martes, 26 de abril de 2016

Utrera, castillo de Torre Alocaz

Voy a pasear hoy por otra ruina más, de las casi infinitas que existen en nuestro país y que están totalmente olvidadas. Bueno, esta no lo está del todo, porque todo el que pase por la carretera N-IV o CA-31, desde Sevilla hacia Cádiz, a unos 60 kms. de la primera, y a poca atención que ponga, verá al lado de la carretera unas instalaciones agrícolas junto a unas torres abocadas a la ruina total y próxima.
Maquinara agrícola junto a la más grande de las torres
Esas torres pertenecen a una pedanía de Utrera que es conocida como Torre Alocaz. Desde Sevilla se llega fácilmente: por la N-IV en dirección a Cádiz, pasado Guadalema de los Quinteros y a unos 5’5 kms después de una salida hacia Utrera, encontramos a la izquierda las torres.


Al lugar se le supone un origen celta y que ya era conocido en tiempos de los romanos por formar parte de la vía Augusta en el tramo entre Gades y Orippo.A este lugar se le llamó, por entonces, Ugia.
No está clara la procedencia de su nombre: del originario ukya al árabe al-uki-at y Al-ocuaz, y de éste al actual Alocaz. Dejémoslo ahí y continuemos con su historia.
Su situación es militarmente muy valiosa: sobre un cerro, con buena visibilidad, sobre todo al norte y al oeste, dominando el paso de la Vía Augusta, vemos lo que fue un castillo almohade, el cual en 1344 estaba ya incluido en un listado de castillos gobernados por la ciudad de Sevilla, y que en 1386 ordenó se le añadieran dos torres más.
Tuvo población estable y templo, pero a finales del siglo XV ya habían desaparecido de allí ambas cosas. Su posición había dejado de interesar, por lo que los pobladores se trasladaron a Utrera, abandonándolo a su suerte.

Y ahora a describir el castillo, lo que haré de manera escueta, que hay poco que describir, porque pocos son los restos que quedan sobre el terreno:
Son cuatro las macizas torres que se resisten a morir, y también algunos arranques de muros. Poca cosa. Una de las torres es hexagonal, como otras conocidas torres medievales árabes. En lo que fue su fachada sur encontramos restos de muros arruinados.
Y todo ello realizado en sillarejo, mampuesto y argamasa, materiales que ya estarían allí y que serían tomados de la anterior Ugia.
Otra de las torres

Y como en otros muchos lugares, aquí también se habla de túneles, concretamente uno que comunicaría el castillo con el arroyo Alocaz y que proporcionaría el abastecimiento de agua; además funcionaría también como poterna y medio de huida. Pero como el túnel no aparece por ningún sitio, lo dejamos en leyenda.
Su decadencia, que ya parece inevitable, no es solo fruto del tiempo y el abandono; la existencia de una cantera hacia el nordeste ha ayudado a esa progresión, a la vez que nos impide conocer con exactitud las dimensiones que tuvo en sus mejores tiempos.
El castillo desde la cantera cercana


Propiedad:
—Privada
Protección:
—Monumento de interés histórico artístico según la declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico español;
—Bien de Interés Cultural desde 1985;
—Desde 1993 está incluido en el reconocimiento especial a los castillos de la comunidad por parte de la Junta de Andalucía.



martes, 19 de abril de 2016

Mallorca, Valdemosa, castillo-palacio del Rey Sancho

Hace unos años, cuando apenas tenía en mente la creación, y mucho menos el desarrollo, de mi lacasadelatercia, visité el lugar que hoy paseo. Reconozco que cometí un error de principiante y no supe ver, en su correcta dimensión de espacio y tiempo, el monumento. No diferencié el castillo-palacio del Rey Sancho, porque no estuve atento a ello, del imponente edificio de la Cartuja y me quedé en los personajes y las anécdotas.
Añado a lo que motivó tal error, el hecho de que el que escribe sólo creía saber que en Valdemosa había —hay — lo que fue un monasterio cartujo, la Cartuja de Valdemosa; pues juro que desconocía la existencia del castillo. Cuando me enteré ya era tarde y el tiempo no dio para más. Sí dio, para algunas fotografías.
Haré lo posible ahora por castillear sólo el castillo-palacio y pasar, si es que se puede, de soslayo por el convento. Que la tipología de este último no suele tener encaje, por ahora, en esta lacasadelatercia.

Una breve reseña sobre el lugar en el que ahora me encuentro:
Su nombre actual es Valdemosa —una l y una s más y queda en catalán, Valdemosa—, se sitúa en la Sierra de Tramontana, al oeste de la isla de Mallorca y su origen se remonta a algún momento de la época en que los musulmanes dominaban las islas y por esta comarca levantaron diversas alquerías.
Tras la reconquista, el lugar permanecerá ligado a los reyes mallorquines desde Jaime II hasta mediados del siglo XIV, cuando se levanta una iglesia — la de Santa María de Valdemosa, actual de San Bartolomé— y con el tiempo se fueron construyendo viviendas alrededor, algunas calles y ya tenemos una villa.


Frente a la iglesia, en una colina llamada del Pujol, el rey Jaime II el rey Jaime II —1243-1311—, hijo del Conquistador, mandó construir, en donde hoy se encuentran palacio y monasterio, un pabellón de caza para satisfacer el gusto que por ella sentían él y su hijo Sancho. Además de que sirviera de lugar de reposo y alivio para el asma que padecía su vástago.
Parece ser que aprovechó alguna edificación perteneciente a un viejo alcázar propiedad de un valí llamado Muça o Mussa —de ahí, tal vez, el origen del topónimo, Valle de Muça, Valdemosa—, gobernador de esta parte de la isla




El uso de este castillo está documentado a lo largo de los reinados de los siguientes reyes, así como las sucesivas reformas y ampliaciones que se van haciendo para su mejora y mantenimiento —se dice que Sancho I llegó a dotarlo de agua corriente (¿?)—.
Fue usado como lugar de descanso de la corta monarquía mallorquina —de Jaime II a Jaime IV, pasando por Sancho I —, por lo que, con toda seguridad, la corte se trasladaría hasta aquí durante largos períodos de tiempo. Esto haría que la población cercana, junto a la iglesia, creciera.
El palacio se distribuía en torno a un patio central, con la cocina y almacenes en el lado sur. Al norte, la zona más noble, profusamente decorada, y que comunicaba con la torre donde el rey tenía sus habitaciones; las de la reina, en cambio estaban en el ala este.



Finalizada la dinastía, el palacio cayó en desuso, siendo cedido en 1399, junto con todas las posesiones reales de Valdemosa, a los cartujos por Martín I de Aragón, llamado el Humano, para que fundaran un monasterio de clausura y convertirlo en lo que más tarde fue, una cartuja.
Los monjes transformaron el patio de armas en claustro y cementerio, los salones en celdas, la prisión en refectorio, la despensa en sacristía, la cocina en iglesia y un almacén en sala capitular. Además de construir bodega, cocina, caballerizas y hospedería. Y pasó a denominarse Real Cartuja de Jesús de Nazaret.
En fin, un desaguisado.



Tras la desamortización de Mendizábal en 1835, pasó a manos privadas, y con ello la salida de los monjes.
Su primer propietario fue Juan Sureda Bimet, que acometió una gran reforma en el palacio, además de acoger en la hospedería de la cartuja a huéspedes ilustres, cuya presencia contribuyó a enriquecer la historia del lugar. Durante estos años se inició un proceso que dio lugar a la creación de un segundo núcleo de población, esta vez más cercano al monasterio y al antiguo palacio.
En un segundo período, en el que el propietario fue José María Bauzá de Mirabó Maroto, se acometen obras de reforma y decoración que lo transforman en una auténtica casa de la nobleza mallorquina.





RESUMIENDO:


Nombre:      Palacio del Rey Sancho
Municipio:  Valdemosa
Provincia:    Islas Baleares
Tipología:    Castillo-palacio.

Época de construcción: mediados del siglo XIII sobre restos árabes. A partir de 1399 sufre reformas tras ser convertido en monasterio
Estado: En inmejorable estado todo el conjunto.
Propiedad: Privada.
Uso: Cultural y turístico.
Visitas: Es visitable, palacio y monasterio.
Protección:

Clasificación subjetiva: 3,   o sea, que se incluirá obligatoriamente en una ruta de viaje, o lo que es lo mismo, se hará todo lo posible por visitarlo, pero no sólo por el castillo-palacio, sino por todo el conjunto. Y por supuesto el pueblo.

Otras cuestiones de interés: En 1801, el por entonces ministro de Justicia de Carlos IV, Gaspar Melchor de Jovellanos, fue desterrado a la Cartuja, residiendo en la torre del palacio en calidad de preso-huésped. Dado el buen trato que recibía y la amigable convivencia con los monjes, fue trasladado al castillo de Bellver, en el que su residencia no fue tan confortable.
La Compañía ante la celda de Chopin.

Más tarde, en 1838, recibió hospedaje el músico Federico Francisco Chopin, al que acompañaba la escritora Amantina Aurora Lucía Dupin de Dudevant, pero a la que todo el mundo conocía como George Sand —“Habito un maravilloso claustro en el más hermoso lugar del mundo”, “todo cuanto pueda soñar un poeta o un pintor lo ha creado la naturaleza en este lugar”, dicen que dijeron, respectivamente—. Estuvo alojado en la celda 4 con salida directa a los jardines.



Rubén Darío, poeta nicaragüense, residió en la Cartuja en 1906 y posteriormente en 1913, invitado por la familia Sureda. Tal fue la impresión que le causó el edificio y el espíritu monacal que aún se respiraba, que tras escribir allí su poema La Cartuja, lo calificó como “lo mejor que he escrito en mi vida”. Aquí también redactó su novela El oro de Mallorca.

Cómo llegar: Desde Palma, tomar la MA-1110 y derechito hasta Valldemosa.

















martes, 12 de abril de 2016

Albaida del Aljarafe, la Torre Mocha

Muy cerca de mi ciudad se encuentra el pueblo de Albaida, lugar que viene de antiguo, desde los turdetanos que la llamaron Kaelia; después para los romanos fue Laelia,  y con los árabes se la denominó Solucar Al-bayda o lo que es lo mismo, La Blanca. Fue Sanlúcar de Albaida hasta 1916 en que definitivamente se la denominó Albaida del Aljarafe porque está en esa comarca sevillana.

Desde Sevilla por la A-8077, que parte de Camas, se llega a Olivares –el del Conde Duque-, y desde aquí, por la SE-522, encontramos a pocos minutos Albaida. Y ya en el pueblo es fácil localizar el monumento que mejor lo representa, la torre Mocha o de Don Fadrique, que es el motivo de este paseo.

Conquistó esta plaza en 1246 Don Pelayo Pérez de Correa, maestre de la Orden de Santiago, encomendado por el rey Fernando III para que evitara, con la ocupación de todo el Aljarafe, que desde Niebla llegaran refuerzos a Sevilla y rompieran el sitio de Sevilla.
Fernando III muere en 1252 y su heredero, Alfonso X, reparte las tierras conquistadas entre los participantes en la conquista, otorgando el pueblo a su hermano Don Fadrique (1224-1277), que será el primer señor de Albaida. Pero por cuestiones “personales” de las que en otro momento hablaremos, la propiedad pasa al Cabildo Catedralicio, o sea a la Catedral de Sevilla, para volver a Don Fadrique poco después, y por último y definitivamente otra vez a la Catedral. Pero no quedó ahí el ir y venir.
A principios del siglo XVI se enajenaron a las distintas Órdenes militares y a otros propietarios, todos estos lugares para poder venderlos y así hacer caja, que falta le hacía al Emperador. Pero Albaida no fue vendida hasta el año 1578 en que la villa pasó a ser propiedad de don Enrique de Guzmán,  II Conde de Olivares. Reinaba ya Felipe II.
Y como sin darnos cuenta casi enlazamos todo esto con la actualidad. A ver:
A don Enrique de Guzmán,  II Conde de Olivares le sucede su hijo Gaspar, el valido de Felipe IV, o sea el Conde Duque, a cuya muerte y después del reparto de sus posesiones, el lugar de Albaida pasa a su sobrino don Luis Méndez de Haro, y de éste a su hijo Gaspar de Haro Guzmán, y de éste a su hija Catalina, que casa con Fernando Álvarez de Toledo, Duque de Alba, y de estos dos a su hija Dª María Teresa Álvarez de Toledo Haro y Guzmán, que unifica en su persona las casas de Alba y Olivares. La Duquesa de Alba ya estaba llamando a la puerta.
Después de esto, un descanso que toca la desamortización de Mendizábal y la supresión de señoríos.
Desde entonces y hasta hoy, Albaida es municipio independiente, lejos de la pretensión que hubo de que fuera pedanía de Olivares.
Decía que ahí, en Albaida, al noroeste de la población y en un privilegiado mirador, se encuentra la Torre Mocha o Torre de Don Fadrique que fue quien mandó construirla:
“El Infante Don Fadrique mando fazer esta torre”; así de claro lo deja una lápida empotrada en la torre, sobre la puerta.  Aunque hay versiones que dicen que lo mandó hacer Don Fadrique fue reconstruir y adaptar otra ya existente de origen árabe; y que los árabes la levantaron sobre otra romana, y…
Puerta de la torre, sobre ella la inscripción sobre su construcción
Su construcción, allá por 1253, se justifica por la seguridad de que, a pesar de haber sido derrotados los moros, estos podían acometer nuevas invasiones.
Evidentemente no es ésta la única torre de la comarca edificada con estos fines: también la de San Antonio, a pocos kilómetros de aquí camino de Gerena, la de Loreto en Espartinas y otras.  Se creaba así una línea de atalayas, a modo de primer recinto defensivo de Sevilla, que estratégicamente dominaba casi todo el valle del Guadiamar y el camino desde Niebla.
Terminada la Reconquista “desapareció” el motivo para el que fue construida, o sea vigilancia y defensa, por lo que se demolieron sus elementos defensivos. Lo mismo les sucedió a las demás torres que, a partir de entonces se las llamó Torres Mochas. La demolición de almenas y matacanes, y la imagen que este hecho tuvo, sirvió también para controlar el incipiente poder de la nobleza local. El resultado hoy en día es que es difícil saber cómo fue su aspecto original.
Desde 1877, en el escudo de Albaida figura una torre que hay en esta Villa, edificada por el infante Alfadrique”
Se accede al lugar cómodamente –está en el núcleo urbano- y lo primero que se aprecia es su más que aceptable buen estado de salud. Cuando la visité, en septiembre de 2008, que ya ha llovido desde entonces, estaba cerrada con cadena y candado, por lo que no pude ver su interior, resignándome a pasearla por el exterior. Así que he de conformarme con descripciones que encuentro en la red, y que supongo son exactas.
Esta torre debió ser una edificación aislada, desde el punto de vista militar. No se han encontrado en su entorno restos de otras que pudieran sugerir que formaba parte de un conjunto mayor.

Toca ahora describirla.
La torre se alza sobre un pedestal macizo de 2’40 metros de altura y 0’50 de retallo, de “hormigón”  y sillares en las gruesas esquinas. A partir de ahí, gruesos muros de las mismas características, y sillares también  en esquinas y alrededor de la puerta. En su fachada trasera, dos pequeños huecos, saeteras,  presentan mochetas de ladrillo. Su base es rectangular, exactamente mide 10.15 metros de largo por 8.30 metros de ancho (10 x 12 varas castellanas, medida no exacta que variaba según el lugar). A 0’85 metros del retallo del pedestal, sobre elevada, está la puerta, de 2’35 metros de altura y 1’15 de ancho y rematada por un arco escarzano en el que queda inscrito otro adintelado. Toda esta disposición da a entender que el acceso debía hacerse mediante una escalera que era retirada hacia el interior de la torre una vez se accedía a su interior.
Dentro, sólo una cámara de 2’25 por 2’25 metros, revestida de ladrillo y cubierta por una bóveda de arista que fue reedificada en 1999. También son de arista, y de ladrillo, las bóvedas que cubren los tres tramos de rampas que llevan hasta la planta superior.

Como en tantos otros lugares, y éste no iba a ser menos, aquí también se habla de túneles que partían de la torre para comunicarse con otros edificios del pueblo. Ni que decir tiene que no se ha encontrado ni uno de esos túneles. Como en tantos otros lugares.

Propiedad: Ayuntamiento de Albaida del Aljarafe
Protección:
—Desde 1933 está incluido en el reconocimiento especial a los castillos de la comunidad por parte de la Junta de Andalucía.
—Monumento de interés histórico artístico según la declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.

martes, 5 de abril de 2016

Alanís de la Sierra, castillo

Subo, desde mi ciudad, hacia el norte de la provincia de Sevilla, hasta Alanís, o Alanís de la Sierra, que de las dos formas lo encuentro, con nombre y apellido. Alanís es un pueblo pequeño, encajado en las estribaciones de Sierra Morena, en pleno Parque Natural de la Sierra Norte de Sevilla, al que se llega, desde Sevilla por la A-8005 hasta Cantillana, y desde aquí por la A-432 hasta Alanís, previo paso por Cazalla de la Sierra.


Ha sido un viaje de casi dos horas y unos 110 km. Bueno, fue un viaje, porque lo realicé hace años y desde entonces no he vuelto, por lo que las referencias que tengo, y las fotografías, son de entonces. Miro en la “red” y no veo imágenes que me hagan pensar que el castillo haya sufrido modificaciones importantes. Escribiré pues según lo vi por aquellas fechas, hace unos diez años.
La torre del homenaje
Esta población fue conquistada a los árabes por Fernando III en 1249, al año siguiente de conquistar la ciudad de Sevilla. Aunque hay datos históricos del lugar anteriores a su conquista, la primera vez que se le cita como Alanís al pueblo es en 1392 que es cuando el Cabildo de Sevilla autoriza realizar importantes reformas en él. Pero el pueblo y el castillo están ahí desde mucho antes, pues seguramente fue levantado por los árabes sobre los restos de una atalaya romana. Aquellos árabes llamaron a este lugar Al-Haniz, tierra próspera.
Y 226 años después de su conquista fue escenario de enfrentamientos entre los Guzmán y los Ponce de León, la casa de Medina Sidonia contra el Marqués de Cádiz, en el contexto de la Guerra de Sucesión castellana entre la que sería la reina Isabel I y Juana la Beltraneja. El primero conquistó la fortaleza que defendía el segundo restableciendo la propiedad del lugar, y sus llaves, a la reina Isabel.
Desde entonces y hasta la Guerra de la Independencia en la que la población se levantó contra los ocupantes franceses, no se conocen hechos ni conflictos reseñables. Los franceses acondicionaron el castillo durante su ocupación, y volaron su interior y uno de los muros a su huida, como hicieron en tantos y tantos lugares.

Subimos el montículo donde se sitúa el castillo, al sur del pueblo, por una senda que asciende por su ladera este. Una vez arriba se comprueba que, por la ubicación,  su interés estratégico fue importantísimo; desde él se controlan los cuatro puntos cardinales y algo más: rutas, cerros y valles; al sur el camino hacia Sevilla y al norte el límite con la Baja Extremadura.
Camino del castillo

El castillo es pequeño, tiene planta hexagonal, seis lienzos de muralla que se adaptan al cerro. En el muro norte se abre la puerta, y sobre ella los restos de un matacán, y en su vértice noroeste se levanta la torre del homenaje.
Sus muros son gruesos, más de dos metros y su altura de unos 6.5 metros de media. Otra medida de interés, su mayor longitud (este-oeste) que es 38.20 metros.
Su interior está totalmente diáfano, desaparecidas todas las dependencias y sin apenas rastro de sus cimentaciones que ayuden a imaginar ese interior.
Puerta de entrada
Lienzo norte desde el interior

Hace años, el Ayuntamiento acometió, sin permisos legales y sin conocimiento alguno, una serie de obras en las que el rigor histórico, el buen gusto y la calidad en su ejecución,  no se vieron por ninguna parte. Lamentable, mejor ni comentarlo. Y lo que es peor, aunque se demolieron aquellas obras, aún no se han reparado otras desgracias, y además algún muro corre grave peligro de colapsar.
Su estado actual, o mejor cuando allí estuve, era de ruina, pero sin prescindir de la espléndida estampa que deja suponer, a lo que ayudan las impresionantes perspectivas que domina. Así y todo, mereció el paseo.

Propiedad:
—Estado Español.
Protección:
—Monumento de interés histórico artístico según la declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico español;
—Bien de Interés Cultural desde 1985;
—Desde 1933 está incluido en el reconocimiento especial a los castillos de la comunidad por parte de la Junta de Andalucía.

El castillo desde el pueblo