martes, 1 de diciembre de 2020

Torremejía, torre de Torremejía o casa-palacio de los Mexía.

Torremejía es un pequeño pueblo de la provincia de Badajoz que dejas a derecha o izquierda según sea el sentido que lleves cuando circulas por la Vía de la Plata. Menuda obviedad.
Antes, la carretera nacional te obligaba a pasar por él; después, o sea ahora, la autovía actual te obliga a pasar de él. Así que si se quiere ver el palacio de los Mejías y su torre, hay que salir de la autovía y entrar en el pueblo.
Y eso hice en dos ocasiones:
La primera fue allá por 2007 y aún no tenía en proyecto lacasadelatercia, así que me limité a hacer algunas fotillos y tomar un café en el establecimiento hotelero instalado en el palacio —albergue para peregrinos del Camino de la Plata—. Le solicité al hospedero u hospitalero —en la jerga de los caminantes—información o algún folleto del establecimiento en el que se dijera algo del edificio, pero el buen hombre no disponía de ninguno, y se limitó a enseñarme una página de la carta del restaurante donde se habla de una leyenda sobre la construcción de la torre y el palacio.
La segunda fue hace unos meses y para mi no sorpresa, encontré el albergue cerrado —octubre de 2020, pandemia del coronavirus—. Esta vez paseé con tranquilidad el entorno y repetí fotos. Observé que aquello, en trece años, había cambiado poco, o nada.



Torremejía es un pueblo que, como todos, remonta su origen a tiempos remotísimos, pues de un pasado lejano son los restos encontrados —fragmentos de cerámica, hebillas, hojas de espada, puntas de flechas y lanzas, etc.— que parecen evidenciar asentamientos humanos por los alrededores, como el poblado de Araya y el de la Palanciana.
Pero si se quiere encontrar un punto en la historia desde el que partir, lo situaremos durante la dominación romana, cuando la proximidad de la ciudad de Mérida y la Vía de la Plata, hicieron de este lugar un pequeño asentamiento para posada y posta de viajeros y legionarios, a la vez que un baluarte desde el que defender de bandidos a los caminantes que transitaban esa calzada.

El camino siguió existiendo a pesar de que ya los romanos no andaban por aquí; y también perduró su uso, que se recobró en la Edad Media con la transformación en una ruta Jacobea. De esta manera la población no perdió importancia y siguió sirviendo y acogiendo a viajeros y peregrinos.
Estos territorios —Cáceres, Montánchez, Badajoz, Elvas, Mérida— fueron reconquistados por Alfonso IX de León entre 1229 y 1230, que murió ese año cuando se dirigía a Santiago de Compostela para dar las gracias al Apóstol por sus victorias. Sería su hijo Femando III, el Santo, quien continuaría con la racha de triunfos.
Torremejía, o lo que entonces fuera, queda en poder de la Orden de Santiago y adscrita a la por entonces provincia de León, no formando nunca encomienda de la orden, como sí lo fueron muchas de las poblaciones vecinas. Sus tierras estuvieron incluidas en la encomienda de Mérida.

En primer plano la torre, al fondo la iglesia parroquial.

Pero a ciencia cierta hemos de decir que se desconoce la identidad del fundador de la villa, si es que realmente fue una sola persona quien lo hizo.
Hay autores que señalan a Diego García Torres y Mejía como beneficiario de la cesión por parte real del señorío que incluía estas tierras, dando por bueno este acto como hecho fundacional del pueblo; corría el año 1480.
Otros autores, sin embargo, adelantan la fecha de fundación hasta 1370 y se la atribuyen al 21º Maestre de la Orden de Santiago, Gonzalo Mejía, que lo fue entre los años 1369 y 1371. Es por tanto en esos años cuando se supone que, también, se construyó la torre.

El lugar pasó a denominarse, como tantos otros, con el nombre del señor, y en este caso como el de su fundador y quien ordenó construir el bastión que, en principio, se elevó solitario junto a la Vía de la Plata y, más tarde, sobre el caserío que se fue levantando y creciendo a lo largo del tiempo: Torre de los Mejía o Torre Mejía, topónimo que se reafirmaría con el tiempo.
Y como si no fuera suficiente con nombrar al pueblo de ese modo, la torre se perpetúa en el escudo municipal junto a las fajas en azur de los Mexía.
Claro que también puede suceder que Diego García Torres Mexía fuera descendiente de Gonzalo Mejía y ejecutara obras de ampliación, reforma y ornato en la torre y en el palacio, y de ahí la confusión y duda. No le demos más vueltas al asunto.

Y de ahí nos vamos hasta el momento de la invasión francesa, que en este pueblo fue algo más que relevante:
Las tropas francesas arrasaron la villa, la incendiaron y destruyeron casi todo el caserío, saquearon el ayuntamiento y destruyeron los archivos municipales. Lo normal en aquella gente.

Y otro salto más, esta vez hasta mediados del siglo XX, exactamente hasta 1942, que es cuando se publica la novela La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela, en la que se cuenta la tremenda historia de un campesino del lugar —lugar que no se nombra pero se reconoce— a la vez que plasma de manera natural, violenta, sórdida y desgarradora el ambiente, el paisaje y el paisanaje de la Extremadura más extrema, anterior a la guerra Civil.


LA TORRE, EL PALACIO:

Los dos edificios, perfectamente diferenciados a pesar de estar unidos, son, sin duda, la construcción civil más atractiva de la villa. Levantados en el lado oeste del casco urbano, junto a la iglesia parroquial de la Purísima Concepción, forman, junto a ésta, un peculiar y sugerente rincón.

La torre desde el noreste.

Por un lado la torre, que fue edificada hacia 1370 por Gonzalo Mejía, aunque haya autores que posponen esta fecha hasta 1480, que es la oficial como fundacional del pueblo y atribuida a Diego García Torres y Mejía. Por lo que es probable que esta última datación sea la correspondiente, también, a la casa palacio.
Y si hay disparidad y desacuerdo en las fechas, también la hay en el nombre:
Leo en la red que a la torre se la llamó de los Mojicones —palabra que en mi pueblo siempre estuvo referida a un sopapo, torta o cachete; o al menos así siempre la utilizó mi madre—, pero también de los Mojinetes —entendiendo por mojinete el vuelo de la cubierta sobre el caballete de un muro y que define las vertientes de la misma—. Sea lo que fuera, no he encontrado explicación sobre el origen de esta denominación a la torre.

Por otra parte, la casa ha sufrido reformas con el paso de los siglos, sometiéndose a las tendencias artísticas de cada momento. Por suerte, durante la guerra de la Independencia no sufrió desperfectos, tal vez porque sirvió de alojamiento a algún oficial francés. Demos gracias esta vez.

Fachada norte del conjunto.


LOS DETALLES:

La torre es una construcción pequeña, de planta cuadrangular, construida enteramente de mampostería, con algunos sillares en las esquinas, y en jambas y dinteles de los huecos.
Se desconoce cuál fue su altura y cómo estuvo rematada, si con terraza y almenas, con balaustrada o con tejado a dos o cuatro aguas. Su estado actual no permite afirmar ni aventurar nada.
Y los detalles arquitectónicos que aún permanecen tampoco pueden aportar mucho:
una aspillera en el muro norte, otra en el del oeste, y sobre ésta última una vano bajo un arco de medio punto de ladrillo.

Fachada trasera —suroeste—; a la izquierda la torre.

La fachada suroeste es la más compleja: sobre una puerta, cerrada con una reja, y a cierta altura, un hueco que bien pudo ser la entrada a la torre. A ella se accedería mediante una escalera de madera, una pasarela provisional o un patín del que no queda huella alguna. Como en tantas torres, se dificultaba el acceso mediante una puerta a algunos metros del suelo. Tanto la primera puerta, la que está a ras del suelo, como un hueco de ladrillo en arco de medio punto que se abre a su lado, bien pueden ser de ejecución muy posterior.
Frente a ella debió tener una camisa, pues queda aún en pié un arco flamígero de piedra y el arranque de un muro que así lo hace suponer.

Puerta principal del palacio.

El palacio, que queda unido al vértice este de la torre por la esquina oeste de aquel, es de planta rectangular, y está realizado en mampostería con sus correspondientes esquinas en sillares de granito.
Tiene dos alturas, y su fachada principal se orienta a levante, donde se abre la puerta principal y ocho ventanales enmarcados en sillares de granito, cuatro por planta.
La portada es obra de 1525, o al menos así está escrito en la filacteria que rodea el escudo central sobre la puerta:

IMP CAROLL V REGIS HISPA AÑO MD XXV 
(Emperador Carlos V Rey de España año 1525)

Detalle de la ornamentación de la puerta.

La puerta queda enmarcada entre dos contrafuertes rematados por sendos pináculos a los que se adosan unos bancos. El arco es de traza escarzana y todas sus dovelas, salmeres y clave incluidas, están cargadas con una venera —recuerdo-firma de que su constructor, Lope Becerra, fue comendador de la Orden de Santiago—. A los lados del arco, dos adornos florales; y sobre él, el escudo de armas del tal Lope, en granito, escoltado por cuatro aras romanas empotradas en el muro. Toda la portada se enmarca en un alfiz decorado de perlas y puntas de diamante, alternadas.
El escudo superior.

Sobre el alfiz, otro escudo de mármol blanco remata el conjunto.
Junto al contrafuerte de la derecha, empotraron en el muro los restos de tres estatuas romanas de mármol blanco que, aparentemente, están en buen estado de conservación. Su ubicación parece impropia, pero no por ello sería aconsejable extraerlas; su singularidad obliga a su permanencia.
Y como no hay dos sin tres —las cuatro aras y los tres bustos—, encontramos en la fachada oeste otro trozo de mármol blanco empotrado, esta vez mucho más pequeño, que parece representar la pata de un animal.
Todo ello parece ser el fruto de un afán coleccionista por parte de los dueños. Al menos puestos ahí se han conservado los objetos.

Los tres bustos empotrados junto a la puerta.


Sobre la leyenda que más arriba refería, ésta viene a contar que:

"Tras el sepelio de Felipe el Hermoso en tierras burgalesas, La Reina Juan i de Castilla ordena exhumar el cadáver de su amado marido y durante ocho fríos meses, en lacónica procesión y en compañía de religiosos, nobles, damas, soldados y sirvientes, busca por tierras castellanas donde dar sepultura a su amado.
No encontrando lugar digno para albergar el cuerpo del hombre que ama hasta la locura, toma dirección al sur por la Vía de la Plata para trasladarlo hasta Granada.
el cortejo fúnebre siempre viajaba de noche y la Reina no se separaba ni un sólo momento de la cabeza del féretro. teniendo conocimiento los Señores de Mexía que se aproximaba el cortejo, mandaron de inmediato levantar un palacio junto a su torre para que sirviera de albergue a tan regio acompañamiento.
Para la construcción de este palacio y dada la premura de tiempo, se utilizaron todos los materiales que encontraron a su alrededor, piedra, barro, estelas romanas, incluso magníficas estatuas, capiteles y columnas de mármol que se encuentran enterradas entre sus muros.
Hoy, quinientos años después, se puede oír en el silencio de la noche, los llantos de la Reina Amante, y sentir el gran amor que para siempre quedó encerrado entre los muros de este palacio."


RESUMIENDO:

Nombre:       Torre y casa palacio de los Mejía, los Mexía o de Torremejía.
Localidad:   Torremejía
Municipio:  Torremejía
Provincia:    Badajoz

Tipología:   Torre, casa fuerte.
Época de construcción:  hacia 1370, la torre, aunque hay autores que retrasan esta fecha hasta 1480.
Estado:   Dado el uso encomendado al palacio, es evidente que su estado es mucho mejor que el de la torre, la cual se encuentra en un estado de ruina progresiva, y sin atisbos de contener el proceso. No termino de comprender la gran diferencia entre la atención dada a uno y otro edificio. Urge una actuación sobre la torre que, al menos, salve lo que queda.
Protección:  Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.

Algunos no están dispuestos a ser civilizados.

Propiedad:  Pública, aunque desconozco si municipal o autonómica. El Albergue está gestionado por la Junta de Extremadura.
Uso:  Actualmente, la torre está desocupada y abandonada; y el palacio es albergue incluido en el Camino de la Plata.
Visitas:  La torre está cerrada —supongo que permanentemente—.
La casa también lo estaba cuando la visité, pero el momento —octubre de 2020— obligaba a ello; en circunstancias normales es de acceso libre.

Clasificación subjetiva: 2,  o sea, que si se pasa cerca y se va con tiempo pues se acerca uno a verlo. Es decir, que se incluirá en una ruta de viaje pero no pasa nada si luego no se visita.
Pero al estar tan cerca de la Vía de la Plata, merece la pena emplear algunos minutos en pasear el conjunto. Es cosa de uno momento.
Otras cuestiones de interés: frente a la torre se levanta la fachada principal de la iglesia parroquial de la Purísima Concepción —finales del XVI, principios del XVII—.
Cómo llegar: Desde Mérida, capital de Extremadura, tomar la A-66 o E-803, en sentido Sevilla, y a pocos kilómetros, y perfectamente señalizado, el desvío para Torremejía. Una vez en el pueblo es fácil llegar hasta la torre.






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