Santa Olalla del Cala, o simplemente Santa Olalla, está en plena Ruta de la Plata, que no en la Vía de la Plata, la cual discurre a casi nueve kilómetros, en dirección noreste, de su término municipal, por el Real de la Jara que es provincia de Sevilla. Pero como el camino que une Sevilla con Mérida, en lo que a modernas infraestructuras viarias se refiere —del siglo XX para acá— es la carretera N-630 y más recientemente la A-66 (E-803), y a estas se las denomina en los cartelones indicativos del Ministerio competente como Ruta de la Plata, pues eso, que diremos que Santa Olalla del Cala está situada en ese camino. Camino/carretera que atraviesa el pueblo zigzagueando y hace que por unos kilómetros, pocos, la milenaria ruta cruce tierra de la provincia de Huelva. Único pueblo y único castillo onubenses que incorporaré a la etiqueta La Vía de la Plata de esta mi CasadelaTercia.
A las puertas de las fincas, por aquí, las llaman porteras. |
Como todos los pueblos situados en
esta vía, fue durante años paso obligado —y lo sigue siendo— en mis
desplazamientos entre mi pueblo extremeño y mi ciudad andaluza. Fue temprana
parada de desayuno según el sentido de viaje, y referencia al contar el tiempo
que restaba para llegar a casa. Insólitamente he subido al cerro sólo en dos
ocasiones, y en las dos he encontrado su puerta cerrada: la primera por obras,
y la segunda porque, he de suponer, al encargo de abrirla se le olvidó.
Por si aún no os habéis situado, os
detallo: estamos al nordeste de la provincia de Huelva, limitando al este con
la de Sevilla y al norte con la de Badajoz, rodeados de dehesas y bosques que
se extienden por las laderas de las pequeñas elevaciones de esta parte del
Parque Natural de la Sierra de Aracena.
Fachada sureste, desde la población. |
El caso es que no disponemos de
fecha exacta de la fundación de la primitiva población, por lo que como ya he
dicho, hemos de tomar la fecha de construcción del castillo como la del
nacimiento de la villa.
Pero un poco antes, en 1248, el rey
santo, Fernando III, conquista Sevilla, y a la par el rey Sancho II de Portugal
se hace con toda la sierra. Los conflictos fronterizos entre el reino de
Portugal y el de Castilla continúan durante todo este siglo XIII, a pesar de
los tratados de paz que se firman —el de Badajoz en 1267, y el de Alcañices en
1297—.
Es por lo que Sancho IV de Castilla
en un intento de frenar la amenaza portuguesa —por ahí he leído denominarla «la cuestión del Algarve»—, decide crear
una línea de defensa con la reconstrucción y refuerzo de las fortificaciones
existentes en la comarca, más la construcción de otras dos —los actuales
castillos de Santa Olalla y Cumbres Mayores— que se llamó Banda Gallega. Además
la repobló con gentes del norte, de León, Asturias y de Galicia; lo de gallega viene por la similitud de las
lenguas de los recién llegados, y que a los castellanos les sonaba igual, por
lo que a todos les llamaron gallegos. Todos los castillos de la Banda Gallega
quedaron bajo la jurisdicción del Concejo de Sevilla. Con esto no sólo se
consiguió reforzar militarmente la frontera, sino que también se fomentó la concencarnero —tración de la población
en núcleos, quedando así bajo la protección de los castillos.
Desde el norte, en 2002. |
Nota, acontecimiento histórico:
Felipe V y su esposa Isabel de Farnesio, tuvieron
el honor de pernoctar en la villa la noche del 1 al 2 de febrero de 1729,
cuando se trasladaban desde Badajoz a Sevilla. El arzobispo de Sevilla se
acercó a Santa Olalla a rendir pleitesía a los monarcas, ya que estaban en el
primer pueblo de su diócesis. Todo ello fue, también, un honor para el pueblo de
Santa Olalla.
Como también lo fue para la ciudad de
Sevilla, pues en esta ciudad estuvo la corte instalada los siguientes cuatro años.
A mediados del siglo XVII, el castillo, la población, su término y sus aldeas (El Real de la Jara y El Ronquillo), son vendidos a D. Juan Ventura Tirado Leiva, que controlaría tasas, impuestos y rentas, además del nombramiento de autoridades locales e impartición de justicia. En 1794, todo este patrimonio le sería expropiado a su hijo, para pasar nuevamente al dominio del Concejo de Sevilla.
Llegado el siglo XIX y con él la
invasión francesa, Santa Olalla se convirtió en Cuartel General del ejército
francés y con ello en centro de la actividad bélica de la sierra.
Hasta 1833 —división territorial llevada a cabo por Javier de Burgos— siguió perteneciendo al Reino de Sevilla, para quedar definitivamente incluida en la provincia de Huelva tras aquella reforma.
Subiendo al castillo: iglesia de la Asunción y crucero. |
EL CASTILLO:
El castillo de Santa
Olalla es mandado levantar por el rey Sancho IV, conocido como el Bravo. Una
cédula real firmada por el rey en Toro el 4 de noviembre de 1293 —dos años
antes de su muerte— así lo decretaba, dando orden al Concejo de Sevilla para
que la ejecutara. Con su construcción quedaba consolidada la Banda Gallega en
el poniente de Sierra Morena.
Se podría deducir de
aquella real cédula que el castillo se levantó de nueva planta, pero hay alguna
voz —Alfredo J. Morales en “Arquitectura Medieval de la Sierra de Aracena”— que
asegura que en ese lugar hubo una fortaleza musulmana desde un siglo antes y
que sobre ella se reedifico el nuevo castillo. Prueba de ello podrían ser las
torres rectangulares, la puerta principal, gran parte de sus muros, el tipo de
argamasa y las impostas de las torres. No sería por tanto descabellado afirmar
que este castillo tiene claras raíces almohades.
A consecuencia de
posteriores conflictos bélicos, principalmente la cuestión fronteriza con
Portugal, fue necesario reforzar sus defensas a finales del siglo XIV
(1386-87). Y también a mediados del siglo XV (1466-67), durante la guerra entre
Enrique IV y el infante Alfonso.
Castillo e iglesia, desde el suroeste. |
En 1653, el castillo
pasa a propiedad de don Juan Ventura Tirado Leiva, señor del Castillo de las
Guardas, mediante compra al rey Felipe IV, convirtiéndolo en su señorío. No
obstante es muy probable que se abandonara la tenencia del castillo pues ya no
había causa que lo justificara y además no reuniría condiciones adecuadas para
su habitabilidad. Para entonces ya se habían desmochado las almenas de sus
muros norte y oeste para adaptar sus defensas a las armas de fuego, a la vez
que se recrecieron las cotas de las terrazas de algunas torres.
Como tantos castillos
hispanos fue cementerio —durante el siglo XIX y principios del XX— dada la
imposibilidad de ampliar el carnero —fosas
colectivas— existente en la iglesia aledaña de Ntra. Sra. de la Asunción. Por
ello sufrió una gran transformación derivada de la construcción de los nichos,
que obligó a la demolición y consiguiente desaparición de las edificaciones
interiores.
Es en 1917 cuando
deja de utilizarse como cementerio y entra en un periodo de total abandono. El
desalojo de las tumbas se alargó en el tiempo, produciéndose un desordenado
acopio de escombros junto a los muros, que unido a la consiguiente expoliación
de materiales por parte de los vecinos, lo llevará a un estado de ruina que
durará hasta finales del pasado siglo.
Tal fue su lamentable
evolución que incluso se desplomó una torre y sus muros contiguos en la zona
noroeste, a causa de un rayo que cayó en la torre.
Entre 1989 y 2002 se
llevaron a cabo estudios y excavaciones, y unos primeros trabajos de
consolidación que permitieron detener el proceso de ruina.
La torre Norte, antes y después de su restauración. |
LOS DETALLES:
Situado a 540 metros
de altitud, de su adaptación a la meseta inclinada del cerro donde se ubica
resulta la forma irregular de su planta —unos 4610m2—. Es alargada, se asienta
directamente en la roca y se orienta de sur a norte en sentido ascendente. La
diferencia de cota entre ambos extremos es de 16 metros, lo que da idea del
desnivel del cerro y de la construcción. Otras medidas significativas son la
distancia entre sus extremos, norte y sur, que es de 132 metros, mientras que
la medida mayor de oeste a este es 45 metros.
Su muralla, que se divide en diez lienzos,
tiene otras tantas torres dispuestas en las uniones de los muros. Cuatro de
ellas son cubos semicirculares macizos, y las otras seis poligonales,
rectangulares de diferentes medidas. Tres de estas últimas, las de mayor tamaño,
tienen cubierta abovedada. Los muros varían en espesor, desde 1’92 metros el
más estrecho hasta 2’40 metros el más ancho. Los lienzos de levante muestran
—en parte reconstruidos— el almenado rematado en una pirámide sobre un listelo
saliente de ladrillo. A alguno de los merlones se les ha realizado una saetera.
Al camino de ronda se
accedía mediante tres escaleras adosadas a los muros, norte, sur y este; ésta
última próxima a Torre Puerta con un tramo perpendicular al muro. Reseñar que
el adarve atraviesa dos de las torres poligonales: la torre puerta y la torre
situada en el vértice más al norte del castillo. En el resto de torres se
accede desde el adarve a una pequeña estancia abovedada y dese éste a la
terraza.
Las dos torres del
lienzo norte no han sido reconstruidas en su totalidad, quedando ambas sin
almenado, e incluso la situada más al oeste carece de su altura original.
La torre sur. |
Todos sus muros y torres están construidos con
mampostería de piedras del lugar, irregulares en sus formas y tamaños, y gran
profusión de ripios, tomadas con mortero de cal y arena. Algunas torres
presentan sillares en sus esquinas, apreciándose en otras el uso del ladrillo.
Las torres poligonales tienen una o dos líneas de impostas de ladrillo marcando
la altura del piso interior o el arranque de las bóvedas. Las cubiertas de sus
cámaras son bóvedas ojivales de arista.
La Puerta Torre, antes y después de la restauración. |
La entrada principal se encuentra en la
torre de mayor tamaño —Torre Puerta,
dividida en dos plantas—, la que está centrada en la cara oriental del
castillo. La puerta se orienta al norte, perpendicular al lienzo aledaño, y es
en recodo, con el arco exterior ligeramente apuntado, de sillares de granito;
sobre ella una ventana en arco de herradura cegada.
Es innegable que esta
disposición de la puerta, bajo la torre y en recodo, es netamente árabe —o
herencia árabe, mudéjar—, muy repetida en otros muchos castillos peninsulares.
En uno de los lienzos de poniente se encuentra una puerta secundaria —poterna—, a la que se llega por una zona muy abrupta a través de un camino escarpado; su ubicación es muy acertada ya que se trata de la zona de peor acceso de todo el cerro. Su trazado es una bóveda de cañón peraltada con un arco directriz ligeramente apuntado, bajo un arco de sillería de granito enmarcado en un alfiz rehundido en el muro que queda rematado en su parte superior con una moldura cóncava. Queda fuertemente protegida por la torre del vértice sur del castillo.
Obras en 2002 |
Nombre: Castillo de Santa Olalla de Cala
Localidad: Santa Olalla de Cala
Municipio: Santa Olalla de Cala
Provincia: Huelva
Tipología: Castillo
Época de construcción: finales del siglo XIII
Estado: Lo que queda en pie, torres y murallas, en buen estado. Todo ello gracias a las recientes restauraciones —reconstrucción en muchos elementos— y reparaciones de los daños que causó su adaptación a cementerio.
Propiedad: Pública, Ayuntamiento de Santa Olalla de Cala.
Uso: ninguno, está para mirarlo por fuera; y por dentro cuando está abierto.
Visitas: En la web del Ayuntamiento se dice que es visitable, informando del horario y teléfono para las dudas. Sin embargo, un servidor encontró el castillo cerrado en un día —noviembre 2022— y horario que se suponía abierto. Tampoco estaba operativo el teléfono para las dudas, se trataba de un domingo.
Así que hubo que conformarse, como la anterior ocasión —diciembre 2002—, con una vista exterior. Un día de estos vuelvo a intentarlo.
Protección: Bajo la protección de la Declaración Genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 de 25 de junio sobre Patrimonio Histórico Español.
La Junta de Andalucía otorgó reconocimiento especial a los castillos de la comunidad andaluza en 1993.
Fue declarado Bien de Interés cultural, categoría de Monumento, el 22 de junio de 1993.
Ayer 2002 |
En la provincia de León son numerosos los topónimos Santa Olalla, pero con jota: Santa Olaja.
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