martes, 30 de noviembre de 2021

Torija, castillo de Torija

La primera vez que me detuve en Torija fue allá por los noventa, no recuerdo el año. Volvíamos de un viaje por la provincia de Soria y al poco de que las indicaciones en la carretera nos anunciaran su proximidad, ya vi a mi izquierda, sobre un cerro bajo el que discurre el arroyo que da nombre al pueblo, el hermoso volumen de piedra que es el castillo y su orgullosa torre.
De entonces sólo quedaron algunas fotos en papel que ahora no encuentro, y el recuerdo de un edificio hueco, vacío, con la salvedad de la torre que albergaba, o estaba en proceso de albergar, un museo dedicado a la Alcarria y a Camilo José Cela y su viaje por esta tierra.
La segunda, y última, fue hace cuatro meses cuando también regresábamos de otro viaje, esta vez, entre otras cosas, de pasar una inolvidable mañana en Loarre y ver cumplido un sueño de los de toda la vida.
Nuevamente apareció a la vista, a la izquierda de la carretera, Torija y su inconfundible castillo, arrogante, inponentemente castellano; vigilando aún el camino que lleva y trae a Aragón, que fue Camino Real, protegiendo la puerta natural de la Alcarria desde una somera elevación.
Ahora, aquella oquedad que vi en los noventa la llena un edificio moderno que, a primera vista me pareció fuera de lugar. A segunda vista siguió pareciéndomelo, y a la tercera lo asemejé a unas insustanciales oficinas.
Pero bueno, dejémonos de lamentos y vamos a lo que vamos: Torija, su historia y su castillo.
El castillo desde la Plaza de la Villa.

Los primeros datos que del lugar se tienen nos vienen de la Reconquista, pero se presume la presencia por aquí de otros pueblos más antiguos que ya vieron al final del amplio valle, un lugar ideal para asentarse, levantar una atalaya y construir alrededor un poblado. Es posible que hasta su nombre, Torija, proceda del latín turricula, que traducido es torrecilla; y una pequeña torre fue durante siglos.
Como tantos otros sitios que presumen de castillo y de su privilegiada ubicación, éste no va a ser menos. Así que diremos que se encuentra en territorio privilegiado, cruce de caminos y lugar de paso natural hacia Aragón. Yde ahí a decir que fue pieza clave en la defensa del Reino de Castilla apenas si hay nada. Tal fue su importancia que llegó a tener una una prestigiosa feria de ganados.
Esquina oeste del castillo.


EL CASTILLO:

Se dice que su fundación fue cosa de los Caballeros del Temple —que según las leyendas fueron a quienes Alfonso VI les donó estas tierras cuando las reconquistó en 1085—, allá por el siglo XI en que se reconquistan estas tierras. Ellos levantaron la primera atalaya, un convento —se han encontrado restos de éste en las proximidades— y se encargaron de proteger aquellos caminos. Pero como más arriba dijimos, seguramente fueron los romanos quienes primeron levantaron la original torre. De todas formas, caso de que los templarios levantaran aquí una fortaleza, es seguro que no fue la que hoy vemos.
Fuera lo que fuese, el castillo que allí hubo, con el tiempo, fue pasando de unas manos a otras, a saber:
En el siglo XIII don Alonso Fernández Coronel, recibe el lugar de Alfonso XI, en agradecimiento a su ayuda en la batalla del Salado librada entre los cristianos y los Benimerines. Pedro I el Cruel se la entrega a Íñigo López de Orozco hacia la mitad del siglo XIV; Enrique II a Pedro González de Mendoza; en 1380 forma parte del mayorazgo de Diego Hurtado, el que sería futuro almirantre de Castilla. Durante el reinado de Juan I, el castillo vuelve a la familia Coronel, concretamente a doña María Coronel; y entrado el siglo XV, Fernando de Antequera, regente de Castilla, donó el castillo a su copero mayor Pedro Núñez de Guzmán, y éste a su vez, a su hijo Gonzalo de Guzmán, conde de Gelves.
Y en esto que llegamos a 1445, cuando tropas de los infantes de Aragón al mando de un tal Juan de Puelles, conquistaron Torija durante la campaña de Juan II de Navarra contra su primo Juan II de Castilla. Y desde su castillo se dedicaron a guerrear por los campos de la Alcarria.
D. Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana.

Siete años después de aquello, es reconquistado por las tropas del Marqués de Santillana, Íñigo López de Mendoza, y del arzobispo de toledo, Alfonso Carrillo, quedando en posesión de una de las ramas familiares, concretamente de los Suárez de Figueroa y Mendoza, condes de Coruña y después vizcondes de Torija, los cuales estuvieron, desde su llegada a Castilla, muy vinculados a esta comarca. Éstos últimos fueron quienes le dieron el aspecto definitivo con el que, a pesar de la historia, ha llegado a nuestros días.

Antes de ser deshabitado a finales del siglo XVI, sirvió de posada del Emperador Carlos y de su hijo Felipe II. Siguió siendo propiedad de la familia Mendoza y, aunquye en no muy buen estado, fue alojamiento de Felipe V, en el siglo XVIII, durante un viaje de regreso a Madrid.
Durante la Guerra de la Independencia, el castillo fue cuartel y refugio de Juan Martín “el Empecinado” que desgraciadamente, al abandonarlo, voló sus muros para que así no pudiera ser utilizado por las tropas francesas. No hay mal que por bien no venga.
Nuevamente, en la Guerra Civil, sufrió grandes destrozos, siendo reparados y restaurado —murallas, cubos y torre del Homenaje— en los años sesenta del pasado siglo por la Dirección General de Bellas Artes.


A finales del siglo pasado se acondicionó la torre del Homenaje como museo dedicado, curiosamente, a un libro: «Viaje a la Alcarria», de Camilo José Cela.
Recientemente, la Diputación de Guadalajara ha incrustado en su interior un, a mi juicio, desafortunado edificio para emplazar en él otro museo. Éste destinado a servir como Centro de Interpretación Turística de la provincia de Guadalajara.

Antes de su reconstrucción.

Después de reconstrucción.


LOS DETALLES:

Es de planta cuadrada y enteramente ejecutado en piedra caliza, propia de la zona; muros de sillarejo, piedras muy bien trabadas con mortero de cal, que le dan un fortísimo aspecto. Dispuso de antemuro, un recinto exterior que rodeaba todo el edificio, de escasa altura y que seguía en paralelo el perímetro del castillo
Sus esquinas, orientadas a cada uno de los puntos cardinales, están reforzadas por potentes cubos cilíndricos, excepto la que señala el este que es el sitio donde se levanta la magnífica Torre del Homenaje.
Los cuatro lienzos estuvieron rematados por una cornisa amatacanada —hoy sólo se conserva completa la suroeste y parte de la noroeste— sostenida por ménsulas de triple arco; sobre ella discurría el adarve almenado. En el centro de estos lienzos se sitúa un pequeño garitón que sobresale en altura del adarve, y que también se remata con la misma cornisa amatacanada.
Idéntico remate tuvieron los tres cubos cilíndricos, conservándose al día de hoy algunos tramos de sus matacanes.
Todo el interior del castillo está vacío —no cuenta el edificio-museo actual—, pero se puede decir, al observar los mechinales, que tuvo tres plantas. Desde la última planta y en la esquina oriental, dos puertas —una a cada lado del vértice— comunican con la torre del Homenaje.

La torre del Homenaje conviviendo con modernas edificaciones.

La torre del Homenaje es la parte del castillo más llamativa. Se sitúa en el ángulo oriental y surge como una prolongación de la esquina a la vez que sustituye al inexistente cuarto torreón esquinero. Tiene la particularidad de estar unida al volumen del castillo, y éste a ella, por los vértices. Curiosamente está orientada hacia la población, con lo que aparenta un fuerte sentido de protección sobre el caserío.
Las esquinas de la torre se refuerzan con torrecillas cilíndricas muy delgadas, como si de contrafuertes se tratara, de una altura igual a la torre en las que flanquean su cara este, y de menor altura las otras dos, que arrancan desde el nivel del adarve de los muros. Esta característica es propia de los castillos vallisoletanos.
En el centro de cada una de sus cuatro caras —al igual que en los lienzosdel castillo— se adosa un pequeño garitón que aún sobresaliendo por encima del adarve de la torre, no alcanzan la atura de las torrecillas esquineras.
La torre se remata, al igual que el resto del castillo, con la misma cornisa amatacanada, idéntica en forma y tamaño, tanto en su adarve como en las torrecillas y los garitones. Apenas si se conservan almenas.
Escalera de acceso exterior a la torre del Homenaje.

Tuvo su entrada desde el exterior y por el primer piso, accediéndose mediante una escala móvil, que hoy es fija. Su interior se divide en cuatro plantas más la terraza.
En todos sus muros se abren numerosos huecos, ventanas de diversos tamaños y saeteras; sobre todo, estas últimas, en el nivel inferior de los muros.
La zona de la torre del Homenaje y sus dos cortinas aledañas tuvo foso —recientemente excavado y reconstruído— delante de la barrera, ya que se encontraba en una zona más llana y menos escarpada que las otras dos caras. Era por aquí por donde estuvo la entrada primitiva, y por donde hoy se accede al patio y los museos.

Mi Compañía camino del castillo.


RESUMIENDO:

Nombre: Castillo de Torija
Municipio: Torija.
Localidad: Torija.
Provincia: Guadalajara.

Tipología: Castillo.
Época de construcción: Siglo XV
Estado de conservación: En muy buen estado, fue reconstruido en 1962, lienzos, torreones y torre del Homenaje, aunque dejando vacío su interior. A pesar de haberse utilizado materiales de idénticas características a los originales, las zonas restauradas son perfectamente distinguibles.

Edward Cooper dice de él en su “Castillos Señoriales de la Corona de Castilla”: «De este castillo sólo quedaban trozos maltratados, hasta que se llevó a cabo recientemente en él una superentusiasta reconstrucción. Ignoro sobre qué base se ha repetido, de esta forma, el matacán corrido de la torre del homenaje en los lienzos del recinto».

Por lo que deberíamos suponer que el matacán corrido sólo estuvo en la torre del homenaje.

Desde el exterior, destaca su belleza y elegancia, que queda oculta en su interior por, a mi juicio, el inapropiado edificio.
Antes de la inclusión del nuevo edificio.

El moderno edificio en el interior del castillo.

Propiedad y uso: De propiedad pública —Diputación Provincial de Guadalajara—, actualmente alberga el Centro de Información Turística de la provincia de Guadalajara (CITUG), con elementos expositivos relacionados con el Patrimonio Natural, el Histórico-Artístico y el Etnográfico.
La torre del Homenaje alberga un museo dedicado a la figura de Camilo José Cela en relación a su obra Viaje a la Alcarria.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Es Monumento Nacional desde 1931.
Visitas: Son libres el exterior, que es la plaza del pueblo, y el patio interior. La entrada a los museos tiene un precio. Un servidor no accedió al interior del moderno edificio; paseé todo su perímetro y me tomé un par de cervezas en una terraza de la plaza del pueblo mientras lo contemplaba.
 Entrada, torre del Homenaje y museo, desde el interior del patio.

Calificación personal: 3, o sea, que se incluirá obligatoriamente en ruta de viaje, o lo que es lo mismo, se hará todo lo posible por visitarlo.
Otras cuestiones de interés: Me gusta la descripción de su estilo que aparece en Castillos de España (tomo II, Editorial Everest: «Por las características de estilo, pertenece al siglo XV. Se trata de un castillo gótico de transición, pues aparecen detalles prerrenacentistas, como arcos escarzanos, dinteles, etc., que indican un gótico final, aunque la planta es totalmente medieval».
Cómo llegar: Fácil, autovía A-2 desde Guadalajara dirección Zaragoza, salida 73. Sigan las indicaciones, por favor.

martes, 9 de noviembre de 2021

Castillo de Nuévalos y Torre o Castillo Menor de Nuévalos (*)

Habiendo disfrutado el día en el monasterio de Piedra y sus incomparables rincones, pasé como de puntillas, y con prisas, hacia el siguiente destino, por la cercana población de Nuévalos, dejando a mi izquierda la torre de su castillo y la auto promesa de que ocuparía una página en mi blog como paseo fingido —no podía ser de otra manera—. Y es que  dadas las horas que eran y la poca luz que aportaba el cielo, mejor era seguir camino.

Aclaración breve: estamos en la provincia de Zaragoza —la pista del monasterio de Piedra es fundamental para deducirlo— y en un pequeño municipio cuyo origen se remonta a la dominación romana y al asentamiento que en los alrededores hubo desde el siglo II a.C. hasta el siglo IV, concretamente en el paraje que hoy ocupa la cercana ermita de la virgen de los Diegos.

La torre del Homenaje, torre de la Iglesia (de aragonesasi.com)

Pero los primeros datos ciertos sobre este lugar vienen de la reconquista de Calatayud por el rey Alfonso I en el año 1120. Participaron en tal hecho junto al rey cuatro órdenes militares, a saber: la del Temple, la de San Juan de Jerusalén o los Caballeros Hospitalarios, la del Santo Sepulcro de Jerusalén y los Cruzados Aragoneses.

Años después, en 1156, Ramón Berenguer IV —Conde de Barcelona y Príncipe de Aragón, pero nunca rey— concedió a la Orden del Santo Sepulcro, que se había establecido en Calatayud fundando allí su Casa Madre, el señorío de las tierras de la comarca, incluyendo Nuévalos. Casi dos siglos después, en 1328, establecieron una encomienda en la población.

Durante la Guerra de los Dos Pedros —1356-1369, Pedro I de Castilla, el Justiciero o el Cruel (cuestión de gustos) contra Pedro IV de Aragón, el Ceremonioso—, Nuévalos nunca se rindió ante el rey castellano a pesar de las exigencias de éste tras haber conquistado la ciudad de Calatayud. Incluso finalizada esa guerra, tampoco fue conquistado el castillo en posteriores asedios por parte de tropas castellanas.

Muerto Pedro I y terminada la guerra, el otro Pedro declaró, en 1372, a la villa propiedad de la Orden del Santo Sepulcro y su dependencia jurisdiccional de Calatayud.

Así y todo, los castellanos no cejaron en el empeño de conquistar el castillo de Nuévalos, lo que intentaron dos años después, en 1374.Tampoco en este caso lograron su objetivo.

 

EL CASTILLO:

Se levantaba la fortaleza sobre un promontorio rodeado por el río Piedra y lo que hoy es la cola del embalse de La Tranquera, dominando y controlando el valle.

Fue un castillo de grandes proporciones pues ocupaba el espacio que va desde la iglesia de San Julián, al oeste de la población, hasta el borde norte del promontorio donde se encuentra la segunda torre que de la fortificación se conserva. Aunque en alguna página de la red la califica como el segundo castillo de Nuévalos, o Castillo Menor de Nuévalos, dato que me confirma la lectura de la pequeña reseña que de él hace CASTILLOS DE ESPAÑA, de Editorial Everest, cuando dice:

“…su emplazamiento sobre una muela rocosa defendida por un castillejo en cada extremo. Del que era principal, junto a la iglesia, queda la torre, hoy campanario. El menor se alza sobre una proa, con gran torre rectangular, abajo…”

de aragonmudejar.com

En la parte más alta de la población se conservan los restos de lo que tal vez fue su Torre del Homenaje, hoy convertida en la torre campanario de la iglesia parroquial de San Julián. Esta torre se alza junto a la cabecera de la iglesia, aunque no unida a ella, en lo que fue un estrecho patio entre dos muros cimentados justo en el borde del barranco.

de aragonmudejar.com

La torre es de planta rectangular; sus muros están ejecutados con mampostería en algo más de la mitad de su altura; el resto es de tapial. Posteriormente, en el siglo XVI, se construyó el cuerpo de campanas, ejecutado con ladrillo, con decoración de estilo mudéjar.

El castillo Menor (de castillosdeespaña.es)

A un nivel más bajo, hacia el norte y junto a la actual carretera que bordea la población, está el castillo Menor o Segundo castillo. Es una torre con muros de basta mampostería —en parte reconstruidos, y totalmente el que se orienta hacia el interior del recinto. Los otros tres muros afirman sus bases revistiendo la peña en la que se asienta.




de castillosnet.org

De planta rectangular, la torre es un suave tronco de piramidal —más pronunciado en la fachada que mira al río—, con unas medidas en su base de doce por seis metros.

La puerta de acceso, muy transformada, tiene las jambas también de mampostería y sólo el arco, ligeramente apuntado, es de sillares. En este muro interior, además de la puerta, se abren dos ventanas. En el resto de muros se observan algunas saeteras.

Actualmente, todo el espacio que ocupó el castillo se encuentra ocupado por gran parte de las viviendas de la población.

 

 

RESUMIENDO:

Nombre:     Castillo de Nuévalos y Torre o Castillo Menor de Nuévalos.
Municipio: Nuévalos.
Localidad: Nuévalos.
Provincia:  Zaragoza

Tipología: Castillo.
Época de construcción: sin datar —al menos yo no he encontrado datos—.
Estado: Ambas, la torre del Homenaje y la torre del norte —ésta fue restaurada en 2002—, están en buen estado de conservación.

Propiedad: La torre del Homenaje, al tratarse de la torre campanario de la iglesia, me hace suponer que es propiedad de la Iglesia; mientras que la otra torre es propiedad municipal.
Uso: La primera, ya se ha dicho en varias ocasiones, es la torre campanario de la iglesia de San Julián. La segunda es actualmente la sede de la Oficina de Turismo y Centro de exposiciones; y también, por supuesto, un excelente mirador.
Visitas: acceso libre, aunque como ya he dicho, no visité ninguna de las dos.
Protección: bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Ambas torres están declaradas Bien de Interés cultural (BIC).

Clasificación subjetiva: 2, o sea, que si se pasa cerca y se va con tiempo pues se acerca uno a verlo. Es decir, que se incluirá en una ruta de viaje pero no pasa nada si luego no se visita.

Además: No olvidar la iglesia de San Julián, advocación que comparte con Santa Basilisa, junto a la torre del Homenaje —o la torre junto a la iglesia—, de estilo gótico, construida en ladrillo y tapial, reformada en el siglo XVI y ampliada con una nave más en el XVIII. La cubre una bóveda de cañón
Junto a la torre del Homenaje, en la plaza del pueblo, está el palacio de los Comendadores, construido en la primera mitad del siglo XVII, hoy muy transformado y convertido en sede del Ayuntamiento.

Dónde está:
 



martes, 2 de noviembre de 2021

Nuévalos, muralla del Monasterio de Piedra (*)

Hoy toca escribir sobre otro pecado mortal de un servidor. Pecado que más de uno habrá cometido al visitar uno de los lugares más hermosos y sorprendentes de nuestro país: el Monasterio de Piedra.
Es que vas allí, con lo lejos que está, llegas, pagas tu entrada, paseas, fotografías tanta hermosura, te refrescas una y otra vez, sigues recreándote ante el paisaje, ante los infinitos cursos de agua, y cuando tomas el camino de vuelta te das cuenta que tanta belleza, tanta agua y todo el color verde del mundo han eclipsado otras tantas cosas, también bellas, que existen en el lugar.
Y no lo digo por el monasterio, que también, sino por sus murallas, a las que, reconozco vergonzosamente, no dediqué ni una sola fotografía — ¡cuánto me maldigo—, me comporté como un turista ocasional, excursionero de autobús, que por lo general no presta la atención debida, que olvida las ruinas en favor de cuestiones banales y sacrifica los detalles por el todo. Aunque tratándose de este lugar, no se pueden considerar banales el resto del conjunto y sus paisajes.
Pero bueno, para eso inventé el concepto: estamos ante otro paseo fingido, estuve allí pero no lo vi. Como tampoco vi el monasterio que, no va a ser el motivo de esta entrada, que mi casadelatercia va casi obligatoriamente por otros derroteros. Las piedras viejas que aquí incluiré serán las de su recinto amurallado: su cerca y su torre puerta.

El Monasterio de Piedra, su nombre realmente es de Nuestra Señora de Piedra, está en el término municipal de Nuévalos, y muy cerca de la población. Su fundación responde a las necesidades sociales y económicas que el Reino de Aragón tuvo durante la Reconquista, centradas en una política de repoblación de los territorios conquistados, y en la que tuvo activa participación la Orden del Císter. Y junto a este monasterio, otros dos más, el de Nuestra Señora de Veruela y el de Nuestra Señora de Rueda, conformaron la intervención de la Orden en esas políticas.

de lavanguardia.com

Lo fundó Alfonso II de Aragón en 1186. Para ello, él y su esposa Dª Sancha de Castilla, donaron a la abadía de Poblet los terrenos del castillo de la familia Malavella que estuvo sobre lo que fue el antiguo castillo árabe de Piedra. Allí se instaló en 1194 el que sería el primer abad, Gaufrido de Rocaberti, que, junto a doce monjes más de Poblet se encargaron de la fundación y posterior construcción del monasterio de Piedra. Del viejo castillo que allí hubo, los monjes aprovecharon sus materiales, no quedando actualmente resto alguno de aquel.
La construcción, que siguió los esquemas que fijaba la orden —lugar solitario, alejado del mundanal ruido, pero apto para la vida autosuficiente, simple, funcional, austero y escaso de ornamentación—, se demoró en el tiempo, pues se inició en 1195, justo un año antes de morir Alfonso II, y finalizó en 1218.
El poder económico, social y político de esta orden, les permitía levantar este tipo de obras: un gran complejo de edificios, o sea, el monasterio, rodeado de una muralla que tenía la finalidad de aislar en lo posible a los monjes de la vida exterior, ya que se trataba de una orden de clausura. Pero también para protegerlos en caso de agresiones por parte de grupos de bandidos y salteadores; cosa propia de la época.
Para ello, los monjes eligieron el lugar que les ofreciera mejores posibilidades de defensa, decidiéndose por la parte más elevada de un barranco rodeado por el río Piedra.
Gracias a las políticas de compras y permutas desarrolladas por los monjes, el monasterio adquirió vastas propiedades, llegando a su máximo esplendor a finales del siglo XIII, para caer en una crisis que duró el siglo siguiente, y con ello el abandono del lugar de manera transitoria.
Pero nuevamente, en el siglo XV, llevarán a cabo grandes obras en los edificios conventuales, como el nuevo monasterio, de estilo renacentista, que fue ampliado en el XVIII con numerosos elementos barrocos.
Allí —no pudieron encontrar, sin duda, otro lugar mejor aquellos monjes para levantar su monasterio— permanecieron los del Císter más de seiscientos años, concretamente hasta principios del siglo XIX, cuando las primeras desamortizaciones, las intrigas dentro de la propia comunidad y la definitiva Desamortización de Mendizábal, les pusieron de patitas en la calle el 4 de noviembre de 1835. A partir de entonces sufrió el más triste de los desamparos y la total expoliación de sus bienes.


de monasterio.com

En 1840 fue adquirido en subasta pública por Pablo Muntadas Campeny por 1.250.000 reales, con lo que pasó a manos privadas. Cantidad que hizo aumentar los recursos financieros del ejército, en apoyo de la futura Isabel II, durante la Primera Guerra Carlista.
Los descendientes rehabilitaron parte de las estructuras de los edificios, convirtieron las dependencias conventuales en una instalación hotelera e hicieron visitable el parque natural que lo rodea.
Y en manos privadas sigue; hoy es un hotel, con salas musealizadas y rodeado del mejor entorno imaginable.

Nota, antes de que se me olvide:
Pero antes de su definitivo abandono, hubo dos períodos en los que los monjes dejaron el monasterio:
El primero, cómo no, durante el período de ocupación al que tuvieron sometida la Península Ibérica las tropas de Napoleón I, que procedieron a la expulsión de los monjes en 1809, saqueando la abadía y transformándola en hospital.
Terminada la Guerra de la Independencia, los monjes volvieron al monasterio. Hasta el trienio liberal, 1820, en nuevamente los monjes fueron expulsados.
En 1823, después de la entrada de los 100.000 hijos de San Luis, la comunidad volvió a restablecerse, hasta que en 1835, la reina regente María Cristina, siendo Isabel II menor de edad, admitió la promulgación del decreto de disolución de órdenes masculinas.


LA MURALLA:

Poca es la documentación que la red me ofrece sobre la cerca del Monasterio de Piedra. Todo lo que veo y leo está dirigido hacia el conjunto abacial y el bosque-jardín, y su deriva turística.
Hasta que doy con un artículo de Roberto Hernández Muñoz dedicado a las defensas del monasterio, que me va a ayudar a describir este conjunto. Así que me voy a embarcar en su lectura y posterior extracción de datos.

Un torreón de la cerca (de     )

La cerca que se conserva actualmente, rodea al monasterio por sus lados Norte y Este, reforzándose a todo su largo con cubos semicirculares. Y aunque a lo largo de los dos últimos siglos, no ha habido acuerdo entre autores para describirla:

“larga tapia fortalecida por redondos cubos”, J.M. Quadrado, 1844, o sea, una tapia fortalecida carente de funciones defensivas.
“...altísima muralla de piedra mármol en bruto” para J.F. Muncada, 1872.
“...una vasta muralla, toda mármol sin pulir”, Victor Balaguer, 1882.

Sí debemos darle el tratamiento de muralla y por lo tanto de edificación militar defensiva. En definitiva, el Monasterio de Piedra es un recinto amurallado.
No hay referencias exactas sobre su construcción pero se considera que pudo ser en los primeros años del siglo XVII, y como sustitución de la de época medieval ejecutada con materiales más perecederos.
Con ella no se pretendió ejecutar una obra de carácter netamente defensivo, sino más bien de demarcación del territorio, a tenor de la ausencia de conflictos entre territorios, como sucedía con todas las murallas que se construyeron a partir del siglo XVII: diferenciaban espacios y protegían a sus habitantes de peligros externos, como podían ser las epidemias. En el caso del Monasterio de Piedra, también sirvieron para el control del agua del río.

de torrealbarrana.com


LOS DETALLES:


La actual muralla, sigue el mismo perímetro que la construida originariamente, unos 1.800 metros.
Está ejecutada con mampostería de piedra toba y caliza, roja y porosa, —muy lejos del mármol que describían los autores decimonónicos— unida con mortero de cal. Ya se ha dicho que su función fue más el marcar un límite que el defender una propiedad, por lo que el muro no tenía por qué ser muy resistente.
Su planta es poligonal, siguiendo la topografía del terreno, para lo que aprovecha el barranco de su cara oeste como defensa natural. Esa planta poligonal se refuerza, no solo estructuralmente sino también visualmente, con siete cubos semicirculares, situados en los ángulos del perímetro, desde los que se podían controlar los dos lienzos adyacentes, evitándose así zonas ciegas. Algunos de estos cubos, los dos del lienzo Sur, poseen saeteras.

La llamada Torre Ermita ( de      )

Estos dos torreones son, además de los más alejados del monasterio, los de mayor tamaño.De estos dos, el mayor es el llamado Torre Ermita, pues fue utilizado más para el retiro espiritual que para la defensa.
El lienzo Norte aún conserva restos de almenas —la mayor parte del almenaje del recinto quedó macizado, siglos después, durante las Guerras Carlistas—, por lo que hace suponer que la muralla dispuso de camino de ronda.
También en el lienzo Norte, pero muy deteriorados y casi irreconocibles, quedan los restos de una torre albarrana, sin datar con exactitud, unida al recinto por una corta coracha.

Restos de la coracha y la torre albarrana (de      )

Pero el elemento más significativo de toda la cerca es su torre puerta, situada en la esquina Noroeste del conjunto, y que al igual que el resto de la muralla, está construida con piedra toba y caliza roja. Su misión fue la protección del único acceso que tuvo el monasterio.
También se desconoce su datación, aunque algunos autores la remontan al viejo castillo de los Malavella —primera mitad del siglo XII— y otros al momento de la construcción de la primera cerca.
Es de planta cuadrangular —5’5 metros de lado—, tiene 15 metros de altura y está dividida en tres plantas sobre el nivel del suelo. La última, la terraza, está almenada, teniendo las tres almenas centrales de la fachada Norte saeteras.
Bajo ella se abre un arco de medio punto, única puerta de la muralla.
La entrada al interior de la torre se hace en la primera planta, desde el adarve —antiguamente con una escalera de mano—, que consta de una estancia cuadrangular y abovedada que, probablemente fuera el alojamiento del monje portero.
Mediante otra escalera de mano se llegaba a la segunda planta, idéntica a la anterior pero con lo que pudiera haber sido una ladronera en su abertura a la fachada Norte del recinto. Este balconcillo se apoya sobre dos arcos trilobulados.

Fachada sur, interior (de turismodeobservacion.com)

En la cara Sur, hacia el interior, dispone de una ventana ajimezada de arquillo trilobulados.
En las otras dos fachadas presenta sendos balconcillos pero, esta vez, sobre un arco trilobulado.
Roberto Hernández Muñoz, en el artículo mencionado, no da carácter militar a estos, digamos seudo matacanes, sino una función religiosa, litúrgica. La naturaleza escasamente militar de la cerca hace pensar que el autor lleve razón ante esa afirmación
.

Los tres escudos en su fachada principal (de      )

Por último y bajo ese balcón se muestran tres escudos:
— el del Reino de Aragón en el centro, enmarcado entre dos pilastras que sostienen un frontón semicircular.
— el del señorío de Piedra a la derecha, representando una torre sobre una loma, que es adaptación del de los Malavella, el cual presentaba dos torres unidas por un lienzo, pero que aquí se simplifica imitando la torre puerta del monasterio.
— y el de la izquierda que simboliza a la comunidad religiosa de Piedra (una trisquela dentro de un circulo y coronado éste con una mitra.


RESUMIENDO:

Nombre: Muralla del Monasterio de Piedra
Municipio: Nuévalos
Provincia: Zaragoza

Tipología: Recinto amurallado
Época de construcción: siglo XIV
Estado: En muy buen estado de salud. Todo el conjunto, monasterio, cerca y parque, ha sido rehabilitado.

Propiedad: Privada.
Uso: Turístico, además del hotel, cuenta con un Centro de Interpretación de Fauna Piscícola y el Museo del Vino (denominación de origen Calatayud).
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
El paraje en el que se sitúa el Monasterio de Piedra, fue declarado "Paisaje Pintoresco" mediante el Decreto, de 28 de diciembre de 1945, del Ministerio de Educación Nacional.
Mediante Orden de 24 de agosto de 2010, del Departamento de Educación, Cultura y Deporte, completó la declaración del Parque-Jardín del Monasterio de Piedra como Conjunto de Interés Cultural, en la categoría de Jardín Histórico.
Desde el 16 de febrero de 1983 está declarado Monumento Nacional.
Visitas: Pasear el monasterio y los jardines tiene su precio, y merece la pena pagarlo.

Clasificación subjetiva: 3, o sea, que se incluirá obligatoriamente en ruta de viaje, o lo que es lo mismo, se hará todo lo posible en esta vida por visitarlo. Si bien, al encontrarse en el paraje donde está, es necesario decir que  no hay que perdérselo bajo ningún concepto, o lo que es lo mismo, hay que verlo antes de morir.
 
Cómo llegar: