Que
digo yo que ya era hora.
No
sé cuántas veces he estado en Cortegana ni cuántas habré subido a su castillo,
y me parece que ya es hora de escribir algo sobre él. La última visita que le
hice es la que me ha animado definitivamente a sentarme y redactar esta
entrada. Así que el paseo de hoy va a ser por él. Vamos a ello.
Está
Cortegana en plena Sierra de Huelva, concretamente en el Parque Natural de la
Sierra de Aracena y los Picos de Aroche, paraje no sólo para recrear la vista
sino también el olfato, y sobre todo el
gusto. Aunque a mí siempre me han llevado, además, otros ánimos y placeres. Y
me seguirán llevando, porque a estas alturas de mi vida ya no voy a cambiar de
placer.
Desde
mi ciudad está a casi un paseo en coche que, en ciertas épocas del año, se
convierte en un espectáculo visual nada más entrar en la provincia. Si se elige
el otoño para visitar la comarca, el recuerdo que quedará en la memoria será
imborrable, lo aseguro. Y no es pasión de enamorado.
Es
obligado hacer una parada a mitad de camino para ir adaptándose a los sabores
de la sierra. Al poco, unos kilómetros antes de llegar, ya vemos el castillo
elevarse minúsculo en el paisaje como referencia del final del camino. Desde
allí parece dominar, controlarlo todo; el más auténtico vigía del camino que
tuvo el Reino de Sevilla en la frontera; aunque no se sabe con exactitud desde
cuando protege esa frontera.
Hasta
ahora no se ha podido conocer la fecha exacta de su construcción. Hay autores
del siglo XVII que atribuyen su fundación a la actuación de un caballero (un
tal Pedro Domingo) que, tras haber caído en desgracia en la corte, se
estableció por aquí. Pero ello no pasa de ser una leyenda oral. Así que vamos a
datos algo más fiables:
Este castillo fue mandado construir por Sancho IV el Bravo a
finales del siglo XIII (cuestión rebatida por historiadores actuales que lo datan mucho antes, y levantado por musulmanes), para formar parte de la línea de defensa del Reino de
Sevilla, que se denominó Banda Gallega, y que se extendía por el norte de lo
que fue aquel reino, protegiendo la frontera con Portugal.
Fue aquella una época de constantes disputas con los portugueses
a cuenta de lindes y divisiones, para lo que fue necesario reforzar el
territorio con torres y fortificaciones como Aroche o el castillo de Las
Guardas; y en otros casos levantarlas de nueva planta como Aracena, Cala, Santa Olalla o Cortegana (¿?).
Por lo tanto el castillo se edificó como elemento de defensa de la región una
vez reconquistado, nunca como asentamiento feudal.
El primer documento en el que aparece nuestro castillo de hoy,
es en el Ordenamiento que Alfonso X otorga al Concejo de Sevilla, allá por
1344. A partir de entonces son cuantiosas las referencias que a él se hacen en
relación a nombramientos de alcaides, asignación de guarniciones, o
reparaciones y ampliaciones. En todos los casos la financiación sería a cuenta del
Cabildo de Sevilla que era quien tenía, por delegación real, el uso,
mantenimiento y disfrute de la fortaleza.
Cuando cesa su utilidad militar, cae en un profundo estado de
abandono que lo llevó a un deterioro progresivo. Deterioro que se agravó con
los daños que le produjo el siempre recordado terremoto de Lisboa en noviembre de
1755.
A principios del siglo XX se acometen obras de restauración, no
todo lo acertadas que debieran, que al menos terminaron con el desgaste que
estaba sufriendo. Las obras que se hacen en los años setenta le devuelven,
dentro de lo que cabe, al mejor aspecto
que tuvo en su pasado.
Entrada a la cerca del castillo, al fondo el alcázar. |
Ya
en Cortegana, dos caminos para subir al castillo: en coche por la ladera norte,
desde la calle Benafique, hasta un agradecido aparcamiento; después unos
minutos más de subida a pié por una cómoda escalera, y en seguida estamos junto
a la ermita de Nª Sra. de la Piedad, edificio que comparte con el castillo la
cima de la montaña y su inconfundible silueta.
También
se puede optar por utilizar el que fuera su camino original que inicio en la
Iglesia del Divino Salvador y continuo, como no, por la calle del Castillo que
me llevará, serpenteando por la ladera sur de la montaña, hasta lo que fue la
entrada a la cerca que tuvo el castillo.
El primer sector es amplio y ocupa prácticamente la totalidad de
la cima, discurriendo, lo que queda de la muralla, por todo el perímetro de la
misma. Está parcialmente restaurada y consolidada, lo suficiente como para
adivinar sus torres y lienzos.
En el punto más alto del cerro encontramos el castillo
propiamente dicho, el alcázar de la fortaleza, de planta ligeramente trapezoidal
y flanqueado por seis torres dispares en planta y volumen: cuatro en las
esquinas y dos hacia el centro de sus lados mayores.
Fachada sur del castillo |
Fachada sur, con la ermita de Nuestra Sra. de la Piedad. |
Por su cara sur, y después de ascender por una corta escalera,
accedemos al interior. La puerta queda cobijada por una pequeña torre cuadrada
y cubierta por un matacán. Un ligero recodo da forma al zaguán y, superado
éste, se llega al patio de armas bajo el cual se conserva un gran aljibe que
aún hoy recoge agua y al que se accede por una angosta escalera situada al
nivel del patio; el aljibe está dividido en dos partes por un arco apuntado y
cubiertas ambas por bóvedas de distinto trazado.
Entrada al alcázar |
Zaguán que forma la entra en recodo |
Ocupa el patio, aproximadamente, media planta del castillo. Está
rodeado por tres de sus caras de murallas y torres, las cuales son macizas hasta
la altura del adarve, excepto la de planta semicircular que debió perder su
último cuerpo y, junto con sus dos lienzos adyacentes, también el almenado (en
realidad todo el castillo perdió su almenado, pero en la última restauración realizada
en los años setenta del pasado siglo, parece que no se acordaron de rematar
esta torre).
Vista desde el noroeste: torre y lienzos sin almenas |
La torre situada en el centro del lienzo norte, de planta
rectangular, es más voluminosa que las demás, tanto que su cuerpo superior está
dividido en dos estancias. A su terraza se accede desde el adarve del alcázar y
no a través del que rodea al patio.
Adarve que rodea el patio de armas |
La otra media planta del castillo, la situada al este, está
ocupada por el alcázar. Dividido en dos alturas, conserva su distribución y
compartimentación original aunque readaptadas
a un uso más turístico. Aquí debieron estar el cuerpo de guardia, mazmorra,
algún almacén y la residencia del alcaide en la segunda planta. Aunque lo que
ahora nos muestra sus gestores es la sala de recepción, una supuesta capilla, y
otras salas con mobiliario pseudohistórico adornadas con piezas de cierto valor
arqueológico, si bien algo desubicadas.
Sobre la segunda planta una gran terraza desde la que se llega a
otra torre de flanqueo en su esquina noreste, simétrica a la del ángulo
opuesto.
Torre del homenaje |
Y en la esquina sureste está la torre del homenaje, de mayor
factura que las demás pero al igual que ellas, irregular en planta y en
disposición con respecto al conjunto del castillo. Parece ser que fue el último
elemento en construirse, allá por el siglo XVI; es maciza hasta la cota de
aquella terraza y a esa altura sólo dispone de una estancia de la que parte la
escalera que da acceso a su azotea.
Cortegana desde su castillo |
Una
vez arriba, lo mejor que se puede hacer es disfrutar del paisaje y del momento,
y si el día es claro y cálido, mejor. Después, deleitarse de los bienes y
frutos del lugar, que no sólo de piedras viejas vive el hombre.
Cortegana, panorámica general |
Nombre: Castillo de Cortegana
Localidad: Cortegana
Municipio: Cortegana
Municipio: Cortegana
Provincia: Huelva
Época de construcción: siglo XIII
Obras posteriores
Tipología: Castillo
Obras posteriores
Tipología: Castillo
Estado:
En
espléndido estado de conservación. Y es que una adecuada restauración hace
mucho bien. Pero no hay que dormirse, aún queda mucho por hacer.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
En 1993 la Junta de Andalucía otorgó reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad Andaluza.
Está declarado Bien de Interés Cultural.
Propiedad:
Pública,
Ayuntamiento de Cortegana, ya que en 2006 el Ayuntamiento de Sevilla cedió al
de Cortegana todos sus derechos sobre él.
Uso:
Turístico,
y también como escenario de eventos culturales, entre ellos las Jornadas
Medievales.
Visitas:
totalmente
libre, previo pago de una módica entrada.
Lo he visitado en numerosas ocasiones, la primera allá por 1980.
Lo he visitado en numerosas ocasiones, la primera allá por 1980.
Mi clasificación: 3, o sea, que se incluirá obligatoriamente en una ruta
de viaje y se hará todo lo posible por visitarlo.
Otras cuestiones de interés: El propio caserío ya tiene su interés, sobre todo en lo que al paladar se refiere; y además la sierra y su panorama. En las proximidades, varias pueblos coronados de castillos.
Cómo llegar: Desde Sevilla, y en dirección a Mérida, tomar la A-66 o E-803, y unos 30 kilómetros después saldremos hacia la N-630 e inmediatamente la N-433 en dirección a Portugal. Cortegana queda en ese camino, no hay pérdida.
Otras cuestiones de interés: El propio caserío ya tiene su interés, sobre todo en lo que al paladar se refiere; y además la sierra y su panorama. En las proximidades, varias pueblos coronados de castillos.
Cómo llegar: Desde Sevilla, y en dirección a Mérida, tomar la A-66 o E-803, y unos 30 kilómetros después saldremos hacia la N-630 e inmediatamente la N-433 en dirección a Portugal. Cortegana queda en ese camino, no hay pérdida.
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