martes, 20 de junio de 2017

Conil de la Frontera, torre de Roche

La torre almenara de Roche es una más de aquellas que los Pérez de Guzmán —descendientes de Juan Alonso, el Bueno de Tarifa— mandaron levantar, con la conformidad de la Corona, en los alrededores de la por entonces aldea de Conil, para proteger sus tierras y lugares de los ataques berberiscos. Y también para vigilar las almadrabas que en las proximidades tenía caladas.
Aquellas torres, en el actual término municipal, fueron cinco: la que hoy conocemos como de Guzmán, que dio origen al castillo de Conil de la Frontera, la torre de Castilnovo, la de Roche, y las desaparecidas de Torre Blanca y la Atalaya.
Hoy paseo la de Roche, pero de mentira. Que cuando anduve por allí mi Compañía ya no quería más piedras viejas y hube de conformarme con observarla desde la distancia. Y no sólo fue a ésta, que con otras más al sur, también hube de conformarme con mirar desde lejos.

Es lo que, cuando paseé Alarcón y no llegué hasta las dos torres de aproches que protegen la península del norte, decidí denominar paseos fingidos, que viene a ser como un querer y no poder, quiero llegar hasta allí pero no va a ser posible, que las circunstancias no me dejan y que no sé si habrá otra oportunidad. Así que confórmate, muchacho.

Por lo tanto, miento y me hago creer que he estado allí. Y tú, lector, créetelo también, por favor.
El camino que nunca recorrí (de senderismosevilla.net)


LA TORRE:

Decía que la torre de Roche fue una más de aquellas almenaras que construyeron los Pérez de Guzmán. Ésta está al norte de Conil, sobre un pequeño acantilado que da forma al cabo de Roche. A su derecha, mirándola desde el mar, la orilla se va hacia el este redondeándose al sur, hasta Conil y más allá. En dirección a poniente, conexión visual con la del Puerco 1también llamada de La Barrosa—, y a levante con la desaparecida torre Blanca —que algunos identifican como la de Las Tres Piedras, ya desaparecida—, el castillo de Guzmán, e incluso con la de Castilnovo. Hacia tierra adentro, la comunicación era con la torre de La Corredera de Vejer.
Esta torre de Roche se construyó exactamente entre 1575 y 1576, y el ordenante fue el VII duque de Medina Sidonia, Alonso Pérez de Guzmán, como casi todos los duques de Medina Sidonia. Se sabe que el duque aportó 100 ducados y el pueblo de Conil el resto, sin que se conozca cuánto fue el total.



Pero vayamos al origen, pues realmente —y nunca mejor dicho— el tema venía del rey, de un proyecto que Felipe II había ideado para proteger toda la costa sur de la península —desde San Roque hasta el cabo de Santa María en Faro—, de piratas berberiscos primero y holandeses e ingleses más tarde. Ese proyecto se terminaría en 1638, durante el reinado del cuarto Felipe.
Felipe II encargó la empresa al capitán de artillería Francisco de Álava y se nombró a Luis Bravo de Lagunas, comendador de la Orden de Alcántara, como comisionado real para su ejecución: búsqueda de emplazamientos y, sobre todo, modo de financiación.
Como curiosidad, y derivado del asunto de los dineros, apunto un detalle: que las que fueron sufragadas por la Corona son cilíndricas, mientras que las costeadas por particulares son prismáticas. Curioso.
Es el caso de esta de Roche, y también la de Castilnovo —como también lo fueron la torre Blanca y la Atalaya—, que son de planta cuadrada, o sea, no pagadas por el rey.

Finalizada la guerra de la Independencia, fue abandonada, aunque siguió utilizándose una edificación próxima, actualmente en ruinas, como destacamento militar destinado para la lucha contra el contrabando.
Abandonada siguió hasta la década de los ochenta del siglo pasado, en que el por entonces Ministerio de Transportes, Comunicaciones y Turismo la rehabilitó convirtiéndola en un faro para la navegación marítima.

(de analajanda.org)

LOS DETALLES:

La torre de Roche tiene, y con razón, una apariencia grande y fuerte. Sus más de 10 metros de altura, a los que hay que sumar los 36 de su cota por encima del nivel de las aguas del mar, le aportan un carácter de poderosa robustez.
El edificio, que se ubica a unos 20 metros de la línea del acantilado, es un prisma cuadrangular apoyado sobre una base alamborada de aproximadamente un quinto de su altura. Entre el alambor y el peto almenado de la terraza, una imposta la rodea como único elemento decorativo. Todos sus muros están ejecutados con mampostería y sillares en sus esquinas, aunque inapreciable en la actualidad dado el enfoscado que los cubre.

de LA RECIENTE RESTAURACIÓN DE TORRE DE VIGÍA EN EL LITORAL GADITANO, 
   Rodrigo Valdecantos.

En la fachada opuesta al mar, como era costumbre, se abre una puerta-ventana que funciona como acceso al interior, directamente a la planta alta, la cual es una sola estancia cubierta con bóveda vaída. Una trampilla en el suelo comunica con un nivel inferior; en este caso, se cubre con una bóveda de cañón.
Desde la primera planta y mediante una escalera retráctil, cubierta en su salida por una garita —que estaba situada en la vertical de la puerta—, se subía a la terraza.
El almenado se dispone con dos troneras artilleras por fachada que, seguramente se usaron poco, pues aunque estaba diseñada para ser armada con dos piezas, sólo se la dotó, y en contadas ocasiones, de una y de calibre corto. La razón es que su ubicación bastante elevada sobre el nivel del mar, haría difíciles los disparos deprimidos. A partir de mediados del siglo XVII no dispuso de artillería.

El viejo edificio del cuerpo de guardia.

A sus pies aún se levanta el viejo edificio que albergó el cuerpo de guardia anejo: una casa de planta cuadrada, del siglo XVIII, de ladrillo, mampuestos, mortero de cal y cubierta de tejas a cuatro aguas.


De lo que fue la torre de Roche poco queda, aunque queda todo y más: queda su planta y su cuerpo. Pero aunque su reconstrucción y adaptación como faro costero supuso un cambio radical de su figura, tenemos el consuelo de saber que sigue cumpliendo la misión para la que fue levantada hace más de ochocientos años: otear el horizonte y prevenir peligros mediante señales luminosas.


Leo en la red encendidas críticas negativas sobre su restauración y nuevo uso, que van desde el enfoscado y color de sus muros que pretende transmitir un aspecto antiguo, hasta la forma y traza de la linterna “de cuidado diseño modernista, con cúpula de bronce que descansa sobre pilares y rematada por una veleta” —he de pensar que el autor de esas palabras esperaba que la transformación en faro vendría acompañada del permanente fuego de una hoguera de leña—

Su porte sigue siendo el de entonces, es cosa clara; y más aún cuando cada noche nos dice con su luz: aquí estoy, eficaz como en mis mejores tiempos.




RESUMIENDO:

Nombre: Torre de Roche
Municipio: Conil de la Frontera.
Provincia: Cádiz.

Tipología: Torre, torre almenara.
Época de construcción: siglo XVI, 1575. Restaurada en 1986.
Estado: En buen estado, dado que está en uso. Pero muy alterada tras su restauración, y transformación en faro, en 1986.
Propiedad: Pública, del Ministerio de Obras Públicas, o de Fomento, o de Movilidad; no sé, que lo cambian constantemente.
Uso: Faro costero. Que por cierto, tiene un alcance es de unas 20 millas náuticas (m.n.), y multiplicado por 1852 metros que mide una m.n., nos resulta una distancia de 37 kilómetros.

Visitas: acceso libre en el entorno.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Fue declarada Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, el 29 de junio de 1985.

Clasificación subjetiva: 2, o sea, si se pasa cerca y se va con tiempo pues se acerca uno a verlo. 
Otras cuestiones de interés: Conil y sus playas, pero eso ya quedó dicho en las entradas sobre la torre de Guzmán y la de Castilnovo.
Cómo llegar:

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