martes, 7 de marzo de 2017

Zafra, castillo-palacio de los Duques de Feria

Llego hoy, y paseo a medias, a un bello castillo; más palacio que castillo por dentro, que desde afuera es más fortaleza que residencia. Es el castillo-palacio de los Duques de Feria, y está en Zafra, Badajoz —no confundir con el roquero y desafiante de Campillo de Dueñas en Guadalajara—, y a diferencia de su homónimo castellano, el extremeño es llanero y, sobre todo, sosegado.

En la página web del Ayuntamiento de Zafra leo sobre lo que bien pudo ser el origen de esta ciudad.  Y si la dedicación que en aquel principio asigna esa suposición a sus primeros habitantes es cierta, se podría decir que los actuales son fieles a sus antecesores. Dice aquella creencia que los orígenes de la ciudad están en el Medievo, en un puñado de casas apiñadas en lo que hoy es la Plaza Chica y que era un cruce de caminos — norte-sur, la vía de la Plata; este-oeste, el Camino Mozárabe, tal vez—. Seguramente fuera lugar de albergue y pernocta, y también de intercambio de mercancías; más o menos como lo sigue siendo hoy.



         EL LUGAR,
Fuera como fuese su principio, es muy probable que los romanos tuvieran algo que ver en ello, aunque se tratase sólo de algunas villas dispersas y un castro en las proximidades.
En ese mismo lugar, El Castellar, los musulmanes construyeron a principios del siglo XI una pequeña fortificación, un hisn que se denominó Saira abi Hassan —se presume que de ahí deriva el actual topónimo—, a fin de controlar la frontera entre las taifas de Sevilla y Badajoz. Más tarde la nombrarían como Safra, y de ahí a Zafra.
Reconquistada la comarca en 1229 por Alfonso IX, se construyó en aquel cruce de caminos una iglesia y la casa del Concejo. Curiosamente también un cementerio.
Pero volvió a ser conquistada por los árabes; y tuvo que ser en 1241 con el Rey Santo, cuando definitivamente quedara en manos cristianas, concretamente en las de la orden de Santiago.
 En 1394, Enrique III cede el dominio sobre el lugar a Gomes (I) Suárez de Figueroa, a quien heredará su hijo Lorenzo que, además de terminar la muralla y mandar en 1437 construir un alcázar, fundó el hospital de la Salutación —hoy de Santiago—, y terminó la construcción del monasterio de las Clarisas de Santa María del Valle.
En 1460, el rey Enrique IV concede a los Suárez de Figueroa un condado, que será el de Feria.

El patio del castillo, obra del primer duque de Feria.

En 1567, Felipe II eleva la categoría de condado a ducado, siendo el primer Duque de Feria otro Gomes (III) Suárez de Figueroa. Y además de Duque, grande de España.
Con Gomes III la población se moderniza y se convierte en una villa mercantil y manufacturera que llega a ser el centro de la comarca. Las ferias que se celebraban desde finales del siglo XIV, se consolidan —llegando la de San Miguel, a finales de septiembre, hasta nuestros días—.
El condado de Feria fue absorbido por el Marquesado de Priego y éste, en el siglo XVIII, quedó incorporado en el Ducado de Medinaceli.
Desde 1882 tiene el título de ciudad, por obra y gracia de Alfonso XII, y desde 1965, su casco histórico es conjunto Histórico Artístico.


EL CASTILLO
El castillo de Zafra no fue edificado para defender territorios ni fue testigo de ninguna batalla. Probablemente esté levantado en el mismo lugar que ocupara otro de origen árabe del que no quedan restos —aunque bien podría tomar como vestigios de aquella fortaleza su apariencia exterior—.

Fachada norte del castillo.

El castillo de Zafra, o el palacio de los Duques de Feria, lo manda construir el segundo señor de Zafra, Lorenzo Suárez de Figueroa, a la sazón primer Conde de Feria, en 1437 —una piedra con esa fecha inscrita en su fachada principal así lo recuerda; otra, en la torre del Homenaje, indica la de su terminación, 1443—. Su pretensión era establecerse en la ciudad en una residencia acorde a su condición, pero sin renunciar al carácter defensivo del edificio. Seis años tardaron en su construcción, primero en la cerca de la villa y después en el castillo. La autorización real, firmada por el rey Juan II de Castilla, llegó cuando las obras estaban casi concluidas.
Uno de sus descendientes, el tercero de los Gomes, efectúa obras en el castillo para adaptarlo a sus nuevas necesidades, acordes a los gustos que los Austrias imponen, y siguiendo las maneras propias del Renacimiento, pero dejando algunos elementos que evidenciaran de forma clara su abolengo: construye la Sala dorada y reforma y decora la capilla, añadiendo hermosos artesonados; levanta dos galería a ambos lados de la torre que se orienta hacia el sureste; y a la fachada principal le añade, lamentablemente, dos cuerpos flanqueando la entrada. Pero la obra más significativa es la sustitución del originario patio por otro de líneas netamente renacentistas, que se ejecuta en mármol y a dos alturas, y que más que el patio de un castillo, recuerda al claustro de un monasterio. Sin menospreciar ni una piedra de todo el edificio, no cabe duda que son, las del patio, el primer atractivo del palacio.
Durante la guerra de la Independencia estuvo, como no, ocupado por tropas francesa. Esta vez fueron respetuosos con el edificio.


LOS DETALLES

Construido casi totalmente en mampostería sobre una planta cuadrangular, el castillo de Zafra estuvo rodeado de una muralla a modo de barbacana que, hacia el este y el sur, coincidía con la muralla de la ciudad. Una de las puertas de esta última, la llamada de Palacio, era la más próxima al castillo; frente a ella, de la que sólo queda un arquillo, daba acceso a la barbacana.

La Puerta de Palacio intramuros.


De ese baluarte apenas si se conservan algunos restos.
El castillo y la barbacana se comunicaban con el interior de la ciudad a través de la llamada Puerta del Acebuche, situada al suroeste de la plaza que se abre frente a la fachada principal.
Las cuatro esquinas de su planta están reforzadas con altas torres —de 24 metros— cilíndricas; en el centro de sus lados norte y sur, se adosan sendos torreones, también circulares y de la misma altura pero de menor diámetro.


La puerta del palacio se abre en la fachada oeste, y está flanqueada por otros dos torreones de iguales características a los centrados en las fachadas norte y sur. Sobre la puerta, figuran los escudos de sus primeros dueños: cinco hojas de higuera de Lorenzo Suárez de Figueroa, os leones rampantes y brazos alados con espadas de doña María, su esposa.
Más arriba, una ventana geminada con arcos de herradura; y sobre ella sobresale un matacán, con aspilleras, sostenido por cuatro ménsulas.

Fachada oeste del castillo. Torre del Homenaje.

En la fachada este, opuesta a la puerta, está la torre del homenaje, también cilíndrica, algo más alta que las demás torres —29 metros de altura—, y más gruesa y rotunda, simbolizando así, como en general todo el edificio, el poder de la familia.
Tiene cuatro niveles, siendo macizo el primero; desde la primera planta del palacio se accede al segundo nivel, abovedado; desde aquí al siguiente, ya a la altura del adarve, que conserva pinturas en su zócalo. Una escalera empotrada en el interior del muro lleva hasta la terraza de la torre que, como todo el conjunto, está almenado. Sobre el acceso a la torre desde el adarve, vuela un pequeño matacán.
Toda sus fábricas exteriores son de mampostería, utilizándose muy poco la sillería, si acaso en algunos elementos como ventanas y matacanes. Bajo las almenas de murallas y torres, corre una doble hilada de ladrillo.

La puerta del Acebuche, a la que más arriba se hacía referencia.


Nombre: Castillo-palacio de los Duques de Feria
Municipio: Zafra
Provincia: Badajoz.

Tipología: Castillo-palacio.
Época de construcción: comenzó su construcción en 1437. A mediados del siglo XVI fue transformado en palacio. También sufrió alguna transformación a mediados del siglo XVII y en los años sesenta del pasado siglo.
A pesar de tantas modificaciones y añadidos, el edificio no ha perdido, al menos exteriormente, su excelente condición militar.
Estado: El castillo se encuentra en un extraordinario estado, debido claro está, a haber sido rehabilitado y acondicionado como Parador de Turismo en 1968, que es la ocupación a la que en la actualidad está destinado.
Propiedad: Pública; fue adquirido por el Ministerio de Información y Turismo en 1965 para convertirlo en Parador de Turismo.
Visitas: totalmente libre el entorno y las zonas comunes del establecimiento hotelero. El resto queda reservado para los huéspedes.

Fuente en el patio del castillo-palacio-parador.

Protección: Declarado Monumento desde el 3 de junio de 1931, es Bien de Interés Cultural.
Se encuentra bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22-abril-1994 y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.

Clasificación subjetiva: 3, o sea, que se incluirá obligatoriamente en una ruta de viaje, o lo que es lo mismo, se hará todo lo posible por visitarlo.
Cómo llegar: En el kilómetro 684 aproximadamente de la A-66 (E-803), donde cruza la N-432 que viene desde Córdoba, hay indicaciones que nos dicen que Zafra está a unos minutos.
Otras cuestiones de interés: Toda la ciudad de Zafra, declarada Conjunto de Interés Histórico Artístico, es digna de ser paseada. Sólo sus Plaza Chica y Plaza Grande ya merecen la visita; el resto son los bises que da la ciudad.
Si tenemos un ratillo a finales de septiembre, la Feria de San Miguel.




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