De Punta Umbría a Palos de la Frontera, y
entre ambas la isla de Saltés, Huelva y su ría, que dice la canción. Y
protegiendo la desembocadura del río Odiel, en su desembocadura, está la torre
de arenillas o torre Arenilla, que parece que no hay acuerdo entre el singular
y el plural.
Llega a ella es fácil, desde Huelva por la H-30 o por la
Avda. de Méjico recorriendo esa margen izquierda del Odiel, hasta que éste
recibe al Tinto. Allí, cruzar el puente sobre la unión de ambos y justo
después, a la derecha, se sitúa la torre.
Apenas unos metros más adelante, desvío a la
izquierda, y está el camino a Palos de la Frontera (no Palos de Moguer, como
suele ser confusión común). Pero como eso es otra historia, o muchas historias,
y algunas de ellas cruciales para nuestro país, no voy a profundizar en ellas,
sólo un sobrevuelo:
Primero, lo de casi
siempre, vestigios del Paleolítico, pasado tartésico, romano, visigótico y
musulmán.
Luego su fundación: donación de Alfonso XI a Alonso Carro y Señora (Berenguela
Gómez) del lugar, separándolo de lo que fue la taifa de Niebla.
Pero realmente la villa la
funda Álvar Pérez de Guzmán en 1379, por concesión de Juan I de Castilla, que
le compensa así por las conquistas de Huelva y Gibraleón.
Adquiere gran relevancia en
la década de los setenta del siglo XV, durante la discordia sucesoria entre
Isabel la Católica y Juana la Beltraneja, y el posterior enfrentamiento bélico
entre España y Portugal.
Años más tarde, la
relevancia es mayúscula ya que desde su puerto partieron el 3 de agosto de 1492
las naves que, comandadas por Cristóbal Colón, arribaron a las costas del Nuevo
Mundo.
Suficiente, ¿no?
En otra orilla del Tinto, justo enfrente a la torre, el monumento a Colón. |
Así que no continúo con
la historia del lugar, que es de sobra conocida y poco más voy yo a descubrir
aquí. Bueno, una mención a la existencia, a poca distancia de la torre de
Arenillas, del monumento más importante de Palos, y quizás de toda la
provincia: el monasterio franciscano de la Rábida, construido entre los siglos
XIV y XV, sobre las ruinas de una rábita almohade (de ahí su nombre, es
evidente).
Pero eso será en otro
momento, por ahora me quedo en la torre de Arenillas que, como todas las de la
costa de Huelva, se construyó en la segunda mitad del siglo XVI por las razones
que a estas alturas de mi blog ya sabemos. Ésta protegía la entrada del
estuario que conforman los ríos Odiel y Tinto por su margen izquierda; y por la
de la derecha la torre de Punta Umbría.
En aquel siglo XVII, el
sistema defensivo de la desembocadura de estos ríos lo completaban la torre del Puntal, el baluarte de la
Estrella y el castillo de San Pedro en Huelva, junto al Odiel;
y el castillo de Palos a la
izquierda del Tinto.
Encontramos
la torre en un entorno diverso, rodeada de un paisaje con demasiados elementos
que distorsionan su contemplación: la ría, el puerto de Huelva, el monumento a
Colón, la cercana refinería, el
polo industrial, etc. Sin embargo, es su contexto más inmediato el que hace
agradable su visión: una explanada circular, concéntrica a la planta de la
torre, y unos bancos, delimitan perfectamente el espacio, como si ese pedazo de
tierra fuera propiedad de la torre. Cojo prestada de la red una foto aérea para
así poder comprender mejor lo que digo.
![]() |
de www.fortificacionesenlaraya.eu |
Por ahí en medio está la torre |
La
torre muestra un estado de
conservación bueno. Llama la atención el hecho de que su altura actual sea menor al
diámetro de su base, pero es que se desmantelaron las estructuras superiores
para ubicar sobre ella un depósito de agua. Cuando éste se desmontó, se
acondicionó el entorno, creando la zona de descanso y contemplación.
Su forma es como las demás
torres, troncocónica pero con mayor releje que las demás; está ejecutada con mampuestos, sillares y ladrillos.
El acceso
es con puerta elevada (ahora cegada, como también lo está una pequeña ventana
opuesta a la puerta), de unos 80 cm de ancho, y sobre ella se aprecian los
restos de una ladronera para su defensa.
Esta puerta
tiene dos particularidades que no tienen las otras torres almenaras: un pequeño
patín para facilitar el acceso, y una
composición diferente del hueco (el dintel es una losa de piedra apoyada en dos
canecillos embutidos en la fábrica de las jambas de ladrillo; sobre
la losa de piedra, una arco de descarga de ladrillo alivia el peso). Seguramente
esta puerta sea el resultado de una reforma posterior a su construcción, de ahí
su singularidad con respecto a las otras torres. La luz de esta puerta es de 0'78 metros.
El pasillo-zaguán hasta la
cámara está cubierto por una bóveda escarzana de doble rosca de ladrillo a tizón, de 1'83 metros de altura y 1'70 de luz máxima. Este espacio ocupa todo el grueso del muro de la torre, 3'70 metros, y presenta un derrame hacia el interior
En la cara opuesta al zaguán existió una ventana, hoy tapiada y enlucida por el interior, pero visible desde el exterior ejecutada con ladrillo y cubierta por un arco escarzano. Curiosamente, ésta es la única torre del litoral onubense que dispuso de una ventana.
Esta cámara primera,
de casi 6’50 m de diámetro, está cubierta por una bóveda semiesférica de ladrillo a tizón, de 5'20 metros de altura desde el suelo hasta su clave. En el centro está la boca de un pozo o aljibe, de 0'93 metros de diámetro.
A la terraza, de la que se
conserva su pretil, se accedía mediante una escalera de caracol construida en ladrillo; y digo accedía
porque ya no se puede pues el hueco en la cubierta, quedó cegado cuando sobre
la torre se dispuso el ya mencionado depósito de agua. Esta escalera se encuentra a la derecha de la entrada y se desarrolla en un hueco de 1'50 metros de luz
Patín de acceso, puerta y ladronera |
Detalle de la puerta cegada, sobre ella los restos de la ladronera |
Y ya está, unas fotos y a otra cosa.
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