martes, 31 de octubre de 2017

Sevilla, Torre de Don Fadrique

Como no sepas que está ahí porque jamás oíste hablar de ella, o porque aun sabiéndolo nunca nadie te señaló el lugar exacto,  o porque una piedra vieja no es tu preocupación, pues eso, que pasas al lado y no te enteras de que está detrás de la tapia. Algo así me ha ocurrido durante años, pero con la diferencia de que yo sí sabía que estaba ahí. Y es que a veces no se le da valor a lo cercano, o incluso a lo que se posee, y es entonces cuando tomamos un camino contrario y nos interesamos con mayor firmeza por algo más alejado, quizás más bello o atrayente, pero no por ello más valioso.
Eso me ha pasado con la torre que hoy paseo, que aun sabiendo que está detrás de la tapia del convento de Santa Clara, en la calle Becas, y que a veces la he mirado de refilón asomarse por encima del muro al pasar por la calle Lumbreras, nunca había pensado en atravesar la puerta para visitarla. Así que hace unos días lo decidí, “en una semana voy, de ahí no pasa”.

Mientras tanto, leo algo sobre su historia y su entorno más inmediato y así me entero de:

Claustro del monasterio de Santa Clara


Refectorio del monasterio


Que esta torre formaba parte del palacio que el citado infante, o sea Don Fadrique, hijo del Rey Fernando III, mandó construir, en 1252, sobre un solar que le fue concedido en el repartimiento de la ciudad de Sevilla después de su reconquista; y lo hizo para que fuera su residencia y lugar de placer (y también porque debió ser, y supongo que lo seguirá siendo, un excelente mirador desde el que recrearse con la vista de la ciudad y el río). Porque aunque su apariencia es la de una torre de carácter defensivo, nunca fue utilizada como tal ni necesidad que hubo, ya que se encuentra intramuros, o sea dentro de las murallas. También pudo haberla construido para defenderse de las disputas e intrigas que tuvo con su hermano el Rey Alfonso, que sino no se entiende su tipología.
Ejecutado el infante Don Fadrique por orden de Alfonso X, éste cede a la Orden de Calatrava el palacio, la torre, las huertas y jardines.
Portada de la iglesia del monasterio, hoy inaccesible
Callejón que unía el compás del convento con la huerta.
En 1289 todo el conjunto fue donado a las monjas clarisas, las cuales, se instalaron en un principio en la casa palacio, pero éste terminó despareciendo a causa de los continuos cambios que se hicieron para adaptarlo a sus reglas y necesidades.
De todo aquel ajetreo de remodelaciones, hoy nos queda el convento de Santa Clara, la torre llamada de Don Fadrique y la duda de si la torre siempre fue exenta o primitivamente tuvo alguna conexión con el resto del palacio a modo de torre albarrana.
En 1920 el Ayuntamiento de Sevilla adquirió a la congregación religiosa la huerta y la torre, e inició un proceso de recuperación comenzando por la planta baja, cuyo perímetro se excavó para dejar al descubierto el primitivo nivel de la torre y su acceso.
En 1925, el arquitecto Juan Talavera transforma la huerta en un jardín y construye un edificio anexo donde se pretende instalar el Museo Arqueológico Municipal. En el nuevo jardín quedaron también repartidas y expuestas piezas de ese museo. También diseña y construye una nueva escalera interior en la torre.
Años después, estamos ya a finales del siglo XX, ese interés por convertir el monasterio de Santa Clara en un lugar de referencia cultural, se amplía a todo el convento, pretendiendo acondicionar más de 4000 metros cuadrados de edificaciones y recuperando los jardines. Con la torre se buscaba convertirla en un mirador con cámara oscura incluida.
Jardín de la huerta, a la izquierda la torre y en el centro la alberca.
 Hasta aquí el resumen de lo leído, ahora queda pasearla. Así que hasta allí me encamino. Recorro y miro las pocas estancias que, lamentablemente, son visitables del convento: el refectorio y el claustro. Desde éste último, y a través de un pequeño y descuidado jardín, llego a lo que fue la huerta donde se levanta la torre.


Y allí, en la huerta del convento leo y compruebo, en la medida que puedo, los datos  físicos que traigo anotados, que son muchos y muy interesantes. Por ejemplo:


 Que la torre destaca por sus dimensiones, altura y planta (en algunas páginas de la red leo datos que me parecen exagerados -65,30 metros de altura y 5,40 metros de lado-, y en otras contradictorios). Lo que sí queda claro es su notoria esbeltez. 
Y que está formada por tres cuerpos y rematada con una azotea almenada que le aporta un aparente carácter defensivo. Actualmente, todas las plantas están unidas por la escalera que diseñó el arquitecto Juan Talavera.
Cada cuerpo es de un estilo, mezclando el románico y el gótico en una suerte de eclecticismo armonioso, sin chirridos. Parece como si quisiera expresar una transición de estilos, del románico al gótico, y sin pasar por nada que huela a árabe. Desde luego es algo excepcional en la ciudad de Sevilla.
La planta baja de sillares, paramentos cerrados y sólo unas pequeñas saeteras por las que nunca asaetearon a nadie; esta estancia se cubre con una bóveda ojival.
Alzados y sección de la torre


Diversas plantas de la torre
La puerta de entrada, impenetrable para el público en general, es románica, arco de medio punto, y sobre ella una placa de la época y en latín que dice algo así:

Esta torre es fabrica del magnífico Fadrique, podrá llamarse la mayor alabanza del arte y del artífice: a su Beatriz madre le fue grata esta prole del rey Fernando, experimentado y amigo de las leyes. Si deseas saber la era y los años, ahora mil doscientos y cincuenta y dos (1252) ya existía la torre serena y amena llena de riquezas.

La segunda planta es de ladrillos, con unas pequeñas ventanas en arco de medio punto, de estilo románico que no son propias del sur; igualmente, estas paredes están perforadas por saeteras, tres por cada una. También está cubierta  con bóveda ojival.
Y en el tercer cuerpo, que también es de ladrillo con las esquinas reforzadas de sillares,  dispone de unos ventanales góticos que dan luz al interior; sus arcos son apuntados, polilobulados y apoyados en columnillas. Una bóveda octogonal techa este nivel.
Por último, en la terraza las almenas y el parapeto son de ladrillo; la evacuación de aguas de esta azotea se hace mediante unas gárgolas situadas en las esquinas.
Gárgola en la terraza
 
Ventana en la segunda planta


Ventana de la primera planta


Puerta de la torre

Nombre: Torre de Don Fadrique
Municipio: Sevilla
Provincia: Sevilla
Ubicación: Convento de Santa Clara, en la calle Becas.
Tipología: Torre de vigilancia, aunque en toda su historia vigiló poco, más bien ocultó.
Época de construcción: hacia 1252
Estado: En buen estado, restaurada en 2014. No se puede decir lo mismo del resto del conjunto que la rodea. No cabe duda que sería necesario un buen aseo a todo ello.
Propiedad: Ayuntamiento de Sevilla
Uso: Cultural y turístico
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Actualmente está considerada como BIC, perteneciente al Tesoro Artístico Nacional.
Fue declarada monumento histórico artístico mediante decreto de 03-06-1931
En 1993 la Junta de Andalucía otorgó reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad Andaluza
Visitas: entrada libre al claustro, al refectorio y al “jardín” que rodea la torre. Nada más.

Otras cuestiones de interés: o de desinterés, que eso es lo que parecen tener los responsable públicos sobre este lugar. Porque el pequeño jardín donde se alza, que tiene un hermoso laurel que presume ser el más antiguo de la ciudad, está en un lastimoso estado; de las piezas que aquí debieron estar expuestas no queda nada, sólo basas de columnas desperdigadas y algunos oxidados cañones. De las estatuas que hubo sólo permanece una, sucia y deteriorada en el callejón que une el compás del convento con este lugar. Se trata de un bronce, de desmesurado tamaño (2,80 metros de altura), de Fernando VII, que desde el Palacio de San Telmo, propiedad que fue de los Duques de Montpensier, pasó -vaya usted a saber cómo- a quedar expuesta, o arrinconada, en este jardín.
Pero interés interés de verdad, tiene la leyenda que gira en torno a la construcción y posterior uso que le dio el Don Fadrique y que gira alrededor de los supuestos amores que tuvo con la segunda esposa de su padre, Juana de Danmartin, siendo ésta ya viuda del rey. Esta torre fue el escenario de los encuentros entre madrastra e hijastro, lo que levantó ampollas entre la nobleza local. Hasta tal punto que obligó a la reina viuda a regresar a su país, Francia. Acusado de ofensas al rey, Don Fadrique es condenado a muerte y ejecutado en Toledo.
Aunque la realidad con respecto a su muerte parece ser muy distinta: Don Fadrique fue inculpado de múltiples intrigas contra su hermano Alfonso, entre ellas la de intentar provocar su destronamiento en favor de Sancho, que luego reinaría como Sancho IV. Alfonso X, harto de tantos líos, mandó ahogar a Don Fadrique, que era la manera de ejecutar a los nobles por entonces
La torre jamás volvió a ser utilizada; incluso hoy, no se accede a ella (¿?).
Estado de un muro que rodea la huerta.



Situación de la estatua de Fernando VII en el callejón.
Cómo llegar: muy fácil, la calle Becas está apenas a cinco minutos andando desde la Alameda de Hércules; lugar céntrico y conocidísimo de la ciudad. Y muy animado, miren el planito.






martes, 24 de octubre de 2017

Aznalcóllar, castillo de Aznalcóllar

A poco más de un paseo desde mi ciudad se encuentra Aznalcóllar, asentado en el límite sur de la Sierra Norte sevillana. Muy cerca, el río Guadiamar y el embalse de su afluente el Agrio, refrescan el paisaje y, según épocas, también la economía.
Hacia allí me dirigí para ver, o intentarlo, o finalmente adivinar, lo que fue su castillo. Atravieso el Aljarafe y a la orilla del río Guadiamar supero el deseo de parar y cambiar el paseo previsto por otro: verde, fresco y que parece recién recuperado después de aquella catástrofe. Pero el deber llama, que aquí ya volveré y mejor acompañado.

La Zawiya, en el cementerio
Ya en el pueblo me encamino hacia el norte que es donde se asienta el cementerio y, a su lado, el castillo. Desde aquí, contemplación del paisaje y lectura de las notas que sobre la localidad llevo:

Parece ser que el origen del lugar es celta, y durante la dominación romana se la llamó Iptucci. Ya por entonces fue territorio preciado por estos invasores que explotaron sus minerales, y por los que después llegarían desde el norte de Europa.
Más tarde, con los árabes fue Hanz-Al-Kollar, “recinto amurallado”, de lo que se deduce que debió tener muralla, aunque de ella nada quede. En esa época fue lugar de importancia, siendo cabeza administrativa de la comarca sobre Aznalcázar, Sanlúcar y la actual San Juan de Aznalfarache.
De esta época es su castillo, o lo poquísimo que queda, y también la torre de la Dehesilla.
Su reconquista debió producirse hacia 1246 o 1247, y es que no hay datos concretos de este hecho.
A partir de entonces hay una larga etapa de próspera tranquilidad que termina en época de Carlos III, para retomarla nuevamente en el siglo XIX.
Hasta finales del siglo XX es la mina la protagonista de la vida y de la prosperidad del pueblo, la cual se trunca el 25 de abril de 1998.

Pero aquel hecho no tiene nada que ver lo que hoy me trae por aquí, que es su castillo, y en él me centro. Rebusco entre mis notas y los datos que encuentro me parecen ridículos, por escasos y sin apenas valor. Al igual que los restos del castillo.

Subida al castillo, a la izquierda el cementerio y la Zawiya

Entrada (¿?) al castillo


Se encuentra en lo que se denomina el Cerro del Castillo, hacia el norte de la población.
Lo primero que veo es un desvencijado cartel informativo y una vereda flanqueada por estacas de madera que me lleva hasta el borde de la ladera norte del cerro.
Lo que hoy vemos es árabe, aunque posiblemente su origen sea tartésico. Lo más conocido de sus vestigios es el aljibe, conocido como la Tinaja, que entre la maleza no distingo.
En la ladera norte del cerro se descubrieron, en unas excavaciones realizadas en 1995, algunos lienzos de muralla, que se consolidaron  y pusieron en valor.

Todo esto es lo que queda del castillo
Desde aquí, hacia el norte, la vista del embalse y la sierra es sensacional; y hacia el sur, la campiña y el Aljarafe. Intento atisbar la torre de la Dehesilla pero se me hace difícil. A ver si me paso por allí.


Nombre: Castillo de Aznalcóllar
Municipio: Aznalcóllar
Localidad: Aznalcóllar
Provincia: Sevilla

Tipología: Castillo
Época de construcción:
Remodelaciones:
Estado: Las escasísimas ruinas están consolidadas. Menos es nada.
Propiedad y uso: titularidad pública; sin uso definido.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Visitas: Acceso libre, pero con cuidado en la ladera norte del cerro.
Puntuación subjetiva: 1, o sea, que si se puede evitar se evita, o lo que es lo mismo, sólo se visita si el camino que recorramos nos lleva o nos hace pasar por allí.

Otras cuestiones de interés:
Justo al lado del castillo, la capilla del cementerio, antigua Zawiya o pequeño oratorio musulmán, datado en el siglo XIV, único en Andalucía y, evidentemente, ya cristianizado. Formó parte de una iglesia gótico-mudéjar, ya desaparecida.
En el núcleo urbano la iglesia de Nuestra Señora de Consolación y las capillas de la Cruz de Arriba y la de la Cruz de Abajo.
No olvidar algunos restos del acueducto romano que unía Tejeda la Nueva con Itálica, conocidos como los Arquillos,  y la torre de la Dehesilla.
Por último, el embalse del río Agrio para solazarse y el corredor verde del río Guadiamar para pasear y reconciliarse con la naturaleza maltratada.
Cómo llegar: Desde Sevilla, autovía A-49 hacia Huelva y salida en Sanlúcar la Mayor; atravieso este pueblo y tomo la carretera A-472; desciendo por la cuesta de las Doblas, cruzo el río Guadiamar y a la derecha tomo la A-477 que me lleva directo a Aznalcóllar.






martes, 17 de octubre de 2017

Fuerteventura, Caleta de Fuste, Torre de San Buenaventura

Y de El Cotillo a Caleta de Fuste, que es donde se encuentra la otra torre de la isla. Que ahora que lo pienso, pocas me parecen para los 340 kilómetros que tiene de costa y los apenas 100 que la separan de África.
Caleta de Fuste está en la costa este de la isla, y pertenece al municipio de Antigua:

Que es uno de los primeros pueblos que se fundaron en la isla, allá por la segunda mitad del siglo XV, cuando después de la conquista se asentaron varias familias de procedencia normanda y  andaluza, que se dedicaron al cultivo de las tierras. Su topónimo, sin duda alguna, deriva de la advocación de la Virgen del mismo nombre.
En 1812 se convierte en municipio independiente, independizándose de Betancuria, después de cuatro años de proceso y otros muchos posteriores de litigios.
Durante un breve período de su historia llegó a ser la capital de la isla.
El pueblo siguió ocupándose del cultivo del campo, principalmente cereales; testigo de aquello son los molinos que aún perduran repartidos por todo el municipio.

Pero la torre no está en Antigua pueblo, sino en Caleta de Fuste que es una localidad que está a 13 kilómetros (o a 17, según por donde se vaya) y de la que:

Poco se puede decir, pero que si destaca por algo es por ser un importante centro turístico creado alrededor de la bahía que se conoce como Caleta. Digo creado y digo mal, que mejor sería decir construido recientemente —porque hasta la playa es artificial, hecha con arenas procedentes de diversos lugares de Fuerteventura—, aunque su puerto tuvo actividad desde hace tiempo, junto con el de Pozo Negro, en el mercadeo con otras islas.
Y para proteger el puerto se construyó la torre, que llamaron de San Buenaventura y que terminó conociéndose como castillo de Fuste o de Caleta de Fuste.
Para ello se siguieron los mismos criterios que con la de El Cotillo, por lo que el Capitán General de las islas Don Andrés Benito y Pignatelli encargó su construcción al Ingeniero Claudio de L’Isle que la proyectó. Comenzó su construcción en 1741 pero que no llegó a verla terminada, pues murió en Betancuria el 14 de junio de 1743.

de cuadernosdeetnologia.blogspot.com


Su misión no sólo fue la vigilancia y protección del puerto, sino también el control de las mercancías que por él llegaban o salían. Para ello se la dotó de una guarnición formada por un condestable, un teniente y cuatro soldados.
Su mantenimiento, como la de El Tostón, dependió del propio cabildo de la isla, hasta que por Real Orden de 20 de julio de 1871, la propiedad de ambas torres pasó a la Hacienda española. Ya en esa época había perdido su utilidad militar, aunque volvió a ser utilizada durante un breve espacio de tiempo cuando finalizó la Guerra Civil.
Desde los años ochenta del pasado siglo, con el incremento de la actividad turística, ha quedado rodeada por un complejo hotelero, limitándose a vigilar el ocio y los baños de los visitantes.
Puente levadizo

Puerta de entrada, cerrada y bien cerrada 
Detalle de la fábrica de piedra; arriba la letrina.
Al igual que su prima hermana la de El Cotillo, es troncocónica y de dos plantas, pero mucho más robusta, por lo que se ejecutó en el centro un gran pilar sostiene sus bóvedas. Sus gruesos muros están realizados con mampuestos labrados en su cara externa y numerosos ripios para regularizar la fábrica.
Se accede a ella por una escalera exenta de cantería, que se une a la torre mediante un puente levadizo de madera. Sobre la puerta aún se mantiene un matacán.
La terraza está almenada y en el parapeto se abren algunas troneras; dispuso, como armamento, de dos o tres cañones de pequeño calibre.



Nombre: Torre de Caleta de Fuste, de San Buenaventura o castillo de Fuste.
Municipio: Antigua, isla de Fuerteventura.
Localidad: Caleta de Fuste.
Provincia: Las Palmas.

Tipología: Torre costera.
Época de construcción: 1741
Remodelaciones:
Estado: Bueno o, aparentemente, muy bueno.
Propiedad y uso: titularidad pública y sin uso conocido.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Visitas: Supongo que acceso libre, pero sin confirmación; cuando la visité la encontré cerrada. Sólo recorrí su perímetro en un pequeño espacio a modo de pasillo que la separa de las instalaciones de un hotel.
Calificación subjetiva: 2, o sea que si se pasa cerca y se va con tiempo pues se ve, o lo que es lo mismo, se incluirá en una ruta de viaje, pero no pasa nada si luego no se visita. En este caso la visita era casi obligatoria, tratándose de una isla (es el mismo comentario que escribí para la torre de El Tostón).
Otras cuestiones de interés: el lugar está lleno de establecimientos y negocios dedicados al turismo. Para los amantes del tema es un sitio estupendo.
Cómo llegar: En la isla de Fuerteventura nada tiene pérdida. Esta torre tampoco.