martes, 30 de noviembre de 2021

Torija, castillo de Torija

La primera vez que me detuve en Torija fue allá por los noventa, no recuerdo el año. Volvíamos de un viaje por la provincia de Soria y al poco de que las indicaciones en la carretera nos anunciaran su proximidad, ya vi a mi izquierda, sobre un cerro bajo el que discurre el arroyo que da nombre al pueblo, el hermoso volumen de piedra que es el castillo y su orgullosa torre.
De entonces sólo quedaron algunas fotos en papel que ahora no encuentro, y el recuerdo de un edificio hueco, vacío, con la salvedad de la torre que albergaba, o estaba en proceso de albergar, un museo dedicado a la Alcarria y a Camilo José Cela y su viaje por esta tierra.
La segunda, y última, fue hace cuatro meses cuando también regresábamos de otro viaje, esta vez, entre otras cosas, de pasar una inolvidable mañana en Loarre y ver cumplido un sueño de los de toda la vida.
Nuevamente apareció a la vista, a la izquierda de la carretera, Torija y su inconfundible castillo, arrogante, inponentemente castellano; vigilando aún el camino que lleva y trae a Aragón, que fue Camino Real, protegiendo la puerta natural de la Alcarria desde una somera elevación.
Ahora, aquella oquedad que vi en los noventa la llena un edificio moderno que, a primera vista me pareció fuera de lugar. A segunda vista siguió pareciéndomelo, y a la tercera lo asemejé a unas insustanciales oficinas.
Pero bueno, dejémonos de lamentos y vamos a lo que vamos: Torija, su historia y su castillo.
El castillo desde la Plaza de la Villa.

Los primeros datos que del lugar se tienen nos vienen de la Reconquista, pero se presume la presencia por aquí de otros pueblos más antiguos que ya vieron al final del amplio valle, un lugar ideal para asentarse, levantar una atalaya y construir alrededor un poblado. Es posible que hasta su nombre, Torija, proceda del latín turricula, que traducido es torrecilla; y una pequeña torre fue durante siglos.
Como tantos otros sitios que presumen de castillo y de su privilegiada ubicación, éste no va a ser menos. Así que diremos que se encuentra en territorio privilegiado, cruce de caminos y lugar de paso natural hacia Aragón. Yde ahí a decir que fue pieza clave en la defensa del Reino de Castilla apenas si hay nada. Tal fue su importancia que llegó a tener una una prestigiosa feria de ganados.
Esquina oeste del castillo.


EL CASTILLO:

Se dice que su fundación fue cosa de los Caballeros del Temple —que según las leyendas fueron a quienes Alfonso VI les donó estas tierras cuando las reconquistó en 1085—, allá por el siglo XI en que se reconquistan estas tierras. Ellos levantaron la primera atalaya, un convento —se han encontrado restos de éste en las proximidades— y se encargaron de proteger aquellos caminos. Pero como más arriba dijimos, seguramente fueron los romanos quienes primeron levantaron la original torre. De todas formas, caso de que los templarios levantaran aquí una fortaleza, es seguro que no fue la que hoy vemos.
Fuera lo que fuese, el castillo que allí hubo, con el tiempo, fue pasando de unas manos a otras, a saber:
En el siglo XIII don Alonso Fernández Coronel, recibe el lugar de Alfonso XI, en agradecimiento a su ayuda en la batalla del Salado librada entre los cristianos y los Benimerines. Pedro I el Cruel se la entrega a Íñigo López de Orozco hacia la mitad del siglo XIV; Enrique II a Pedro González de Mendoza; en 1380 forma parte del mayorazgo de Diego Hurtado, el que sería futuro almirantre de Castilla. Durante el reinado de Juan I, el castillo vuelve a la familia Coronel, concretamente a doña María Coronel; y entrado el siglo XV, Fernando de Antequera, regente de Castilla, donó el castillo a su copero mayor Pedro Núñez de Guzmán, y éste a su vez, a su hijo Gonzalo de Guzmán, conde de Gelves.
Y en esto que llegamos a 1445, cuando tropas de los infantes de Aragón al mando de un tal Juan de Puelles, conquistaron Torija durante la campaña de Juan II de Navarra contra su primo Juan II de Castilla. Y desde su castillo se dedicaron a guerrear por los campos de la Alcarria.
D. Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana.

Siete años después de aquello, es reconquistado por las tropas del Marqués de Santillana, Íñigo López de Mendoza, y del arzobispo de toledo, Alfonso Carrillo, quedando en posesión de una de las ramas familiares, concretamente de los Suárez de Figueroa y Mendoza, condes de Coruña y después vizcondes de Torija, los cuales estuvieron, desde su llegada a Castilla, muy vinculados a esta comarca. Éstos últimos fueron quienes le dieron el aspecto definitivo con el que, a pesar de la historia, ha llegado a nuestros días.

Antes de ser deshabitado a finales del siglo XVI, sirvió de posada del Emperador Carlos y de su hijo Felipe II. Siguió siendo propiedad de la familia Mendoza y, aunquye en no muy buen estado, fue alojamiento de Felipe V, en el siglo XVIII, durante un viaje de regreso a Madrid.
Durante la Guerra de la Independencia, el castillo fue cuartel y refugio de Juan Martín “el Empecinado” que desgraciadamente, al abandonarlo, voló sus muros para que así no pudiera ser utilizado por las tropas francesas. No hay mal que por bien no venga.
Nuevamente, en la Guerra Civil, sufrió grandes destrozos, siendo reparados y restaurado —murallas, cubos y torre del Homenaje— en los años sesenta del pasado siglo por la Dirección General de Bellas Artes.


A finales del siglo pasado se acondicionó la torre del Homenaje como museo dedicado, curiosamente, a un libro: «Viaje a la Alcarria», de Camilo José Cela.
Recientemente, la Diputación de Guadalajara ha incrustado en su interior un, a mi juicio, desafortunado edificio para emplazar en él otro museo. Éste destinado a servir como Centro de Interpretación Turística de la provincia de Guadalajara.

Antes de su reconstrucción.

Después de reconstrucción.


LOS DETALLES:

Es de planta cuadrada y enteramente ejecutado en piedra caliza, propia de la zona; muros de sillarejo, piedras muy bien trabadas con mortero de cal, que le dan un fortísimo aspecto. Dispuso de antemuro, un recinto exterior que rodeaba todo el edificio, de escasa altura y que seguía en paralelo el perímetro del castillo
Sus esquinas, orientadas a cada uno de los puntos cardinales, están reforzadas por potentes cubos cilíndricos, excepto la que señala el este que es el sitio donde se levanta la magnífica Torre del Homenaje.
Los cuatro lienzos estuvieron rematados por una cornisa amatacanada —hoy sólo se conserva completa la suroeste y parte de la noroeste— sostenida por ménsulas de triple arco; sobre ella discurría el adarve almenado. En el centro de estos lienzos se sitúa un pequeño garitón que sobresale en altura del adarve, y que también se remata con la misma cornisa amatacanada.
Idéntico remate tuvieron los tres cubos cilíndricos, conservándose al día de hoy algunos tramos de sus matacanes.
Todo el interior del castillo está vacío —no cuenta el edificio-museo actual—, pero se puede decir, al observar los mechinales, que tuvo tres plantas. Desde la última planta y en la esquina oriental, dos puertas —una a cada lado del vértice— comunican con la torre del Homenaje.

La torre del Homenaje conviviendo con modernas edificaciones.

La torre del Homenaje es la parte del castillo más llamativa. Se sitúa en el ángulo oriental y surge como una prolongación de la esquina a la vez que sustituye al inexistente cuarto torreón esquinero. Tiene la particularidad de estar unida al volumen del castillo, y éste a ella, por los vértices. Curiosamente está orientada hacia la población, con lo que aparenta un fuerte sentido de protección sobre el caserío.
Las esquinas de la torre se refuerzan con torrecillas cilíndricas muy delgadas, como si de contrafuertes se tratara, de una altura igual a la torre en las que flanquean su cara este, y de menor altura las otras dos, que arrancan desde el nivel del adarve de los muros. Esta característica es propia de los castillos vallisoletanos.
En el centro de cada una de sus cuatro caras —al igual que en los lienzosdel castillo— se adosa un pequeño garitón que aún sobresaliendo por encima del adarve de la torre, no alcanzan la atura de las torrecillas esquineras.
La torre se remata, al igual que el resto del castillo, con la misma cornisa amatacanada, idéntica en forma y tamaño, tanto en su adarve como en las torrecillas y los garitones. Apenas si se conservan almenas.
Escalera de acceso exterior a la torre del Homenaje.

Tuvo su entrada desde el exterior y por el primer piso, accediéndose mediante una escala móvil, que hoy es fija. Su interior se divide en cuatro plantas más la terraza.
En todos sus muros se abren numerosos huecos, ventanas de diversos tamaños y saeteras; sobre todo, estas últimas, en el nivel inferior de los muros.
La zona de la torre del Homenaje y sus dos cortinas aledañas tuvo foso —recientemente excavado y reconstruído— delante de la barrera, ya que se encontraba en una zona más llana y menos escarpada que las otras dos caras. Era por aquí por donde estuvo la entrada primitiva, y por donde hoy se accede al patio y los museos.

Mi Compañía camino del castillo.


RESUMIENDO:

Nombre: Castillo de Torija
Municipio: Torija.
Localidad: Torija.
Provincia: Guadalajara.

Tipología: Castillo.
Época de construcción: Siglo XV
Estado de conservación: En muy buen estado, fue reconstruido en 1962, lienzos, torreones y torre del Homenaje, aunque dejando vacío su interior. A pesar de haberse utilizado materiales de idénticas características a los originales, las zonas restauradas son perfectamente distinguibles.

Edward Cooper dice de él en su “Castillos Señoriales de la Corona de Castilla”: «De este castillo sólo quedaban trozos maltratados, hasta que se llevó a cabo recientemente en él una superentusiasta reconstrucción. Ignoro sobre qué base se ha repetido, de esta forma, el matacán corrido de la torre del homenaje en los lienzos del recinto».

Por lo que deberíamos suponer que el matacán corrido sólo estuvo en la torre del homenaje.

Desde el exterior, destaca su belleza y elegancia, que queda oculta en su interior por, a mi juicio, el inapropiado edificio.
Antes de la inclusión del nuevo edificio.

El moderno edificio en el interior del castillo.

Propiedad y uso: De propiedad pública —Diputación Provincial de Guadalajara—, actualmente alberga el Centro de Información Turística de la provincia de Guadalajara (CITUG), con elementos expositivos relacionados con el Patrimonio Natural, el Histórico-Artístico y el Etnográfico.
La torre del Homenaje alberga un museo dedicado a la figura de Camilo José Cela en relación a su obra Viaje a la Alcarria.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Es Monumento Nacional desde 1931.
Visitas: Son libres el exterior, que es la plaza del pueblo, y el patio interior. La entrada a los museos tiene un precio. Un servidor no accedió al interior del moderno edificio; paseé todo su perímetro y me tomé un par de cervezas en una terraza de la plaza del pueblo mientras lo contemplaba.
 Entrada, torre del Homenaje y museo, desde el interior del patio.

Calificación personal: 3, o sea, que se incluirá obligatoriamente en ruta de viaje, o lo que es lo mismo, se hará todo lo posible por visitarlo.
Otras cuestiones de interés: Me gusta la descripción de su estilo que aparece en Castillos de España (tomo II, Editorial Everest: «Por las características de estilo, pertenece al siglo XV. Se trata de un castillo gótico de transición, pues aparecen detalles prerrenacentistas, como arcos escarzanos, dinteles, etc., que indican un gótico final, aunque la planta es totalmente medieval».
Cómo llegar: Fácil, autovía A-2 desde Guadalajara dirección Zaragoza, salida 73. Sigan las indicaciones, por favor.

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