A poco más de un paseo desde mi ciudad se encuentra Aznalcóllar,
asentado en el límite sur de la Sierra Norte sevillana. Muy cerca, el río
Guadiamar y el embalse de su afluente el Agrio, refrescan el paisaje y, según
épocas, también la economía.
Hacia allí me dirigí para ver, o intentarlo, o finalmente adivinar, lo
que fue su castillo. Atravieso el Aljarafe y a la orilla del río Guadiamar supero el deseo de parar y cambiar el
paseo previsto por otro: verde, fresco y que parece recién
recuperado después de aquella catástrofe. Pero el deber llama, que aquí ya
volveré y mejor acompañado.
La Zawiya, en el cementerio |
Ya en el pueblo me encamino hacia el norte que es donde se asienta el
cementerio y, a su lado, el castillo. Desde aquí, contemplación del paisaje y
lectura de las notas que sobre la localidad llevo:
Parece ser que el origen del lugar
es celta, y durante la dominación romana se la llamó Iptucci. Ya por entonces
fue territorio preciado por estos invasores que explotaron sus minerales, y por
los que después llegarían desde el norte de Europa.
Más tarde, con los árabes fue
Hanz-Al-Kollar, “recinto amurallado”, de lo que se deduce que debió tener
muralla, aunque de ella nada quede. En esa época fue lugar de importancia,
siendo cabeza administrativa de la comarca sobre Aznalcázar, Sanlúcar y la
actual San Juan de Aznalfarache.
De esta época es su castillo, o lo
poquísimo que queda, y también la torre de la Dehesilla.
Su reconquista debió producirse
hacia 1246 o 1247, y es que no hay datos concretos de este hecho.
A partir de entonces hay una larga
etapa de próspera tranquilidad que termina en época de Carlos III, para
retomarla nuevamente en el siglo XIX.
Hasta finales del siglo XX es la
mina la protagonista de la vida y de la prosperidad del pueblo, la cual se
trunca el 25 de abril de 1998.
Pero aquel hecho no tiene nada que ver lo que hoy me trae por aquí,
que es su castillo, y en él me centro. Rebusco entre mis notas y los datos que
encuentro me parecen ridículos, por escasos y sin apenas valor. Al igual que los
restos del castillo.
Subida al castillo, a la izquierda el cementerio y la Zawiya |
Entrada (¿?) al castillo |
Se encuentra en lo que se denomina
el Cerro del Castillo, hacia el norte de la población.
Lo primero que veo es un
desvencijado cartel informativo y una vereda flanqueada por estacas de madera
que me lleva hasta el borde de la ladera norte del cerro.
Lo que hoy vemos es árabe, aunque
posiblemente su origen sea tartésico. Lo más conocido de sus vestigios
es el aljibe, conocido como la Tinaja, que entre la maleza no distingo.
En la ladera norte del cerro se
descubrieron, en unas excavaciones realizadas en 1995, algunos lienzos de
muralla, que se consolidaron y pusieron
en valor.
Todo esto es lo que queda del castillo |
Desde aquí, hacia el norte, la vista del embalse y la sierra es
sensacional; y hacia el sur, la campiña y el Aljarafe. Intento atisbar la torre
de la Dehesilla pero se me hace difícil. A ver si me paso por allí.
Nombre: Castillo de Aznalcóllar
Municipio: Aznalcóllar
Localidad: Aznalcóllar
Provincia: Sevilla
Tipología: Castillo
Época de construcción:
Remodelaciones:
Estado: Las escasísimas ruinas están consolidadas.
Menos es nada.
Propiedad y uso: titularidad pública; sin uso
definido.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica
del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio
Histórico Español.
Visitas: Acceso libre, pero con cuidado en la ladera
norte del cerro.
Puntuación subjetiva: 1, o sea, que si se puede evitar se evita, o lo que es lo mismo, sólo se visita si el camino que recorramos nos lleva o nos hace pasar por allí.
Otras cuestiones de interés:
Justo al lado del castillo, la capilla del cementerio, antigua Zawiya
o pequeño oratorio musulmán, datado en el siglo XIV, único en Andalucía y,
evidentemente, ya cristianizado. Formó parte de una iglesia gótico-mudéjar, ya
desaparecida.
En el núcleo urbano la iglesia de Nuestra Señora de Consolación y las
capillas de la Cruz de Arriba y la de la Cruz de Abajo.
No olvidar algunos restos del acueducto romano que unía Tejeda la
Nueva con Itálica, conocidos como los Arquillos, y la torre de la Dehesilla.
Por último, el embalse del río Agrio para solazarse y el corredor
verde del río Guadiamar para pasear y reconciliarse con la naturaleza
maltratada.
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