martes, 17 de enero de 2017

Gatica-Gatika, castillo de Butrón

Es Vizcaya un territorio en el que proliferan numerosas edificaciones, más o menos del Medievo, de carácter militar: torres más o menos señoriales, casas fuertes más o menos palaciegas, algún castillo netamente medieval, como el de Muntañones, un bello puente fortificado en Valmaseda y dos encantadores castillos neogóticos del siglo XIX que nada tienen que ver con el resto . De uno de estos dos últimos ya he dado cuenta en esta mi Casa de la Tercia, el de Eugenia de Montijo en Arteaga.

(de hoteles.net)

El otro encantador castillo es el de Butrón, Butroeko gaztelua —condescendencia personal que hago hacia los de aquellos lugares—, y al igual que el de Arteaga —léase la entrada sobre él en este blog— “tiene la característica, a mi entender, de que gusta más a quienes no  han profundizado mínimamente en este submundo". Y es que su espectacularidad, la profusión de bellos, y casi siempre no acertados detalles, hacen que cualquier espectador se enamore de ellos a primera vista. Pero sobre todo es por su aparente buen estado, debido a su juventud. Aunque también puede suceder con otros más antiguos que tengan alguna de esas características; como el Alcázar de Segovia, Olite o Coca, que son apuestas seguras en este sentido.

Pero el caso de Butrón es distinto: su visión, su traza majestuosa y decadente, siempre producirá un gesto de admiración, seas o no un erudito castellológico, ames más o menos estos monumentos o, simplemente, suelas omitirlos en tu vivir diario.

Para resumir y terminar ya este introductorio, aplico aquí lo mismo que escribí sobre el de Arteaga: “…y es que a esta torre y alrededores le falta edad y le sobra brillo. Lo que no quita que se mire y se pasee con calma y gozo.”


EL LUGAR:

Este castillo se encuentra en el término municipal de Gatica-Gatika —población de la que apenas encuentro información en la red—, en el barrio del mismo nombre, Butrón.

Se levanta en un recodo del río, junto a un rebalse construido a modo de foso, sobre una imperceptible loma en la falda de la colina de Mendichu, y rodeado de un espeso bosque, semioculto y melancólico, que hace aumentar más el misterio y romanticismo que la edificación transmite.

Tan espeso es el bosque, que a veces impide ver el castillo.

 

EL CASTILLO:

Se llama de Butrón y su origen, a pesar de la imagen resultante de una profunda remodelación decimonónica —mejor dicho, nueva construcción—, es medieval. Por entonces —siglo XI—, edad Media, en este lugar hubo una torre que perteneció a los Butrón. Era una casa-torre característica de esta tierra, levantada sobre otra que fundara el Capitán Gamíniz en el siglo VIII, en la anteiglesia de Gatica.

(de porsolea.com)

La casa torre se transformó en el siglo XIV en castillo y fue residencia de la
familia Butrón que por entonces ejercían gran poder, incluido el militar, en esas tierras. Su apariencia debió recordar al actual castillo de Muñatones, tanto en su estructura como en tamaño.

Así era a principios del siglo XIX, muy parecido a Muñatones.

El reinado de los Reyes Católicos transformó el uso de estas edificaciones, que dejaron de tener un carácter netamente guerrero para pasar a ser más residenciales, convirtiéndose en la vivienda habitual de los nobles.

Y así era su estado poco antes de su profunda rehabilitación (de gatica.net)

Misma época de la foto anterior, pero desde su fachada oeste (de todocolección,net)

En 1878, siendo propietario de las ruinas del viejo castillo, Narciso de Salabert y Pinedo, Marqués de La Torrecilla y acaudalado terrateniente, mandó edificar sobre aquel otro castillo, pero ahora algo más exótico y semejante a los que en Centroeuropa se habían levantado por entonces. Así que permitió que el arquitecto Francisco de Cubas y González-Montes —Marqués de Cubas y autor del proyecto de la Catedral de la Almudena de Madrid—, dejara correr su imaginación e inventara formas, combinara gótico con romántico y fantasía con poca realidad, consiguiendo un resultado visualmente muy atractivo pero muy poco práctico como morada.

Fachada principal desde el noroeste.

La obra se desarrolló lentamente —las rentas del marquesado no debieron ser generosas—, terminándose a principios del siglo XX, con Andrés Avelino de Salabert y Arteaga como marqués titular. Este último vendió el castillo al duque de Medinacelli, que a su vez lo enajenaría a la duquesa de Cardona.



Fachada trasera, oeste con el portillo.

Enseguida, el edificio se mostró incómodo y poco confortable, dada la escasa amplitud interior de las torres, la laberíntica comunicación entre los espacios —más propia de un edificio militar que de otro residencial— y la limitada funcionalidad de muchas dependencias. Hasta tal punto que nunca fue habitado de forma fija y continuada. Seguramente no fue concebido pensando en ser un lugar residencial, sino más bien una sencilla y honesta extravagancia.

En 1989 fue adquirido y rehabilitado por una empresa de Bilbao que pretendía instalar allí su sede social, y también la de la recién creada “Asociación de Amigos del Castillo de Butrón”, con la consiguiente finalidad de realizar allí eventos culturales y otros.

Actualmente es propiedad de una empresa inmobiliaria que lo tiene puesto a la venta.

 

LOS DETALLES:

Este castillo es una exagerada combinación de la arquitectura militar gótica española y los estilos dominantes en Europa en aquellos momentos, con el resultado de una preciosista construcción de piedra labrada muy trabajada, y numerosos detalles que otorgan al edificio una grande y singular belleza.

Se levanta sobre una planta ligeramente rectangular que se orienta, en su fachada principal, hacia el este, que es donde se abre la entrada principal.; en la fachada opuesta, la orientada al oeste, se ubica una segunda puerta, técnicamente un portillo, pero aquí es la puerta de servicio. En cada uno de los vértices del rectángulo, se disponen desproporcionados cubos almenados en cuyos muros se abren numerosos huecos. Esta disposición estructural parece que quiere recordar al recinto que antes hubo.

Fachada sur de la Torre del Homenaje

Toda la obra es, y así se aprecia, de una gran solidez, con muros muy gruesos —más de 3’50 metros— y una gran superficie —ocupa algo más de 2.400 metros cuadrados—; además presenta un tupido conjunto de torres, torrecillas, garitones, matacanes corridos, saeteras, ventanas y un variadísimo catálogo de elementos, cada cual más llamativo. Y sobre todos ellos un enorme núcleo central a modo de torre del homenaje en el centro del edificio, rectangular y muy elevado, que contiene cinco plantas de atura.

Torreón de la esquina suroeste.

Su interior está dividido en numerosas estancias: habitaciones, salones, dormitorios, baños, cocina, biblioteca, mazmorra, almacenes, bodega, capilla y sala de recepciones. Todo ello profusamente decorado, con chimeneas y gran parte del mobiliario original. En el exterior dispone de pozo y, cómo no, patio de armas.

Detalle de la puerta principal.

 

Nombre: Castillo de Butrón.

Municipio: Gatica-Gatika.

Provincia: Vizcaya.

Tipología: Castillo.

Época de construcción: siglo VIII, ampliado en el XIX, y remodelado profundamente a finales del siglo XIX. Fue rehabilitado en 1989.

Estado: Muy bien conservado. Su poca edad y el haber sido utilizado de una u otra manera por sus sucesivos dueños durante gran parte de su vida, ha hecho que su aspecto sea muy bueno, aunque con cierto ramalazo de abandono.

Propiedad: Privada; actualmente está en venta.

Visitas: totalmente libre el entorno, pero cerrado a cal y canto. Imposible acceder al interior, a menos que se esté interesado en su compra. En septiembre de 2016, cuando lo visité, no me sentía atraído por su adquisición, por lo que no pude ver su interior. Actualmente sigo sin estar interesado.

Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.

Clasificación subjetiva: 3*, No perdérselo bajo ningún concepto, o lo que es lo mismo, hay que verlo antes de morir, aunque los puristas sean críticos con él y lo rechecen, por su escasa edad o su patente presunción —abstraerse del Medievo durante la visita y ya está, a disfrutarlo—.

 

Cómo llegar: Desde Bilbao se llega a través de la carretera BI-631 hasta Munguía, y desde aquí hacia Gatica por la BI-634. Desde Gatica al castillo sólo hay unos minutos.

Sus alrededores son perfectamente accesibles y paseables: un camino rodea el edificio, pudiendo hacerse una visita exterior en todo su perímetro, aunque con visión limitada por la cercanía del bosque; la explanada de la fachada principal permite admirarlo en toda su dimensión.

 

Otras cuestiones de interés: Curiosidad sobre el origen del nombre; leo que probablemente esté en las cestas, llamadas butrones, con las que se pescaban angulas en los ríos de la zona —muy cerca discurre el río del mismo nombre—. En el escudo de piedra situado ante la fachada principal, se pueden observar cuatro de estas cestas.

Escudo de piedra situado en la explanada de la fachada principal 

El espeso bosque que lo rodea, tres hectáreas y media de robles y multitud de ejemplares de otra especies —muchas de ellas traídas de otros lugares del mundo, o sea, un auténtico jardín botánico—, le da al lugar un aire triste, si bien no por ello se rehúye el paseo tranquilo, a pesar de la suave lluvia que caía el día que lo visité (16-septiembre-1916).

Dicen que sirvió de inspiración a Walt Disney para su película La Bella Durmiente, aunque algo parecido también he escuchado del Alcázar de Segovia o de algún que otro castillo bávaro.


El autor.

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