martes, 8 de agosto de 2017

Maqueda, Muralla Urbana


Pero antes de marcharme de Maqueda faltaba pasear los escasos restos de la que fue su muralla árabe. Pues la villa no sólo tuvo castillo, que también estuvo amurallada.
Una muralla que partía del mismo castillo y, dirigiéndose hacia el oeste, rodeaba todo el cerro en el que, entre los siglos X y XII, fue el asentamiento de la pequeña ciudad a la que los árabes ya llamaron Maqqada o Makida.
A aquella muralla, que también fue pequeña, el tiempo no la ha tratado nada bien: apenas si nos han llegado unas piedras, un par de torres hoy exentas pero bien conservadas, y los arcos y una puerta a los que una iglesia ayuda a sostener.
Paseo rápido por el pueblo, un poco por la prisa, dada la hora y el calor, y otro tanto por el desinterés que ya tiene mi Compañía, fruto, seguramente, por la contrariedad que ha supuesto no acceder al castillo. Desinterés derivado de la decepción.

Vamos al grano:
Escalinata, puerta Califal e iglesia.

Tuvo la muralla dos puertas de acceso, de las que hoy sólo podemos contemplar una, la que llaman Califal, que conforma en parte la fachada de la iglesia de Santa María de los Alcázares —que menuda advocación, más sugestiva, tiene el templo—, a la que dentro de un ratillo trataré por el interés que me suscita el hecho de encontrarse tan hermanada con lo que nos queda de la muralla medieval.
La Puerta Califal, con más detalle.

La puerta Califal, como toda la muralla urbana de Maqueda, fue construida entre los siglo X y XII, se abre frente a la fachada principal de la iglesia, donde quedan los restos de lo que fue una barbacana, y a cada lado, sendos arcos apuntados ejecutados de sillares de piedra y que sustentaban una bóveda sobre la que estaría una terraza y el adarve. En el centro de los arcos, un pasadizo muy bien conservado que añadía dificultad a la entrada, y a continuación la propia puerta de la fortaleza.
A continuación de la puerta queda un recinto cuadrangular, almenado y con aspilleras, que se cubrió para formar el actual atrio de la iglesia. Este recinto sólo es accesible en ciertos días de fiesta y puntuales eventos religiosos.
Contemplar esta puerta hace presumir el carácter defensivo de la iglesia, aunque no más lejos de ello: se trata de una puerta de la muralla desaparecida, no la de un edificio que nunca estuvo fortificado.
La torre de las Campanas.

Dejando la Puerta Califal a la derecha, subimos por la calle de La torre, siguiendo por el camino que debió recorrer la muralla, para dejar a la izquierda, a la altura del número 5 de esa calle, casi oculta por edificaciones actuales, la Torre de las Campanas —leo también que se la denomina de Las Infantas—.
De planta cuadrangular, está ejecutada en sillarejos con ladrillos en la formación de las esquinas y finas verdugadas de ladrillo. Actualmente se encuentra restaurada.
La Torre de la Vela.

Más adelante, siguiendo la misma calle y a corta distancia, nos encontramos, altiva y aislada de otras edificaciones, con la Torre de la Vela.
Construida, al igual que su compañera, de mampuestos y ladrillo, destaca por su particular planta: tres de sus lados son rectos mientras que el cuarto, el que mira al exterior, es una semicircunferencia. Aunque en este caso las verdugadas son más anchas y las forman una hilada de ladrillo a sardinel.
A media altura se abren saeteras, y más arriba dos órdenes de ventanas de arco de medio punto enmarcadas en alfiz.
Las dos torres son un bello y sugerente ejemplo de la arquitectura militar mudéjar.

Todo el conjunto, pequeño pero conjunto al fin y al cabo, se encuentra bajo la protección de la Declaración Genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.

Plaza de Maqueda: Rollo, Puerta Califal, Iglesia parroquial; y a la izquierda, torre de la Vela y la de las Campanas.

Y por último la iglesia, cuya entrada es la Puerta Califal.
Está dedicada, decíamos, a Santa María de los Alcázares; y cuando se construyó, en el siglo XV, uno de sus laterales apoyó directamente sobre la muralla, concretamente sobre una de las puertas de la muralla, quedando todo el edificio intramuros.
Tiene tres naves y a lo largo de los siglos ha sido objeto varias reformas y más de un añadido, como el campanario neomudéjar, que es de principios del siglo XX, terminado en 1908.
En su interior destaca el retablo mayor, del siglo XVI, un retablo lateral obra de Berruguete, numerosos detalles de cerámica talaverana del siglo XVI en otro altar lateral y en el presbiterio, y un capitel corintio romano que actualmente es utilizado como pila bautismal.
Actualmente se accede a ella mediante una gran escalinata que parte desde la plaza a la altura del Rollo Jurisdiccional.

Casi lo olvidaba:
El Rollo era el símbolo de la villa y la manifestación de la capacidad que ésta tenía para administrar justicia, se levanta sobre unas gradas en el centro de la plaza.
Se colocó en 1500 y se trata de una columna cilíndrica que tiene gravado el escudo de los Cárdenas, y en el capitel tres leones de los cuatro que tuvo esculpidos.

Nota informativa:
Los rollos de justicia se colocaban, durante la Edad Media y posteriormente, en las villas cuyo asentamiento ya estaba consolidado, y a las que los reyes habían otorgado Cartas de Villazgo, las cuales contenían privilegios en lo que a exenciones de impuestos, celebración de ferias y mercados y resolución de conflictos civiles entre sus habitantes —o sea, impartir justicia—.
La construcción de estos elementos daba a conocer que en esa villa se tenía la potestad jurisdiccional, y dada su forma cilíndrica, recibieron el nombre de rollo.



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