Traigo hoy
a mi Casa de la Tercia un lugar que en principio no parecería encajar entre sus
páginas. Porque si algo hay en él no es precisamente edificación militar que
destaque sobremanera.
Y es que
estoy en Cáparra y aquí lo que sobresale, y no sólo por su altura física, es su
arco
tetrapylon y no sus murallas de las que, a pesar de todo lo que
encerraron en su interior —y ser para mí el primer motivo por el que recojo a
esta pequeña ciudad romana en mi blog—, queda poco, muy poco. Lo demás,
que también son piedras viejas, lo incluyo como propina.
Llegamos a
Cáparra después de atravesar paisajes limpios y carreteras estrechas y
tranquilas, de las que se espera no acaben jamás pero que por desgracia
terminan. Con esta ha habido suerte, mucha suerte, porque su final es el lugar
ya mencionado: pequeña pero importante urbe fue, y que se situó justo sobre la antigua
Vía de la Plata que aún pasa bajo su hermoso arco.
EL LUGAR:
Su ubicación es privilegiada: entre dehesas y olivares, y sobre
un pequeño promontorio que domina el río Ambroz.
Antes de la llegada de los romanos, ya hubo aquí un asentamiento
posiblemente vetón que se conocía como Kapasa
o Capera —hay autores que lo identifican con un pasado lusitano—, y que con la llegada de aquellos y la
coincidencia con el itinerario de la Vía de la Plata, elevó su importancia, no
sólo estratégica, en toda la Lusitania.
En un principio, allá por el siglo I aC, el lugar fue una mansio —lugar de descanso entre núcleos
de población o sea una posada—en el camino de la Plata, exactamente la quinta
desde Mérida en sentido a Astorga.
Ya con el emperador Augusto en el poder, recibió el stastus de ciudad estipendaria, dependiente de
Emérita Augusta —formaba parte del Conventus
Emeritensis, división administrativa y judicial—, es decir que contribuía
con los impuestos que recaudaba en las comarcas vecinas, pero a la vez se le
concedieron derechos propios, tales como el dominio y disfrute de tierras o la
emisión de moneda propia.
Más adelante, en el año 74 dC, con Vespasiano en el poder, pasó
a ser municipium y con ello, sus
habitantes adquirieron la ciudadanía romana. Es a partir de ese momento cuando
adquiere su mayor trascendencia, creciendo y adquiriendo el carácter propio de
toda ciudad romana.
La ciudad se configuró sobre la Vía, que la cruza de Oeste a
Noreste, desarrollándose su urbanismo a partir de ese eje y siguiendo un ordenamiento ortogonal, planteamiento representativo de las urbes romanas.
Es en esta época cuando se levantan las construcciones más
importantes que nos han llegado, entre las que destaca el Arco que tanto la
identifica, único en la Península Ibérica. O al menos el único del que nos han
llegado noticias.
El arco tetrapylon desde la puerta sureste. |
Terminado el siglo IV dC, y con el declive del Imperio, comienza su decadencia a la par que otras ciudades de Hispania. Decadencia que obligará a abandonarla por parte de sus habitantes pues el camino ha perdido uso y por lo tanto importancia. Su inutilidad, la de la Vía, provoca la ruina definitiva de la ciudad y su desaparición, allá por el siglo IX tras la invasión musulmana. Nunca volvió a repoblarse, ni siquiera después de la reconquista por los cristianos, y nunca pasó de ser lugar sólo de paso.
Sin embargo ha seguido habiendo referencias a Cáparra a lo largo
de la historia; en alguna incluso se cita la existencia de otro arco —en las Relaciones Topográficas, hacia 1570; y
en el siglo XVII lo refiere un tal Fray Francisco de Coria—. Pudo haber por
tanto, dos arcos: El tetrapylum, y
otro que posiblemente fuera puerta de la villa y que fue desmontado por vecinos
de Guijo de Granadilla, a finales del siglo XVIII, para trasladarlo a una
ermita de la localidad. Cosa que, por el gran tamaño de las piedras no pudieron
llevar a cabo.
Por aquel siglo XVIII, el lugar apenas si contaba con diez
vecinos, y se dedicaban a la hostelería de
la época. O sea, mesoneros. El poblado era conocido como Venta de Cáparra.
La construcción, en 1855 de la que hoy es la carretera N-630 y,
posteriormente, el ferrocarril, con el consiguiente abandono del camino, hizo que la actividad en Cáparra
desapareciera por completo.
Desde 1985 es propiedad de la Diputación de Cáceres.
LAS MURALLAS:
Me temo que todo lo pueda decir sobre sus murallas será en
pasado; nada queda de ellas, y si algo hubiera habrá que esperar a futuras
excavaciones. Por ahora digamos que sí, que la ciudad estuvo amurallada, conteniendo
una extensión de poco menos de 16 ha, dentro de un perímetro irregular que se
adaptaba al ligero altozano. Además hay constancia de que extramuros también
hubo edificaciones.
En la muralla se abrían, con toda seguridad, tres puertas de
acceso, aunque se han encontrado resto de lo que pudiera ser una cuarta.
De todas ellas, sólo podremos contemplar la puerta del sureste, que es la única de la que nos han llegado
vestigios: apenas los arranques de sus torres: dos fuertes bastiones
semicirculares de algo más de cinco metros de diámetro y muros de 1’30 metros
de espesor. En su interior se alojaba el cuerpo
de guardia.
La anchura del acceso era mayor de cuatro metros y su pavimento
lo componían grandes losas de granito. Disponía de doble puerta de madera y
reja de hierro.
El resto de las puertas debieron tener un aspecto muy semejante,
tanto en tamaño como en la morfología de las torres de flanqueo.
Base de la torre izquierda de la puerta sureste. |
Puerta sureste, torre izquierda y acceso a la puerta a la drecha. |
La puerta del sureste llevaba al foro a
través del Cardo Maximus —la calle
que en todo campamento militar romano se orienta de sur a norte—, y las otras
dos se situaban, sobre la Vía de la Plata, delimitando el Decumanus Maximus —la calle que normalmente se orientaba de este a
oeste—.
Las murallas estaban ejecutadas
con sillares irregulares de granito—doble muro relleno, opus caementicium, y enlosado su camino de ronda— alcanzando unos
cinco metros de altura en sus puntos más altos y 3’20 metros de ancho medio en
su base.
Y ADEMÁS:
A ver, brevemente, ¿qué más hay en Cáparra aparte de sus
murallas y puertas?
Así debió de ser el arco (del Centro de Interpretación). |
Es de planta casi cuadrada (8’60 m por 7’35m) que se levanta
sobre cuatro basamentos coronados con cornisas muy decoradas y, sobre estos,
otros tantos pilares que conforman cuatro arcos de medio punto enfrentados dos
a dos y adornados con arquivolta; los pilares sostienen una bóveda de arista
que cubre el conjunto. El elemento que lo coronaba, un ático o una pirámide, ha
desaparecido casi en su totalidad.
A los lados de los arcos que dan a la calzada, o sea, en los
frontales noreste y suroeste, existen unos pedestales que posiblemente
soportaban estatuas. En dos de los pilares se observan inscripciones relativas
al constructor y a un ciudadano llamado Marcus Fidius Macer y su familia, que
fue quien mandó erigir y costeó su construcción. La inscripción dice:
"Marco Fidio Macer, erigió este monumento, según
testamento, en honor de Bolosea, hija de Pellio y de Fidio, hijo de Macer"
(pero en latín).
Originalmente, se estima que tuvo una altura de 13’30 metros. Y es probable que todo el conjunto, ejecutado en granito y hormigón, estuviera revestido de mármol.
Las termas bajo la cubierta de cristal. |
Se trata de un edificio de 33x36 metros en el que se situaban
los baños en el centro y rodeado por dependencias anexas: almacenes de leña,
vestuarios, etc. El abastecimiento de agua tuvo su origen en el cercano embalse
de Casablanca.
— Aunque Cáparra fue una ciudad pequeña, también tuvo foro, que era el edificio más
importante de las ciudades.
Se encuentra también en la confluencia del Decumanus y el Cardo. En
su interior se situaba la basílica,
que incluía en su pórtico el aediculo
tribunal, donde se realizaban los juicios. A la derecha estaba la Curia y al fondo tres pequeños templos,
es decir, un Capitolium:
— Uno dedicado a Júpiter y los otros dos a Juno y a Minerva. El
de Júpiter medía 9’30x10’60 metros y se orientaba de sureste a noroeste. Para
su construcción se empleó granito, mármol, madera y ladrillos.
— El Decumanus Maximus era la calle principal de la ciudad; discurría desde la puerta suroeste en línea recta hasta la noreste. Era de gran anchura, cinco metros, bien pavimentada y con sistema de recogida de aguas pluviales y sucias.
Perpendicular a ésta
discurre el Cardo Maximus En la confluencia de estas dos calles se elevaba
el Foro.
Estas dos calles eran
el centro de la vida comercial de Cáparra. En las plantas bajas de sus casas,
que disponían de pórticos de unos dos metros de ancho, se instalaban los
comercios, llamados tabernae.
— En el punto más
elevado de Cáparra debió existir un castellum aquae, edificación que
recogería las aguas que, mediante un acueducto ya desaparecido, aportaba las
aguas desde el embalse.
¿El anfiteatro? |
— No se tiene constancia
de que extramuros existieran
edificaciones —al menos aún no se han encontrado vestigios—, excepción hecha de
lo que siempre se ha supuesto es un pequeño
anfiteatro.
Se trata de una cavidad
de planta elíptica situada hacia el noreste, rodeado de un anillo de montículos
que bien pudiera haber sido la cavea,
o graderíos.
Opiniones hay para
todos los gustos: desde la que dice que podría tratarse de un depósito de agua,
hasta la que aventura que considera que sea la base de una torre de defensa;
una enorme torre, eso sí.
Una de las tumbas de la Necdrópolis. |
— También extramuros,
y muy cerca del anfiteatro se encuentra una necrópolis.
Y ya está.
Nombre: Murallas de la ciudad romana de Cáparra.
Municipio: Guijo de Granadilla.
Provincia: Cáceres.
Tipología: Muralla urbana.
Época
de construcción:
entre los siglos I aC y II dC.
Estado: No es necesario decir que, como casi todos los
yacimientos romanos, éste también se encuentra en estado de ruina,
aunque muy consolidada. Con los trabajos y excavaciones que en él se vienen
realizando, es de suponer que el deterioro se paralice totalmente.
Hacia 1929 comenzaron en Cáparra
las primeras excavaciones, realizándose trabajos de delimitación y localización
de elementos, siendo los primeros, el arco, el llamado templo de Júpiter,
algunas viviendas, un embalse, tres necrópolis y el anfiteatro (¿?).
Las excavaciones se reanudaron a
finales de la década de los sesenta, y desde entonces no han cesado. Se
centraron por entonces en el anfiteatro y en los edificios cercanos al
arco.
En 1988 los terrenos fueron
adquiridos por la Diputación de Cáceres. La Universidad de Extremadura ha
realizado varias campañas de prospección.
Desde
2001, una nueva serie de excavaciones ha permitido conocer las termas públicas
frente al foro, un área doméstica, las tabernae, la puerta sureste, de la que
partía el cardus maximus, el
anfiteatro y un tramo de la vía romana en su trayecto urbano.
En
la actualidad, Cáparra pertenece al Proyecto de rehabilitación integral del
Patrimonio Extremeño Alba Plata, cuyo objetivo es recuperar el camino histórico
de la Vía de la Plata, que comunicaba Astorga con
Emérita Augusta.
Olivos en el interior de la ciudad. |
Propiedad: Diputación de Cáceres.
Uso:
Turístico y cultural.
Visitas: abierto al público, precio muy módico, que incluye
el Centro de Interpretación.
Protección: El 3 de junio de 1931 fue declarado Monumento
Histórico-artístico.
En la
actualidad tiene el estatus de bien de Interés Cultural, en la categoría de
Monumento.
Clasificación
subjetiva: 3,
es decir, se incluirá obligatoriamente en ruta de viaje, o lo que es lo mismo,
se hará todo lo posible por visitarlo. Pero por el conjunto, que no por las
murallas, de las que apenas si quedan vestigios.
Otras cuestiones de interés: Todo el conjunto de la ciudad, que ya es bastante.
También, a unos ciento cincuenta metros al norte, y salvando el río
Ambroz, aún perdura un puente romano del siglo I dC, de cuatro arcos, que ha
sido restaurado en diversas ocasiones a lo largo del pasado siglo. Se encuentra
en uso.
Y muy cerca, el pueblo de Granadilla, con castillo y muralla.
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