martes, 11 de octubre de 2016

Buitrago de Lozoya, Muralla urbana

Camino del norte y en viaje de placer, recalamos a comer en Buitrago de Lozoya, que no es cuestión complicada, pues está justo a la vera de la autovía; y es que entre las ganas de comer y la atracción de sus piedras viejas, pues eso, que no nos resistimos y entramos en el pueblo.

Y qué mejor lugar que éste, con un hermoso paraje natural y un río, el Lozoya, que da apellido a la villa y lo protege envolviéndolo en un apretado meandro; y además con un par de cosas de las que de verdad me importan: un castillo y una muralla que rodea al pueblo y ayuda al río en su labor de defensa, o viceversa, haciéndonos creer que es casi una isla.

La muralla de Buitrago desde el puente del Arrabal.

EL LUGAR:

Veo la página web del Ayuntamiento y en ella leo, expuesto de manera muy didáctica, un resumen de la historia de este pueblo que, por mi parte, me dispongo a resumir aún más:

— Se dice que Buitrago fue la Litabrum que conquistara Cayo Flaminio allá por el siglo I aC, según la versión de Tito Livio. Pero todo ello sin datos que así lo respalden.

— Sin datos también con respecto a la ocupación musulmana, ni escritos ni arqueológicos; pero se supone que ya debió estar fortificado a mediados del siglo X, como control de las rebeliones internas dentro del Califato, y de paso velar por la seguridad ante las incursiones cristianas. Al fin y al cabo, está situada en una via natural que permite cruzar el Sistema Central con relativa facilidad. Esta cualidad ha llegado hasta nuestros días, hasta el punto que la carretera N-1 divide la población.

— Los cristianos son quienes por primera vez hacen referencia a Buitrago: en 1085 se la menciona en el fuero de Sepúlveda pues fue esta ciudad la que promovió la repoblación de la comarca, a raíz de su conquista por parte de Alfonso VI, poco antes de la toma de Toledo.

— Reinando Alfonso XI (1311-1350), la población es propiedad de Juana de Orozco, y será parte de su dote cuando case con Gonzalo Yáñez de Mendoza. Su hijo, Pedro González de Mendoza, recibirá del rey Pedro I el Cruel —o el Justiciero, según opiniones— el título de Señor de Buitrago. El primero de la lista.

El retrato más conocido del Marqués de Santillana.
—Y llegamos al siglo XV, exactamente a 1445, cuando el rey Juan II recompensa, por sus múltiples servicios a la corona, a Íñigo López de Mendoza y de la Vega, tercer señor de Buitrago con los títulos de Conde del Real de Manzanares y Marqués de Santillana —que es el más conocido—. Títulos y prebendas a sumar al inmenso patrimonio familiar que había heredado. A éste se le atribuye la reconstrucción de la iglesia de Santa María del Castillo, el inicio de las obras del hospital de San Salvador y el reforzamiento de las defensas de la villa.

—Desde el siglo XVI al XIX, Buitrago sufre un estado de fuerte deterioro económico con apenas una tregua a finales del XVIII, que se verá truncada con el inicio de la Guerra de la Independencia.

— Como cualquier otro lugar de España, en 1808 fue ocupado por las tropas francesas y sufriendo, como cualquier otro lugar de España, numerosos destrozos en su patrimonio.

— Con la desaparición de los señoríos, incluido el de Buitrago, se modifica la estructura económica de la población; a lo que ayudan también las desamortizaciones.

— Durante la Guerra Civil se destruye gran parte del patrimonio, lo que no quita que se recuperara después. Poco antes, en 1931, el recinto amurallado fue declarado Monumento Nacional.

— En 1993, el casco histórico del pueblo fue declarado Conjunto Histórico-Artístico y Bien de Interés Cultural.

Paseando el Adarve Bajo con la Compañía.


LAS MURALLAS:

Fueron edificadas entre los siglos IX y XI, y de ello se encargaron los árabes. Formaron parte de lo que se llamó la Marca Media, territorio del centro de la Península muy fortificado por los musulmanes para garantizar la defensa de la ciudad de Toledo.

Lo que nos ha llegado a nuestros días es obra cristiana tras la integración del lugar al Reino de Castilla. Para ello se utilizaron modos y maneras árabes a través de los mudéjares que permanecieron en territorio cristiano, como se puede ver no sólo en la fábrica de sus muros, mampostería y verdugadas de ladrillo, sino en la total inexistencia de torres circulares, más propias de las construcciones cristianas. Aquí sólo hay torres cuadrangulares, macizas y casi paramentadas al lienzo de muralla.

Durante más de trescientos años, esta murallas encerraron un importante enclave, no sólo militar sino también social y económico. Hoy, están consideradas como las mejor conservadas de la provincia de Madrid, siendo Monumento Nacional desde 1931.

 

LOS DETALLES:

Su longitud supera los 800 metros y la podemos dividir, para su descripción, en dos partes: El Adarve Bajo, y el Adarve Alto.


El Adarve Bajo en su fachada este: arriba el paseo de ronda; aquí el río.

El primero, el Adarve Bajo, arranca junto al castillo, en el llamado Arco de la Coracha, una de las tres entradas al recinto amurallado, y de construcción más tardía que los otros dos; discurre paralelo al río y se levanta justo sobre su orilla.

Se caracteriza por disponer de una estructura y tipología muy uniforme, sin alardes en su construcción —apenas seis metros de altura y dos metros de espesor—, y es que la proximidad del propio río le proporciona el principal elemento para su defensa.

Por la razón anterior, en este tramo no existen cubos ni torres de flanqueo, ni siquiera en los extremos más al norte, donde la muralla se quiebra y parece pedir un par de torres; apenas algunos contrafuertes en los lienzos del este y un almenado corrido coquetamente restaurado. O reconstruido, según interpretaciones.


El Arco del Piloncillo, intramuros y extramuros, respectivamente,

Termina este Adarve Bajo en otra de las puertas de la población, el Arco del Piloncillo, que fue nombrado así por la existencia de un manantial cercano, al pie de la muralla. Desde esta puerta se accedía directamente al Puente Viejo o del Arrabal, también de época medieval.

— El Adarve Alto ocupa los lados suroeste y sur del recinto. Aquí la edificación pierde la homogeneidad que tiene al norte y al este. Los muros son más altos, entre nueve y dieciséis metros —estos últimos por la zona de la torre albarrana—; y su espesor mayor, llegando a los tres metros y medio. Y es que, claro, esta es la zona más indefensa del recinto al encontrarse toda ella en “tierra firme”, quedando desprotegida de su foso natural.

Por ello aquí se construyeron elementos defensivos más potentes: una barbacana, torreones macizos —nueve desde el inicio de la barbacana hasta el castillo y tres más adosados al muro sur de éste— de la misma altura que las murallas y un foso. Más adelante, se encuentran los más significativos del conjunto: una torre albarrana (¿?), más conocida como Torre del Reloj, el alcázar y la coracha que une éste con el cauce del río.

Actual acceso a la barbacana.

Pero vayamos por partes:

— A continuación del Arco del Piloncillo vemos la barbacana —hoy abierta al exterior y a través de la cual se puede acceder intramuros— que siempre hizo función de antemuro, pues no protegió ninguna puerta. Evidentemente es de menor entidad que la muralla, apenas sobrepasa los cuatro metros de altura y los dos metros de espesor. Fue más larga que el tramo suroeste que hoy vemos.La muralla que queda tras esta barbacana está reforzada con cuatro torres.

La Torre del Reloj, extramuros.

Interior del recodo en el acceso bajo la torre del Reloj.

— A continuación de la barbacana, y siguiendo hacia el sur, está el que tal vez sea el elemento más significativo de toda la muralla: la Torre del Reloj —llamada así por el reloj instalado en ella en el pasado siglo, aunque la maquinaria es aún más antigua—, también conocida como torre Albarrana, aunque no es tal, pues está totalmente adosada a la muralla. Protegía la entrada principal a la ciudadela, la cual está situada en el interior de la planta baja de la torre. Consiste esta entrada en un acceso en recodo con un arco doble, de ladrillo, de medio punto hacia el interior y otro ojival, de piedra, hacia el exterior.

La Torre del Reloj, intramuros.

El Adarve Alto desde el interior de la ciudadela.

La Torre del Reloj tiene dieciséis metros de altura y planta pentagonal, orientándose el ángulo más pequeño de su planta hacia el exterior, por lo que más que torre albarrana habría que llamarla torre tajamar, que es lo que realmente es.

Posiblemente fuera levantada en el siglo XIII, sustituyendo al anterior acceso que se cree estaba formado por dos torres cuadrangulares unidas por una arco. Aún conserva las acanaladuras en las jambas por donde se deslizaba el rastrillo.

La muralla coracha sobre el río; al final la base de la desaparecida torre.

Unión de la muralla coracha y el Adarve Norte; bajo ella, el portillo.

El portillo del castillo.

 Y al final del Adarve Alto, desde su ángulo más al sureste, y comunicada con éste por el paseo de ronda, parte la muralla coracha, el elemento más curioso y particular de toda la muralla de Buitrago —no hay muchas en España, y que estén en un río creo que es la única—. Además de la comunicación con la muralla, existe un portillo del castillo bajo un arco de esta muralla.

Seguramente fuera construida en el mismo período que el resto de las murallas, ya en época cristiana. Su finalidad era la de asegurar el acceso al río y con ello al suministro de agua, y su consumo, por parte de los habitantes del pueblo en caso de asedio.

Esta muralla que se inclina hacia el río, está ejecutada de mampuestos, dispone de adarve y almenado orientado al sur, y en su extremo tuvo una torre que reforzaba defensivamente, aún más, la toma de agua. La base de esta torre se puede apreciar cuando el caudal del río —afectado en este tramo por el embalse de Puentes Viejas— es bajo.

Esta torre formaba parte, junto con otro pilar en el centro del río, del ya inexistente puente que unía ambas orillas

 

 

Nombre: Murallas de Buitrago de Lozoya.

Municipio: Buitrago de Lozoya

Provincia: Madrid

Época de construcción: siglos XI al XIII

Estado: En muy buen estado de conservación, aunque muy restaurado y adaptado al uso que hoy tiene.


Dos detalles de la restauración: contraste piedra vieja-piedra nueva.
Propiedad: Pública.

Uso: Cultural y turístico.

Visitas: El acceso a las murallas del adarve norte y parte del sur es totalmente libre; el resto de las murallas está sujeto al simbólico pago de un euro.

Cuando visité la villa, septiembre de 2016, el castillo estaba cerrado por obras.

Protección: En 1931 la villa fue declarada Monumento Nacional, y el 11 de abril de 1993 Conjunto Histórico-Artístico y Bien de Interés Cultural.
Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.

Clasificación subjetiva: 3, es decir, se incluirá obligatoriamente en ruta de viaje, o lo que es lo mismo, se hará todo lo posible por visitarlo.


Otras cuestiones de interés:

Después de sus fortificaciones medievales, no hay que olvidar la iglesia de Santa María —la única que queda de las cuatro que tuvo el pueblo—, concluida en 1321 y con añadidos y obras posteriores —destacar las realizadas después de la Guerra Civil, ya que previo al conflicto, sufrió un incendio el 14-03-1936, hundiéndose las bóvedas góticas de crucería—. Hermosísima su torre campanario, de estilo mudéjar, planta cuadrada y cinco cuerpos.

En Buitrago existe un museo dedicado a Picasso, que expone las obras —cerámicas, bocetos, grabados y un pirograbado— que donó al pueblo el peluquero del pintor, a la par que amigo, Eugenio Arias Herranz, nacido en la localidad.

Y como no podía ser menos, en Buitrago de Lozoya también se celebran una Feria Medieval; en este caso durante el primer fin de semana de septiembre.

Cómo llegar: Situado a poco más de setenta kilómetros de Madrid, basta seguir la A-1 y tomar la salida 74. Casi inmediatamente se entra en el pueblo.

 

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