martes, 11 de julio de 2017

Castillo de Almonaster la Real

Lo primero situarnos: estás al norte de la provincia de Huelva, en el Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, uno de los ocho o diez espacios naturales más protegidos de Andalucía y a la vez uno de los cuatro cinco más bellos. Sin duda.
El paisaje, se mire hacia donde se mire, es extraordinario, hermoso y, en tu caso, de una atracción tan cautivante que te lleva, cada vez que lo visitas, a tu futuro más cercano. Deseas perderte aquí, para siempre, entre encinas, arroyos y castaños.
Sin darte cuenta apareces en Almonaster la Real, un pequeño pueblo serrano, al que se llega por estrecha y sombreada carretera. Lo encuentras casi por sorpresa, limpio y blanco, colgado de su castillo o de su mezquita, o de su iglesia, que todo es uno, e instantáneamente Cupido te lanza una flecha y acierta. Lástima que hoy vas con algo de prisa, que si no.
La Mezquita-castillo sobre los tejados de Almonaster.

A ver, resumen histórico:
Primero, Edad de Bronce, vestigios de un poblamiento y restos hallados en la necróplois de Becerros, hacia el sur de la actual población.
Segundo, época romana, que dicen que “los cimientos de la villa se levantarían sobre un yacimiento romano”, e incontables sillares de su muralla y mezquita deben ser romanos.
Durante la época visigótica -tercero- se construyó un pequeño monasterio en la colina del castillo.
Cuarto, del año 822 procede el primer testimonio escrito alusivo a Almonaster del que se deducen dos cosas: que su topónimo procede del árabe Al-Munastry y éste a su vez del latino monasterium, o sea, el monasterio; y dos, que dependió de la kora de Sevilla.
A principios del siglo X se levantó la mezquita, cuando ya era Almonaster la población más importante de toda la comarca, y también sede de la jurisdicción militar, fiscal y administrativa. Estaba rodeada por una amplia cerca que cobijaba la medina, la aljama y un alcázar; de todo ello no nos queda nada.
Tras la descomposición del Califato cordobés, perteneció a la taifa de Badajoz hasta la invasión almorávide.
En 1230 es reconquistada por los cristianos -quinto y siguientes-, siendo los caballeros de la Orden del Hospital quienes la incorporaron al reino de Portugal para pasar posteriormente a Castilla (mediante una orden directa del papa Inocencio IV que supuso que todas las tierras al este del Guadiana se incorporaran a la corona castellana), y quedando en propiedad del Arzobispado de Sevilla. Como otras fortalezas del alfoz del Reino de Sevilla, formó parte de la Banda Gallega frente a los ataques desde Portugal.
Al firmarse el Tratado de Alcaçovas en 1479, por el que los reinos de Castilla y Portugal deciden empezar a entenderse, la fortaleza de Almonaster, y con ella toda la villa, dejaron de tener interés guerrero, con lo que el Arzobispado sevillano decide no proporcionar atención al mantenimiento de la plaza. A finales del siglo XVI, su estado comenzaba ya a ser preocupante.
Almonaster desde donde debió estar la entrada a la fortaleza.
 El camino hasta el castillo es fácil, no hay pérdida. El pueblo es pequeño y está  bien indicado el itinerario. Llegas arriba y no te queda otra que compartir el lugar con más personas; algunas son visitantes como tú pero la mayoría son lugareños que asistirán a un evento socio-religioso a celebrarse en la mezquita que hoy es iglesia católica. A pesar de ello consigues hacer fotografías con poca molestia mientras te preguntas si todos ellos son conscientes del valor del lugar que pisan, si sabrán que el lugar no es sólo el escenario de un acontecimiento más o menos frívolo. Pero sí, seguro que saben que los árabes fueron los autores de este monumento, el más representativo de Almonaster, su mezquita, que junto con los restos de las murallas del castillo y la Plaza de Toros, forman el conjunto patrimonial más importante del pueblo.
De lo que ya no estarás tan seguro es que la mayoría de los que visitan el lugar sepan que:

La planta de lo que hoy nos queda del castillo, ocupa una superficie de casi 7.300 metros cuadrados, encerrados en un perímetro de 313 metros, y flanqueados con torres rectangulares y circulares en los quiebros de la muralla. En medio de algunos lienzos también se dispone torres. De la que fuera torre del Homenaje, llamada del Alcaide, apenas queda nada, y que estuvo en la zona por donde ahora se accede al castillo, que es la más cercana al pueblo. En el ángulo opuesto a la entrada actual al conjunto, está la Puerta Falsa, en un estrecho pasillo formado por dos paños de muralla en paralelo.
A todos los lienzos les falta el almenado y a gran parte el parapeto, e incluso hay tramos donde ha desparecido el adarve. O sea, que la muralla que ahora vemos debió de ser bastante más gruesa, y a pesar de la ausencia de muchos elementos, es fácil reconocer todo su trazado.
La altura de la muralla varía según la orografía del terreno, adaptándose al terreno, y utilizándose rellenos en el caso de desniveles. Esta adecuación al terreno hace que su planta sea muy irregular.
De los materiales utilizados se deduce que su etapa constructiva más antigua fue la califal, en la que se utilizaron sillares romanos como refuerzo a la mampostería. Las zonas de tapial se ejecutaron en el período almohade y, nuevamente, ya en época cristiana, vuelven a utilizarse los mampuestos. 
En definitiva una mezcla de estilos a lo largo de los tiempos, desde el romano al almohade, pasando por el período califal y terminando en el gótico de la Baja Edad Media.

Restos de la muralla, al fon do la Puerta Falsa
Pero el castillo no es sólo el castillo. El castillo, que hoy apenas es una muralla, cobija en su interior los restos de lo que fue un templo cristiano primitivo y sobre él una mezquita que a partir del siglo XIII se convirtió al cristianismo. Ah, y también una plaza de toros. Todo ello forma un conjunto excepcional, del que te impresiona su modestia y su recogimiento, pero sobre todo su sencilla grandeza: ¡cómo tanto en tan poco espacio y en un lugar tan recóndito, ha llegado hasta hoy!
Y como el castillo, según ha quedado dicho, no es sólo el castillo, te ves obligado a dejar aquí algún apunte sobre los otros edificios, aunque sea breve. Primero sobre la mezquita:

Que fue levantada entre los siglos IX y X,  sobre los cimientos de otro templo, visigodo, del siglo VI, y este a su vez sobre otras construcciones romanas; los árabes aprovecharon sus materiales en la estructura de la nueva edificación y en numerosos elementos decorativos, como capiteles y columnas. Predomina la mampostería, aunque también hay fragmentos realizados con ladrillo y tapial; las esquinas quedaron reforzadas con sillares de granito.
Se accede a su interior por una puerta de época cristiana situada en el muro que se orienta al noreste; a la derecha se encuentra el sahn o sea, el patio para las abluciones, que como la propia mezquita es muy pequeño, tanto que fue necesario excavar algo la roca para poder darle un tamaño mínimo . De aquí al liwan o sala de oración que es de planta trapezoidal y de medidas interiores de 10’70 por 11’00 metros.
El pequeño patio de las abluciones

El mihrab, orientado al sureste
Naves del interior de la sala de oración 
Consta de cinco naves que se orientan de noroeste a sureste, siendo la central la más ancha, y las extremas las más estrechas que a su vez se deforman para compensar el esviaje de la planta, debido tal vez a la topografía del terreno. El muro orientado al sureste es la qibla, en cuyo centro se abre el mihrab, de planta semicircular y bóveda de horno. Queda enmarcado con un arco de herradura dentro de un alfiz de ladrillos.
Toda ella desprende un carácter primitivo y tosco, quizás por su situación geográfica, alejada de otras más suntuosas y reconocidas.
En la esquina noroeste y exenta al edificio principal, se alza el alminar, de planta rectangular y tres cuerpos, macizo el primero, mientras que los otros dos disponen de arcos, dos en sus lados mayores y uno en los más pequeños. La cubierta se remata con una balaustrada de piedra que se antoja fuera de lugar (y es que fue realizada en el siglo XVIII). Bueno, realmente esta torre es del siglo XVI, cuando también se levantó la sacristía y el porche de entrada.
La torre que fue el alminar, desde el sahn
Una vez reconquistada la región, la mezquita quedó convertida en templo cristiano. Para darle carácter, le añadieron un ábside de estilo románico del que nos han llegado los arranques del arco triunfal. El que ahora vemos es posterior.
A lo largo del tiempo ha sufrido reformas y ligeras transformaciones que han reforzado su estructura y añadido nuevos espacios, como la reconstrucción de la puerta, la sacristía o el pórtico de la fachada oeste.

Por último llegaría el gusto por las corridas de toros, y qué mejor emplazamiento para una plaza que el castillo; y qué mejores materiales para edificarla que las piedras de las murallas. Bueno, ironías aparte, tampoco es éste un caso único en el que un coso taurino se ubica en el interior de un castillo; incluso podrías aceptarlo al comprobar su mimetismo con el edificio principal, tanto que has olvidado fotografiarla, como si ni siquiera te hubieras apercibido de su presencia.  Así y todo piensas que la construcción de esta Plaza de Toros, inaugurada en 1821 y reformada, y reinaugurada  a finales del siglo XIX por Fernando Gómez García “el Gallo”, fue perjudicial para el castillo, algo así como la puntilla, por lo de la relación con el mundo de los toros y el sentido negativo que pueda darse.

Y es que la plaza está apoyada en los lienzos de la fortificación y adosada a la mezquita. Del primero se reutilizaron sus sillares para construir un ruedo que mide 32 metros de diámetro interior; sus graderíos se levantaron aprovechando la topografía del terreno y, donde fue necesario, se excavó el terreno y se sirvieron de las rocas del terreno.
Carece de callejón y barrera, por lo que los burladeros se adosan a la pared; bajo las gradas se abre, en cada burladero, un hueco. La puerta principal se abre hacia el interior del castillo y sobre ella se sitúa el palco de la presidencia. Contrasta su interior, cal y albero en el mejor estilo taurino, con el exterior, lienzo de muralla de mampostería.
Fachada suroeste de la mezquita, a la izquierda lienzo del castillo donde se apoya la plaza de toros.


Ya ves, de cada época unos fragmentos, de cada cultura su impronta; sin duda uno de los monumentos más singulares de esta tierra, al que los tiempos no han sido capaces de restar ni un ápice de su intensa personalidad. Al contrario.
Almonaster la Real desde su castillo



Nombre: Castillo-mezquita de Almonaster
Localidad: Almonaster la Real
Municipio: Almonaster la Real
Provincia: Huelva

Época de construcción: siglos XI
Obras posteriores: siglos XIII y XIX.
Tipología: Castillo
Estado: El castillo está bastante deteriorado, debido sobre todo al expolio de sus materiales o su utilización para obras sucesivas. La mezquita y la plaza de toros gozan de mejor salud.
Protección: Castillo y mezquita están bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
La mezquita es Monumento Nacional desde junio de 1931.

Propiedad: Ayuntamiento de Almonaster la Real.
Uso: turístico y religioso.
Visitas: libre acceso. 
                 Mi última visita la hice en junio de 2017.
Mi clasificación: 3, o sea, que se incluirá obligatoriamente en ruta de viaje y se hará todo lo posible por visitarlo.

Otras cuestiones de interés: además del castillo, sin duda alguna, la Mezquita y la plaza de toros. Pero en definitiva todo es uno. Y menos mal que es así, porque seguramente los restos del castillo, por sí solos, casi carecerían de interés para la mayoría.
Cómo llegar: Desde Sevilla, y en dirección a Mérida, tomar la A-66 o E-803, y unos 30 kilómetros después saldremos hacia la N-630 e inmediatamente la N-433 en dirección a Portugal. Pasado El Repilado y poco antes de llegar a Cortegana, tomar la HU-8105; a apenas seis kilómetros aparecerá la inconfundible silueta de la mezquita-castillo.
 














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