martes, 21 de marzo de 2017

Uclés, castillo de Albar Llana o de Uclés

A mitad de camino, más o menos, entre la fría serenidad de Cuenca y la eterna Toledo, y tras un ligero desvío respecto a lo que indica la gruesa vía que une las dos ciudades en el luminoso mapa, llego a Uclés.
Uclés es un pueblo pequeño y, según los números, poco habitado. Pero desde la lejanía se engrandece por esa silueta larga y noble que la historia le ha regalado, y por la que se le reconocería aunque solo fuera iluminado por un golpe de flash en la más absoluta oscuridad. Tan simple como bello.
Pero si es simple la imagen que desde la lejanía ofrece, más complicada me parece la interpretación de todas las edificaciones que allí existen: las piedras se entremezclan, desaparecen y emergen; los tiempos se solapan y parecen esconderse. Todo parece confundir al visitante en el lugar, y al lector-escritor sentado tranquilamente en casa: alcazaba que ya no está, torres que unos llaman con unos nombres y otros de otros, un castillo que es viejo y más adelante nuevo, una muralla que zigzaguea y otra que casi desaparece.
Y por último, la definitiva presencia del monasterio, verdugo de un pedazo del pasado y punto y final de este laberinto. Seguramente le dedicaré un paseo.

Uclés desde el oeste, su horizonte más reconocido.

Fueron estas tierras habitadas antes de la llegada de los romanos, y luego por éstos, que como bien sabemos estuvieron en todos sitios.
Los árabes la llamaron Uqlish —el topónimo actual es fácil de deducir— y en ella estuvieron asentados casi desde el principio de la invasión peninsular: primero con un pequeño castillo y luego una alcazaba, con mercado, mezquita y baños públicos.
En tiempos del Califato de Córdoba perteneció a la cora de Santaver e incluso fue, durante un tiempo, su capital. Finalizando este período, fue el refugio, y última morada —murió envenenado— del califa cordobés Muhammad III, que había huido de Córdoba por una sublevación de la nobleza.
Durante los primeros reinos de taifa, perteneció a la de Toledo y le dio a ésta un rey, Ismail al-Zafir, en el 1025.
Se reconquistó en 1085, junto con Toledo, para ser perdida un año después, también junto con Toledo, tras la batalla de Zalaca, o mejor dicho Sagrajas —23 de octubre de 1086—, aquella que dicen perdió Alfonso VI ante los almorávides de Usuf Ibn-Tasufin porque Rodrigo Díaz de Vivar no quiso ir en su ayuda.
La población vuelve a ser cristiana en 1091, cuando Alfonso VI la recibe de Al-Mutamid, rey de Sevilla, en pago a la ayuda prestada por el primero al segundo ante las pretensiones del almorávide Yúsuf Ibn Tasufin, que pretendía arrebatarle el trono sevillano.

Recordando la primera batalla de Uclés —29 de mayo de 1108—


Como no hay dos sin tres, los musulmanes la recuperarán en 1108 tras la batalla de Uclés, conocida también como la de los Siete Condes, pues ese fue el número de nobles que, comandados por Sancho Alfónsez —único hijo varón de Alfonso VI— y más de 3000 cristianos, murieron en aquella batalla. El ejecutor de tal derrota fue Alí Ibn Yusuf, hijo del anterior Yusuf.
Y nuevamente, como sigue sin haber dos sin tres, vuelve a ser cristiana con Alfonso VII en 1157; y esta vez de manera definitiva. Su heredero, Alfonso VIII dona la villa a la Orden de San Juan —nombre completo: Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de rodas y de Malta—, el 12 de diciembre de 1163.
Donación que tuvo poco efecto pues un mes después es cedida a la Orden de Santiago, instalándose allí la Caput Ordinis, es decir, la casa principal de la Orden.
Y allí estuvo hasta 1493 en que muere Alonso de Cárdenas, último maestre santiaguista. A partir de entonces, y hasta 1516 —fecha de su muerte— fue Fernando el Católico el administrador de la Orden. Carlos I unificó en su persona, o sea la Corona, la administración de todas las órdenes. Con el lento paso del tiempo se comprueba que, no existiendo el peligro musulmán, las órdenes van perdiendo su principal objetivo; y lugares como Uclés inician un proceso de decadencia. Y con ello su castillo.

Subiendo al castillo Viejo: la torre del Pontido (albarrana) y la torre Palomar.


EL CASTILLO:

De primitiva construcción árabe, finales del siglo IX, el castillo que llaman de Albar Llana y que en muy pocos sitios leo que así lo nombren, fue musulmán y cristiano de manera alternativa, hasta mediados del siglo XII en que queda en manos cristianas de manera permanente.
Los caballeros de la Orden de Santiago remodelan la alcazaba árabe y la convierten no sólo fue su sede, sino también en prisión, e incluso a principios del siglo XVI se utilizó como refugio a judíos que iban a ser expulsados.
En 1528 es demolida una parte del castillo, en la zona norte, para construir el actual monasterio, perdiéndose con ello muchos elementos de la Alcazaba árabe, algunas torres y murallas. Hasta entonces, la Alcazaba había sido la casa maestral de la Orden de Santiago.
Del Castillo Viejo desaparecieron, en la demolición, el Patio de Armas y las torres llamadas de la Plata y Torre Blanca.
En algunos textos se habla de que en esta zona norte también estuvo la torre del Homenaje de la fortaleza, a la que denominaban Torre Vieja del Homenaje, en contraposición a la situada en el extremo sur del cerro que sería la Torre del Homenaje Principal, de factura y fecha de ejecución más tardía —siglo XV-XVI—.

La de la izquierda sí es una torre albarrana.

En total fueron tres las torres desaparecidas, de las que se desconoce cuál fue su ubicación exacta.
Además fueron derribadas numerosas dependencias, como bodegas, almacenes, etc., e incluso el puente levadizo.
Con la desamortización de Mendizábal, la Orden debe abandonar el monasterio.
En ese mismo siglo volvió a tener funciones militares durante las guerras carlistas. De entonces quedaron, en los lienzos de la muralla cortina, algunas fusileras que, la última restauración, lamentablemente han suprimido.
Y digo lamentablemente han suprimido, por no decir destruido, pues me parece que cualquier elemento de carácter defensivo ejecutado en los muros de un castillo, durante un enfrentamiento bélico, debería permanecer en él como testigo de ese conflicto, independientemente del momento en que se produjeron el conflicto y la obra.

La torre del Castillo Nuevo. Al fondo el Monasterio y a la izquierda el albacar.


LOS DETALLES:

El castillo ocupa, o mejor, ocupaba todo el cerro que domina la población desde poniente. A lo que hay que añadir los distintos recintos concéntricos al propio castillo. Su estratégica ubicación y la altura de sus torres —se cree que alguna de las que se han perdido era más alta que las actuales— le hacen visible desde muchos kilómetros alrededor.
Gran parte de lo que fue se encuentra hoy en día bajo el monasterio, incluso han aparecido restos de aquel castillo en recientes excavaciones.
En su totalidad está construido en mampostería de piedra caliza, con amplio uso de escorias en el mortero de su llagueado; en las esquinas sillares.

Torre Palomar en el Castillo Viejo, las caballerizas en primer plano.

Del primer recinto nos han llegado dos zonas bien diferenciadas: la denominada Castillo Viejo situada aproximadamente en el centro del cerro; y el Castillo Nuevo, que ocupa el extremo sur del mismo. En el extremo norte estuvo el resto de la Alcazaba árabe, que a estas alturas ya sabemos que, en 1528, fue demolida.
De aquella demolición se salvaron la torre Palomar y junto a ella una torre albarrana llamada del Pontido. Ambas torres son cuadradas y han perdido su almenado. La torre Palomar es de mayor altura, unos treinta metros, y se une a la albarrana mediante un puente de ladrillo y mampostería.
Según los textos que leo, encuentro entre ellos cierta confusión con respecto a esta torre albarrana, pues algunos la llaman del Pontido, en alusión al puente que la une con la del Palomar. Y a la del Homenaje Principal, del Castillo Nuevo, es la que denominan albarrana.
Claro error de concepto, pues si alguna torre es albarrana en el castillo de Uclés, es la que está junto a la del Palomar, o sea la del Pontido.
A los pies de estas dos torres, en las ruinas de la edificación que fue usada como caballeriza del monasterio, aún quedan restos de un baluarte y una barrera.

La muralla cortina hacia el norte.


La muralla cortina y el Castillo Nuevo al fondo.

El Castillo Viejo se conecta con el Nuevo mediante la que llaman Muralla Cortina, levantada en el siglo XV, formada por seis lienzos de muralla y cinco cubos rectangulares y macizos, aparejados en mampostería y tomados con mortero de escorias. Curiosamente esos cubos se orientan hacia el interior de la puebla dando a entender el temor anti señorial reinante en la época.
La fábrica de esta muralla apoya sobre la Torre del Homenaje del Castillo Nuevo, lo que diera a entender que ambas construcciones son coetáneas.
Sin embargo, más arriba, la Muralla Cortina termina en un baluarte que se unía al Castillo Viejo mediante un puente levadizo.
Actual entrada al Castillo Nuevo.

El Castillo Nuevo, situado en el extremo sur del cerro, se concibió como un recinto fortificado autónomo: una torre del Homenaje y un patio central, protegidos ambos por una muralla. Llegó a disponer de un torreón de planta circular con troneras para artillería.
Esta torre es el único elemento de todo el conjunto que aún perdura almenado.

La torre del Homenaje Principal del castillo Nuevo.


 RESUMIENDO:

Nombre:      Castillo de Albar Llana o de Uclés.
Localidad:   Uclés
Municipio:  Uclés
Provincia:   Cuenca

Tipología: Castillo.
Época de construcción: siglo VIII (árabe); remodelaciones y ampliaciones, siglo XII y posteriores.

Estado: En buen estado conservación, sobre todo las zonas restauradas (última restauración, años 2004-2005), aunque hubiera sido conveniente evitar algún exceso y la escasa diferencia entre lo antiguo y lo restaurado.
Por desgracia esto suele suceder con frecuencia y parece que ni a técnicos ni políticos parece importarles que la Ley sobre Patrimonio de 1985 prohíba añadir edificabilidad a un BIC, confundiendo la ejecución pura y mal entendida de una analogía con lo que debería ser una consolidación.
Propiedad:   Pública, del ayuntamiento de Uclés.
Uso:   Sin uso definido.
Protección:   Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.

Clasificación subjetiva: 3, o sea, que se incluirá obligatoriamente en ruta de viaje, o lo que es lo mismo, se hará todo lo posible por visitarlo.
Pero como ocurre en otros caso, se trata de la parte de un todo que es un auténtico cuatro estrellas. Así que le subimos la nota y decimos que no hay que perdérselo bajo ningún concepto, o lo que es lo mismo, hay que verlo antes de morir.
Visitas: Totalmente libre el paseo por el perímetro exterior del castillo. El interior permanece cerrado.
Otras cuestiones de interés: Dentro de la población y alrededor del castillo, el albacar o albacara, así como los restos de la muralla urbana.
Y por supuesto el monasterio. Pero eso lo dejo para otro día.

Un servidor.

Cómo llegar: Desde Cuenca, que para eso es la capital de la provincia, tomar la A-40 o N-400 en dirección a Madrid, y en la salida 244 nos vamos a la izquierda y recto hasta Uclés.

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