martes, 3 de mayo de 2022

Torres, fuertes y castillos de la costa de Almería

Llego a la costa almeriense, siguiendo este camino que me lleva por las torres y fortificaciones del litoral andaluz, y me da el pálpito que, a excepción de los edificios a enumerar, el resto será de igual factura que anteriores entradas. Pues aquí, en Almería, los motivos para la construcción de estas edificaciones, fueron los mismos que para el resto de provincias: la seguridad y vigilancia de la costa ante posibles ataques externos. Aunque no estará de más introducir un poco de historia.
Fenicios y cartagineses dispusieron de algunos puestos de vigilancia, sobre los que levantaron otros los romanos; y los musulmanes, durante el reinado nazarí, entre 1232 y 1492, se encargarían de establecer un sistema de vigilancia, tanto en la costa como el interior, que comprendía torres que proporcionaban contacto visual entre ellas y las poblaciones más importantes del territorio —lo que hoy vienen a ser Jaén, Granada, Almería, Málaga y Cádiz—. Todas ellas situadas en lugares singulares, y a una distancia entre ellas de no más de siete kilómetros, desde los que otear el horizonte y avisar a la población con el tiempo suficiente para que ésta procurara su defensa. Estas atalayas recogerían información que trasladarían rápidamente a otras fortalezas intermedias, y estas a la Alhambra en la capital nazarí, Granada.
Conquistado el Reino de Granada por los cristianos en 1492, muchas de estas torres y fortificaciones dejaron de tener importancia al perder su utilidad defensiva. Otras en cambio, se remodelaron y adaptaron a los nuevos usos de la guerra, y siguieron empleándose para la observación del territorio, eso sí, acondicionadas para el empleo de la artillería.
En la costa, fueron las torres nazaríes la base del sistema que se diseñó para su defensa contra las incursiones, y los consecuentes pillajes, de los piratas procedentes del norte de África. Dicho sistema, iniciado con los Reyes Católicos, fue reforzándose con el paso del tiempo durante los reinados de Carlos I y Felipe II, aprovechándose las torres musulmanas y construyéndose otras nuevas, ya de planta circular y volumen troncocónico, con mayor espesor sus muros, todo ello en busca de mayor resistencia ante el impacto de proyectiles enemigos.
Mediante distintas Instrucciones y Ordenanzas se fue configurando un sistema de defensa que no sólo contemplaba lo concerniente a los edificios, sino también al personal que los ocuparía, creándose un cuerpo de guardacostas, con personal específico —torreros, guardas, etc.— que sería el encargado de la vigilancia de la costa y aviso en caso de peligro a las poblaciones más cercanas.
Las comunicaciones, entre torres próximas y entre estas las poblaciones más cercanas, se realizaba mediante señales luminosas: fuego con paja húmeda en la chimenea interior de la torre con salida del humo al exterior, durante el día; y una hoguera en el terrado durante la noche. En otras ocasiones era un guarda a caballo el que se trasladaba hasta la torre más próxima para dar los avisos pertinentes.
Debido a la escasez de recursos económicos, estas torres fueron deteriorándose a lo largo del siglo XVII, abandonándose en algunos casos, a pesar de que el peligro siempre persistió, e incluso se agravó con la expulsión de los moriscos y la aparición de otros piratas procedentes de naciones europeas. Sobre todo, a partir de 1704 con la ocupación inglesa de Gibraltar que pasó a ser una importante base naval enemiga.
Durante los reinados de Felipe V y Carlos III se realizaron proyectos —sobre todo con este último, con la publicación el 18/agosto/1764 del “Reglamento que Majestad manda observar a las diferentes clases destinadas al Real servicio de la costa del Reino de Granada en 1764”, que reforzaron antiguas torres y levantaron otras edificaciones nuevas que, en algunos casos, sustituían a otras muy deterioradas.
Relacionados ya, en entradas anteriores, los fuertes y torres, y también castillos, existentes en las costas más a poniente de la provincia almeriense, sólo me resta dejar aquí las de este litoral, sin importar incluir otros edificios del mismo carácter, es decir, la defensa de la costa y el territorio, que para eso fueron construidos.
Con casi 250 kilómetros, la costa de Almería —no es la de mayor longitud de Andalucía, la supera Cádiz con unos 285 kilómetros—, reúne un número considerable de edificios militares que desde el Medievo miran el mar y embellecen la silueta del litoral. Paso a enumerarlos, como en otras ocasiones, de poniente a levante:

Adra:

Torre de Guainos,

Castillo de Adra,

Torre de Alhamilla o Algemilla,

 

El Ejido:

Torre de Balerma (Balerma),

Castillo de Malerva (Balerma),

Castillo-fuerte de Guardias Viejas (Guardias Viejas),

 

Roquetas de Mar:

Torre de las Entinas (desaparecida),

Torre de Cerrillos,

Castillo de Santa Ana,

Torre de los Bajos (desaparecida),

 

Aguadulce:

Torre de Rambla Honda (desaparecida),

 

Almería:

Torre de La Garrofa o de la Mona (La Garrofa),

Castillo de San Telmo,

Alcazaba de Almería,

Castillo de San Cristóbal,

Torre de El Bobar (desaparecida),

Torre de El Perdigal,

Casa fuerte de Las Crucetas,

Torre García,

Torreón de San Miguel (Cabo de Gata),

Torre García, Almería.

Níjar:

Torre de la Testa,

Castillo de San francisco de Paula (faro),

Torre de la Vela Blanca,

Castillo de San José (San José),

Torre de Cala Higueras o de los Frailes,

Cuerpo de guardia de Loma Pelada,

Fuerte de San Felipe (Los Escullos),

Torre de los Lobos (Los Escullos),

Castillo de San Ramón o de Rodalquilar (Los Escullos),

Castillo de San Pedro (Los Escullos),

Castillo de San Felipe, Los Escullos, Níjar.
 

Carboneras:

Torre de Mesa Roldán,

Castillo de San Andrés,

Torre de los Diablos o del Rayo,

 

Mojácar:

Torre del Peñón o del Pirulico,

Torre de Macenas (El Agua del Medio),

 

Garrucha:

Castillo de las Escobetas o del Nazareno,

Torre de Cristal, Villaricos, Cuevas de Almanzora.

 

Cuevas de Almanzora:

Torre de Cristal o de Monroy (Villaricos),

Torre Amarguera (desaparecida),

 

San Juan de los Terreros:

Castillo de los Terreros.