española, y la frontera vuelve a ser territorio propicio para conflictos que se repetirían cien años después con la guerra de la Independencia —la que ahora dicen que debe llamarse Guerra Ibérica, pues bueno—. Terminada ésta última, los fuertes y castillos serán definitivamente abandonados, y el de Cala no iba a ser menos.

El castillo de Cala permanecerá en el más absoluto de los silencios, aguantando a duras penas el paso del tiempo, hasta los años finales del siglo XX, cuando, una vez tomada conciencia por parte de las administraciones públicas competentes, se iniciará un proceso de reconstrucción que finalizará en septiembre de 2011.

Interior del castillo.

Muro suroeste.

Muro noreste desde el interior.

 

LOS DETALLES:

El castillo se ubica sobre un cerro que domina el pueblo desde el norte, a unos 650 metros de altitud, en la amplia meseta que corona el cerro. Tiene una planta peculiar; aparentemente, cuando lo paseas crees ver un rectángulo cuyos lados menores se orientan a sureste y suroeste. Sin embargo, Google Earth nos ofrece una panorámica cenital en la que observamos que sus lados mayores se arquean hacia fuera por lo que realmente su planta es un hexágono irregular. Las medidas del aparente rectángulo son 64 x 52 metros.

Los lienzos se construyeron mediante dos muros careados de mampuestos, y relleno el interior con piedras tomadas con cal y arcilla. Su espesor varía desde 1’93 metros a 2’16. La altura de los muros debió ser mayor, como se ve en el lienzo del norte

En cada uno de sus cuatro vértices principales se levantan torres de planta rectangular, macizas hasta la altura del adarve, y en el centro de sus dos lados mayores, dos cubos semicirculares que sirven de unión a los muros arqueados. Otro torreón semicircular se localiza en el centro del lienzo noroeste. Estos tres cubos semicirculares también son macizos. Probablemente fueron construidos entre los años 1385 y 1387, periodo en que se realizaron algunas obras de refuerzo en sus muros.

Las torres se levantan sobre afloramientos rocosos, como prácticamente todo el castillo —en el centro de la edificación queda a la vista un amplio roquedal—, lo que da una enorme seguridad a la construcción. Todas las torres debieron tener una estancia a nivel del adarve, y sobre ellas su terraza.

Puerta principal.

El acceso principal, en arco ojival hacia el exterior y de medio punto hacia el interior, se encuentra en el muro que se orienta al sudeste, y se sitúa en un conjunto que sobresale de la muralla, y que está cubierto por una bóveda de cañón. La puerta, de 2’80 metros de ancho, se protegía con un matacán corrido ofreciendo todo el elemento un aspecto de torre que reforzaría ese lienzo.

Otra puerta, de 2’16 metros de ancho, se abre en el muro suroeste, junto a la torre más al oeste; como el anterior, también es un arco ojival enmarcado en un alfiz rectangular, con sillares de granito, y bajo un bóveda de cañón que ocupa el grueso del muro.

El otro acceso, algo grande para llamarlo poterna.

Al adarve se accedía mediante dos escaleras. Una estuvo adosada al muro donde se encuentra la puerta principal, y que desembarcaría en la torre sureste. La otra estuvo junto a la poterna, en la torre noroeste. En esos lugares se han situado las dos escaleras actuales, de diseño y materiales contemporáneos.

Se especula con que la cota del interior del castillo está unos dos metros por debajo del actual, lo cual parece excesivo, siendo el actual fruto de relleno por derrumbes de edificaciones pre-existentes. Lo que sí está claro es que el roquedal está ahí de manera natural.

Muro noreste a la izquierda, al fondo la puerta principal.

Interior del castillo, al fondo el lienzo norte.

Fachada principal, orientada al sur.


Muro norte.
 

Muro noreste, desde el exterior.

 


RESUMIENDO:

Nombre:
Castillo de Cala
Localidad: Cala
Municipio: Cala
Provincia: Huelva

Tipología: Castillo.
Época de construcción: siglo XIII, sobre restos árabes.
Estado: Actualmente se encuentra en muy buen estado de salud tras haber sufrido un proceso de reforma y restauración —más de reforma que de restauración, todo sea dicho—, por parte de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Los trabajos comenzaron en marzo de 2010 y finalizaron en septiembre de 2011.
Toda la obra de restauración ha sido realizada con la evidente pretensión de mantener la volumetría de la edificación original, distinguiéndose perfectamente las partes nuevas de las originales. A excepción del lienzo noreste, el opuesto a la situación del pueblo, en el que el estado de ruina es mantenido de manera evidente; sobre él se ha dispuesto una pasarela de diseño actual. El torreón central de ese lienzo también se ha mantenido en estado de ruina.

Detalles de la restauración.


Propiedad: Pública, Ayuntamiento de Cala.
Uso: ninguno; como tantos otros está ahí para mirarlo.
Visitas: En la web del Ayuntamiento se dice que es visitable, aporta horario y teléfono de información. Sin embargo, el que ésto escribe accedió sin problema ni cita previa al interior; ambas puertas estaban abiertas.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 de 25 de junio sobre el Patrimonio Histórico Español.
La Junta de Andalucía otorgó reconocimiento especial a los castillos de la comunidad andaluza en 1993.

Antes de la ¿restauración?

Después de la restauración (de diphuelva.es).


Clasificación subjetiva: 2, o sea, si se pasa cerca y se va con tiempo pues se acerca uno a verlo. Es decir, que se incluirá en una ruta de viaje pero no pasa nada si luego no se visita. Pero seamos sinceros, merece la pena subir y mirar todo lo que desde allí se ve.
Otras cuestiones de interés: Leo en una página de la red que desde este castillo se divisa el de Santa Olalla de Cala y el de Real de la Jara, ambos de la Banda Gallega y justo sobre la Vía de la Plata. Cuando lo visité, el pasado mes de noviembre, y a pesar de ser el día muy claro, no acerté a ver esos castillos; seguramente no agucé la vista lo necesario —exactamente, y en línea recta, hay 10’50 kms entre el castillo de Cala y el de Santa Olalla; y 14’50 con respecto al de Real de la Jara—. Por supuesto que es posible que entre el de Cala y el de Santa Olalla halla conexión visual. Entre este último y el de Real de la Jara la hay, que eso sí lo he comprobado.
Si alguna vez vuelvo, procuraré asegurarme de esa triple conexión.
Cómo llegar: Desde la E-803, o A-66, y a la altura de Santa Olalla de Cala, tomar la N-630 en dirección a Mérida y recorrerla durante apenas tres kilómetros, para desviarnos luego por la A-434 que nos llevará hasta Cala. En la carretera/calle que cruza el pueblo, a la derecha, está señalizado el camino al castillo, que se hará andando: quince minutos de ascensión por un camino empedrado y a tramos escalonado
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