Nombre: Murallas de Madrigal de las Altas Torres.
Localidad: Madrigal de las Altas Torres.
Municipio: Madrigal de las Altas Torres.
Provincia: Ávila.
Tipología: Muralla urbana.
Datación: Siglos XI - XII.
Situación:
Estamos en el municipio abulense de Madrigal de las Altas Torres, en la comarca de La Moraña, que hasta el siglo XIX fue sólo Madrigal, añadiéndose el apellido en alusión, precisamente y supongo, a las numerosas torres de su cerca.
Fueron varias las ocasiones en las que, durante la Edad Media, la por entonces aldea pasó de manos musulmanas a cristianas, y viceversa. En 1017 el obispo de Burgos del momento le concedió fuero propio, dejando de depender de la villa de Arévalo; condición que confirmó en 1168 el rey Alfonso VIII.
Es en 1302 cuando vuelve a la jurisdicción de Arévalo, y nueve años después Fernando IV otorgó en señorío la población a su madre María de Molina.
La villa fue pasando sucesivamente a las distintas reinas de Castilla, pero siempre bajo la administración de Arévalo.
La localidad alcanzó su mayor esplendor cuando el rey Juan II recibe la villa en herencia de su madre y decide construir aquí un palacio, en el que residirá largas temporadas. Es en él donde nació, el 22 de abril de 1451, Isabel I la Católica.
Pero antes, en 1447, Juan II se casó en la iglesia de San Nicolás con Isabel de Portugal. Y años después, 1476, se convocarían Cortes en la villa, ante las cuales juró Isabel como heredera al trono.
Durante el siglo XVI, Madrigal pierde la importancia que tuvo unos años antes, y se inicia su declive social y económico. Este hecho se ve reflejado en la conservación de su trazado urbano, de clara estructura medieval.
Datos históricos:
Su origen es algo oscuro; posiblemente, como tantas otras fortificaciones, se asiente sobre restos árabes. La construcción de la actual fue motivada por la amenaza de la invasión almohade, fue levantada, se cree, entre los siglos XI y XII, construyéndose la primera cerca durante el reinado de Sancho III (1133/1134 – 1158), o sea entre los años 1157 y 1158, que fue el escaso tiempo que reinó. De la época de su sucesor, Alfonso VIII (1155 – 1214) es la actual, que se terminó bien entrado el siglo XIII. Esa larga duración justifica la fusión de estilos: románico, gótico inicial y mudéjar.
En el reinado de Fernando IV (1285 – 1312), ya terminada totalmente, y pasado el peligro musulmán, el monarca ordena su demolición durante las cortes de Medina de 1302, como represalia por haber iniciado Madrigal el proceso de emancipación de la villa de Arévalo. Es obvio que tal castigo no llegó a producirse; la razón, se cree, fue la multitud de edificaciones que estaban adosada a ella intramuros.
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Plano de José Jesús de Lallave Rabanal, 1837 |
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Plano de Francisco Coello, 1864 |
Descripción, arquitectura y construcción:
La muralla urbana de Madrigal es uno de los ejemplos más excepcionales de la arquitectura militar medieval en España, a la vez que un notable ejemplo del mudéjar y sus elementos constructivos aplicados.
En 1837, Lavalle dibujó el plano de la villa representando la muralla como un círculo perfecto,
1864, al igual que Coello en 1864, lo que fue corregido en el siglo XX por el arquitecto Luis Cervera.
La muralla presenta una planta irregular, de poco más de 39 ha de superficie; su perímetro, de unos 2300 metros, se acerca a un óvalo ligeramente alargado de este a oeste, en el que se suceden los tramos curvilíneos con algunos rectos; el espesor medio de sus muros es de entre 1’5 y 2’5 metros; su altura también es variable, estimándose que ésta estuvo entre 12 y 14 metros, no pudiéndose precisar con exactitud dados los rellenos colindantes a lo largo de los tiempos y las edificaciones adosadas. Su superficie es muy similar a la que encierra la muralla de Ávila.
Detalle del doble muro y paso bajo la torre. |
Esta muralla se ejecutó con un doble muro, dejando un gran pasadizo en su interior, quedando cubierto por el adarve. Además, se la protegió con un antemuro que dejaba una liza, aunque muy estrecha, que tenía continuidad mediante un paso bajo cada torre. También tuvo un foso perimetral a añadir a sus defensas, lo que daba un carácter de inexpugnabilidad y seguridad, al estar la villa situada en un llano sin ningún tipo de defensas naturales. Actualmente casi todo el foso, que popularmente era conocido como la cava, está cegado.
A lo largo de ella se sucedieron 80 torres, de las que nos han llegado 23, sin incluir las correspondientes a las puertas. Todas son de planta cuadrangular, excepto tres —más dos situadas en sendas puertas—, sobresaliendo de la muralla y, en algunos casos, con variaciones entre unas y otras, debido a los distintos momentos en que fueron construidas, en lo que a altura y detalles decorativos se refiere. Tres de ellas son pentagonales —a las que también se denomina tajamar—, pero no en su origen pues fueron reforzadas y reconstruidas con posterioridad.
Tuvo cuatro puertas, la de Peñaranda, Cantalapiedra, Medina y Arévalo, llamadas así por iniciarse en cada una de ellas el camino hacia esas poblaciones. Y además un portillo, que se llamó de Mamblás. Popularmente, a las puertas se las han llamado castillos, dada su apariencia, mejor construidas y defendidas que el resto de torres.
Los restos de la puerta de Peñaranda, intramuros. |
Puerta de Peñaranda, extramuros. |
Iniciamos el paseo en la puerta de Peñaranda, también conocida como de San Hilario —popularmente de los Caños—, está situada justo al sur de la población, en la plaza del Cristo muy cerca del palacio de Juan II. O mejor dicho estaba, porque de ella sólo queda las dos torres, ambas de planta cuadrada, que la flanqueaban. La torre situada al oeste es de mayor tamaño, conserva su almenado y al exterior sólo presenta huecos en su cara de poniente. La otra torre, que está en peor estado, abre un hueco hacia extramuros; ambas torres tienen grandes huecos ojivales hacia el interior de la villa.
Siguiendo, en sentido horario, hacia el suroeste, nos encontramos torres y lienzos de muralla bastantes próximas entre ellas, y que están bien conservadas. Fueron restaurados esos elementos a finales de la década de los setenta del siglo pasado. Es en esta zona donde vemos una de las tres torres pentagonales que se intercalan a lo largo de todo el perímetro de la muralla. Se contabilizan en este tramo un total de 10 torres cuadradas en pie —debió de haber 23 torres más—, una de las cuales, la situada más a poniente, se la conoce como del Rayo.
Puerta de Cantalapiedra, extramuros. |
Ahora, intramuros. |
Arcos de la puerta. |
Matacán sobre la puerta interior. |
Rodeamos la villa por el oeste, donde no queda nada de la cerca ni de sus torres, hasta llegar a la puerta de Cantalapiedra, ubicada al noroeste. Ésta es la más monumental de las cuatro, y la forma dos arcos apuntados que formalizan un espacio interior, flanqueado por una fuerte torre albarrana pentagonal, de dos plantas más la terraza, con arquillos de ladrillo, de medio punto, en sus caras extramuros y dos arcos apuntados de mayor tamaño que se abren en la cara interior; a la izquierda del arco, se levanta otra torre de menor tamaño que aún conserva la protección de un fragmento de antemuro. Fue restaurada, conservando gran parte de sus elementos.
Continuando el perímetro de lo que fue la muralla, y hasta llegar a la puerta de Medina, encontramos sólo dos torres, curiosamente pentagonales —a una de las cuales se la conoce como la Cantana—. Ha desaparecido el resto de torres, que debieron de ser 18 de planta cuadrada, así como todos los lienzos de muralla.
Puerta de Medina: arriba, extramuros; abajo, intramuros. |
Esta puerta de Medina está formada por un gran arco ojival enmarcado en alfiz, y una potente torre albarrana de planta pentagonal a su izquierda, en cuya planta superior se abren ventanas, hoy cegadas, de jambas y arcos de medio punto en ladrillo. Del almenado apenas si perviven algunas de las almenas.
Sigue nuestro paseo hacia el sur para encontrarnos con la puerta de Arévalo, situada en el punto diametralmente opuesto a la de Cantalapiedra. Entre ambas puertas, la de Medina y la de Arévalo, sólo se conservan dos torres —una de las cuales es llamada de Bolonia— e inapreciables paños de muralla ocultos entre edificaciones. Han desaparecido en este tramo 21 torres.
Puerta de Arévalo, extramuros. |
Interior de la liza junto a la puerta de Arévalo. |
Calle intramuros en la puerta de Arévalo. |
La puerta de Arévalo es de las denominadas torre puerta, pues el acceso se sitúa dentro de la propia torre. La puerta está formada por dos arcos apuntados de ladrillo: el exterior enmarcado en alfiz también de ladrillo, y el de intramuros encuadrado en otro arco ojival concéntrico; ambos arcos conforman una bóveda en la planta baja de la torre. El conjunto, totalmente restaurado, se completa con un tramo de muralla y antemuro, y la siguiente torre cuadrada hacia el sur.
De aquí a la puerta de Peñaranda, vemos cuatro torres en pie y algún lienzo. Entre estas dos últimas puertas hubo, además, cuatro torres cuadradas que ha desaparecido.
Materiales: en su estructura se combinan la mampostería con el ladrillo, además del tapial de tierra apisonada con llamativas verdugadas y machones (rafas) de ladrillo que encuadran los entrepaños, horizontal y verticalmente, respectivamente; estuvieron terminados con revoco de cal.
Estado: Los tramos conservados se encuentran en una situación muy aceptable, aunque algunos ofrecen un aspecto que sería perfectamente mejorable. Las actuaciones realizadas han posibilitado su actual estado, evitando irremediables deterioros.
Propiedad actual: Pública, Ayuntamiento de Madrigal de las Altas Torres.
Uso: Turístico.
Visitas: libre en el entorno, no es posible acceder a las torres.
Protección: Bajo la declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 sobre la protección de los castillos españoles de 5 de mayo de 1949 y por la Ley 16/1985, de 25 de junio, de Patrimonio Histórico Español, de 29 de junio de 1985).
Fue declarada Monumento Histórico Artístico el 3 de junio de 1931,
Saliendo de Madrigal por la puerta de Medina. |
Calificación subjetiva: 3, se incluirá obligatoriamente en ruta de viaje, o lo que es lo mismo, se hará todo lo posible en esta vida por visitarlas.
Historias y leyendas: Cuenta una leyenda que, en el siglo XVI, y tras la batalla de Alcazarquivir (06/agosto/1578), en la que presumiblemente murió el rey portugués Sebastián I (hecho que posibilitó la ascensión al trono de Portugal por parte de nuestro Felipe II), no se dio por muerto al rey Sebastián, sino que estaba oculto preparando su regreso para recuperar la corona. Es entonces que el por entonces vicario del convento de Ntra. Sra. De Gracia, de Madrigal, dijo ver en un tal Gabriel de Espinosa, pastelero de la localidad, al desaparecido rey. Hasta tal extremo llevaron el engaño, que a punto estuvo de concertarse su boda con una hija de D. Juan de Austria. Ambos farsantes fueron finalmente descubiertos y, por orden de Felipe II, terminaron ajusticiados en la horca por traición y deslealtad a la Corona.
Otras cuestiones de interés: No olvidar el palacio de Juan II, actual convento de Nuestra Señora de Gracia, cuyo origen fue una casona hidalga elegida por el rey y su mujer María de Aragón como residencia; aquí nació su hija, la futura Isabel I. Reformado, ampliado y acondicionado como palacio, albergó la Corte desde 1424 a 1497, año en que la reina Isabel la traslada.
Fue residencia real hasta que Carlos I decide donárselo a la orden Agustina que hasta entonces se encontraban en el de Extramuros.
Coordenadas:
41.0894 N - 4.9991 O