La ermita de San Antonio sobre el revellín. A lo lejos, muy lejos, Ayamonte |
Bueno, primero su situación: está en Castro Marím, en lo
alto de la llamada colina de “la roca Zambujal”, al este, y muy cerca, del
fuerte de San Sebastián. Y al hablar de éste último decíamos que éste fue
construido en el contexto de la Guerra de Restauración., y tal y tal. Pues en
paralelo también el revellín.
Y ya situados llega la controversia: ¿el
revellín de San Antonio es un revellín?
Porque a
ver, si echamos mano del DRAE leemos sobre la palabra revellín que es una “obra exterior que cubre la cortina de un
fuerte y la defiende”. Hasta ahí bien, o casi bien, porque en el caso del
de San Antonio se encuentra bastante alejado de la cortina más próxima del
fuerte y no pretende defender una en concreto, más bien parece que tiene
entidad propia.
Pero a
poco que profundicemos en este elemento
defensivo, veremos que un revellín será “siempre” de planta triangular y estará
situado delante de una cortina, incluso separado de ella por un foso. Éste de
Castro Marín lo encontramos bastante alejado del fuerte de San Sebastián y en
un lugar prominente. Y su planta no tiene forma triangular, sino semicircular
(casi de herradura). Podíamos entonces decir que se trata de una “luneta”, pero ésta no solían estar
artilladas. En el revellín de San Antonio se abre dieciséis bocas para cañones
mirando directamente a Ayamonte.
Creo que
será mejor, por unas u otras razones, dejar fuera los debates sobre la entidad
del pequeño baluarte y que las cosas permanezcan como están.
El fuerte de San Sebastián desde el revellín |
Decía que el revellín tiene forma casi semicircular, como de herradura, con dieciséis cañoneras. La escarpa se escalona en dos bancadas, y al igual que el fuerte, carece de foso. En el centro se eleva una amplia plataforma donde se construyó la iglesia de San Antonio que, por lo que leo en el cartel turístico-informativo, también está fechada en 1640. Otro elemento más que alimenta la polémica sobre la naturaleza de la edificación, porque llegados a este punto casi me atrevo a decir que es un fuerte, pequeño, eso sí, pero fuerte.
Al igual que todo el conjunto defensivo
de Castro Marim, el revellín también fue restaurado, así como la ermita y un
típico molino. No quedó incluido en esta restauración la trinchera que unía el
revellín con el baluarte de San Antonio, que tampoco se reedificó. Todo ello
forma hoy un simpático e ilustrativo conjunto, muy agradable de ser paseado.
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