martes, 29 de agosto de 2017

Jerez de la Frontera, castillo de El Berroquejo o del Berrueco

A pesar de su estado físico, es casi una roca más del cerro, que parece inferirle un carácter cercano a la timidez-vergüenza, y por ello intenta esconderse o mimetizarse en el paisaje tras el apretado bosquecillo de acebuches y lentiscos. Y a pesar eso, y de la velocidad de crucero del coche, y la conversación con la compañía, lo vi, como no podía ser de otro modo.
Desde donde está, fue uno de los ojos que vigilaba el camino que discurría entre Jerez y Gibraltar. Hoy, aburrido de ver pasar el constante ir y venir de vehículos por la autovía que lleva al sur del sur, languidece silencioso en soledad, arruinándose cada día un poquito. Más aún, estoy seguro que nadie lo mira, ni siquiera perciben su existencia; no creo que le dediquen una fugaz mirada de ni siquiera un par de segundos.
Se trata del castillo de Berroquejo, o del Berrueco —e incluso leo por ahí Barrueco—, que es el nombre del cerrillo donde se asienta; y está en tierras de Jerez de la Frontera, de cuyo sistema defensivo formó parte allá por el Medievo.
Sobre su nombre, el del cerro, leo en la red que parece tener un claro origen celta, relacionado con las palabras castellanas barro y tierra; lo que se me antoja un poco pretencioso. Me quedo con la definición de la RAE que es más clara, concisa y acertada:
Berrueco: peñasco granítico aislado. Porque así es el montículo, granítico e imponentemente aislado.
Y si Berrueco es el lugar —los árabes lo llamaron Al Sajara, la peña—, Berroquejo es quien está en el Berrueco, o sea el castillo. Pues ya está, significado del topónimo aclarado.

He de confesar que no subí al castillo; abandoné la autovía, y accedí al camino que discurre paralelo a ella hasta aproximarme a la falda del montículo y desde allí lo observé y fotografié. Es éste, por tanto, uno de esos paseos fingidos que de vez en cuando uno hace al ver, sin previsión, un castillo o una torre; cuando se pasa junto a él y no ate detienes, o te detienes muy poco, lo suficiente para sostenerle un rato la mirada, inmortalizarle en tu cámara fotográfica y continuar el camino.

Y eso es lo que me toca ahora, fingir el paseo y recurrir a otros paseantes, tomar prestadas sus palabras e incluso alguna foto, para así conocerlo y dejarlo aquí reseñado.



EL CASTILLO:

El castillo tiene un origen alfonsino, de Alfonso X de León y Castilla, que entre otras muchas cosas fue el fundador de la Orden de Santa María de España, o de la Estrella. Se trataba de una orden militar, creada en 1270, a imitación de otras como la de Calatrava, pero cuya finalidad era, principalmente, la defensa naval de las aguas de la Corona de Castilla. Dado el carácter marinero de la orden, tuvo su sede matriz en la ciudad de Cartagena.
¿Y a qué viene todo esto?, pues viene a que dicha Orden poseyó, por donación real, algunos castillos; entre otros el de San Marcos en el Puerto de Santa María —que incluyó una sede de la Orden—, el de Alcalá de los Gazules, Torrestrella en Medina Sidonia y, el que hoy paseo, el del Berroquejo.
Posesión que fue corta en el tiempo pues a raíz de la derrota en la batalla de Moclín —23 de junio de 1280— sufrida contra las tropas de Muhammad II de Granada, por parte de un ejército cristiano formado por caballeros de las órdenes de Santiago y de Santa María, y el no menos deplorable desastre acaecido en el enfrentamiento entre el almirante Pedro Martínez y Abu Yaqub Yusuf en la batalla de Algeciras dos años antes —25 de julio de 1278—, la orden de la Estrella fue disuelta y sus componentes se integraron en la de Santiago.
Hasta aquí el inciso para colocar en contexto histórico a nuestro castillo.


Fue uno de los muchos castillos que formaban parte de una línea que defendía las ya ganadas tierras de Jerez contra las algaradas desde África a fin de controlar el sur y con ello el estrecho de Gibraltar; o desde Granada, pues la frontera con el reino nazarí estaba en lo que hoy es provincia de Cádiz.
En el castillo o en sus inmediaciones se dice que descansó —las crónicas hablan de octubre de 1340— Alfonso XI en alguna de sus idas desde Sevilla a Tarifa —hasta en cinco ocasiones bajó al sur en su afán de conquistar las tierras junto al estrecho— haciendo tiempo hasta reunir las tropas suficientes y suministros suficientes para emprender la empresa militar pretendida.
También se dice que, probablemente, estuvo aquí encerrada Doña Blanca, primer mujer del rey Pedro I, el Cruel o el Justiciero, según el bando que se trate. Como también se dice del Alcázar de Jerez, el castillo de Medina sidonia o la torre de Sidueña en el Puerto de Santa María. Así que otra torre de doña Blanca a añadir a la lista.
Enrique IV donó el castillo y gran cantidad de tierras circundantes a Martín Gómez de Vera; donación que fue rebajada posteriormente, en lo que a las tierras se refiere, por los Reyes Católicos. Y eso que Gómez de Vera había conquistado la isla de Gran Canaria para la corona de Castilla. Pero el castillo siguió estando en poder de de los Gómez de Vera. Quizás las pocas mejoras que en él se hicieron, fueron hechas en esa época.

Con la ausencia de peligros, invasiones musulmanas y demás asuntos bélicos, el pequeño castillo perdió su valor y comenzó a ganar en ruina.
Continuó siendo un hito en el camino entre Medina y Jerez hasta bien entrado el siglo XVIII, cuando su relevancia militar ya era nula.
Que es lo que hoy es: nulo en lo militar pero jalón en el camino, Y ahí sigue, para el que quiera verlo.



LOS DETALLES:

De pequeño tamaño, mantiene a duras penas su torre central y escasos tramos de su cerca circundando la peña, desperdigados en sus caras sur y oeste, o insertos en la roca de la montaña, que a veces parece haber sido trabajada como si parte de la edificación fuera.
La única torre del castillo.
Interior de la torre  (de entornoajerez.com)

La torre es cuadrada, sin cubierta, pero se observan los restos de las trompas en los arranques de lo que fue una bóveda de crucería. Aún se aprecia lo que fue una ventana enmarcada en un arco de ladrillo.
Fue levantada con toscos mampuestos y ladrillos en sus esquinas y en algunas verdugadas. Por la calidad de la fábrica, se intuye celeridad e incluso impericia en quienes fueron sus constructores.

El Berroquejo desde el aire  (de entornoajerez.com)


RESUMIENDO:

Nombre
: Castillo del Berrueco o de Berroquejo
Municipio: Jerez de la Frontera
Provincia: Cádiz

Tipología: Castillo
Época de construcción: siglo XIII
Estado: Ruinoso, y es imparable su ruina. Pero guarda y muestra una extraña belleza que asoma discretamente de entre la frondosa vegetación que cubre sus piedras. Hay castillos que, a pesar de su deplorable estado, me hacen sentir más emoción que esos recién renacidos de pretenciosas restauraciones. Castillos como éste son los que me hacen amar, verdaderamente, las piedras viejas.
Propiedad: lo desconozco.
Uso: residencia de grajos y eventual mirador.
Visitas: totalmente libre, basta saltar alguna valla y emprender la subida al cerro.

Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Está declarado Bien de Interés Cultural desde 12985.
Clasificación subjetiva: 2, es decir, si se pasa cerca y se va con tiempo pues se acerca uno a verlo. Al estar junto a la autovía, si lo ves, párate, busca el camino y acércate a saludarlo.

Otras cuestiones de interés: Más adelante, hacia el kilómetro 31, no olvidar mirar a la derecha y contemplar la magnífica silueta del horizonte, con el castillo de Torrestrella de protagonista.
Cómo llegar: por la A-381, entre Jerez y Medina Sidonia, hacia el kilometro 17, abandonar la autovía y acceder a la falda del montículo. Desde ahí andando subir al castillo, previa búsqueda del camino. En aquella ocasión, no subí. Y aún no lo he hecho.

martes, 22 de agosto de 2017

Barbate, Torre de Meca, del Romeral o de La Breña.

Vuelvo a fingir un paseo que, la verdad, no estaba el cuerpo ese día para subir aquella montaña y tampoco había ganas por parte de la Compañía de seguirme, caso de que hubiera habido deseo por mi parte.
La mañana había sido intensa, y si ya habíamos eludido la torre de El Tajo, hermana de ésta, por qué no hacerlo ahora también. La playa cerca, muy cerca, y en la lejanía se advertía Trafalgar y su faro. Allí debía estar, escondida, la amputada torre que me apetecía mucho más curiosear.
Así que me conformé con otear el paisaje hacia tierra adentro, me abrumé ante el inmenso tapiz de pinos que cubre la montaña y, cerveza en mano, hice un acto de resignación: la torre de Meca o del Romeral, sería contemplada desde la comodidad de un chiringuito.




LA TORRE:

Como en otras entradas referidas a torres almenaras de la costa del sur, se podría repetir que ésta de Meca —también se la conoce como Torre de la Breña, por encontrarse en el Paraje Natural del mismo nombre—, es una más de aquellas que formaron parte del proyecto de Felipe II que pretendía proteger las costas españolas del peligro berberisco procedente de África.
Pues no, no lo es. Aquel proyecto nunca contempló su construcción.

Tuvo que llegar el siglo XIX, ya finalizada la guerra de la Independencia, cuando se viene comprobando por parte de las autoridades militares del momento que, la visibilidad entre las torres de El Tajo y de Trafalgar no eran todo lo precisas que debieran. A lo que se añadía el mal estado en que se encontraba esa última de Trafalgar, con lo que la trasmisión de señales se hacía cada día más imprecisa. Durante algún tiempo, este problema se solventaba con la colocación de banderas, que hicieran correr las señales entre esas dos torres, en un pilar de mampostería que estaba situado donde luego se construyó la torre de Meca.

Para atenuar el problema se optó por construir otra torre en un punto intermedio y de mayor altitud, siendo el lugar elegido los Altos de Meca, concretamente en un punto a 164 metros de altura sobre el nivel del mar, y con buena comunicación visual con las torres del Tajo y la de Trafalgar.

Así que en 1820, y sufragados los gastos por el Ayuntamiento de Vejer, que era el municipio a quien pertenecían por entonces los terrenos, se erigió la torre. La misma historia fue la sucedida con la torre de El Palmar, con la que también se de ahí que a esta última se la conozca también con el nombre de Torre Nueva.

A pesar de su reciente construcción, en 1832 ya se encontraba prácticamente abandonada. Y en 1860 sólo estaba servida por dos carabineros, y en servicio nocturno.




LOS DETALLES:

A pesar de la distancia en el tiempo, la torre de Meca guarda una gran semejanza con las demás torres almenaras de los siglos XVI y XVII: su estructura y apariencia nos podrían hacer creer que es coetánea de las anteriores. Pero no, simplemente se siguió con un diseño que funcionaba. O puede que no hubiera imaginación. El caso es que, a pesar de su similitud con la de El Tajo, la de Meca resulta más estilizada pues su diámetro en la base es mucho menor, unos seis metros. Esto hace que su terraza tenga poca superficie.


de LA RECIENTE RESTAURACIÓN DE TORRE DE VIGÍA EN EL LITORAL GADITANO,
Rodrigo Valdecantos.


Vamos a su descripción:

Tiene una altura total de algo más de 13 metros —10’90 desde el plinto hasta el pretil de la terraza—, y forma troncocónica desde el plinto que es cilíndrico.

El hueco de entrada se encuentra hacia la mitad de su altura y orientado hacia tierra adentro, por lo que el ascenso debía hacerse mediante una escalera de madera portátil. Éste da paso a un pequeño zaguán abovedado y de longitud igual al grosor del muro, que comunica con una estancia circular cubierta con una bóveda semiesférica que a su vez se divide en dos plantas mediante un forjado de madera.

Las dos plantas se comunican también por medio una escalera portátil que a su vez servía para llegar hasta la garita del terrado a través de un hueco abierto en los riñones de la bóveda —lo más probable es que esta escalera fuera la misma que se usaba para acceder desde el exterior—. En la clave de la bóveda existe un tragaluz; además se ilumina y ventila mediante siete ventanucos distribuidos entre las dos plantas.

El pretil de la terraza carece de merlatura, siendo todo él corrido —a la barbeta—, con derrame hacia el interior.

Ejecutada en mampostería, está totalmente enfoscada, y es maciza desde su cimentación hasta el suelo de la estancia.

A finales del siglo XX fue restaurada, reforzándose su cimentación y reponiéndose el forjado de madera.
Vista del faro de Trafalgar desde la torre de Meca.



RESUMIENDO:


Nombre:      Torre de Meca, del Romeral o de La Breña
Municipio: Barbate.
Provincia:   Cádiz.

Tipología: Torre, torre almenara.
Época de construcción: siglo XIX. Fue restaurada entre 1992 y 1993.
Estado: En buen estado de conservación, sobre todo gracias a la restauración realizada a finales del siglo pasado.
Propiedad: Pública, de la Junta de Andalucía. Está gestionada por la consejería del Medio Ambiente y Ordenación del Territorio.
Uso:  Ninguno, en la actualidad está allí para ser vista.
Visitas: acceso libre en el entorno.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Está declarado Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, desde junio de 1985.

Clasificación subjetiva: 2, o sea, si se pasa cerca y se va con tiempo pues se acerca uno a verla.
Otras cuestiones de interés: Conil y sus playas, pero eso ya quedó dicho en otros artículos sobre torres próximas.
Cómo llegar:

lunes, 14 de agosto de 2017

Chipiona, castillo de Chipiona

Hay que ver, con la estrecha, qué digo estrecha, estrechísima relación que existe entre este pueblo y mi ciudad —si hasta sus calles peatonales más céntricas tiene el mismo nombre—, pues resulta que sólo una vez he visitado este pueblo gaditano. Y la visita fue fugaz, que digo fugaz, fugacísima.
Apenas si tuve quince minutos para un paseo exterior por su castillo, pues hasta el horario me contrarió, y hube de conformarme con apenas una docena de fotografías, mientras la compañía —esta vez laboral— me urgía a reanudar otros temas, en aquel momento aparcados.
Estoy en Chipiona, donde se cierra, por levante, la amplia bahía que desde Faro, en el oeste, redondea el sur en un arco casi perfecto, formando el mayor arenal de la Península Ibérica.
Curiosamente pugna con Sanlúcar de Barrameda, pueblo vecino, por estar situada en la desembocadura del Guadalquivir, y seguramente lo esté. Miro con detenimiento un mapa y concluyo, pero sólo como apreciación personal, que sí: que Sanlúcar es sitio de paso y Chipiona el final.

Hola.

Pero el principio de Chipiona parece ser que está en la más remota antigüedad, y que hasta aquí llegó Hércules para robarle el ganado, vacas y bueyes, al monstruo Gerión, que al cuidado de su perro Ortro y del pastor Euritión, pastaban en Eritea, una de las islas Gadeiras. Cuando Gerión intenta rescatar su ganado, Hércules lo mata con una flecha envenenada, firmando así su décimo trabajo; aún le quedaban dos más.
Ya con los romanos se dice que hubo aquí un faro que indicaba a los navegantes por dónde vertía el Betis. Fue mandado construir por un tal Quinto Servilio Cepión, por lo que al faro se le llamó Turris Caepionis, o sea, torre de Cepión, y de Cepión o Caepionis, sólo un paso para llegar a Chipiona.

Pero no se llamen a error, que de aquel faro no queda nada; el símbolo de Chipiona, el faro que hoy luce por las noches es muy posterior, concretamente de 1867 —en el siglo XVII quiso construirse uno, artillado, pero la obra no se llevó a cabo—.

Pues entre el antiguo faro, la probable existencia de la tumba del monstruo Gerión en alguna de las Gadeiras, y algún que otro hallazgo romano, pues ya tenemos la carta de presentación de Chipiona. Que no es poco.
Más adelante, ya con los visigodos reinando, viene la leyenda de la llegada de la figura de la Virgen de Regla desde el norte de África; la tradicional ocultación de la imagen, tras la llegada de los musulmanes, en un aljibe de la ciudadela cerca del actual monasterio — ¿cuántas imágenes de la Virgen se ocultaron en aquellos años para ir apareciendo conforme la reconquista avanzaba hacia el sur?—.
Así que la virgen de Chipiona debió reaparecer después de la conquista del lugar, cosa que sucedió por segunda vez en 1264, por obra y gracia de Alfonso X el Sabio. Su padre, Fernando III el Santo no debió conquistarla como es debido en 1251, pues a pesar de hacerse con ella, la villa volvió a poder musulmán.
En 1297, Alonso Pérez de Guzmán, el Bueno de Tarifa, recibe de manos del rey Fernando IV el Señorío de Sanlúcar que incluía la villa de Chipiona, la cual formaría parte, junto con la de Rota, de la dote de boda de su hija Isabel al contraer matrimonio con Fernando Ponce de León en 1309, pasando la villa de Chipiona a la Casa de Arcos.
En la segunda mitad del siglo XV, Chipiona ya tenía Carta de Puebla, con las ventajas y obligaciones que eso suponía: ordenanzas, regulación de oficios, concesión de solares y construcción de viviendas, puesta en cultivo de tierras, etc.
Y en 1755 llegó el terremoto de Lisboa que aquí se tradujo en un tsunami una hora después. Se inundaron calles y viviendas, y murieron cuatro personas.

Fachada norte, hacia el mar.

EL CASTILLO:

Asentado sobre una roca, junto a la orilla del Atlántico, el castillo de Chipiona tiene un origen incierto; su datación más fiable se fecha en el siglo XIII, que es cuando se cree que Alfonso X manda fortificarlo durante la reconquista de la ciudad de Cádiz Otros estudios dicen que es posterior, apuntando hacia el siglo XV.
Aunque como en casi todos los casos, es casi seguro que su origen esté en otra fortaleza musulmana, totalmente desaparecida pero sin posibilidad de demostrarse esta hipótesis.
Es muy probable que fuera Guzmán el Bueno quien construyera el castillo una vez incorporadas las tierras de Chipiona a su señorío. Con ello protegía, contra los ataques de piratas, la costa en el tramo hasta Rota y el espacio de la desembocadura del Guadalquivir hasta Sanlúcar.

Fachada sur.

El castillo original, se cree, tuvo unas dimensiones muy reducidas; incluso sólo disponía de una planta, Y aunque casi siempre estuvo en uso, lo hizo a base de modificaciones que han ido alterando su aspecto. 
A saber:

Se conocen datos de su rehabilitación allá por 1527, que le añadieron una planta más y modificaron su distribución interna y su aspecto externo. Durante esta época cumplió en sus funciones defensivas y de vigilancia contra los piratas ingleses y holandeses que merodeaban por el Mediterráneo; incluso fue apoyado por una batería costera que se construyó en las proximidades.
Hacia 1650 dejó de tener guarnición militar para cumplir posteriormente con otros menesteres.
A finales del siglo XVII fue sala capitular del Consistorio y casa del párroco; y también cárcel local durante el XVIII.
En la segunda mitad del siglo XIX fue puesto de la guardia Civil y en 1886 fue adquirido por un particular para ser convertido en hotel, época en la que Chipiona tuvo cierta importancia como lugar turístico para clases adineradas —negocio que duró hasta 1989—. De esa época data el aspecto actual del castillo: ampliaciones, divisiones interiores y construcción de la torre.

Detalle del almenado.

A continuación, el castillo quedó abandonado, con lo que le sumió en un estado de deterioro.
Fue reformado a principios de la década de los veinte del pasado siglo, para ser residencia de Carlos de Borbón-Dos Sicilias, bisabuelo del actual rey de España, durante cinco años. Esas obras consistieron, principalmente, en la elevación de las cubiertas. Finalizada su estancia, el edificio volvió a su actividad de hotelera.

Fachada principal.

En el año 2000 fue adquirido por el ayuntamiento que lo restauró y puso en uso a partir de 2009.
En 2012, cuando tuve a bien pasar por el pueblo, era utilizado como Centro de Interpretación de Cádiz y el Nuevo Mundo, además de lugar de celebración de todo tipo de eventos, sobre todo culturales.

LOS DETALLES:

El castillo actual en nada se parece al original. Las numerosas obras de reforma y de adaptación a los usos que ha tenido, lo han desvirtuado en exceso. Son muy numerosos los vanos abiertos en sus muros y las redistribuciones interiores. Todas sus dependencias están cubiertas con bóvedas de arista.
Actualmente mantiene, de su origen, sólo el cuadrado de su planta. La segunda planta fue añadida en el siglo XVI y la torre, adosada a la fachada norte, en el XIX; ésta última también es de planta cuadrada.
Todo el conjunto dispone de almenas y numerosos vanos ojivales, pero sin datar.

Galerías de la planta baja.



RESUMIENDO:

Nombre: Castillo Chipiona
Municipio: Chipiona.
Provincia: Cádiz.
Tipología: Castillo.

Época de construcción: siglo XIII o XV, hay dudas.
Estado: En buen estado de conservación, aunque muy transformado. Las reformas y adaptaciones lo han desvirtuado por completo.
Propiedad: Pública, concretamente del Ayuntamiento.
Uso: Centro de Interpretación sobre las Relaciones de Cádiz y el Nuevo Mundo (¿?). Además de centro de celebración de eventos culturales gestionado por el Ayuntamiento.
Visitas: acceso libre, dado el uso al que está destinado.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Está declarado Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, desde junio de 1985.
Clasificación subjetiva: 2, o sea, si se pasa cerca y se va con tiempo pues se acerca uno a verlo. Es decir, que se incluirá en una ruta de viaje pero no pasa nada si luego no se visita. Que me perdonen los chipioneros.

Otras cuestiones de interés: Sin duda alguna el faro, el más alto de España. Y es que los faros son esos otros edificios que tanto me fascinan.
Cómo llegar:










martes, 8 de agosto de 2017

Maqueda, Muralla Urbana


Pero antes de marcharme de Maqueda faltaba pasear los escasos restos de la que fue su muralla árabe. Pues la villa no sólo tuvo castillo, que también estuvo amurallada.
Una muralla que partía del mismo castillo y, dirigiéndose hacia el oeste, rodeaba todo el cerro en el que, entre los siglos X y XII, fue el asentamiento de la pequeña ciudad a la que los árabes ya llamaron Maqqada o Makida.
A aquella muralla, que también fue pequeña, el tiempo no la ha tratado nada bien: apenas si nos han llegado unas piedras, un par de torres hoy exentas pero bien conservadas, y los arcos y una puerta a los que una iglesia ayuda a sostener.
Paseo rápido por el pueblo, un poco por la prisa, dada la hora y el calor, y otro tanto por el desinterés que ya tiene mi Compañía, fruto, seguramente, por la contrariedad que ha supuesto no acceder al castillo. Desinterés derivado de la decepción.

Vamos al grano:
Escalinata, puerta Califal e iglesia.

Tuvo la muralla dos puertas de acceso, de las que hoy sólo podemos contemplar una, la que llaman Califal, que conforma en parte la fachada de la iglesia de Santa María de los Alcázares —que menuda advocación, más sugestiva, tiene el templo—, a la que dentro de un ratillo trataré por el interés que me suscita el hecho de encontrarse tan hermanada con lo que nos queda de la muralla medieval.
La Puerta Califal, con más detalle.

La puerta Califal, como toda la muralla urbana de Maqueda, fue construida entre los siglo X y XII, se abre frente a la fachada principal de la iglesia, donde quedan los restos de lo que fue una barbacana, y a cada lado, sendos arcos apuntados ejecutados de sillares de piedra y que sustentaban una bóveda sobre la que estaría una terraza y el adarve. En el centro de los arcos, un pasadizo muy bien conservado que añadía dificultad a la entrada, y a continuación la propia puerta de la fortaleza.
A continuación de la puerta queda un recinto cuadrangular, almenado y con aspilleras, que se cubrió para formar el actual atrio de la iglesia. Este recinto sólo es accesible en ciertos días de fiesta y puntuales eventos religiosos.
Contemplar esta puerta hace presumir el carácter defensivo de la iglesia, aunque no más lejos de ello: se trata de una puerta de la muralla desaparecida, no la de un edificio que nunca estuvo fortificado.
La torre de las Campanas.

Dejando la Puerta Califal a la derecha, subimos por la calle de La torre, siguiendo por el camino que debió recorrer la muralla, para dejar a la izquierda, a la altura del número 5 de esa calle, casi oculta por edificaciones actuales, la Torre de las Campanas —leo también que se la denomina de Las Infantas—.
De planta cuadrangular, está ejecutada en sillarejos con ladrillos en la formación de las esquinas y finas verdugadas de ladrillo. Actualmente se encuentra restaurada.
La Torre de la Vela.

Más adelante, siguiendo la misma calle y a corta distancia, nos encontramos, altiva y aislada de otras edificaciones, con la Torre de la Vela.
Construida, al igual que su compañera, de mampuestos y ladrillo, destaca por su particular planta: tres de sus lados son rectos mientras que el cuarto, el que mira al exterior, es una semicircunferencia. Aunque en este caso las verdugadas son más anchas y las forman una hilada de ladrillo a sardinel.
A media altura se abren saeteras, y más arriba dos órdenes de ventanas de arco de medio punto enmarcadas en alfiz.
Las dos torres son un bello y sugerente ejemplo de la arquitectura militar mudéjar.

Todo el conjunto, pequeño pero conjunto al fin y al cabo, se encuentra bajo la protección de la Declaración Genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.

Plaza de Maqueda: Rollo, Puerta Califal, Iglesia parroquial; y a la izquierda, torre de la Vela y la de las Campanas.

Y por último la iglesia, cuya entrada es la Puerta Califal.
Está dedicada, decíamos, a Santa María de los Alcázares; y cuando se construyó, en el siglo XV, uno de sus laterales apoyó directamente sobre la muralla, concretamente sobre una de las puertas de la muralla, quedando todo el edificio intramuros.
Tiene tres naves y a lo largo de los siglos ha sido objeto varias reformas y más de un añadido, como el campanario neomudéjar, que es de principios del siglo XX, terminado en 1908.
En su interior destaca el retablo mayor, del siglo XVI, un retablo lateral obra de Berruguete, numerosos detalles de cerámica talaverana del siglo XVI en otro altar lateral y en el presbiterio, y un capitel corintio romano que actualmente es utilizado como pila bautismal.
Actualmente se accede a ella mediante una gran escalinata que parte desde la plaza a la altura del Rollo Jurisdiccional.

Casi lo olvidaba:
El Rollo era el símbolo de la villa y la manifestación de la capacidad que ésta tenía para administrar justicia, se levanta sobre unas gradas en el centro de la plaza.
Se colocó en 1500 y se trata de una columna cilíndrica que tiene gravado el escudo de los Cárdenas, y en el capitel tres leones de los cuatro que tuvo esculpidos.

Nota informativa:
Los rollos de justicia se colocaban, durante la Edad Media y posteriormente, en las villas cuyo asentamiento ya estaba consolidado, y a las que los reyes habían otorgado Cartas de Villazgo, las cuales contenían privilegios en lo que a exenciones de impuestos, celebración de ferias y mercados y resolución de conflictos civiles entre sus habitantes —o sea, impartir justicia—.
La construcción de estos elementos daba a conocer que en esa villa se tenía la potestad jurisdiccional, y dada su forma cilíndrica, recibieron el nombre de rollo.



martes, 1 de agosto de 2017

Maqueda, castillo de Maqueda o de La Vela

Seguro que muchos han pasado más de una vez por la carretera N-V hacia o desde Madrid y se han fijado, aunque sea de refilón y  aún sin conocerlo ni haber oído hablar de él,  en su limpia muralla, en el escalón de su almenado y, sobre todo, en esa puertecita que parece estar fuera de lugar y a la que no llega ningún camino. Como acto reflejo, han mirado el cartel indicativo junto al arcén y han leído: Maqueda. Y han seguido su camino sin saber que se trata del castillo de La Vela.

Y tú, que también has pasado a su vera en más de una ocasión sin detenerte aunque no te faltaran ganas, encuentras por fin el día en que, cansado de que la miel se quede siempre en el borde de los labios, paras el coche a sus pies, superas las quejas de la compañía y lo paseas durante unos minutos para tocarlo y fotografiarlo, como a todos. Pero por encima de ello, será para constatar que aquella vieja lámina de la Historia de España del Marqués de Lozoya editada por Salvat, es real, que aunque el color de entonces se ha desgastado con el tiempo, la piedra de hoy está nueva como la primera vez que le vistes en el papel. Así que lo primero que haces cuando caminando te acercas a él, es comprobar que la puertecita no es para entrar, sino que fue para salir, y que irremediablemente tendrás que conformarte con pasearlo a su alrededor.
La vieja lámina de la Historia de España, de Salvat


Más tarde, pasados unos días, o meses, mirarás las fotografías que le has hecho y leerás datos sobre él. 
Datos tales como que:

Ya los romanos se instalaron en este lugar, y que en el 981 de nuestra era, Almanzor ordenó a Fath ben Ibrahim “el Omeya”, también llamado Aben el Caxeri de Toledo,  que reedificara y mejorara la fortificación existente.
Alfonso VI de Castilla la conquista en 1083  sin apenas dificultad, y en 1153 pasa a ser señorío de un tal Fernando Yáñez.  En 1177 Alfonso VIII donó el castillo, la población y todas sus tierras a la Orden de Calatrava, que construyeron la iglesia mayor del pueblo y su muralla.  Fue encomienda de la Orden, a la que se incorporó también el cercano castillo de San Silvestre.
Durante toda la Edad Media vive un ir y venir de cercos, asaltos y ocupaciones: los almorávides no consiguen conquistarlo a finales del siglo XII; en 1434 Álvaro de Luna lo toma junto con su vecino San Silvestre; volviendo ambos a la corona de Castilla cuando el Condestable de Castilla cae en desgracia ante su rey Juan II. Durante el reinado de Enrique IV el señorío de Maqueda  es concedido a Álvar Gómez de Ciudad Real, judío converso, que se lo cambió al Cardenal Mendoza en 1465 por varias villas en Guadalajara.
No terminan aquí los trueques, porque más tarde el Cardenal Mendoza se lo cede al arzobispo de Toledo Alonso Carrillo de Acuña a cambio del de Jadraque; el arzobispo vende villa y castillo a Gutierre de Cárdenas, comendador mayor de León, que lo reconstruyó y amplió; el estado en que lo dejó es, prácticamente como hoy lo conocemos.  Durante este periodo tuvo aquí su residencia la Reina Isabel la Católica, a la que acompañó su amiga Beatriz de Bobadilla, que era hija del Alcaide del castillo.
Poco después, Gutierre de Cárdenas y esposa (el matrimonio Cárdenas-Enríquez) fijan su residencia en Torrijos, con lo que Maqueda queda relativamente abandonado. Su hijo, Diego de Cárdenas, es nombrado duque de Maqueda por el Emperador Carlos en 1539, lo cual no evitó que se iniciara un periodo de desuso y abandono (sus dueños ya habían fijado definitivamente su residencia en su palacio de Torrijos), y con ello un prolongado deterioro que terminó en el siglo XX cuando el Estado lo recupera e instala en su interior un cuartel de la Guardia Civil. Previamente, en el siglo XIX, la familia Cárdenas había perdido su propiedad, una vez fueron abolidos los señoríos.
El castillo de Maqueda volvió a tener una función militar, y  con ello se garantizó su conservación.

Y te ayudarás de la red para mirarle desde el cielo, porque hasta ahí no llegas, y así poder comprobar que:

Su planta es ligeramente rectangular, pues su lienzo que mira hacia levante se quiebra algo al interior para adaptarse al terreno sobre el que se asienta, que le obligó a ser construido en dos niveles, como perfectamente se aprecia en ése su alzado más conocido.
Hacia el sur le flanquean dos torres circulares, y otras dos más hacia la mitad de los lienzos este y oeste; en la esquina izquierda de su cara norte dispone de un cubo circular y en la otra esquina quedan los restos de otra torre de planta cuadrada que, aparentemente tuvo que ser fuerte, levantada como protección de la puerta; seguramente esa fue la del Homenaje. Junto a ésta se abre su acceso principal, hoy cerrado mediante una moderna puerta de hierro. Sobre esta puerta, arco de medio punto adovelado y enmarcado en un alfiz, queda el escudo de los Cárdenas Enríquez; y más arriba un fuerte matacán labrado de sillería y ladrillo; en su centro, una aspillera cruciforme.
La puerta del castillo en su muro norte. A su lado los restos de la torre del Homenaje (¿?)

Sus muros, de más de tres metros y medio de espesor, son de mampostería, con detalles de sillería en las esquinas. Sobre ellos, una fina línea de ladrillo marca el piso del adarve, y más arriba otra línea enmarca el parapeto. Sobre éste se levantan unas peculiares almenas, de mampostería y ladrillo, que se unen cada dos mediante un parapeto con saetera; en otras partes, esta unión es de hasta tres almenas.  Los merlones se rematan con elementos piramidales, lo que le da al edificio una esbeltez y una particular belleza. Este almenado es el elemento más distintivo y original del castillo de Maqueda.
El parapeto del adarve también dispone de saeteras y aspilleras, llegando a tener una altura total, desde el piso hasta el coronamiento de las almenas, de 2’50 metros. Aparte de esas saeteras y algunas troneras abuzonadas, pocos huecos se ven.  En el lienzo más elevado de la muralla de levante, se abrieron “recientemente” cuatro ventanales que son los únicos de todo el castillo.
Tronera en la torre izquierda del muro norte

Un jardín junto a la muralla oeste
En la esquina inferior izquierda del muro que mira hacia el este, existe una pequeña puerta, que debió cumplir la misión de poterna, enmarcada en un arco de medio formado por grandes dovelas.
La poterna de la muralla de levante

Hasta aquí todo lo que del castillo pudiste ver, que de su interior nada viste porque la puerta estaba cerrada. Pero lees que apenas queda algo de lo que dentro tuvo, porque entre las demoliciones y obras que se hicieron para adaptarlo a las funciones de Casa Cuartel de la Guardia civil, y las que recientemente se han realizado, se ha perdido prácticamente todo. Bueno, sí, las torres mantienen sus pisos, sus escaleras de caracol y sus bóvedas; y todo el espacio interior (miras una foto en la red y lo compruebas) lo ocupa un moderno y excéntrico edificio que, imagino, iba a albergar el hoy inexistente archivo-museo.
Y aunque sólo lo has paseado por su exterior, la parada ha quedado justificada, la miel la has saboreado y el espíritu, una vez más, se te ha elevado. 
Desde el aire, vista de los edificios del interior  (de galeon.com)

Nombre: Castillo de Maqueda o de La Vela
Municipio: Maqueda
Provincia: Toledo
Ubicación: Sobre una colina en un extremo del pueblo.
Tipología: Castillo
Época de construcción: finales del siglo X; a lo que hay que añadir posteriores modificaciones y restauraciones. La realizada en el siglo XX no cuenta.
Estado: En muy buen estado, restaurada en 2014. Pero no cabe duda que sería necesario un buen aseo.
Propiedad: Ministerio del Interior
Uso: actualmente ninguno (fue cuartel de la Guardia Civil y sede de la Agrupación de Tráfico).
Se ha pretendido convertirlo en Museo Nacional de la Guardia Civil y sede del Archivo Histórico de dicho Cuerpo, para lo que se realizaron obras para su acondicionamiento, concluyéndose las mismas pero sin llegar a funcionar ni como museo ni como archivo. Actualmente está en venta.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Fue declarada monumento histórico artístico mediante decreto de 03-06-1931.
Visitas: cerrado, sólo es accesible el exterior.
Clasificación: 3 o sea, que se incluirá obligatoriamente en ruta de viaje, o lo que es lo mismo, se hará todo lo posible por visitarlo. 
Otras cuestiones de interés:
El almenado del castillo de Maqueda es similar al del castillo de San Silvestre en Novés, que también fue construido por la familia Cárdenas. Dense una vueltecita por ése lugar.
No olvidar los restos de la muralla de la población, que al fin y al cabo éste castillo era el alcázar, y que envolvía toda la villa. Tuvo dos puertas y de ella nos quedan las torres de Santa María o de las Campanas y la de la Vela, piedra y ladrillo; y también los vestigios de la de las Infantas y, delante de la iglesia de Santa María, que aquí es de los Alcázares, la Puerta Maestra.
Y en pocos kilómetros a la redonda, más castillos, que este país está lleno de ellos.
Cómo llegar:
Fácil, muy fácil, autovía A-5 (E-90), de Madrid a Extremadura, está junto a la carretera, la mirada choca contra él.