Me he dado cuenta que para dar postín
a un lugar o a una población, hay que procurar, o suponer, que existan datos
que remonten su historia hasta más allá de los romanos; que el puente que esté
a las afueras sea, como mínimo, igualmente romano; y que el castillo que corone
el paisaje tenga un origen obligatoriamente musulmán. Pero si a todo lo
anterior se une que, secularmente, el sitio sea cruce de caminos, entonces tenemos una localidad con un diez en
historia. Y eso es Jarandilla, un sitio de diez. Pero no solo por su historia,
sino también por la tierra donde se asienta, el privilegiado paisaje que la
rodea, hace sea, junto con toda la comarca de la Vera, uno de los lugares más
atractivos de Extremadura.
Jarandilla de la Vera: cruce de
caminos antaño y hoy de carreteras; origen anterior a los romanos; puentes en
los alrededores, alguno considerado romano, como el denominado Puente Parra, en
la Garganta Jaranda; y su castillo, aunque cristiano, está refundado con toda
seguridad sobre otro que fue árabe. Así que como sucede en tantos y tantos
lugares, aquí también tenemos un pleno.
Y si además por aquí estuvo el Emperador, un diez sobre diez. Arriba, su escudo en la fachada del castillo. |
EL LUGAR:
Jarandilla fue un municipio romano al que llamaban Flavium Vivertorum —los romanos nos legaron, entre otros
muchos elementos, un puente—; posteriormente fue ocupada por los visigodos —que
dejaron una pila bautismal que se conserva en la iglesia de Santa María de la
Torre—. A continuación llegaron los árabes, que la llamaron Xarandiella, y cuyos descendientes señalaron
su paso por aquí con algunas muestras de su arte mudéjar en la iglesia arriba
mencionada. Ya cristiana, terminó llamándose Jarandilla con el apellido de la
Vera.
Alfonso VIII, el de Las Navas, conquistó Jarandilla a finales
del siglo XII, cediendo el lugar a la Orden del Temple. Más tarde pasaría a
depender de Plasencia, formando parte de una de las tres Sexmerías de Plasencia —zonas en las que se dividió la Comunidad de
Villa y Tierra de Plasencia—, concretamente a la que administraba los pueblos
de la Vera.
La iglesia de Santa María de la Torre desde el castillo. |
A finales del siglo XIV, Enrique II dona la población al Maestre de la Orden de Santiago don Garci Álvarez de Toledo en calidad de Señor de la villa. Pero tiempo después el señorío pasa a los Condes de Oropesa —en este período será cuando el Emperador Carlos I/V se hospede en el castillo mientras acondicionaban las dependencias del monasterio de Yuste—, y de estos a la Casa de Alba. Durante el reinado de Carlos II, el Señorío de Jarandilla pasó a ser un Marquesado.
A la caída del Antiguo Régimen se constituyó como
municipio independiente y su territorio se adscribió al partido judicial de
Jarandilla.
Actualmente pertenece a la Mancomunidad de la Vera desde
su creación en 1986.
EL CASTILLO:
Este castillo, al que todos conocen por el Palacio de los
Condes de Oropesa, es reconocido, principalmente, por dos cuestiones: la más
generalizada, por ser actualmente un bello hotel de la red de Paradores
Nacionales; y la otra, algo más restringida, por haber sido el alojamiento
temporal del Emperador mientras acondicionaban el Monasterio de Yuste como su
última morada. El Emperador llegó a Jarandilla el 11 de noviembre de 1556, y en
este palacio estuvo durante los tres meses siguientes, hasta que emprendió su
penúltimo viaje.
Fachada sur desde el adarve de la entrada del segundo recinto. |
Pero vayamos a su origen. El castillo es una edificación
de origen musulmán que fue reconstruido tras la reconquista del lugar por
Alfonso VIII. Fue propiedad de la Corona hasta 1311, cuando Enrique II se lo
dona a la familia de los Álvarez de Toledo, futuros Condes de Oropesa y Duques
de Alba.
La edificación actual es obra posterior ejecutada, tras
la integración de la población en el Condado de Oropesa, por Fernando Álvarez
de Toledo allá por el siglo XV.
Durante la Guerra de la Independencia sufrió importante
daños producidos, como no, por las tropas francesas.
Torre del Homenaje, a la izquierda el castillo, y a la derecha ampliación para el parador. |
En 1966 se convirtió en Parador Nacional de Turismo, para
lo que fue necesario realizar obras de adaptación —incluso alguna ampliación
bastante integrada en el conjunto— en un edificio que ya de por sí reunía muy
buenas condiciones para este uso, pues cuando fue construido en el siglo XV, se le dotó no sólo de los modos y
características propias de un edificio defensivo, sino que además se le
añadieron cualidades y espacios propios de un palacio, señal muy particular de
la arquitectura militar de la época.
LOS DETALLES:
El primitivo castillo llegó a tener tres recintos, siendo
el más exterior un simple antemuro que debió servir no sólo para defensa, sino
también como medio constructivo de regularización del terreno. Aún se aprecian
algunos restos en su fachada oeste.
El segundo recinto, al que protegía un foso —debió tener
también un puente levadizo, hoy sustituido por otro de fábrica— tuvo cubos y
torres cilíndricas en sus esquinas y mediados sus lienzos; la entrada, orienta al sur, que hoy disfrutamos
y por la que es obligatorio acceder, aunque no necesario, está flanqueada por
dos torres cilíndricas. Sobre ellas y recorriendo su entorno, un adarve que debió
recorrer ese segundo recinto, como se observa en otras fachadas del castillo.
Entrada al castillo-palacio-parador. |
El cuerpo principal del castillo —sin entrar en
descripción de edificaciones ejecutadas, y adosadas al palacio, a causa de su
actual uso— se nos presenta con un recinto interior de planta rectangular
dividida en dos:
La primera, que se levanta en torno a un gran patio
central, tiene en su fachada sur la puerta de acceso al edificio, y dispone de
torres cilíndricas en los extremos de esa fachada —en su fachada opuesta, al
norte, se levantan otras dos torres prácticamente simétricas—. De los tres de los lados del patio, sólo el
orientado al sur conserva su planta original habiendo sido adaptado a su nuevo
uso; los laterales son de construcción posterior.
Patio central, al fondo las dos torres prismáticas sobre el corredor. |
La segunda está formada por un núcleo en el que destacan dos
torres, prismáticas y de mayor planta y altura que las anteriores, que se
sitúan en las esquinas opuestas. Estas dos últimas torres están unidas por un volumen
de dos plantas que albergaba, y alberga, las dependencias más nobles del
palacio. Hacia el patio, las torres se conectan con un corredor a doble altura
de estilo gótico; el piso superior cuenta con una arquería de cuatro arcos carpaneles
muy rebajados y un pretil de una bella tracería calada. En la planta baja, los
arcos son escarzanos sobre pilares octogonales.
El patio central. Allí, en medio, "la compañía". |
La torre situada al noreste es la del Homenaje, y como su
pareja, presenta huecos hacia el interior de la fortaleza —de reciente
construcción—, pero en menor medida hacia el exterior, lo que revela el
carácter defensivo del edificio. Actualmente ninguna de las dos torres tienen
almenas, pero la existencia de las hileras de canes hace suponer que
dispusieron de sendos matacanes almenados en todo su perímetro.
Fachada oeste, en primer plano restos del primer recinto. |
Fachada sur. |
Nombre:
Castillo palacio de los Condes de Oropesa.
Municipio: Jarandilla
de la Vera.
Provincia: Cáceres.
Tipología:
Castillo.
Época de construcción: siglo
XV, reformado a mediados del siglo XX.
Estado: En muy
buen estado. El hecho de pertenecer desde 1966 a la cadena hotelera a la que
pertenece, es una garantía de su conservación.
Propiedad: del Estado, pertenece a la Red de Paradores Nacionales.
Uso: Hotelero..
Visitas: totalmente
libre el exterior y las zonas comunes. Ya como cliente, las áreas a las que
acceder aumentan.
Protección: Bajo la
protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la
Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Clasificación subjetiva: 3,
o sea, que se incluirá obligatoriamente en una
ruta de viaje y se hará todo lo posible por visitarlo.
Cómo llegar: Desde la
E-90, A-5 (N-5) autovía que une Madrid con Mérida, tomaremos en Navalmoral de
la Mata la EX-119 que nos llevará directamente a Jarandilla de la Vera.
Segunda opción: desde la
E-803, A-66 (N-630), o sea la Vía de la Plata, cogeremos la EX-203 que nos
llevará hasta Jarandilla, previo paso por Jaraíz y Cuacos de Yuste.
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Como llegar desde la A-5 |
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