martes, 22 de diciembre de 2015

Palos de la Frontera, Torre Arenillas


De Punta Umbría a Palos de la Frontera, y entre ambas la isla de Saltés, Huelva y su ría, que dice la canción. Y protegiendo la desembocadura del río Odiel, en su desembocadura, está la torre de arenillas o torre Arenilla, que parece que no hay acuerdo entre el singular y el plural.
Llega a ella es fácil, desde Huelva por la H-30 o por la Avda. de Méjico recorriendo esa margen izquierda del Odiel, hasta que éste recibe al Tinto. Allí, cruzar el puente sobre la unión de ambos y justo después, a la derecha, se sitúa la torre. 


Apenas unos metros más adelante, desvío a la izquierda, y está el camino a Palos de la Frontera (no Palos de Moguer, como suele ser confusión común). Pero como eso es otra historia, o muchas historias, y algunas de ellas cruciales para nuestro país, no voy a profundizar en ellas, sólo un sobrevuelo:

Primero, lo de casi siempre, vestigios del Paleolítico, pasado tartésico, romano, visigótico y musulmán. 
Luego su fundación: donación de Alfonso XI a Alonso Carro y Señora (Berenguela Gómez) del lugar, separándolo de lo que fue la taifa de Niebla.
Pero realmente la villa la funda Álvar Pérez de Guzmán en 1379, por concesión de Juan I de Castilla, que le compensa así por las conquistas de Huelva y Gibraleón.
Adquiere gran relevancia en la década de los setenta del siglo XV, durante la discordia sucesoria entre Isabel la Católica y Juana la Beltraneja, y el posterior enfrentamiento bélico entre España y Portugal.
Años más tarde, la relevancia es mayúscula ya que desde su puerto partieron el 3 de agosto de 1492 las naves que, comandadas por Cristóbal Colón, arribaron a las costas del Nuevo Mundo.
Suficiente, ¿no?

En otra orilla del Tinto, justo enfrente a la torre, el monumento a Colón.

Así que no continúo con la historia del lugar, que es de sobra conocida y poco más voy yo a descubrir aquí. Bueno, una mención a la existencia, a poca distancia de la torre de Arenillas, del monumento más importante de Palos, y quizás de toda la provincia: el monasterio franciscano de la Rábida, construido entre los siglos XIV y XV, sobre las ruinas de una rábita almohade (de ahí su nombre, es evidente).

Pero eso será en otro momento, por ahora me quedo en la torre de Arenillas que, como todas las de la costa de Huelva, se construyó en la segunda mitad del siglo XVI por las razones que a estas alturas de mi blog ya sabemos. Ésta protegía la entrada del estuario que conforman los ríos Odiel y Tinto por su margen izquierda; y por la de la derecha la torre de Punta Umbría.
En aquel siglo XVII, el sistema defensivo de la desembocadura de estos ríos lo completaban la torre del Puntal, el baluarte de la Estrella y el castillo de San Pedro en Huelva,  junto al Odiel; y el castillo de Palos a la izquierda del Tinto.

Encontramos la torre en un entorno diverso, rodeada de un paisaje con demasiados elementos que distorsionan su contemplación: la ría, el puerto de Huelva, el monumento a Colón, la cercana refinería, el polo industrial, etc. Sin embargo, es su contexto más inmediato el que hace agradable su visión: una explanada circular, concéntrica a la planta de la torre, y unos bancos, delimitan perfectamente el espacio, como si ese pedazo de tierra fuera propiedad de la torre. Cojo prestada de la red una foto aérea para así poder comprender mejor lo que digo.

de www.fortificacionesenlaraya.eu

Por ahí en medio está la torre



La torre muestra un estado de conservación bueno. Llama la atención el hecho de que su altura actual sea menor al diámetro de su base, pero es que se desmantelaron las estructuras superiores para ubicar sobre ella un depósito de agua. Cuando éste se desmontó, se acondicionó el entorno, creando la zona de descanso y contemplación.
Su forma es como las demás torres, troncocónica pero con mayor releje que las demás; está ejecutada con mampuestos, sillares y ladrillos. 
El acceso es con puerta elevada (ahora cegada, como también lo está una pequeña ventana opuesta a la puerta), de unos 80 cm de ancho, y sobre ella se aprecian los restos de una ladronera para su defensa. 
Esta puerta tiene dos particularidades que no tienen las otras torres almenaras: un pequeño patín para facilitar el acceso, y una composición diferente del hueco (el dintel es una losa de piedra apoyada en dos canecillos embutidos en la fábrica de las jambas de ladrillo; sobre la losa de piedra, una arco de descarga de ladrillo alivia el peso). Seguramente esta puerta sea el resultado de una reforma posterior a su construcción, de ahí su singularidad con respecto a las otras torres. La luz de esta puerta es de 0'78 metros.
El pasillo-zaguán hasta la cámara está cubierto por una bóveda escarzana de doble rosca de ladrillo a tizón, de 1'83 metros de altura y 1'70 de luz máxima. Este espacio ocupa todo el grueso del muro de la torre, 3'70 metros, y presenta un derrame hacia el interior
En la cara opuesta al zaguán existió una ventana, hoy tapiada y enlucida por el interior, pero visible desde el exterior ejecutada con ladrillo y cubierta por un arco escarzano. Curiosamente, ésta es la única torre del litoral onubense que dispuso de una ventana.
Esta cámara primera, de casi 6’50 m de diámetro, está cubierta por una bóveda semiesférica de ladrillo  a tizón, de 5'20 metros de altura desde el suelo hasta su clave. En el centro está la boca de un pozo o aljibe, de 0'93 metros de diámetro.
A la terraza, de la que se conserva su pretil, se accedía mediante una escalera de caracol construida en ladrillo; y digo accedía porque ya no se puede pues el hueco en la cubierta, quedó cegado cuando sobre la torre se dispuso el ya mencionado depósito de agua. Esta escalera se encuentra a la derecha de la entrada y se desarrolla en un hueco de 1'50 metros de luz



Patín de acceso, puerta y ladronera

Detalle de la puerta cegada, sobre ella los restos de la ladronera

Y ya está, unas fotos y a otra cosa.

 

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