martes, 23 de agosto de 2016

Jarandilla de la Vera, palacio de los Condes de Oropesa

Me he dado cuenta que para dar postín a un lugar o a una población, hay que procurar, o suponer, que existan datos que remonten su historia hasta más allá de los romanos; que el puente que esté a las afueras sea, como mínimo, igualmente romano; y que el castillo que corone el paisaje tenga un origen obligatoriamente musulmán. Pero si a todo lo anterior se une que, secularmente, el sitio sea cruce de caminos, entonces tenemos una localidad con un diez en historia. Y eso es Jarandilla, un sitio de diez. Pero no solo por su historia, sino también por la tierra donde se asienta, el privilegiado paisaje que la rodea, hace sea, junto con toda la comarca de la Vera, uno de los lugares más atractivos de Extremadura.
Situémonos.

Jarandilla de la Vera: cruce de caminos antaño y hoy de carreteras; origen anterior a los romanos; puentes en los alrededores, alguno considerado romano, como el denominado Puente Parra, en la Garganta Jaranda; y su castillo, aunque cristiano, está refundado con toda seguridad sobre otro que fue árabe. Así que como sucede en tantos y tantos lugares, aquí también tenemos un pleno.
Y si además por aquí estuvo el Emperador, un diez sobre diez. Arriba, su escudo en la fachada del castillo.

EL LUGAR:
Jarandilla fue un municipio romano al que llamaban Flavium Vivertorum los romanos nos legaron, entre otros muchos elementos, un puente—; posteriormente fue ocupada por los visigodos —que dejaron una pila bautismal que se conserva en la iglesia de Santa María de la Torre—. A continuación llegaron los árabes, que la llamaron Xarandiella, y cuyos descendientes señalaron su paso por aquí con algunas muestras de su arte mudéjar en la iglesia arriba mencionada. Ya cristiana, terminó llamándose Jarandilla con el apellido de la Vera.
Alfonso VIII, el de Las Navas, conquistó Jarandilla a finales del siglo XII, cediendo el lugar a la Orden del Temple. Más tarde pasaría a depender de Plasencia, formando parte de una de las tres Sexmerías de Plasencia —zonas en las que se dividió la Comunidad de Villa y Tierra de Plasencia—, concretamente a la que administraba los pueblos de la Vera.
La iglesia de Santa María de la Torre desde el castillo.

A finales del siglo XIV, Enrique II dona la población al Maestre de la Orden de Santiago don Garci Álvarez de Toledo en calidad de Señor de la villa. Pero tiempo después el señorío pasa a los Condes de Oropesa —en este período será cuando el Emperador Carlos I/V se hospede en el castillo mientras acondicionaban las dependencias del monasterio de Yuste—, y de estos a la Casa de Alba. Durante el reinado de Carlos II, el Señorío de Jarandilla pasó a ser un Marquesado.
A la caída del Antiguo Régimen se constituyó como municipio independiente y su territorio se adscribió al partido judicial de Jarandilla.
Actualmente pertenece a la Mancomunidad de la Vera desde su creación en 1986.
Entrada principal del castillo (segundo recinto) , tal vez su imagen más conocida.

EL CASTILLO:
Este castillo, al que todos conocen por el Palacio de los Condes de Oropesa, es reconocido, principalmente, por dos cuestiones: la más generalizada, por ser actualmente un bello hotel de la red de Paradores Nacionales; y la otra, algo más restringida, por haber sido el alojamiento temporal del Emperador mientras acondicionaban el Monasterio de Yuste como su última morada. El Emperador llegó a Jarandilla el 11 de noviembre de 1556, y en este palacio estuvo durante los tres meses siguientes, hasta que emprendió su penúltimo viaje.
Fachada sur desde el adarve de la entrada del segundo recinto.

Pero vayamos a su origen. El castillo es una edificación de origen musulmán que fue reconstruido tras la reconquista del lugar por Alfonso VIII. Fue propiedad de la Corona hasta 1311, cuando Enrique II se lo dona a la familia de los Álvarez de Toledo, futuros Condes de Oropesa y Duques de Alba.
La edificación actual es obra posterior ejecutada, tras la integración de la población en el Condado de Oropesa, por Fernando Álvarez de Toledo allá por el siglo XV.
Durante la Guerra de la Independencia sufrió importante daños producidos, como no, por las tropas francesas.
Torre del Homenaje, a la izquierda el castillo, y a la derecha ampliación para el parador.

En 1966 se convirtió en Parador Nacional de Turismo, para lo que fue necesario realizar obras de adaptación —incluso alguna ampliación bastante integrada en el conjunto— en un edificio que ya de por sí reunía muy buenas condiciones para este uso, pues cuando fue construido en el siglo XV, se le dotó no sólo de los modos y características propias de un edificio defensivo, sino que además se le añadieron cualidades y espacios propios de un palacio, señal muy particular de la arquitectura militar de la época.
Fachada sureste; castillo, torres y ampliación.

LOS DETALLES:
El primitivo castillo llegó a tener tres recintos, siendo el más exterior un simple antemuro que debió servir no sólo para defensa, sino también como medio constructivo de regularización del terreno. Aún se aprecian algunos restos en su fachada oeste.
El segundo recinto, al que protegía un foso —debió tener también un puente levadizo, hoy sustituido por otro de fábrica— tuvo cubos y torres cilíndricas en sus esquinas y mediados sus lienzos; la entrada, orienta al sur, que hoy disfrutamos y por la que es obligatorio acceder, aunque no necesario, está flanqueada por dos torres cilíndricas. Sobre ellas y recorriendo su entorno, un adarve que debió recorrer ese segundo recinto, como se observa en otras fachadas del castillo.
Entrada al castillo-palacio-parador.

El cuerpo principal del castillo —sin entrar en descripción de edificaciones ejecutadas, y adosadas al palacio, a causa de su actual uso— se nos presenta con un recinto interior de planta rectangular dividida en dos:
La primera, que se levanta en torno a un gran patio central, tiene en su fachada sur la puerta de acceso al edificio, y dispone de torres cilíndricas en los extremos de esa fachada —en su fachada opuesta, al norte, se levantan otras dos torres prácticamente simétricas—.  De los tres de los lados del patio, sólo el orientado al sur conserva su planta original habiendo sido adaptado a su nuevo uso; los laterales son de construcción posterior.

Patio central, al fondo las dos torres prismáticas sobre el corredor.
La segunda está formada por un núcleo en el que destacan dos torres, prismáticas y de mayor planta y altura que las anteriores, que se sitúan en las esquinas opuestas. Estas dos últimas torres están unidas por un volumen de dos plantas que albergaba, y alberga, las dependencias más nobles del palacio. Hacia el patio, las torres se conectan con un corredor a doble altura de estilo gótico; el piso superior cuenta con una arquería de cuatro arcos carpaneles muy rebajados y un pretil de una bella tracería calada. En la planta baja, los arcos son escarzanos sobre pilares octogonales.
El patio central. Allí, en medio, "la compañía"

La torre situada al noreste es la del Homenaje, y como su pareja, presenta huecos hacia el interior de la fortaleza —de reciente construcción—, pero en menor medida hacia el exterior, lo que revela el carácter defensivo del edificio. Actualmente ninguna de las dos torres tienen almenas, pero la existencia de las hileras de canes hace suponer que dispusieron de sendos matacanes almenados en todo su perímetro.

Fachada oeste, en primer plano restos del primer recinto.

Fachada sur.





Nombre: Castillo palacio de los Condes de Oropesa.
Municipio: Jarandilla de la Vera.
Provincia: Cáceres.

Tipología: Castillo.
Época de construcción: siglo XV, reformado a mediados del siglo XX.
Estado: En muy buen estado. El hecho de pertenecer desde 1966 a la cadena hotelera a la que pertenece, es una garantía de su conservación.
Propiedad:  del Estado, pertenece a la Red de Paradores Nacionales.
Uso: Hotelero..
Visitas: totalmente libre el exterior y las zonas comunes. Ya como cliente, las áreas a las que acceder aumentan.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Clasificación subjetiva: 3, o sea, que se incluirá obligatoriamente en una ruta de viaje y se hará todo lo posible por visitarlo.

Cómo llegar: Desde la E-90, A-5 (N-5) autovía que une Madrid con Mérida, tomaremos en Navalmoral de la Mata la EX-119 que nos llevará directamente a Jarandilla de la Vera.
Segunda opción: desde la E-803, A-66 (N-630), o sea la Vía de la Plata, cogeremos la EX-203 que nos llevará hasta Jarandilla, previo paso por Jaraíz y Cuacos de Yuste.
Como llegar desde la A-5
 
Como llegar desde Plasencia.

Otras cuestiones de interés: La sola población de Jarandilla ya es motivo de interés, a lo que hay que añadir, así del tirón, toda la comarca de la Vera; y más en concreto el cercano Monasterio de Yuste.
Dentro de la población, cito la iglesia de Nuestra Señora de la Torre, que por sus características y detalles, merece una entrada en este blog.
En el patio, el escudo de los Condes de Oropesa.


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