lunes, 25 de marzo de 2024

Madrigal del las Altas Torres, muralla urbana

Nombre:      Murallas de Madrigal de las Altas Torres.
Localidad:  Madrigal de las Altas Torres.
Municipio: Madrigal de las Altas Torres.
Provincia:  Ávila.
Tipología:   Muralla urbana.
Datación:   Siglos XI - XII.

Situación:
Estamos en el municipio abulense de Madrigal de las Altas Torres, en la comarca de La Moraña, que hasta el siglo XIX fue sólo Madrigal, añadiéndose el apellido en alusión, precisamente y supongo, a las numerosas torres de su cerca.
Fueron varias las ocasiones en las que, durante la Edad Media, la por entonces aldea pasó de manos musulmanas a cristianas, y viceversa. En 1017 el obispo de Burgos del momento le concedió fuero propio, dejando de depender de la villa de Arévalo; condición que confirmó en 1168 el rey Alfonso VIII.
Es en 1302 cuando vuelve a la jurisdicción de Arévalo, y nueve años después Fernando IV otorgó en señorío la población a su madre María de Molina.
La villa fue pasando sucesivamente a las distintas reinas de Castilla, pero siempre bajo la administración de Arévalo.
La localidad alcanzó su mayor esplendor cuando el rey Juan II recibe la villa en herencia de su madre y decide construir aquí un palacio, en el que residirá largas temporadas. Es en él donde nació, el 22 de abril de 1451, Isabel I la Católica.
Pero antes, en 1447, Juan II se casó en la iglesia de San Nicolás con Isabel de Portugal. Y años después, 1476, se convocarían Cortes en la villa, ante las cuales juró Isabel como heredera al trono.
Durante el siglo XVI, Madrigal pierde la importancia que tuvo unos años antes, y se inicia su declive social y económico. Este hecho se ve reflejado en la conservación de su trazado urbano, de clara estructura medieval.

Datos históricos:
Su origen es algo oscuro; posiblemente, como tantas otras fortificaciones, se asiente sobre restos árabes. La construcción de la actual fue motivada por la amenaza de la invasión almohade, fue levantada, se cree, entre los siglos XI y XII, construyéndose la primera cerca durante el reinado de Sancho III (1133/1134 – 1158), o sea entre los años 1157 y 1158, que fue el escaso tiempo que reinó. De la época de su sucesor, Alfonso VIII (1155 – 1214) es la actual, que se terminó bien entrado el siglo XIII. Esa larga duración justifica la fusión de estilos: románico, gótico inicial y mudéjar.
En el reinado de Fernando IV (1285 – 1312), ya terminada totalmente, y pasado el peligro musulmán, el monarca ordena su demolición durante las cortes de Medina de 1302, como represalia por haber iniciado Madrigal el proceso de emancipación de la villa de Arévalo. Es obvio que tal castigo no llegó a producirse; la razón, se cree, fue la multitud de edificaciones que estaban adosada a ella intramuros.
Plano de José Jesús de Lallave Rabanal, 1837

Plano de Francisco Coello, 1864

Descripción, arquitectura y construcción:
La muralla urbana de Madrigal es uno de los ejemplos más excepcionales de la arquitectura militar medieval en España, a la vez que un notable ejemplo del mudéjar y sus elementos constructivos aplicados.
En 1837, Lavalle dibujó el plano de la villa representando la muralla como un círculo perfecto,
1864, al igual que Coello en 1864, lo que fue corregido en el siglo XX por el arquitecto Luis Cervera.
La muralla presenta una planta irregular, de poco más de 39 ha de superficie; su perímetro, de unos 2300 metros, se acerca a un óvalo ligeramente alargado de este a oeste, en el que se suceden los tramos curvilíneos con algunos rectos; el espesor medio de sus muros es de entre 1’5 y 2’5 metros; su altura también es variable, estimándose que ésta estuvo entre 12 y 14 metros, no pudiéndose precisar con exactitud dados los rellenos colindantes a lo largo de los tiempos y las edificaciones adosadas. Su superficie es muy similar a la que encierra la muralla de Ávila.
Detalle del doble muro y paso bajo la torre.
Esta muralla se ejecutó con un doble muro, dejando un gran pasadizo en su interior, quedando cubierto por el adarve. Además, se la protegió con un antemuro que dejaba una liza, aunque muy estrecha, que tenía continuidad mediante un paso bajo cada torre. También tuvo un foso perimetral a añadir a sus defensas, lo que daba un carácter de inexpugnabilidad y seguridad, al estar la villa situada en un llano sin ningún tipo de defensas naturales. Actualmente casi todo el foso, que popularmente era conocido como la cava, está cegado.
A lo largo de ella se sucedieron 80 torres, de las que nos han llegado 23, sin incluir las correspondientes a las puertas. Todas son de planta cuadrangular, excepto tres —más dos situadas en sendas puertas—, sobresaliendo de la muralla y, en algunos casos, con variaciones entre unas y otras, debido a los distintos momentos en que fueron construidas, en lo que a altura y detalles decorativos se refiere. Tres de ellas son pentagonales —a las que también se denomina tajamar—, pero no en su origen pues fueron reforzadas y reconstruidas con posterioridad.
Tuvo cuatro puertas, la de Peñaranda, Cantalapiedra, Medina y Arévalo, llamadas así por iniciarse en cada una de ellas el camino hacia esas poblaciones. Y además un portillo, que se llamó de Mamblás. Popularmente, a las puertas se las han llamado castillos, dada su apariencia, mejor construidas y defendidas que el resto de torres.
Los restos de la puerta de Peñaranda, intramuros.

Puerta de Peñaranda, extramuros.
Iniciamos el paseo en la puerta de Peñaranda, también conocida como de San Hilario —popularmente de los Caños—, está situada justo al sur de la población, en la plaza del Cristo muy cerca del palacio de Juan II. O mejor dicho estaba, porque de ella sólo queda las dos torres, ambas de planta cuadrada, que la flanqueaban. La torre situada al oeste es de mayor tamaño, conserva su almenado y al exterior sólo presenta huecos en su cara de poniente. La otra torre, que está en peor estado, abre un hueco hacia extramuros; ambas torres tienen grandes huecos ojivales hacia el interior de la villa.
Siguiendo, en sentido horario, hacia el suroeste, nos encontramos torres y lienzos de muralla bastantes próximas entre ellas, y que están bien conservadas. Fueron restaurados esos elementos a finales de la década de los setenta del siglo pasado. Es en esta zona donde vemos una de las tres torres pentagonales que se intercalan a lo largo de todo el perímetro de la muralla. Se contabilizan en este tramo un total de 10 torres cuadradas en pie —debió de haber 23 torres más—, una de las cuales, la situada más a poniente, se la conoce como del Rayo.
Puerta de Cantalapiedra, extramuros.
Ahora, intramuros.
Arcos de la puerta.

Matacán sobre la puerta interior.

Rodeamos la villa por el oeste, donde no queda nada de la cerca ni de sus torres, hasta llegar a la puerta de Cantalapiedra, ubicada al noroeste. Ésta es la más monumental de las cuatro, y la forma dos arcos apuntados que formalizan un espacio interior, flanqueado por una fuerte torre albarrana pentagonal, de dos plantas más la terraza, con arquillos de ladrillo, de medio punto, en sus caras extramuros y dos arcos apuntados de mayor tamaño que se abren en la cara interior; a la izquierda del arco, se levanta otra torre de menor tamaño que aún conserva la protección de un fragmento de antemuro. Fue restaurada, conservando gran parte de sus elementos.
Continuando el perímetro de lo que fue la muralla, y hasta llegar a la puerta de Medina, encontramos sólo dos torres, curiosamente pentagonales —a una de las cuales se la conoce como la Cantana—. Ha desaparecido el resto de torres, que debieron de ser 18 de planta cuadrada, así como todos los lienzos de muralla.

Puerta de Medina: arriba, extramuros; abajo, intramuros.
Esta puerta de Medina está formada por un gran arco ojival enmarcado en alfiz, y una potente torre albarrana de planta pentagonal a su izquierda, en cuya planta superior se abren ventanas, hoy cegadas, de jambas y arcos de medio punto en ladrillo. Del almenado apenas si perviven algunas de las almenas.
Sigue nuestro paseo hacia el sur para encontrarnos con la puerta de Arévalo, situada en el punto diametralmente opuesto a la de Cantalapiedra. Entre ambas puertas, la de Medina y la de Arévalo, sólo se conservan dos torres —una de las cuales es llamada de Bolonia— e inapreciables paños de muralla ocultos entre edificaciones. Han desaparecido en este tramo 21 torres.

Puerta de Arévalo, extramuros.

Interior de la liza junto a la puerta de Arévalo.

Calle intramuros en la puerta de Arévalo.
La puerta de Arévalo es de las denominadas torre puerta, pues el acceso se sitúa dentro de la propia torre. La puerta está formada por dos arcos apuntados de ladrillo: el exterior enmarcado en alfiz también de ladrillo, y el de intramuros encuadrado en otro arco ojival concéntrico; ambos arcos conforman una bóveda en la planta baja de la torre. El conjunto, totalmente restaurado, se completa con un tramo de muralla y antemuro, y la siguiente torre cuadrada hacia el sur.
De aquí a la puerta de Peñaranda, vemos cuatro torres en pie y algún lienzo. Entre estas dos últimas puertas hubo, además, cuatro torres cuadradas que ha desaparecido.

Materiales: en su estructura se combinan la mampostería con el ladrillo, además del tapial de tierra apisonada con llamativas verdugadas y machones (rafas) de ladrillo que encuadran los entrepaños, horizontal y verticalmente, respectivamente; estuvieron terminados con revoco de cal.
Estado: Los tramos conservados se encuentran en una situación muy aceptable, aunque algunos ofrecen un aspecto que sería perfectamente mejorable. Las actuaciones realizadas han posibilitado su actual estado, evitando irremediables deterioros.

Propiedad actual: Pública, Ayuntamiento de Madrigal de las Altas Torres.
Uso:  Turístico.
Visitas:  libre en el entorno, no es posible acceder a las torres.
Protección: Bajo la declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 sobre la protección de los castillos españoles de 5 de mayo de 1949 y por la Ley 16/1985, de 25 de junio, de Patrimonio Histórico Español, de 29 de junio de 1985).
Fue declarada Monumento Histórico Artístico el 3 de junio de 1931,
Saliendo de Madrigal por la puerta de Medina.

Calificación subjetiva: 3, se incluirá obligatoriamente en ruta de viaje, o lo que es lo mismo, se hará todo lo posible en esta vida por visitarlas.
Historias y leyendas: Cuenta una leyenda que, en el siglo XVI, y tras la batalla de Alcazarquivir (06/agosto/1578), en la que presumiblemente murió el rey portugués Sebastián I (hecho que posibilitó la ascensión al trono de Portugal por parte de nuestro Felipe II), no se dio por muerto al rey Sebastián, sino que estaba oculto preparando su regreso para recuperar la corona. Es entonces que el por entonces vicario del convento de Ntra. Sra. De Gracia, de Madrigal, dijo ver en un tal Gabriel de Espinosa, pastelero de la localidad, al desaparecido rey. Hasta tal extremo llevaron el engaño, que a punto estuvo de concertarse su boda con una hija de D. Juan de Austria. Ambos farsantes fueron finalmente descubiertos y, por orden de Felipe II, terminaron ajusticiados en la horca por traición y deslealtad a la Corona.
Otras cuestiones de interés: No olvidar el palacio de Juan II, actual convento de Nuestra Señora de Gracia, cuyo origen fue una casona hidalga elegida por el rey y su mujer María de Aragón como residencia; aquí nació su hija, la futura Isabel I. Reformado, ampliado y acondicionado como palacio, albergó la Corte desde 1424 a 1497, año en que la reina Isabel la traslada.
Fue residencia real hasta que Carlos I decide donárselo a la orden Agustina que hasta entonces se encontraban en el de Extramuros.
Claustro del palacio/convento.
Cómo llegar:

Coordenadas:
41.0894 N - 4.9991 O







martes, 19 de marzo de 2024

Arenas de San Pedro, castillo de la Triste Condesa

Nombre: Castillo de Arenas de San Pedro, de la Triste Condesa, del Condestable Dávalos o de D. Álvaro de Luna.
Localidad: Arenas de San Pedro.
Municipio: Arenas de San Pedro.
Provincia: Ávila
Tipología: Castillo.
Datación: siglo XV, 1400/1422.
Situación: se encuentra en el centro de la población de Arenas de San Pedro, muy cerca del río Arenal.

Esquina noroeste del castillo.

Datos históricos: fue mandado construir, en 1400, por el condestable Ruy López Dávalos (Úbeda 1357-Valencia 1428) como muestra de su poder cuando, tras segregar las aldeas del Valle del Tiétar del Alfoz de Ávila, lo que sucedió hacia 1393, añadió aquellas a sus señoríos. Fue el rey Enrique III quien mandó ejecutar tal segregación, a la vez que otorgaba Carta de Villazgo a Arenas.
Cuentan que pretendió construir el castillo e instalarse en la aldea de El Colmenar, la actual Mombeltrán, pues era un lugar mejor comunicado, dada su proximidad al Puerto del Pico, lugar que era paso natural de la Cañada Real Leonesa Occidental, además de formar parte de uno de los caminos que se utilizaban entre Sevilla con Santiago. Pero se encontró con la fuerte oposición de los habitantes de la zona, que veían en el futuro castillo un claro símbolo de sumisión. Es de suponer que en Arenas no existía ese sentimiento, así que allí se fue el condestable a construir su castillo.
Los lugareños, del pueblo y la comarca, tuvieron que aportar a la construcción no sólo un tributo económico, sino que además muchos contribuyeron con su trabajo y bienes materiales, caballerías, carretas y herramientas.
Su construcción finalizó hacia 1422, pero los tributarios vieron como el impuesto, para su desgracia, siguió en pie algún tiempo más.
Tras la caída en desgracia (toma partido por Aragón en vez de Castilla) y posterior destierro del Condestable, lo que provocó la fragmentación de los señoríos, se hizo con el castillo y el pueblo de Arenas, Rodrigo Alonso Pimentel, segundo Conde de Benavente. Una hija de éste, Dª Juana de Pimentel, casó con Álvaro de Luna, también Condestable de Castilla, recibiendo como dote el señorío y su castillo. El matrimonio convirtió el castillo en una de sus residencias preferidas.
A la muerte de Álvaro de Luna —apuntar aquí que murió decapitado por orden de Juan II— en 1453, su viuda comenzó a firmar sus cartas y demás documentos como la Triste Condesa, en memoria de su marido ajusticiado. Durante esos años pleiteó y peleó contra el rey, reclamando sus propiedades y las de su marido.
Cuando su hija María casó con Íñigo López de Mendoza, segundo Duque del Infantado, el castillo pasó a dominio de este último. En él nació Diego Hurtado de Mendoza (uno de los muchos con tal nombre y apellidos) y Luna, conocido como “el Grande”, que tuvo una larga lista de títulos y además participó en la batalla de Pavía 
tomando prisionero al rey francés Francisco I.
Perdido su uso militar, sus propietarios rellenaron el foso, quitaron el puente levadizo y demolieron la cerca. Convirtieron sus dependencias en estancias palaciegas y lo que fue un edificio fuerte pasó a ser una residencia señorial.
Estuvo en propiedad de los Duques del Infantado durante los tres siglos siguientes, llegando a deteriorarse considerablemente. Tanto que, cuando el Infante Don Luis de Borbón decidió trasladar su residencia a esta localidad en 1778, le fue imposible alojarse en él, por lo que decidió construir un palacio —el palacio de la Mosquera—, en el que vivió hasta su muerte.
Del año ...? (de todocoleccion.net)

Durante la Guerra de la Independencia estuvo ocupado por tropas francesas que, se dice, lo incendiaron; aunque también se cuenta que lo fue durante la Primera Guerra Carlista. Esa imagen, la del castillo incendiado, ha quedado plasmada en el escudo municipal, en cuyo campo se representa un castillo incendiado, de aspecto muy parecido al real, y con un lema en la bordura que dice: SIEMPRE INCENDIADA Y SIEMPRE FIEL.

Se pretendió, tras la Guerra de la Independencia, convertirlo en cementerio, pero se encontró con la fuerte oposición de su propietario por entonces, Pedro de Alcántara Álvarez de Toledo, XIII duque del Infantado y unos cuantos títulos más. Su hijo, Manuel Álvarez de Toledo lo cedería al Ayuntamiento en 1853, pero bajo una serie de condiciones, la más curiosa fue que el Duque debería recibir anualmente una fanega de trigo. Aquel condicionado no pudo evitar que durante muchos años se ultilizara como camposanto.
Su uso como cementerio obligó a demoler todas las dependencias interiores, por lo que actualmente está totalmente vacío.

Descripción, arquitectura y construcción: 
lo primero que destaca en el castillo de Arenas de San Pedro es su ubicación, una de las zonas más bajas de la población, no encontrándose explicación a este hecho. Se dice que pudo ser por las prisas, pues ante la negativa de los pobladores de El Colmenar, y la necesidad de edificarlo, no se planificó la obra como es debido. Claro que también es posible que el lugar elegido lo fuera por la proximidad al río Arenal, afluente del Tiétar, lo que le daría un elemento defensivo más. Además, el lugar posee un afloramiento de granito, por lo que el castillo apenas si tiene cimentación.
De estilo gótico, su tipología es propia del momento histórico en que fue construido: aúna las características de una fortaleza —dando aspecto intimidatorio hacia la población— con las del edificio señorial del siglo XV.
Mi Compañía de paseo por el camino de ronda.

Es de planta cuadrada, 51 metros de lado, y en cada vértice se levanta un torreón circular de 16 metros de alto y 7 de diámetro, ligeramente más altos que la muralla; estos torreones son huecos, y en dos de ellos, los de los vértices suroese y sureste, aún se conservan una letrina. Dos de ellos, los que flanquean el lienzo oriental, permanecen almenados; mientras que los otros dos están desmochados y deteriorados.
Sus lienzos norte, sur y oeste se refuerzan en el centro con sendos cubos de planta rectangular, 6 por 4 metros, y misma altura que la muralla, sobresaliendo en todo su volumen de la muralla. Esos torreones cuadrangulares son macizos en toda su altura actual, pues debieron tener una planta más que sí era hueca.
Sus muros tienen unos dos metros de espesor y una altura de entre 8 y 14 metros, según la cota del terreno.
Tiene dos accesos: el principal se abre en su fachada este, protegido por la torre del Homenaje; se trata de un arco de medio punto ejecutado con sillares en sus jambas y dovelas. Otro acceso —una poterna— está en su fachada opuesta, la más cercana al río, pero en este caso el arco es apuntado. Ambas puertas, que eran defendidas por matacanes, lucen escudos, de los que sólo uno es identificable, y así lo hace Edward Cooper en su Castillos Señoriales en la Corona de Castilla:
“El único escudo fácilmente legible está encima de la poterna: pertenece al apellido Dávalos”.
El otro escudo, el de la fachada principal, tiene el mismo marco trebolado que el anterior, pero su interior está borrado.

Puerta principal, a la plaza del Condestable Dávalos.


Fachada oeste del castillo (ambas), la más cercana al río.

El patio de Armas se encuentra actualmente libre de edificaciones que, en su momento, tuvieron un aspecto palaciego. Las dos plantas que tuvo en su alrededor fueron demolidas para conseguir el mayor espacio posible cuando fue reconvertido en cementerio; es por lo que hoy sólo podemos ver sus muros perforados por los mechinales de las vigas de los distintos forjados., y otros restos, como una chimenea. A pesar de ello se conservan numerosos huecos y ventanas geminadas, y enmarcadas en alfiz, en sus muros que nos dan una idea del estilo y buen gusto con que fue construido.
Patio de Armas y torre del Homenaje, a la izquierda, la puerta principal.

La torre del Homenaje sobresale de su fachada oriental, junto a una de sus puertas.
Es de planta rectangular, de 23 por 11 metros, muy voluminosa y esbelta, sobresaliendo 10 metros sobre el adarve —unos 26 metros en total—; está dividida en cuatro plantas, y en cada una de sus caras, a excepción de la orientada al interior del castillo, aún se conserva un matacán en cada una de ellas.
Se accedía a ella desde el adarve por dos puertas opuestas situadas en los lados mayores de la torre—actualmente tiene abierta una puerta desde el patio de armas, junto a la puerta principal del castillo—, y desde la planta segunda del palacio, como se puede comprobar en una ventana-puerta de su fachada sur.
Torre del Homenaje, a la derecha el acceso al adarve, y más abajo la puerta que comunicaba con otras estancias.



Detalle de la fachadasur de la torre del Homenaje.
Una de las salas de la torre del Homenaje.

Pasarela en el adarve.

Restos de una chimenea en uno de los muros.



Detalles de uno de los torreones.

Una de las ventanas geminadas de la torre.


Puerta de salida al adarve desde la torre del Homenaje.


Letrinas en las torres de la fachada sur.

Materiales: predomina el granito de buena calidad, colocado en mampostería concertada de manera regular y sillares en esquinas y huecos.
Estado: lo que de él nos queda está en muy buen estado: murallas, torreones y sobre todo la torre del Homenaje, a pesar del mal trato sufrido en las guerras de la Independencia y 1ª Carlista.
La Torre del Homenaje fue rehabilitada en 2006, así como el camino de ronda, adaptado con pasarela de madera y barandilla metálica que aseguran el paseo de los visitantes.
Es de agradecer que, con el paso del tiempo, se hayan demolido casi todas las edificaciones que se encontraban adosadas, presentando hoy un aspecto bastante más libre.

Propiedad actual: Pública, del Ayuntamiento de Arenas de San Pedro.
Uso: Su torre del Homenaje se utiliza como sala de exposiciones, actividades culturales y congresos. El Patio de Armas sirve, desde los años setenta del pasado siglo, como auditorio y otros actos festivos.
En la segunda mitad del siglo pasado se tuvo la pretensión de adecuarlo como Parador de Turismo (supongo que su tamaño jugó en su contra).
Visitas: previo pago de una módica cantidad, es visitable su torre del Homenaje y sus distintas salas expositivas; incluyendo además un paseo por el adarve y echar un ratillo en el Patio de Armas.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Declarado Monumento Histórico Artístico el 4 de junio de 1931.

Clasificación subjetiva: 3, Se incluirá obligatoriamente en ruta de viaje, o lo que es lo mismo, se hará todo lo posible en esta vida por visitarlo.
Cómo llegar: Desde Ávila, por la N-502, y a unos 84 km.
Accesos: situado en la plaza del Condestable Dávalos, fácil aparcamiento y medio minuto andando hasta la puerta.
Coordenadas:
40.20942957041165, -5.091951338635192








martes, 12 de marzo de 2024

Arévalo, castillo de los Zúñiga o de Arévalo

Nombre:     Castillo de los Zúñiga o de Arévalo.
Localidad:  Arévalo.
Municipio: Arévalo.
Provincia:  Ávila.
Tipología: Castillo.
Datación:  Siglos XII - XVI.

Situación:
Estamos en Arévalo, al norte de los montes de Ávila, en La Moraña, comarca de larga tradición cerealista. Y es aquí donde encontramos el castillo al norte de la población, sobre una meseta que se asoma a la confluencia de los ríos Adaja y Arevalillo; éstos discurren, paralelos, a ambos lados de la ciudad, sirviendo por tres de sus lados como foso natural.
Esta población fue fundada a finales del siglo XI, hacia el 1085/1090, cuando la zona fue repoblada tras su reconquista, siendo muy pronto amurallada, y transformándose, a lo largo de la Edad Media, en un importante centro económico y de comunicaciones. Alfonso VI le concedió fuero propio, al igual que Alfonso X. Su prestigio fue tal que llegó a acuñarse la frase “quien señor de Castilla quiera ser, a Arévalo y Olmedo ha de tener”.
En Arévalo convivieron cristianos, judíos y moros, lo que dio a la arquitectura civil y religiosa de la población un marcado estilo mudéjar.
A la muerte de Juan II en 1454, la villa pasó a manos de su viuda, Isabel de Portugal, a quien se la quitó Álvaro de Zúñiga y Guzmán cuando obtuvo el señorío y ducado de Arévalo que ostentó desde 1469 a 1480, tras la donación que le hace el rey Enrique, pero con la firme oposición de su hermana Isabel. En 1480, hubo de devolver Álvaro de Zúñiga sus posesiones a Isabel de Portugal, la madre de la futura Isabel I, una vez finalizada la Guerra de Sucesión —1475-1479— entre Isabel y Juana la Beltraneja, en la que el duque había tomado parte por ésta última. Entre aquellas posesiones estuvo la villa de Arévalo y su castillo.
Aquí, en Arévalo, se convocaron cortes con Enrique IV, su hermana Isabel pasó parte de su juventud; y Alfonso, hermano de ambos, estableció su corte cuando fue pretendiente al trono de Castilla frente a su hermano.
En este lugar se ratificó el Tratado de Tordesillas el 2/julio/1494, y unos años después pasó por aquí, siendo un adolescente, Ignacio de Loyola, que residió en la población durante diez años.
Imagen del castillo hacia 1850, Francisco Javier Parcerisa.


Datos históricos:
Fue en la segunda mitad del siglo XV cuando, sobre los restos de la muralla levantada en el siglo XII —una de las torres o una puerta—, o una torre ya existente, se edificó parte del actual castillo, a instancia del ya mencionado primer Duque de Arévalo.
El castillo fue residencia, hasta su muerte, de Isabel de Portugal, madre de la que sería reina, Isabel I, que también residió, junto a su hermano Alfonso, en el castillo hasta los diez años de edad, bajo la tutela de su tío, el arzobispo Alonso de Fonseca. Algunas fuentes señalan que no, que la pequeña Isabel vivió en un palacio de la villa.
Ya con los Reyes Católicos, fue ampliado y adaptado a los cambios en los modos de hacer la guerra, en cuanto a la pirobalística se refiere. Se puede por ello considerarla como una fortaleza (hay tantas en España) en transición entre los castillos medievales y renacentistas. De esta época data la ampliación triangular de la zona norte, que lo convierte en la característica planta pentagonal.
Terminada la Guerra de las Comunidades —1520-1522—, el castillo entra en un tiempo de declive, siendo dedicado a prisión, y encerrando entre sus muros a Juan de Palafox y Mendoza, por orden de Felipe II; Pedro Téllez-Girón Velasco, duque de Osuna, por orden de Felipe III, y más tarde el príncipe Felipe Guillermo de Orange-Nassau, que fue hecho prisionero en aguas de Gibraltar.
Mucho antes, también estuvieron encerrados aquí: Blanca de Borbón, esposa de Pedro I, en 1353; Fadrique Enríquez, Almirante de Castilla; y los reyes Juan II y Enrique IV de Castilla.
Las guerras, la de Sucesión y la de la Independencia, lo deterioraron considerablemente, quedando desvinculado de la Corona tras las Cortes de Cádiz en 1812.
Durante el siglo XIX, y siendo ya propiedad del Ayuntamiento, fue utilizado como cementerio y después como cantera, o sea, que fue expoliado.
En 1953, y dado el poco interés que el Ayuntamiento mostraba por el castillo, es cedido al Estado, y su torre del Homenaje transformada en silo de trigo. Con esta medida, el destino del castillo cambió y, de estar abocado al olvido pasó a tener un nuevo uso que con el tiempo terminaría teniendo, rehabilitado y consolidado, una nueva función como museo.
A principios del siglo XXI es reformado y rehabilitado, adquiriendo el estado que hoy nos ofrece.
Fachada este.

Fachada oeste.

Descripción, arquitectura y construcción:
El castillo de Arévalo es considerado como un modelo de la arquitectura militar en la transición del Medievo al Renacimiento, aunque sin adjudicarle ningún estilo concreto. Sin desterrar su origen mudéjar, se distingue en él la clara influencia italiana de principios del siglo XVI.
Su planta actual, que es sólo parte de la original, está formada por dos volúmenes adosados, uno triangular al norte y otro rectangular. Podemos considerar por tanto que tiene planta de pentágono irregular, reforzándose tres de sus esquinas con torreones cilíndricos; tuvo un cuarto torreón en su vértice suroeste que no fue incluido en una restauración de dudoso criterio. La esquina orientada al sureste es ocupada por la potente Torre del Homenaje, elemento que, por sus dimensiones, 26 metros de altura, y su peculiar forma, identifica y hace reconocible el castillo; su lugar estuvo, anteriormente, ocupado por otro torreón de estilo mudéjar.
En su fachada principal, la orientada al sur y hacia la villa, se aprecian restos de construcciones de lo que fue un baluarte artillero que completaba la defensa y también el foso que por ese lado lo protegía. Ese era el lugar más débil, ya que por los otros tres estaba rodeado por los ríos Adaja y Arevalillo, y por la confluencia de ambos. En las reformas efectuadas al final del Edad Media se prescindió de la barbacana que lo rodeaba.

Foso y resto del baluarte artillero.

La Torre del Homenaje es de planta semicircular, peraltada, ejecutada totalmente en piedra, pero con remates en ladrillo, no originales, producto de la restauración ya citada, que también la privó de su parapeto curvo con troneras del siglo XVI. En ella se ejecutaron almenas de ladrillo, al igual que en el lienzo sur de la fachada principal.
El resto de muros, cuya altura varía de 15 a 25 metros, está rematado con una cornisa perimetral de modillones sobre la que se apoya el antepecho a barbeta, parapeto corrido para protección y emplazamiento de piezas artilleras. Los lienzos oeste y este están reforzados con un garitón, en el centro, cada uno de ellos.
En el lienzo oeste se abren cuatro grandes troneras de arcos escarzanos, que destacan en tamaño sobre el resto de saeteras que salpican sus muros. Otras troneras, rasantes al parapeto, vemos en las torres cilíndricas.
Troneras del lienzo oeste.

Materiales: en gran parte del castillo se utilizó la piedra, en sillares no muy bien labrados obtenidos de las construcciones anteriores; en el resto predomina el ladrillo, fruto de sucesivas reformas y ampliaciones. A excepción de la torre del Homenaje que se completó totalmente de piedra.
Estado: En un magnífico estado de conservación, a pesar de los trabajos realizados a mediados del siglo pasado, más encaminados a evitar la amenaza de derrumbes y desprendimientos, lo que ha llevado a restauraciones poco acertadas, en las que se han falseado algunos elementos y añadido otros totalmente nuevos, como es el caso del almenado de la fachada sur y de la torre del Homenaje.
A pesar de ello hay que valorar que su adaptación al uso actual ha hecho que su estructura general haya quedado consolidada.
Esquina noroeste.

Esquina noreste.

Propiedad actual: Pública, Ministerio de Agricultura. Está gestionado por el Fondo Español de Garantía Agraria.
Uso: Turístico; actualmente la torre del Homenaje está musealizada, dedicada al cultivo de los cereales y a la función que tuvo como silo. También es utilizado como centro de actividades culturales y recepciones oficiales.
Visitas: abierto al público durante los fines de semana y días festivos, lo cual no coincidió con el día de mi visita, por lo que hube de conformarme con el exterior.
Protección: el castillo está integrado dentro del Conjunto Histórico de Arévalo, declarado con fecha 21/marzo/1970.

Calificación subjetiva: 3 Se incluirá obligatoriamente en ruta de viaje, o lo que es lo mismo, se hará todo lo posible en esta vida por visitarlo. Pero esto es sólo para el castillo, porque tomado el pueblo como un todo, la calificación sube considerablemente.
Otras cuestiones de interés:
En 1953, el castillo pasa a formar parte de la Red Nacional de Silos y Graneros de cereales, ya que la producción de estos productos quedaba planificada y controlada por el Estado. Fue uno de los cuatros castillos que se dedicaron a este menester; los otros tres fueron: Torrelobatón, Montealegre y Encinas de Esgueva, los tres en la provincia de Valladolid.
La villa de Arévalo, Conjunto Histórico Artístico, contiene bellas muestras del mudéjar, como la ermita de la Lugareja o de Santa María, y la iglesia de San Martín. Aún se mantienen en pie algunos restos de la muralla de la villa.
Cómo llegar: Desde Ávila, a unos 50 kilómetros, tomar la N-403 hasta La Estación, y desde aquí, por la A-6/N-VI hasta Arévalo.
Desde Madrid, a 126 kilómetros, todo el camino por la AP-6/A-6.
Accesos: Una vez en Arévalo, llegar hasta el castillo es fácil, andando y en coche; fácil aparcamiento en las proximidades.
Coordenadas:
41.0697 N - 4.7208 O