martes, 2 de abril de 2019

Gibraleón, castillo de Gibraleón

Al sur de la provincia de Huelva, en la margen izquierda del río Odiel y a cuatro pasos de su desembocadura, está Gibraleón.
De este pueblo se tienen datos desde casi el principio de la dominación musulmana, pero a saber si antes ya hubo aquí algún asentamiento humano. Siempre digo que todo lugar que se precie debe de tener un pasado, como mínimo, romano; por lo que no me extrañaría que Gibraleón también lo tuviera. Porque motivos hay, pues el río fue navegable y eso le sirvió como lugar de paso y encrucijada entre el norte y el sur de esta comarca, con lo que de prosperidad conllevan estas circunstancias. Aunque también de conflictos, pues por aquí igualmente debieron subir gentes cuyos propósitos no debían ser muy pacíficos.
Pero lo mejor de todo debe estar en la posibilidad de un pasado tartésico, que eso ya sería de matrícula de honor. Motivos por su ubicación no le faltan, que estos lugares —la confluencia de los ríos Odiel y Tinto— están muy vinculados al mar y las gentes que lo navegaron, como los fenicios. Y, cómo no, a Tartessos. Pero tan atrás en el tiempo yo no llego.


Así que me adelanto en el tiempo y llego hasta la dominación musulmana, período califal, cuando a esta población se la conocía como Yabal al Uyum, y ya tenía una pequeña fortaleza que adquirió más importancia con la caída del Califato a principios del siglo XI.
Estas tierras, pertenecieron a la taifa de Niebla, y son reconquistadas en 1262 por Alfonso X, que crea un Concejo de Realengo, por lo que el lugar dependía directamente del rey. Los privilegios que esto reportó fomentaron la ganadería y el comercio; aumentó la población y con ello el número de habitantes. Gibraleón pasó a ser un Señorío, siendo uno de sus señores un tal Alfonso de la Cerda, que lo perdió por falta de pago.
Pero si en principio fue una edificación netamente defensiva, una vez resueltos los conflictos entre nobles (los Medinacelli y los Guzmán anduvieron un tiempo a la gresca), el castillo fue habilitado como lugar de residencia, perdiendo en parte su primitivo carácter bélico. De por entonces está documentado que el castillo estaba formado por torres, lienzos de muralla con adarve, torre mayor, barrera y barbacana.


En catorce años poco ha cambiado.
Durante los dos siglos siguientes, Gibraleón fue un Señorío dependiente de Sevilla, hasta que en 1530, el Emperador Carlos a petición de la familia Zúñiga, eleva el título a Marquesado. El primer Marqués de Gibraleón fue Alonso de Zúñiga, primogénito del duque de Béjar, y bajo su jurisdicción estaban Cartaya, San Miguel de la arca de Buey, San Bartolomé de la torre, Sanlúcar del Guadiana, Villanueva de los Castillejos, El Granado y Gibraleón, obviamente.
De ésta época datan las reformas que lo convirtieron en la residencia palaciega de los duques de Béjar y Marqueses de Gibraleón.
En 1667, finalizando la Guerra de Restauración entre España y Portugal, se proyectó la reconstrucción del castillo, que había caído en el abandono y presentaba un pésimo estado, a fin de proteger ese flanco del Condado de Niebla. Sin embargo, las obras no se llevaron a cabo y el deterioro progresivo se convirtió en crónico.
Escudo de la casa de Béjar.
Durante el gobierno de la Reina regente María Cristina (1833-1840), se promulgó un decreto por el que se abolía el régimen señorial en toda la nación. Así que el duque de Béjar dejó de tener dominio sobre Gibraleón, pero dejó su recuerdo en el escudo municipal, pues al pueblo se le concedió el blasón de la casa de Béjar — en campo de plata una banda de sable, una cadena de oro por orla y al timbre corona de marqués— 
Perdidas pues sus funciones militares y residenciales, y con ello su abandono, comenzó un periodo de degradación y ruina sin remisión. Así hasta hoy.

Catorce años de diferencia.
El castillo se ve, se pasea, en un santiamén. Apenas hay algo que ver porque apenas si queda algo en pie: un lienzo de muralla y restos de una torre apuntalada en la calle El Puente —fachadas norte y oeste—; el arranque de lo que fue otra torre, probablemente la que protegía su entrada, se atisba desde la calle La Fuente. El resto está oculto por casas que se apoyan en sus arruinados muros.
El único lugar por el que acceder al solar en el que se ha convertido el castillo, está cerrado, por lo que he de contentarme con mirar, leer mis notas e imaginar lo que fue.
Y fue un edificio cuya planta se adaptó a la orografía de la pequeña loma sobre la que se asentó, y que ocupa una superficie de aproximadamente 3.400 m2. En él se emplearon gran variedad de materiales, propios cada uno de los diversos momentos por los que pasó: desde sillares romanos hasta tapial almohade, para terminar con sillarejos de épocas cristianas.
Restos de una torre en su fachada noreste.

A la izquierda torre que protegía el acceso al castillo.
De unas someras excavaciones realizadas se ha deducido que la fortaleza estaba compuesta por tres zonas perfectamente diferenciadas:
— La Muralla exterior, de la que aún queda algo en su fachada norte junto con dos torres cuadradas muy deterioradas. A pesar de ello, podríamos decir que es la parte mejor conservada.
— en la Zona Oeste se han encontrado restos de estructuras que pertenecieron a edificaciones islámicas, pero que no son visibles desde el exterior.
— y el Palacio del duque de Béjar, que ocupaba la parte más alta del recinto en el centro de la fortaleza, y dispuso de un gran patio central porticado. El lado norte del palacio coincidía con la muralla que hoy se ve desde la calle.
La torre noroeste.

Del resto poco que decir, o ha desaparecido —expolio de materiales— o al tratarse de tapial ha ido degradándose y perdiendo su espesor. En sus lados sur y este, si es que queda algo está integrado en las viviendas que lo rodean, habiendo perdido todo interés. Como prácticamente el resto del castillo.

Nombre: Castillo de Gibraleón
Municipio: Gibraleón
Provincia: Huelva
Tipología: Castillo palacio
Época de construcción: siglo XI, reformado en los siglos XIII y XVI.

Estado: En dos palabras, lamen table.
Propiedad:
Uso:
Visitas: Imposible, una cerca rodea todo su perímetro, y donde no hay vallado hay viviendas medianeras. Así que conformarse con el exterior.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.

Clasificación subjetiva: 1, o sea, que si se puede evitar se evita, o lo que es lo mismo, sólo si el camino que recorro me lleva o me hace pasar por allí. Lo que es mi caso, pues como resulta que está muy cerca del camino que une mis dos viviendas, en más de una ocasión he hecho parada allí para contemplar como sigue su cuesta abajo.
Otras cuestiones de interés: Una curiosidad, la primera parte de El Quijote está dedicada al Marqués de Gibraleón, por haber sido éste mecenas de Cervantes.
Otra curiosidad: en momentos de su historia, a Gibraleón llegó población procedente de África y América. De África vinieron esclavos negros que a lo largo del tiempo terminaron integrados con los pobladores del lugar. Y hasta hoy.
Y una última curiosidad: en 1902 se instaló la que sería la primera fábrica de cerveza Mahou fuera de Madrid, pero que tuvo que cerrar en 1914.
Portada de el Quijote, dedicatoria incluida.
Cómo llegar: desde Sevilla, autovía A-49 dirección Huelva-Portugal. Salida en, aproximadamente kilómetro 87, Gibraleón, y seguir por la N-431. Justo antes de cruzar el rio Odiel, entrar en el pueblo. A la derecha a poca distancia están las ruinas del castillo.







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