martes, 2 de noviembre de 2021

Nuévalos, muralla del Monasterio de Piedra (*)

Hoy toca escribir sobre otro pecado mortal de un servidor. Pecado que más de uno habrá cometido al visitar uno de los lugares más hermosos y sorprendentes de nuestro país: el Monasterio de Piedra.
Es que vas allí, con lo lejos que está, llegas, pagas tu entrada, paseas, fotografías tanta hermosura, te refrescas una y otra vez, sigues recreándote ante el paisaje, ante los infinitos cursos de agua, y cuando tomas el camino de vuelta te das cuenta que tanta belleza, tanta agua y todo el color verde del mundo han eclipsado otras tantas cosas, también bellas, que existen en el lugar.
Y no lo digo por el monasterio, que también, sino por sus murallas, a las que, reconozco vergonzosamente, no dediqué ni una sola fotografía — ¡cuánto me maldigo—, me comporté como un turista ocasional, excursionero de autobús, que por lo general no presta la atención debida, que olvida las ruinas en favor de cuestiones banales y sacrifica los detalles por el todo. Aunque tratándose de este lugar, no se pueden considerar banales el resto del conjunto y sus paisajes.
Pero bueno, para eso inventé el concepto: estamos ante otro paseo fingido, estuve allí pero no lo vi. Como tampoco vi el monasterio que, no va a ser el motivo de esta entrada, que mi casadelatercia va casi obligatoriamente por otros derroteros. Las piedras viejas que aquí incluiré serán las de su recinto amurallado: su cerca y su torre puerta.

El Monasterio de Piedra, su nombre realmente es de Nuestra Señora de Piedra, está en el término municipal de Nuévalos, y muy cerca de la población. Su fundación responde a las necesidades sociales y económicas que el Reino de Aragón tuvo durante la Reconquista, centradas en una política de repoblación de los territorios conquistados, y en la que tuvo activa participación la Orden del Císter. Y junto a este monasterio, otros dos más, el de Nuestra Señora de Veruela y el de Nuestra Señora de Rueda, conformaron la intervención de la Orden en esas políticas.

de lavanguardia.com

Lo fundó Alfonso II de Aragón en 1186. Para ello, él y su esposa Dª Sancha de Castilla, donaron a la abadía de Poblet los terrenos del castillo de la familia Malavella que estuvo sobre lo que fue el antiguo castillo árabe de Piedra. Allí se instaló en 1194 el que sería el primer abad, Gaufrido de Rocaberti, que, junto a doce monjes más de Poblet se encargaron de la fundación y posterior construcción del monasterio de Piedra. Del viejo castillo que allí hubo, los monjes aprovecharon sus materiales, no quedando actualmente resto alguno de aquel.
La construcción, que siguió los esquemas que fijaba la orden —lugar solitario, alejado del mundanal ruido, pero apto para la vida autosuficiente, simple, funcional, austero y escaso de ornamentación—, se demoró en el tiempo, pues se inició en 1195, justo un año antes de morir Alfonso II, y finalizó en 1218.
El poder económico, social y político de esta orden, les permitía levantar este tipo de obras: un gran complejo de edificios, o sea, el monasterio, rodeado de una muralla que tenía la finalidad de aislar en lo posible a los monjes de la vida exterior, ya que se trataba de una orden de clausura. Pero también para protegerlos en caso de agresiones por parte de grupos de bandidos y salteadores; cosa propia de la época.
Para ello, los monjes eligieron el lugar que les ofreciera mejores posibilidades de defensa, decidiéndose por la parte más elevada de un barranco rodeado por el río Piedra.
Gracias a las políticas de compras y permutas desarrolladas por los monjes, el monasterio adquirió vastas propiedades, llegando a su máximo esplendor a finales del siglo XIII, para caer en una crisis que duró el siglo siguiente, y con ello el abandono del lugar de manera transitoria.
Pero nuevamente, en el siglo XV, llevarán a cabo grandes obras en los edificios conventuales, como el nuevo monasterio, de estilo renacentista, que fue ampliado en el XVIII con numerosos elementos barrocos.
Allí —no pudieron encontrar, sin duda, otro lugar mejor aquellos monjes para levantar su monasterio— permanecieron los del Císter más de seiscientos años, concretamente hasta principios del siglo XIX, cuando las primeras desamortizaciones, las intrigas dentro de la propia comunidad y la definitiva Desamortización de Mendizábal, les pusieron de patitas en la calle el 4 de noviembre de 1835. A partir de entonces sufrió el más triste de los desamparos y la total expoliación de sus bienes.


de monasterio.com

En 1840 fue adquirido en subasta pública por Pablo Muntadas Campeny por 1.250.000 reales, con lo que pasó a manos privadas. Cantidad que hizo aumentar los recursos financieros del ejército, en apoyo de la futura Isabel II, durante la Primera Guerra Carlista.
Los descendientes rehabilitaron parte de las estructuras de los edificios, convirtieron las dependencias conventuales en una instalación hotelera e hicieron visitable el parque natural que lo rodea.
Y en manos privadas sigue; hoy es un hotel, con salas musealizadas y rodeado del mejor entorno imaginable.

Nota, antes de que se me olvide:
Pero antes de su definitivo abandono, hubo dos períodos en los que los monjes dejaron el monasterio:
El primero, cómo no, durante el período de ocupación al que tuvieron sometida la Península Ibérica las tropas de Napoleón I, que procedieron a la expulsión de los monjes en 1809, saqueando la abadía y transformándola en hospital.
Terminada la Guerra de la Independencia, los monjes volvieron al monasterio. Hasta el trienio liberal, 1820, en nuevamente los monjes fueron expulsados.
En 1823, después de la entrada de los 100.000 hijos de San Luis, la comunidad volvió a restablecerse, hasta que en 1835, la reina regente María Cristina, siendo Isabel II menor de edad, admitió la promulgación del decreto de disolución de órdenes masculinas.


LA MURALLA:

Poca es la documentación que la red me ofrece sobre la cerca del Monasterio de Piedra. Todo lo que veo y leo está dirigido hacia el conjunto abacial y el bosque-jardín, y su deriva turística.
Hasta que doy con un artículo de Roberto Hernández Muñoz dedicado a las defensas del monasterio, que me va a ayudar a describir este conjunto. Así que me voy a embarcar en su lectura y posterior extracción de datos.

Un torreón de la cerca (de     )

La cerca que se conserva actualmente, rodea al monasterio por sus lados Norte y Este, reforzándose a todo su largo con cubos semicirculares. Y aunque a lo largo de los dos últimos siglos, no ha habido acuerdo entre autores para describirla:

“larga tapia fortalecida por redondos cubos”, J.M. Quadrado, 1844, o sea, una tapia fortalecida carente de funciones defensivas.
“...altísima muralla de piedra mármol en bruto” para J.F. Muncada, 1872.
“...una vasta muralla, toda mármol sin pulir”, Victor Balaguer, 1882.

Sí debemos darle el tratamiento de muralla y por lo tanto de edificación militar defensiva. En definitiva, el Monasterio de Piedra es un recinto amurallado.
No hay referencias exactas sobre su construcción pero se considera que pudo ser en los primeros años del siglo XVII, y como sustitución de la de época medieval ejecutada con materiales más perecederos.
Con ella no se pretendió ejecutar una obra de carácter netamente defensivo, sino más bien de demarcación del territorio, a tenor de la ausencia de conflictos entre territorios, como sucedía con todas las murallas que se construyeron a partir del siglo XVII: diferenciaban espacios y protegían a sus habitantes de peligros externos, como podían ser las epidemias. En el caso del Monasterio de Piedra, también sirvieron para el control del agua del río.

de torrealbarrana.com


LOS DETALLES:


La actual muralla, sigue el mismo perímetro que la construida originariamente, unos 1.800 metros.
Está ejecutada con mampostería de piedra toba y caliza, roja y porosa, —muy lejos del mármol que describían los autores decimonónicos— unida con mortero de cal. Ya se ha dicho que su función fue más el marcar un límite que el defender una propiedad, por lo que el muro no tenía por qué ser muy resistente.
Su planta es poligonal, siguiendo la topografía del terreno, para lo que aprovecha el barranco de su cara oeste como defensa natural. Esa planta poligonal se refuerza, no solo estructuralmente sino también visualmente, con siete cubos semicirculares, situados en los ángulos del perímetro, desde los que se podían controlar los dos lienzos adyacentes, evitándose así zonas ciegas. Algunos de estos cubos, los dos del lienzo Sur, poseen saeteras.

La llamada Torre Ermita ( de      )

Estos dos torreones son, además de los más alejados del monasterio, los de mayor tamaño.De estos dos, el mayor es el llamado Torre Ermita, pues fue utilizado más para el retiro espiritual que para la defensa.
El lienzo Norte aún conserva restos de almenas —la mayor parte del almenaje del recinto quedó macizado, siglos después, durante las Guerras Carlistas—, por lo que hace suponer que la muralla dispuso de camino de ronda.
También en el lienzo Norte, pero muy deteriorados y casi irreconocibles, quedan los restos de una torre albarrana, sin datar con exactitud, unida al recinto por una corta coracha.

Restos de la coracha y la torre albarrana (de      )

Pero el elemento más significativo de toda la cerca es su torre puerta, situada en la esquina Noroeste del conjunto, y que al igual que el resto de la muralla, está construida con piedra toba y caliza roja. Su misión fue la protección del único acceso que tuvo el monasterio.
También se desconoce su datación, aunque algunos autores la remontan al viejo castillo de los Malavella —primera mitad del siglo XII— y otros al momento de la construcción de la primera cerca.
Es de planta cuadrangular —5’5 metros de lado—, tiene 15 metros de altura y está dividida en tres plantas sobre el nivel del suelo. La última, la terraza, está almenada, teniendo las tres almenas centrales de la fachada Norte saeteras.
Bajo ella se abre un arco de medio punto, única puerta de la muralla.
La entrada al interior de la torre se hace en la primera planta, desde el adarve —antiguamente con una escalera de mano—, que consta de una estancia cuadrangular y abovedada que, probablemente fuera el alojamiento del monje portero.
Mediante otra escalera de mano se llegaba a la segunda planta, idéntica a la anterior pero con lo que pudiera haber sido una ladronera en su abertura a la fachada Norte del recinto. Este balconcillo se apoya sobre dos arcos trilobulados.

Fachada sur, interior (de turismodeobservacion.com)

En la cara Sur, hacia el interior, dispone de una ventana ajimezada de arquillo trilobulados.
En las otras dos fachadas presenta sendos balconcillos pero, esta vez, sobre un arco trilobulado.
Roberto Hernández Muñoz, en el artículo mencionado, no da carácter militar a estos, digamos seudo matacanes, sino una función religiosa, litúrgica. La naturaleza escasamente militar de la cerca hace pensar que el autor lleve razón ante esa afirmación
.

Los tres escudos en su fachada principal (de      )

Por último y bajo ese balcón se muestran tres escudos:
— el del Reino de Aragón en el centro, enmarcado entre dos pilastras que sostienen un frontón semicircular.
— el del señorío de Piedra a la derecha, representando una torre sobre una loma, que es adaptación del de los Malavella, el cual presentaba dos torres unidas por un lienzo, pero que aquí se simplifica imitando la torre puerta del monasterio.
— y el de la izquierda que simboliza a la comunidad religiosa de Piedra (una trisquela dentro de un circulo y coronado éste con una mitra.


RESUMIENDO:

Nombre: Muralla del Monasterio de Piedra
Municipio: Nuévalos
Provincia: Zaragoza

Tipología: Recinto amurallado
Época de construcción: siglo XIV
Estado: En muy buen estado de salud. Todo el conjunto, monasterio, cerca y parque, ha sido rehabilitado.

Propiedad: Privada.
Uso: Turístico, además del hotel, cuenta con un Centro de Interpretación de Fauna Piscícola y el Museo del Vino (denominación de origen Calatayud).
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
El paraje en el que se sitúa el Monasterio de Piedra, fue declarado "Paisaje Pintoresco" mediante el Decreto, de 28 de diciembre de 1945, del Ministerio de Educación Nacional.
Mediante Orden de 24 de agosto de 2010, del Departamento de Educación, Cultura y Deporte, completó la declaración del Parque-Jardín del Monasterio de Piedra como Conjunto de Interés Cultural, en la categoría de Jardín Histórico.
Desde el 16 de febrero de 1983 está declarado Monumento Nacional.
Visitas: Pasear el monasterio y los jardines tiene su precio, y merece la pena pagarlo.

Clasificación subjetiva: 3, o sea, que se incluirá obligatoriamente en ruta de viaje, o lo que es lo mismo, se hará todo lo posible en esta vida por visitarlo. Si bien, al encontrarse en el paraje donde está, es necesario decir que  no hay que perdérselo bajo ningún concepto, o lo que es lo mismo, hay que verlo antes de morir.
 
Cómo llegar:




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