martes, 1 de diciembre de 2015

Castro Marím, el revellín de San Antonio


La ermita de San Antonio sobre el revellín. A lo lejos, muy lejos, Ayamonte

Cuando hablaba del fuerte de San Sebastián hice referencia al revellín de San Antonio, entre otras razones porque se construyó a la par y por los mismos motivos que el primero. Así que ponerme ahora a escribir sobre la historia de esta pequeña fortificación me parece innecesario, aunque algo habrá que recordar.
Bueno, primero su situación: está en Castro Marím, en lo alto de la llamada colina de “la roca Zambujal”, al este, y muy cerca, del fuerte de San Sebastián. Y al hablar de éste último decíamos que éste fue construido en el contexto de la Guerra de Restauración., y tal y tal. Pues en paralelo también el revellín.
Y ya situados llega la controversia: ¿el revellín de San Antonio es un revellín?
Porque a ver, si echamos mano del DRAE leemos sobre la palabra revellín que es una “obra exterior que cubre la cortina de un fuerte y la defiende”. Hasta ahí bien, o casi bien, porque en el caso del de San Antonio se encuentra bastante alejado de la cortina más próxima del fuerte y no pretende defender una en concreto, más bien parece que tiene entidad propia.
Pero a poco que profundicemos en  este elemento defensivo, veremos que un revellín será “siempre” de planta triangular y estará situado delante de una cortina, incluso separado de ella por un foso. Éste de Castro Marín lo encontramos bastante alejado del fuerte de San Sebastián y en un lugar prominente. Y su planta no tiene forma triangular, sino semicircular (casi de herradura). Podíamos entonces decir que se trata de una “luneta”, pero ésta no solían estar artilladas. En el revellín de San Antonio se abre dieciséis bocas para cañones mirando directamente a Ayamonte.
Creo que será mejor, por unas u otras razones, dejar fuera los debates sobre la entidad del pequeño baluarte y que las cosas permanezcan como están.
El fuerte de San Sebastián desde el revellín





Decía que el revellín tiene forma casi semicircular, como de herradura, con dieciséis cañoneras. La escarpa se escalona en dos bancadas, y al igual que el fuerte, carece de foso. En el centro se eleva una amplia plataforma donde se construyó la iglesia de San Antonio que, por lo que leo en el cartel turístico-informativo, también está fechada en 1640. Otro elemento más que alimenta la polémica sobre la naturaleza de la edificación, porque llegados a este punto casi me atrevo a decir que es un fuerte, pequeño, eso sí, pero fuerte.

El castillo de Castro Marim desde el revellín
Al igual que todo el conjunto defensivo de Castro Marim, el revellín también fue restaurado, así como la ermita y un típico molino. No quedó incluido en esta restauración la trinchera que unía el revellín con el baluarte de San Antonio, que tampoco se reedificó. Todo ello forma hoy un simpático e ilustrativo conjunto, muy agradable de ser paseado.



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