martes, 27 de febrero de 2018

Castelo de Vide, castillo

A pesar de haberme informado, de curiosear en la red y mirar fotografías, no podía imaginar que Castelo de Vide fuera tan agraciado. Desde la lejanía ya lo promete: descolgándose en la falda de la montaña y culminado por su castillo, es esa imagen de la que siempre he afirmado, que una montaña, un cerro cualquier elevación, es mucho más bella si la corona un castillo y el caserío se esparce por su ladera. La primera visión me pareció tan espléndida, tanto, que llegué a dudar de su autenticidad, que seguramente fuera una ilusión: demasiada vegetación, colores desmesurados, intensos, y sobre todo, el castillo reinando sobre el paisaje. Algo parecido debió pensar el rey Pedro V cuando comparó este entorno con el de Sintra.
No me cabe duda, estos lugares, la Sierra de Sao Mamede, son algo más que hermosos.
 
Castelo de Vide desde la Torre del Homenaje.


EL LUGAR
Castelo de Vide está en el Alentejo, concretamente en el Alto Alentejo, y pertenece al distrito de Portalegre. Su cercanía con España, hacia el nordeste, le obligó a tomar muchas precauciones a lo largo de la historia: cosas de frontera, disparidad de opiniones y cuestiones así.
Estuvo la zona poblada desde muy antiguo, de ahí la multitud de monumentos megalíticos existentes en los alrededores, como los de Anta dos Coureleiros y el menhir de Meada.
Castelo de Vide crece en del siglo XIII a partir del castillo y el pequeño caserío que se levantaban en la cumbre. Había sido conquistada a los moros por Alfonso III en el año 1273, y éste se la cedió al Infante D. Alfonso que, a su vez, se vio obligado, por la fuerza, a cedérsela a su hermano, el futuro rey.
Castelo de Vide según Duarte de Armas, hacia 1509.






Es el rey D. Dinis, Dionisio I, quien manda reconstruir y ampliar la primitiva fortaleza, con lo que la población comienza a extenderse por la ladera sur de la montaña., la que ahora llaman Canto da Aldeia. Fue también D. Dinis quien elevó la población a la categoría de villa, otorgándole carta de puebla. En su castillo, don Dinis recibió a los embajadores del Reino de Aragón que fueron a ratificar su matrimonio con Isabel de Aragón.
Pedro I, nieto de D. Dinis se dedicó a reforzar todas las fortalezas de la raya con España en el Alentejo, entre ellas la de Castelo de vide. En 1509, Duarte de Armas dejó el castillo reflejado en su Livro das Fortalezas.
Castelo de Vide, según Josep Luis Jacob, 1705


A partir de 1450 la ciudad crece con la llegada de judíos procedentes del otro lado de la frontera —los Reyes Católicos habían empezado su política de expulsión de judíos—, y con ello numerosos artesanos y mercaderes. Se impulsaron negocios e industrias; e incluso en el mundo del conocimiento hubo personajes destacados, como el físico Mestre Jorge o el botánico García de Orta. Aunque más tarde correrían la misma suerte que en España.
Poco a poco se fue conformando en un conjunto urbano único y de características muy originales. Su crecimiento corrió parejo con el de sus fortificaciones: en el siglo XVII la ciudad quedó totalmente cercada, construyéndose defensas y baluartes bajo la dirección del ingeniero militar francés Nicolau de Langres.
Desde esa época, o sea, durante la Guerra de Restauración —1640-1668—, y hasta el final de los conflictos con España, a principios del siglo XIX, Castelo de Vide no conoció la tranquilidad.

En la segunda mitad del siglo XVII la ciudad contaba con una guarnición formada por dos regimientos, uno de infantería y otro de caballería. Mientras los habitantes de la villa eran unos 1000, la fuerza militar casi lo duplicaba. Aún así continuaron las obras, esta vez bajo la dirección de Luis Serrao Pimentel.
Durante la Guerra de Sucesión española —1701-1715—, la plaza fue cercada y conquistada en 1704. Una violenta explosión en un polvorín situado en la torre del Homenaje, destruyó parcialmente el castillo.
Entre 1705 y 1710 se construyó el fuerte de San Roque que se unió a la ciudad mediante la Muralla de Loureiros, levantándose una nueva puerta, la de Aramenha, que pasaría a ser la entrada principal a la ciudad. En ese punto confluían los caminos de Marvao y de Portalegre.
El primer baluarte antes del castillo.


La Torre del Homenaje desde la entrada.

Acceso al fuerte que rodea el castillo.

Toda la villa quedaba rodeada, conformando una enorme fortaleza de más de 2’5 kilómetros de perímetro, que ha protegido, hasta hoy, un enorme patrimonio arquitectónico, civil, militar y religioso: castillo, fuerte, murallas, sinagoga, fuentes, jardines y numerosas iglesias y capillas.
Pero pese a tanta muralla y baluarte, el ejército español tomó la villa en 1801; era la Guerra de la Naranjas, que duró apenas veinte días. Más tarde, en 1811, fueron los franceses quienes la ocuparon durante la Guerra de la Independencia.
Tanto enfrentamiento y tanto asalto llevaron las fortificaciones a un desgaste estructural considerable, por lo que en 1823 dejó de tener la plaza un uso militar, acentuándose su deterioro. En 1890 fue demolida la Puerta de Aramenha.

Acceso desde el primer baluarte al interior del castillo.

¿Al castillo o al Burgo?, voy al castillo.


EL CASTILLO
Decía que fue don Dinis quien ordenó, en 1299, la reconstrucción del viejo castillo y la cerca urbana que contenía, y contiene aún, el denominado burgo medieval. La obra quedó concluida en 1327, cuando ya reinaba Alfonso IV.
Desde entonces se conserva la leyenda sobre el origen de su toponimia: dentro del castillo existía una enorme vid, por lo que al lugar se le llamaba “Terra de Vide”; con el aumento de la población ese nombre pasó a ser ”Vila de de Vide”, para cambiar definitivamente a Castelo de Vide cuando Alfonso IV termina la ampliación de la fortaleza.
A él se llega a través de empinadas calles repletas de casas con portadas y ventanas de estilo gótico —es el llamado Barrio Gótico—. Antes del castillo es necesario atravesar la puerta y algunos baluartes de la fortificación modernista que lo rodea. Una vez ante el castillo, dos opciones: a la derecha el Burgo Medieval, a la izquierda el castillo. Voy al castillo.


Adarve a atravesar antes de llegar a la puerta del castillo.
Túnel de acceso al Patio de Armas.

El túnel desde el Patio de Armas.

Su entrada se orienta al sureste y se ubica casi a los pies de la Torre del Homenaje; antes de llegar a la entrada es necesario recorrer el interior de una barbacana que la protege. Desde aquí, y a través de un túnel se llega al patio de armas.
El patio, en el que existe un pozo, está rodeado de edificaciones:
Una a izquierda y otra a derecha, las cuales están cerradas, puertas y ventanas;
La de enfrente, al noroeste, está flanqueada por dos cubos a los que no se puede entrar; el edificio es accesible en su primera planta, que está dedicada a una exposición permanente sobre la historia militar de la población, está cubierta de una enorme bóveda de cañón —según leo, este edificio estuvo dedicado a polvorín—.


La Torre del Homenaje desde el Patio de Armas.

Edificio que fue polvorín y hoy sala de exposiciones.


Junto al edificio de la izquierda, el orientado hacia el suroeste, una escalera me lleva a la cubierta del primer edificio y a través de ella se llega a la Torre del Homenaje. Ésta es rectangular y tiene una sola planta que está cubierta por una bóveda apuntada. Desde la terraza, el paisaje se ve espectacular. Así que a pesar de la temperatura, me quedo aquí un buen rato dándole gusto a la vista.
Más tarde, entraré en el Burgo Medieval.
La Torre del Homenaje desde la cubierta de uno de los edificios del Patio de Armas.


Bóveda de la Torre.

El Patio desde la Torre del Homenaje.























RESUMIENDO:

Nombre: Castillo de Castelo de Vide.

Localidad: Castelo de Vide.

Municipio:

Distrito: Portalegre.

Región: Alentejo —Alto Alentejo—.

País: Portugal.

 

Tipología: Castillo.

Época de construcción: del siglo XIII al XIV.

En 1989 se llevó a cabo un proyecto de rehabilitación del castillo que continuó con otro en el año 2002.

Estado: Se encuentra en buen estado conservación, al menos la parte que es visitable.

Protección: Es Monumento Nacional desde 1910.

Propiedad:

Uso: Cultural y turístico.

Clasificación subjetiva: 3*, No perdérselo bajo ningún concepto, o lo que es lo mismo, hay que verlo antes de morir.

Visitas: Cuando lo visité, diciembre 2017, el acceso era totalmente libre a gran parte del castillo, patio, torre del Homenaje y algunas salas de exposición.

Toda la zona norte estaba cerrada.

Otras cuestiones de interés: Innumerables, como el barrio judío y su sinagoga; el Burgo Medieval junto al castillo; la azulejería de la Iglesia de Nuestra Señora de la Alegría; la Plaza de D. Pedro V con la iglesia de Santa María de Devesa, la mayor del Alto Alentejo; las murallas modernistas y el fuerte de San Roque;

 Coordenadas:

39.41939331444486, -7.456950570679712


jueves, 22 de febrero de 2018

Arquitectura, L

LADRILLO:
Paralelepípedo rectangular de arcilla cocida utilizado en la construcción.
Los primeros ladrillos utilizados fueron trozos de tejas romanas (tégulas) que, al partirse, eran aprovechadas en la construcción de los muros. Cuando se comprobó la bondad de este material, se pasó a producirlo de manera expresa.

LAJA:
Piedra más bien pequeña, de poco espesor y plana o concoidea, con diversos usos en construcción, empleándose frecuentemente como rústica dovela en algún tipo de arco.

LANCHA:
Piedra más bien grande, también plana y de poco espesor.

LESENA:
Pilar decorativo adosado al muro, parecido al contrafuerte.
Muy propio del arte románico.
Se conocen también como "bandas lombardas".



LETRINA:
Genéricamente retrete, el lugar destinado a expeler los excrementos, y por ello, lugar sucio y repugnante.
En las fortificaciones, solía ser un habitáculo similar a una ladronera por el que se evacuaban las heces al exterior de la fortaleza, siempre en alguna zona poco transitada. No suele ser muy frecuente.
Letrina en el castillo de Granadilla, Cáceres.

LIMAHOYA:
Es la línea resultante del encuentro de dos faldones del tejado, que en el alero forman rincón.
La limahoya precisa, como sistema de evacuación de las aguas de lluvia, un canal ejecutado también con teja (canal) pero de un ancho algo mayor que las demás.
Ver dibujito de más abajo.

LIMATESA:
Es la línea resultante del encuentro de dos faldones del tejado, pero que en el alero forman esquina.
Se remata con una hilera de tejas fijas (cobija).


LINTERNA:
Torre pequeña, más alta que ancha, y con ventanas, que se construye sobre algunas cubiertas, generalmente sobre las cúpulas de las iglesias, como remate y como medio de iluminar el interior.

Iglesia del Santo Sepulcro, Torres del Río, Navarra.

LLAGA:
Junta horizontal o vertical entre dos ladrillos, sillares o mampuestos de una misma hilada. Las juntas horizontales, propia y exclusivamente se denominan tendeles.

LOBULADO, arco lobulado:
Formado por lóbulos yuxtapuestos.

LUCILLO:
Sarcófago de piedra, adosado al muro y colocado en un nicho cobijado por un arcosolio.


LUNETO:
Pequeña bóveda en forma de media luna abierta en la bóveda principal que sirve para dar luz al interior de ésta.

LUZ:
Anchura de un hueco o de un vano en puertas, ventanas, arcos, o entre pilares o columnas.

martes, 20 de febrero de 2018

Guijo de Granadilla, Cáparra, muralla urbana

Traigo hoy a mi Casa de la Tercia un lugar que en principio no parecería encajar entre sus páginas. Porque si algo hay en él no es precisamente edificación militar que destaque sobremanera.
Y es que estoy en Cáparra y aquí lo que sobresale, y no sólo por su altura física, es su arco tetrapylon y no sus murallas de las que, a pesar de todo lo que encerraron en su interior —y ser para mí el primer motivo por el que recojo a esta pequeña ciudad romana en mi blog—, queda poco, muy poco. Lo demás, que también son piedras viejas, lo incluyo como propina.
Llegamos a Cáparra después de atravesar paisajes limpios y carreteras estrechas y tranquilas, de las que se espera no acaben jamás pero que por desgracia terminan. Con esta ha habido suerte, mucha suerte, porque su final es el lugar ya mencionado: pequeña pero importante urbe fue, y que se situó justo sobre la antigua Vía de la Plata que aún pasa bajo su hermoso arco.

EL LUGAR:
Su ubicación es privilegiada: entre dehesas y olivares, y sobre un pequeño promontorio que domina el río Ambroz.
Antes de la llegada de los romanos, ya hubo aquí un asentamiento posiblemente vetón que se conocía como Kapasa o Capera —hay autores que lo identifican con un pasado lusitano—, y que con la llegada de aquellos y la coincidencia con el itinerario de la Vía de la Plata, elevó su importancia, no sólo estratégica, en toda la Lusitania.
En un principio, allá por el siglo I aC, el lugar fue una mansio —lugar de descanso entre núcleos de población o sea una posada—en el camino de la Plata, exactamente la quinta desde Mérida en sentido a Astorga.


Ya con el emperador Augusto en el poder, recibió el stastus de ciudad estipendaria, dependiente de Emérita Augusta —formaba parte del Conventus Emeritensis, división administrativa y judicial—, es decir que contribuía con los impuestos que recaudaba en las comarcas vecinas, pero a la vez se le concedieron derechos propios, tales como el dominio y disfrute de tierras o la emisión de moneda propia.
Más adelante, en el año 74 dC, con Vespasiano en el poder, pasó a ser municipium y con ello, sus habitantes adquirieron la ciudadanía romana. Es a partir de ese momento cuando adquiere su mayor trascendencia, creciendo y adquiriendo el carácter propio de toda ciudad romana.

La ciudad se configuró sobre la Vía, que la cruza de Oeste a Noreste, desarrollándose su urbanismo a partir de ese eje y siguiendo un ordenamiento ortogonal, planteamiento representativo de las urbes romanas.
Es en esta época cuando se levantan las construcciones más importantes que nos han llegado, entre las que destaca el Arco que tanto la identifica, único en la Península Ibérica. O al menos el único del que nos han llegado noticias.
El arco tetrapylon desde la puerta sureste.

Terminado el siglo IV dC, y con el declive del Imperio, comienza su decadencia a la par que otras ciudades de Hispania. Decadencia que obligará a abandonarla por parte de sus habitantes pues el camino ha perdido uso y por lo tanto importancia. Su inutilidad, la de la Vía, provoca la ruina definitiva de la ciudad y su desaparición, allá por el siglo IX tras la invasión musulmana. Nunca volvió a repoblarse, ni siquiera después de la reconquista por los cristianos, y nunca pasó de ser lugar sólo de paso.
Maqueta de la ciudad en el Centro de Interpretación. En primer plano la puerta a la que se accedía desde Emérita Augusta.
Sin embargo ha seguido habiendo referencias a Cáparra a lo largo de la historia; en alguna incluso se cita la existencia de otro arco —en las Relaciones Topográficas, hacia 1570; y en el siglo XVII lo refiere un tal Fray Francisco de Coria—. Pudo haber por tanto, dos arcos: El tetrapylum, y otro que posiblemente fuera puerta de la villa y que fue desmontado por vecinos de Guijo de Granadilla, a finales del siglo XVIII, para trasladarlo a una ermita de la localidad. Cosa que, por el gran tamaño de las piedras no pudieron llevar a cabo.
Por aquel siglo XVIII, el lugar apenas si contaba con diez vecinos, y se dedicaban a la hostelería de la época. O sea, mesoneros. El poblado era conocido como Venta de Cáparra.
La construcción, en 1855 de la que hoy es la carretera N-630 y, posteriormente, el ferrocarril, con el consiguiente abandono del camino, hizo que la actividad en Cáparra desapareciera por completo.
Desde 1985 es propiedad de la Diputación de Cáceres.
La Compañía bajo el arco.

LAS MURALLAS:
Me temo que todo lo pueda decir sobre sus murallas será en pasado; nada queda de ellas, y si algo hubiera habrá que esperar a futuras excavaciones. Por ahora digamos que sí, que la ciudad estuvo amurallada, conteniendo una extensión de poco menos de 16 ha, dentro de un perímetro irregular que se adaptaba al ligero altozano. Además hay constancia de que extramuros también hubo edificaciones.
En la muralla se abrían, con toda seguridad, tres puertas de acceso, aunque se han encontrado resto de lo que pudiera ser una cuarta.


De todas ellas, sólo podremos contemplar la puerta del sureste, que es la única de la que nos han llegado vestigios: apenas los arranques de sus torres: dos fuertes bastiones semicirculares de algo más de cinco metros de diámetro y muros de 1’30 metros de espesor. En su interior se alojaba el cuerpo de guardia.
La anchura del acceso era mayor de cuatro metros y su pavimento lo componían grandes losas de granito. Disponía de doble puerta de madera y reja de hierro.
El resto de las puertas debieron tener un aspecto muy semejante, tanto en tamaño como en la morfología de las torres de flanqueo.
Base de la torre izquierda de la puerta sureste.




Puerta sureste, torre izquierda y acceso a la puerta a la drecha.
La puerta del sureste llevaba al foro a través del Cardo Maximus —la calle que en todo campamento militar romano se orienta de sur a norte—, y las otras dos se situaban, sobre la Vía de la Plata, delimitando el Decumanus Maximus —la calle que normalmente se orientaba de este a oeste—.
Las murallas estaban ejecutadas con sillares irregulares de granito—doble muro relleno, opus caementicium, y enlosado su camino de ronda— alcanzando unos cinco metros de altura en sus puntos más altos y 3’20 metros de ancho medio en su base.

Y ADEMÁS:
A ver, brevemente, ¿qué más hay en Cáparra aparte de sus murallas y puertas?

Así debió de ser el arco (del Centro de Interpretación).

 — Pues, en primer lugar, el Arco tetrapylum, levantado a finales del siglo I, en la confluencia de las dos calles principales de la ciudad, el Decumanus y el Cardo. Es el principal referente y símbolo, verdadero icono y representación monumental de la ciudad.
Es de planta casi cuadrada (8’60 m por 7’35m) que se levanta sobre cuatro basamentos coronados con cornisas muy decoradas y, sobre estos, otros tantos pilares que conforman cuatro arcos de medio punto enfrentados dos a dos y adornados con arquivolta; los pilares sostienen una bóveda de arista que cubre el conjunto. El elemento que lo coronaba, un ático o una pirámide, ha desaparecido casi en su totalidad.

El Arco visto de El Cardo Maximus.


A los lados de los arcos que dan a la calzada, o sea, en los frontales noreste y suroeste, existen unos pedestales que posiblemente soportaban estatuas. En dos de los pilares se observan inscripciones relativas al constructor y a un ciudadano llamado Marcus Fidius Macer y su familia, que fue quien mandó erigir y costeó su construcción. La inscripción dice:
"Marco Fidio Macer, erigió este monumento, según testamento, en honor de Bolosea, hija de Pellio y de Fidio, hijo de Macer" (pero en latín).


Originalmente, se estima que tuvo una altura de 13’30 metros. Y es probable que todo el conjunto, ejecutado en granito y hormigón, estuviera revestido de mármol.

Las termas bajo la cubierta de cristal.

— Al noroeste, y en la confluencia del Decumanus Maximus con el Cardo Maximus, se encuentran las Termas públicas que se construyeron cuando la ciudad adquirió el rango de municipio.
Se trata de un edificio de 33x36 metros en el que se situaban los baños en el centro y rodeado por dependencias anexas: almacenes de leña, vestuarios, etc. El abastecimiento de agua tuvo su origen en el cercano embalse de Casablanca.
— Aunque Cáparra fue una ciudad pequeña, también tuvo foro, que era el edificio más importante de las ciudades.
Se encuentra también en la confluencia del Decumanus y el Cardo. En su interior se situaba la basílica, que incluía en su pórtico el aediculo tribunal, donde se realizaban los juicios. A la derecha estaba la Curia y al fondo tres pequeños templos, es decir, un Capitolium:
— Uno dedicado a Júpiter y los otros dos a Juno y a Minerva. El de Júpiter medía 9’30x10’60 metros y se orientaba de sureste a noroeste. Para su construcción se empleó granito, mármol, madera y ladrillos.


— El Decumanus Maximus era la calle principal de la ciudad; discurría desde la puerta suroeste en línea recta hasta la noreste. Era de gran anchura, cinco metros, bien pavimentada y con sistema de recogida de aguas pluviales y sucias.
Perpendicular a ésta discurre el Cardo Maximus En la confluencia de estas dos calles se elevaba el Foro.
Estas dos calles eran el centro de la vida comercial de Cáparra. En las plantas bajas de sus casas, que disponían de pórticos de unos dos metros de ancho, se instalaban los comercios, llamados tabernae.
— En el punto más elevado de Cáparra debió existir un castellum aquae, edificación que recogería las aguas que, mediante un acueducto ya desaparecido, aportaba las aguas desde el embalse.


¿El anfiteatro?


— No se tiene constancia de que extramuros existieran edificaciones —al menos aún no se han encontrado vestigios—, excepción hecha de lo que siempre se ha supuesto es un pequeño anfiteatro.
Se trata de una cavidad de planta elíptica situada hacia el noreste, rodeado de un anillo de montículos que bien pudiera haber sido la cavea, o graderíos.
Opiniones hay para todos los gustos: desde la que dice que podría tratarse de un depósito de agua, hasta la que aventura que considera que sea la base de una torre de defensa; una enorme torre, eso sí.

Una de las tumbas de la Necdrópolis.


— También extramuros, y muy cerca del anfiteatro se encuentra una necrópolis.
Y ya está.

Nombre: Murallas de la ciudad romana de Cáparra.
Municipio: Guijo de Granadilla.
Provincia: Cáceres.
Tipología: Muralla urbana.
Época de construcción: entre los siglos I aC y II dC.
Estado: No es necesario decir que, como casi todos los yacimientos romanos, éste también se encuentra en estado de ruina, aunque muy consolidada. Con los trabajos y excavaciones que en él se vienen realizando, es de suponer que el deterioro se paralice totalmente.
Hacia 1929 comenzaron en Cáparra las primeras excavaciones, realizándose trabajos de delimitación y localización de elementos, siendo los primeros, el arco, el llamado templo de Júpiter, algunas viviendas, un embalse, tres necrópolis y el anfiteatro (¿?).
Las excavaciones se reanudaron a finales de la década de los sesenta, y desde entonces no han cesado. Se centraron por entonces en el anfiteatro y en los edificios cercanos al arco.
En 1988 los terrenos fueron adquiridos por la Diputación de Cáceres. La Universidad de Extremadura ha realizado varias campañas de prospección.
Desde 2001, una nueva serie de excavaciones ha permitido conocer las termas públicas frente al foro, un área doméstica, las tabernae, la puerta sureste, de la que partía el cardus maximus, el anfiteatro y un tramo de la vía romana en su trayecto urbano.
En la actualidad, Cáparra pertenece al Proyecto de rehabilitación integral del Patrimonio Extremeño Alba Plata, cuyo objetivo es recuperar el camino histórico de la Vía de la Plata, que comunicaba Astorga con Emérita Augusta.
Olivos en el interior de la ciudad.





Propiedad: Diputación de Cáceres.
Uso: Turístico y cultural.
Visitas: abierto al público, precio muy módico, que incluye el Centro de Interpretación.
Protección: El 3 de junio de 1931 fue declarado Monumento Histórico-artístico.
En la actualidad tiene el estatus de bien de Interés Cultural, en la categoría de Monumento.
Clasificación subjetiva: 3, es decir, se incluirá obligatoriamente en ruta de viaje, o lo que es lo mismo, se hará todo lo posible por visitarlo. Pero por el conjunto, que no por las murallas, de las que apenas si quedan vestigios.
Otras cuestiones de interés: Todo el conjunto de la ciudad, que ya es bastante.
También, a unos ciento cincuenta metros al norte, y salvando el río Ambroz, aún perdura un puente romano del siglo I dC, de cuatro arcos, que ha sido restaurado en diversas ocasiones a lo largo del pasado siglo. Se encuentra en uso.
Y muy cerca, el pueblo de Granadilla, con castillo y muralla.


Cómo llegar: desde la A-66, E-803, o la N-630, o sea la Vía de la Plata y a la altura de Villar de Plasencia, tomamos la CC-112 en dirección a Guijo de Granadilla.