martes, 31 de agosto de 2021

Monteagudo de las Salinas, castillo de Monteagudo (*)

 Viajando hacia el norte, en busca de algunos de los castillos más soñados, el moderno azar de los gepeeses, me llevó por el camino que ha dado pie a esta entrada. Igual podría haber ido por otra ruta, pero el navegador me dio como mejor opción una que me hizo circular por la carretera CM-220 y a continuación por la CM-2153, que me vendría a ofrecer por mi izquierda la vista de Monteagudo de las Salinas y sobre el pueblo, en un cerro situado al este, su castillo.

No estaba previsto hacer parada aquí durante el camino, y tampoco era mi intención molestar a mi compañía, que dormitaba tranquilamente a mi derecha, así que me limité a mirar de reojo, y a cortos intervalos el promontorio y las ruinas que siluetean su cumbre, memorizar el lugar y prometerme que éste sería un próximo paseo fingido (*). Y en ello estoy, aunque sea un año después.

de elarteencuenca.es

Si la carretera por la que circulaba era una CM, es porque estaba en Castilla-La Mancha —por cierto, que poco, o nada, me gusta la denominación para esa comunidad, antes regiones— y más concretamente en la provincia de Cuenca. Según aprecié, así de soslayo, el pueblo es pequeño: 126 habitantes dice Wiquipedia. También dice que la comarca donde se sitúa se llama la Serranía Media —la página turismocastillalamancha.es lo ubica en la Serranía Baja, pero a mis efectos actuales me da lo mismo— y que es antiguo, aunque no mucho. Da una fecha, 1360, y un dato, que fue un señorío que perteneció a los Villodre, y nombra a uno de sus señores, don Garci Fernández Villodre.

Pero aún hay datos más antiguos sobre el lugar. Por ejemplo, sobre por las rentas fijas que las salinas allí existentes —de ahí el apellido del topónimo— se otorgaban de parte de la Corona al obispado allá por 1220, pues de siempre su control y administración estuvo bajo la supervisión del Estado. Hasta el año 1860, en que éstas y las de toda España, se liberaron pasando a propiedad privada, totalmente, en 1869. La de Monteagudo fue liberada en 1865.

Hasta bien entrado el siglo XX, las salinas siguieron produciendo tan preciado producto gastronómico, hasta 200.000 kg. anuales.

Pero vayamos al castillo, que es el propósito de esta entrada.


de elarteencuenca.es

 















EL CASTILLO:

Sus orígenes y primeras estructuras son musulmanas, datadas en fechas anteriores al año 1000, si bien todo lo actualmente conservado es cristiano.

Está documentado que Alfonso VIII donó la fortaleza al obispado de Cuenca en 12 de abril de 1187; a lo que añadió el portazgo que conllevaba, pues era considerado como importante lugar de paso hacia levante y, como, hacía de puerta. El castillo siguió en uso y fue reformado en diversas ocasiones durante los siglos XIV y XV, de ahí que conserve elementos característicos del Medievo y del Renacimiento.

de lasnoticiasdecuenca.es

 

LOS DETALLES:

Mirar el castillo desde la lejanía hace pensar que surge de la montaña, que forma parte de ella; y es que es tal el perfecto ajuste que la edificación tiene sobre la topografía del terreno que uno se siente engañado  y cree que todo es uno: montaña y castillo, todo es la misma roca, un tronco de cono de culmina en la fortaleza. Otro de esos cerros perfectos, que no sólo es Jadraque, a pesar de lo que dijera Ortega y Gasset.

Y a eso hay que añadir su gran extensión —unos 2.125 m2— delimitada por unas murallas de más de dos metros de espesor que, a duras penas, se conservan en todo su perímetro. Un perímetro que conforma un polígono irregular, casi trapezoidal, si no fuera porque una de sus bases —la menor—, orientada al suroeste, es un muro curvo; como también lo es el muro del este que, al igual que el anterior, son los que se van adaptando totalmente a la roca del terreno.

de elarteencuenca.es

Todas las murallas y torreones han perdido gran parte de su altura y, por supuesto, su almenaje.

El acceso se realiza por la esquina del este, donde aún conserva la puerta primitiva, a la que se llega a través de un camino abierto, a tramos en la roca. También existe otra puerta abierta en la muralla, en tiempos recientes, sin ningún criterio.

De las torres que lo defendían, sólo quedan tres de sección circular, orientadas al noroeste dos de ellas y una al sureste; y otra, cuadrangular, en el también lienzo sureste. Al noreste, un tramo recto de muralla, en rehabilitación según aprecio en algunas fotos de la red, conserva otra torre de planta rectangular. También, algunos contrafuertes jalona y sujetan la muralla.

Interior del castillo, el aljibe, (de elarteencuenca.es)

El interior está totalmente diáfano, ha perdido todas sus edificaciones. Sólo se mantienen los restos de un aljibe en el centro de la edificación.

En el interior del patio de armas se conserva el aljibe, parcialmente cegado por escombros y por el tiempo.

Todo el castillo fue construido con mampostería y sillarejos —casi todo extraído, con toda seguridad, de la propia talla de la montaña— tomados con mortero de cal.

  (*) Paseo fingido es el aparente recorrido que no se realiza andando por lugar alguno, sino tranquilamente sentado ante el ordenador, para terminar presentando como real algo que apenas si lo fue. Es una simulación sin ánimo de engaño; es un no pudo ser pero hago lo que puedo.



RESUMIENDO:


Nombre:    Castillo de Monteagudo de las Salinas.
Municipio: Monteagudo de las Salinas.
Localidad: Monteagudo de las Salinas.
Provincia: Cuenca

Tipología: Castillo.
Época de construcción: posiblemente antes del año 1000, pero sus primeros datos son de finales del siglo XII.
Estado: En mal estado conservación, a caballo entre ruina consolidada y progresiva. Las piedras que, con el tiempo, se han desprendido de sus murallas, han sido aprovechadas por los lugareños.
Propiedad: Pública, pero desconozco el propietario concreto.
Uso: Ninguno, por decir algo, más bien su uso es abandonado.
Visitas: 
Totalmente libre el acceso, tanto exterior como interior. Eso sí, precauciones.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Está declarado Bien de interés Cultural.

Clasificación subjetiva: 2, o sea, si se pasa cerca y se va con tiempo pues se acerca uno a verlo. Es decir, que se incluirá en una ruta de viaje pero no pasa nada si luego no se visita.
Cómo llegar:



 

martes, 24 de agosto de 2021

Baños de la Encina, castillo de Baños de la Encina o de Burgalimar

Baños de la Encina está en la provincia de Jaén, en plena sierra Morena. Circulando por la autovía de Andalucía, o del Sur, o sea, la A-4, y en el entorno del kilómetro 288, se ve a la izquierda si se viaja en sentido a Madrid, recortada en el horizonte, la inconfundible silueta de su castillo. En diversas ocasiones que transité por esa carretera atisbé en la lejanía su perfil, casi siempre borroso por la lejanía o la luz confusa. Siempre se me quedaba un pellizco en la barriga por no poder acercarme a verlo, a la vez que me decía que la próxima, que de la siguiente vez no va a pasar, y pasaba una vez y otra. Pero ahora fui a tiro hecho, primera parada en un viaje que me llevaría hasta otro castillo de los grandes que, como éste está entre los doce o quince imprescindibles de nuestro país.
Un castillo que, cómo no, ocupa un espléndido lugar en el territorio: sobre un espolón rocoso conocido hoy como el Cerro del Cueto, controlaba el cauce del río Rumblar y el camino del Puerto del Muradal (Almuradiel), que fue paso entre Castilla y Andalucía antes incluso que el de Despeñaperros.
El castillo desde el este.

La historia del lugar está íntimamente ligada a la de su castillo, sin descartar, por supuesto, acontecimientos anteriores que hacen aumentar su ya de por sí abundante bagaje histórico y patrimonial. De todo ese pasado previo a la construcción del castillo dejo aquí de manera concisa y puntual, datos que leo en la página web del ayuntamiento de Baños de la Encina (banosdelaencina.es/historia-de-banos-de-la-encina):

— Existen pinturas rupestres, del Neolítico, encontradas al norte del término municipal.
—Durante la Edad del Bronce (2000 años a.C.) el territorio estuvo estructurado en tres grandes poblados fortificados situados a lo largo del valle del río Rumblar: La Verónica, Peñalosa y el Cerro de la Obra.
— Se tiene conocimiento de que la actividad minera en el Centenillo, pedanía de Baños de la Encina, se remonta a época anterior al Imperio Romano, cuando comenzó la explotación de minas de plata. Con estos últimos, la minería se revitaliza, levantándose recintos fortificados como medio para el control del territorio, en sitios tales como el Cortijo de Salcedo, Cuesta de los Santos o el Castillo de Baños.
— A finales del siglo I a.C. los asentamientos humanos están más vinculados a explotaciones agrarias, algunas de las cuales han perdurado en el tiempo, como la de la Ermita de la virgen de la Encina, en la que se han documentado tres fases constructivas de época romana (la última sería abandonada hacia el siglo V), una del siglo XV y otra del XIX.
— El primer asentamiento, ciertamente datado, del actual núcleo urbano de Baños de la Encina se produce con la construcción de la fortaleza califal en el llamado, según consta en la inscripción situada en su puerta. Esta inscripción nos sitúa en el año 968 de nuestra era.
— Tras la conquista definitiva del castillo y la aldea, después de dos temporales, por parte de Fernando III el Santo, aquellas pasan al dominio del Arzobispo de Toledo, bajo la custodia de la Orden de Santiago. Poco después quedan bajo la jurisdicción de la ciudad de Baeza; y en 1458, Enrique IV cede la fortaleza a su condestable Lucas de Iranzo.
— En 1626, Baños de la Encina obtiene la condición de villa.
— Hasta mediados del siglo XVIII la estructura social de la población estuvo muy jerarquizada: tres familias acaparaban la práctica totalidad de la riqueza local, así como algunas otras de menor rango, siendo el resto jornaleros y trabajadores a sueldo de aquellos. Esas familias fueron los Zambrano y Rivera, los Caridad Villalobos y los Molina de la Cerda.
— Las desamortizaciones del siglo XIX no hicieron más que acrecentar esas diferencias, beneficiando a notables e hidalgos.
El mar de olivos desde el castillo.

EL CASTILLO:

Al castillo de Baños de la Encina también lo llaman de Burgalimar, e igualmente la fortaleza de los siete reyes, porque siete fueron los reyes que en algún momento pasaron por él: Alfonso VII, Alfonso VIII, Alfonso IX, Pedro II, Sancho VII, Fernando III y Fernando el Católico. Del Rey Santo se dice que allá por el 1189 estuvo en el castillo su madre, Berenguela, que fue reina de Castilla, y que en el castillo de Burgalimar dio a luz a su hijo Fernando, contradiciendo el dato que asigna a Peleas de Arriba, en el municipio zamorano de Corrales del Vino, como cuna del rey que unificó castilla y León.
Pero antes del paso por él de todos esos monarcas cristianos, estuvieron los musulmanes, que fueron sus constructores, según reza una placa —copia de la original que se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional— situada en una de las jambas de su puerta dice:

"En nombre de Dios el Clemente el Misericordioso mandó construir esta torre el siervo de Dios Alhacam Almostansir bilá, Emir Almuminin, cuya vida Dios guarde, medió su cliente y caid Maysur Ben Alhacam; se terminó con el auxilio de Dios y su ayuda. Y esto fue en la luna de Ramadán del año siete y cincuenta y trescientos".

Nota, entre paréntesis, y antes de continuar:
(Que viene a ser el año 357 de la Hégira, correspondiente al 968 de la era cristiana. Ésta es la fecha de finalización de la construcción del castillo califal construido por los almohades, el que en multitud de textos digitales, artículos de periódicos y demás, aparece como el castillo más antiguo de España, seguido de la coletilla y el segundo de Europa; a veces con el matiz de castillo árabe mejor conservado, y ampliando igualmente esta cualidad a todo el continente. Lo que a todas luces parece no sólo inexacto sino premeditadamente pretencioso: ¿es que antes del año 968 no se construyó ningún castillo en la Península Ibérica, cristiano o árabe, teniendo en cuenta que por esa fecha llevaban los invasores 257 años por estas tierras?
No sé lo de veces que he leído, mientras me documentaba para escribir esta entrada, todas las anteriores alabanzas. Me resisto a hacerlas mías.
Dejemos pues a esta magnífica fortaleza, y de manera objetiva, como uno de los ejemplos mejor preservados de la arquitectura militar andalusí, sin más pretensiones. Y si lo que persiguiéramos es colocarlo en el cajón más alto del podio, deberíamos calificarlo como el conjunto fortificado mejor conservado de época califal, y así no incurrir en patrioterismos innecesarios).

Decía que el castillo fue mandado construir por al-Hakam II, segundo Califa Omeya de Córdoba (915-976) e hijo de Abderramán III, con la finalidad de tener un seguro lugar en el que acantonar tropas, de origen bereber, dispuestas para las razias anuales sobre los territorios cristianos. Las tropas allí emplazadas serían concentradas finalmente en Gormaz, punto fronterizo, desde donde partirían las incursiones a tierras cristianas. Con la misma finalidad mandó construir otros castillos a lo largo de Sierra Morena
Fue llamado Bury al-Hamma, Torre de los Baños, que derivaría en Burgalimar, nombre con el que también se le conoce hoy —a pesar de la discrepancia, que ni niego ni afirmo pues no me considero a la altura suficiente, que sitúa al castillo de Burgalimar en otro lugar; pero eso es otro tema que quizá merezca otro tiempo por mi parte—.
A principio del siglo XI, exactamente en el año 1009, el Califato de Córdoba se fractura en multitud de reinos tras la deposición del último califa, Hisham II. Córdoba siguió ostentando la categoría de Califato —se sucedieron incluso nueve califas más— hasta su desaparición como tal en el año 1031. A partir de esa situación, el castillo atravesó períodos difíciles pues se convirtió en objeto preciado por parte de los cristianos que lo consideraban pieza importante para poder acceder al sur de la Península.
En 1147 es Alfonso VII de León quien lo conquista para volver, tras su muerte, a manos musulmanas en 1157.
En 1189 vuelve a ser arrebatado a los moros, esta vez por Alfonso VIII de Castilla y Alfonso IX de León, en 1189, quedando la plaza en manos cristianas hasta 1212, en que los musulmanes vuelven a recuperarlo el 19 de julio de 1212, tres días después de la batalla de Las Navas de Tolosa.
Definitivamente es el Rey Santo quien lo conquista en 1225, pasando a formar parte del dominio de Castilla. Fernando III lo regala al Arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, quedando su guarda y custodia a cargo de la Orden de Santiago. A finales del siglo XIV se reorganizaron las edificaciones interiores, construyéndose en su extremo norte un pequeño fortín sobre el patio de armas y protegido por una muralla interior, lo que formó un pequeño alcázar.
Enrique IV cederá en 1458 la fortaleza a su condestable Lucas de Iranzo, lo que provocará un fuerte rechazo entre la población, pues no estaban dispuestos a cambiar de autoridad. Es por ello que en 1466, el regidor de Baeza toma el castillo para devolverlo a sus anteriores custodios. De esa época data la construcción de la Torre del Homenaje, quedando definido el actual aspecto exterior.

Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), las tropas de Napoleón ocuparían el castillo, con las consecuencias negativas para el edificio durante la ocupación y la posterior huida de los franceses. A partir de 1828 fue utilizado como cementerio.
El castillo desde la Plaza Mayor.


LOS DETALLES:

Se levanta el castillo sobre un pequeño cerro de forma elíptica, que a su vez configura la planta del edificio, un paralelepípedo irregular de siete lados. Es un edificio prácticamente exento, independiente del caserío, el cual apenas si se aproxima al mismo por la fachada donde se encuentra la puerta principal, la calle Santa María, envolviendo discretamente la torre del Homenaje.
Su forma alargada, como la de tantos castillos peninsulares, alcanza unos 100 metros en su eje mayor y 46 en el menor, abarcando una superficie de 2700 m2.
Torres desde el interior de la fortaleza.

Detalle cara interior de una torre.

Catorce torres puntean su robusta muralla, casi cuadradas, de reducida planta, almenadas —merlones de hormigón, ejecutados durante una restauración de los años setenta del pasado siglo—, muy próximas entre ellas, todas iguales y poco más altas que la muralla que refuerzan. Esta disposición le da un fuerte e imponente carácter. Todos ellos se disponen adosados a la muralla, sobresaliendo de ella en todo su volumen. Tienen tres plantas de altura, estando la primera a nivel del patio y la tercera a la altura del paseo de ronda; desde estas últimas se accedía a sus terrazas mediante una escalera interior de madera. Los forjados de las plantas, hoy desaparecidos, eran de vigas y tablazón de madera, siendo una bóveda de la ladrillo la que cubre, siempre, la última planta sirviendo de base a la terraza. En sus muros se abren saeteras. La torre situada más al sur, a diferencia del resto, dispone de cuatro plantas.
Interior del castillo, al fondo la torre del Homenaje.

Una torre más, la del Homenaje —que leo por ahí que también la llaman la almena gorda— es de factura totalmente cristiana, del siglo XV, levantada donde probablemente hubo otra árabe. Es de planta casi trapezoidal, ya que una de sus bases —la que corresponde a la cara exterior orientada al norte— no es recta sino curva, pensando ya en posibles ataques con las recién aparecidas armas de fuego. Situada en el ángulo del castillo que mira a la población, parece hablarnos del poder y control del dueño del castillo sobre los habitantes de la villa, más que de una actitud defensiva.
Toprre del Homenaje, desde el interior del castillo.

Cámara de la segunda planta de la Torre del Homenaje.

Su primera planta es maciza. El acceso a la siguiente planta —situada a la altura del adarve islámico— se realiza mediante una escalera de construcción moderna adosada al muro; al final de ésta se encuentran dos puertas, de arco de medio punto y jambas de ladrillo, formando ángulo recto: la de la izquierda da acceso a la primera planta, y la de la derecha sirve de paso a una escalera que conduce a la segunda y a la terraza de la torre. Ambas cámaras se cubren con bóvedas de cañón, siendo la de la segunda planta ligeramente apuntada. En la sala superior se abren saeteras y tres matacanes.
Esta torre rompe, aunque sin descomponer, la homogeneidad del conjunto, pero para los cristianos fue necesaria su construcción a fin de dotar a la fortaleza de un alcazarejo que se componía de la propia torre del Homenaje y otra más, circular y de menor altura situada hacia el interior, de la que apenas si se conserva poco más de su base. De esta última parten dos lienzos que se unen a las murallas, conformando así un espacio más fuerte y aislado del gran patio de armas.
Vista del castillo desde la torre del Homenaje. En el centro, torreón circular y murallas que dioviden el castillo en dos partes.

De esta manera, el espacio interior del castillo quedaba dividido en dos partes: el Patio de Armas propiamente dicho, con sus edificaciones de servicio —de las que hoy podemos observar sus cimientos—, y el pequeño alcázar. Así se creaban dos unidades defensivas diferenciadas. En el patio aún se conserva un aljibe de dos naves cubierto con bóvedas de cañón.
Entrada principal, orientada al este.

Desde la torre del Homenaje, a la derecha el antemuro.

Tuvo, mejor dicho, tiene dos entradas: la principal, que se encuentra en su fachada de levante y una poterna en la fachada opuesta. La primera de las puertas es un doble arco de herradura, de estilo califal y acceso directo, lo que hace que tenga un especial interés; si tuvo su correspondiente recodo, hoy está desaparecido. Está enmarcada por dos torres cúbicas que son las de mayor tamaño y que más sobresalen de todo el conjunto. En esta puerta es donde se encuentra la placa informativa.
La segunda entrada es un postigo pequeño, de poca altura, situada en la fachada oeste. Dada la diferencia de altura a la que se sitúa con respecto al exterior, se supone que debía usarse una escala de mano para la entrada y salida de personas.

Tuvo un antemuro, una barrera, de época almohade, que hasta mediados del siglo XVII lo rodeaba por completo. Hoy está desaparecida, a excepción de unos restos que se conservan en el interior de algunas casas de la calle Santa María.
Lienzos de su cara este.

Todo el castillo, la construcción árabe, está levanta en tapial —tabiya, tierra húmeda mezclada con cal y compactada dentro de encofrados de madera, ejecutada por capas—, técnica muy usada por los árabes y muy parecida al conocido adobe. En este castillo se utilizaron encofrados en forma de cajón de entre 70 y 90 centímetros de altura. Este procedimiento no sólo ofrecía rapidez y economía en la construcción, sino también eficacia en cuanto a dureza y resistencia del resultado.
El color rojizo, casi pardo, de la tierra utilizada da el tono característico y diferenciador que, ya desde la lejanía, se observa. Como en muchas otras construcciones musulmanas, su cara exterior estuvo enfoscada y decorada con esgrafiados que simularan las juntas de supuestos sillares, a modo de engaño o ilusión óptica hacia el enemigo.
El resto del castillo, lo edificado por los cristianos, está construido en cantería, al igual que la puerta de entrada principal. En la ejecución de los vanos de la parte cristiana se utilizó el ladrillo.
De la relación sobre el estado de sus castillos, que mandó hacer Felipe II en el siglo XVI, tenemos el siguiente comentario: "Este castillo era de mampostería, de piedra y argamasa la torre mayor, que estaba en buen estado; las murallas y demás cercas eran de tapiería de cal, arena y tierra, muy fuerte y bien hecha".

Lienzos de su fachada oeste.


RESUMIENDO:

Nombre: Castillo de Baños de la Encina, de Burgalimar o de los Siete Reyes.
Municipio: Baños de la Encina.
Provincia: Jaén.

Tipología: Castillo.
Época de construcción: siglo X (357 de la Hégira, 968 de la era cristiana).
Estado: Sus torres y muralla se encuentran, para la edad que tiene, en un inmejorable estado. Y es que apenas si han sufrido daños tanto por los agentes naturales como por el hombre; no así su interior, que se encuentra vaciado.
Propiedad: pública, del Ayuntamiento de Baños de la Encina.
Uso: Turístico, exposiciones y eventos culturales.
Visitas: Totalmente libre el exterior. Al interior se accede previo pago y tras concertar visita; así fue como yo lo hice.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
En 1931 fue declarado Monumento Nacional Histórico-Artístico.
Fue declarado Conjunto Histórico Artístico en 1969.
En 1993 la Junta de Andalucía otorgó reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad Andaluza.
Desde 1969, tiene el honor de ondear en su torre del homenaje la bandera azul del Consejo de Europa. Junto al Castillo Nuovo en Nápoles, son los únicos en Europa que ondean esta bandera.

Clasificación subjetiva, 5: No sólo no hay que perdérselo bajo ningún concepto y además hay obligación de verlo antes de morir, sino que, si no se hace, se morirá en pecado mortal.
Otras cuestiones de interés: Pasear por la población, saborear un ligero encanto medieval y contemplar bellos ejemplos de arquitectura civil, como la casa palacio de los Molina de la Cerda, adinerada familia de la época, construida en 1724.
Muy cerca del castillo, la iglesia de San Mateo: puerta del perdón, retablo y sacristía. Su advocación en recuerdo al día de San Mateo, 21 de septiembre (1255) día en que el Rey Santo conquistó la población.
En donde fue el descansadero de ganado del Honrado Concejo de la Mesta, llamado hoy el Llano del Santo Cristo, se encuentra la ermita del Cristo del Llano, con un campanario en espadaña sobre la fachada principal y un interior inesperado: luz, color y movimiento en una sola nave cubierta con una decoradísima bóveda de medio cañón. Y su torre camarín, barroco elevado al éxtasis, en competencia con el que se desarrolló en algunos lugares de Córdoba (Priego de Córdoba) en la segunda mitad del siglo XVIII.
El pueblo desde la torre del Homenaje; en el centro la iglesia de San Mateo.

Cómo llegar: Autovía A-4, E-5, salida en el kilómetro 288 dirección Baños de la Encina, y sin perder de vista al castillo, que desde la autovía ya se ve, se llegará a él en pocos minutos.
Desde Sevilla y Córdoba.

Desde Madrid.

Coordenadas:
38.17024919112452, -3.7755864758562034