martes, 24 de diciembre de 2019

Santillana del Mar, torre de los Velarde

Pasas delante de esta casa sin apenas enterarte. Sólo te vas fijando en pulidos escudos nobiliarios y muros de ordenada sillería. No ves ésta que pide a gritos ayuda, y no sólo para sostenerse; también un poco de limpieza, de adecentamiento, lo suficiente como para llamar un poquito la atención e invitar a detenerse unos minutos ante su fachada. Ante ella,no hay duda, el turista mirará hacia otro lado.
Lo dicho, que caminas con el paso algo ligero, en medio del grupo de turistas del que formas parte, en dirección a la Colegiata, que el mapa te dice que está allí más adelante, y al recorrer la llamada calle de La Carrera, casi en la esquina con la de Bertrand Clisson —que fue hijo adoptivo y alcalde honorífico de Santillana del Mar, fallecido en 2007—, no percibes que a tu lado queda una casa de esas que llaman casas fuertes pero que luego te enteras que aquí la llaman torre, aunque no tenga torre.
Fachada principal (de listaroja.hispanianostra.org)

La torre, mejor la casa, de los Velarde —que también se la conoce como del Cantón, quizá porque a partir de ella la calle cambia a ese nombre, no lo sé—, perteneció a una familia que se asentaron en Santillana en el primer tercio del siglo XIV. Se sabe que, en 1330, Juan Velarde y su mujer, María de los Ríos, residían en la población, pero no en esta casa, que se construiría un siglo después: por lo tanto, ésta no fue el primer solar de la familia.
La casa fuerte que hoy paseo fue construida a mediados del siglo XV por García de Velarde. No confundir con el Palacio de los Velarde, levantado un siglo después por otro Velarde de nombre Alonso; edificio éste último igual de decrépito que el que ahora me ocupa, pero por suerte para él, mucho más fotografiado; al fin y al cabo, se encuentra junto a la colegiata, y eso da bastante más juego.
A finales de ese siglo XV, el señor era Ruy Hernández de Velarde, conocido como “el Mozo” que, junto a su mujer fundaron el mayorazgo familiar en 1528. Un biznieto de estos, Pedro Velarde, por matrimonio se haría con otro importante mayorazgo cántabro, el de los Calderón de la Barca.

La casa tiene planta poligonal, casi rectangular, muy alargada, de tres plantas y tejado a dos aguas. A su izquierda otro cuerpo de una sola planta hace esquina con la prolongación de la calle Las Lindas —actual calle Bertrand Clisson—; éste último es obra del siglo XVIII. Posiblemente la casa tuvo más superficie edificada, pues se sabe que a lo largo de los tiempos fue muy reformada: en el siglo XVII se eliminó una planta y se modificaron algunos vanos. Con esta reforma perdería su apariencia de torre, quedando enrasada con la contigua, con la que parece tener continuidad.
Se trata de un edificio de estilo gótico pero muy sobrio en el que apenas si destaca su puerta en arco apuntado, y a su lado otra puerta, tapiada, con arco de medio punto. En la primera planta se abren dos discretos huecos, uno con arco trilobulado y el otro conopial. Estos vanos se abrieron en la reforma del siglo XVII, sustituyendo a otros aún más pequeños, posiblemente unas saeteras.
La planta baja está ejecutada con sillería, al igual que sus esquinas y huecos; las plantas superiores son de mampuestos.
Puertas en la fachada principal (de listaroja.hispanianostra.org)

Ventana en la fachada principal (de listaroja.hispanianostra.org)

  

Curiosidad:

leo en listaroja.hispanianostra.org que, «…a la muerte de Pedro Velarde, en 1630, se realizó un inventario de los enseres que había en la torre… que ayuda a entender cómo era la forma de vida de un rico hidalgo en el siglo XVII» y que a continuación transcribo:

«… la planta baja estaba distribuida en: sala principal “con seis recias sillas con respaldos y asientos de cuero negro”, bancos de respaldo adosados a las paredes y una mesa; despacho con “bufete” de nogal y acebo” y el comedor “con mesa y aparador de nogal”. Las paredes se adornaban con “un espexo de cristal grande y bueno” y “catorce cuadros que son de distintos nombres de Santos”.

En el piso superior había otra sala con “doce cuadros y cuatro arcas de cedro, adornada con un pistoletín de chispa muy bueno, con su caja de cuero verde, guarnecida la culata, con el albacón dorado y dos cotas de malla fina, muy buenas»; los dormitorios “con camas de campo encordeladas, con colgaduras de gorguerán y flecos de seda de colores, y cofres de cuero claveteados, en los que se guardaban las ropas y sábanas de Holanda y lino de la tierra”, y el resto del ajuar. Por último, “la amplia cocina de ennegrecidas paredes”, iluminada por “cuatro candelabros”, contenía “cinco calderas de cobre, cuatro asadores de fierro, dos sartenes también de cobre y siete jarras de estaño grandes. Abundaba la loza de Talavera, en cantidades hasta de cinco docenas de platos y tres de escudillas”. “Tres maseras grandes” servían para elaborar el pan que se hacía en la torre».


Fachada trasera (de listaroja.hispanianostra.org)

 RESUMIENDO:

Nombre:   Torre de los Velarde.

Localidad: Santillana del Mar

Municipio: Santillana del Mar

Provincia:   Cantabria.

 

Tipología:   Casa fuerte.

Época de construcción: siglo XV.

Estado: Abandonada a su suerte, en pésima situación a pesar de encontrarse en pleno casco histórico de Santillana del Mar.

Propiedad: Privada.

Uso: ninguno.

Visitas: no es visitable.

Protección: bajo la protección de la Declaración Genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre Patrimonio Histórico Español.

Está declarada, es de suponer, como todo el conjunto urbano de Santillana del Mar, Bien de Interés Cultural.

 

Calificación subjetiva: 2, o sea, que si se pasa cerca y se va con tiempo pues se acerca uno a verla. O lo que es lo mismo, que se incluirá en una ruta de viaje, pero no pasa nada si luego no se visita.

Pero claro, como suelo decir esta nota es para la torre, excluido el contexto, porque si se contextualizara, es decir, que el contexto es toda la población, la nota sería de 5, o sea, que no sólo no hay que perdérselo bajo ningún concepto, sino que además hay obligación de verlo antes de morir.

lunes, 16 de diciembre de 2019

Santillana del Mar, casas fuertes de La Parra y del Águila.

En la antigua Plaza Mayor —hoy, Plaza Ramón Pelayo— se ven algunas casas, que bien por su edad o su apariencia, o porque en algunas páginas de la red las califican como casas fuertes o casas torre, hacia las que siento cierta inclinación por incluir en mi Casa de la Tercia, y así las tengo en mi relación general de edificios. Se merecen, por tanto, una breve reseña; que tampoco la información que encuentro da para más: algunos folletos turísticos, unas líneas en páginas oficiales y blogs, y ya está.
Escribo hoy, concretamente sobre dos de ellas, distintas, físicamente separadas —o unidas, según cómo se mire— por una estrecha casa de dos alturas y de arrumbada fachada. Separadas pero que, siempre aparecen juntas en los textos que consulto, e incluso en algunos casos las denominan como una, pero con ambos nombres. Se trata, o se tratan, de las Casas del Águila y la Parra o la Casa del Águila y la Parra. Y de las que, desgraciadamente, no tomé ninguna fotografía durante mi visita a Santillana. Me pregunto en qué estuve pensando durante aquellas horas para no hacer una cosa así.
Ambas casas; delante, el bisonte de Jesús Otero.

Bueno, sigamos. Estos edificios están junto al Ayuntamiento; vistas de frente, la de la Parra es la de la derecha —por exclusión, la del Águila es la de la izquierda, en medio la pequeña casa que las separa—. Desde su construcción, ambas casas fueron los solares de algunas de las familias más importantes del lugar.
Fachada principal de la Casa de La Parra.

La primera, la de La Parra, situada más al norte, se llama así porque hubo un tiempo que en su fachada lucía una enorme parra. Cuando la parra se eliminó, la fachada fue reconstruida con el entramado de madera y ladrillo visto que hoy podemos contemplar, y que oculta la fachada original. La fachada lateral y también la trasera, sin embargo, mantienen su fisonomía primitiva.
Es una edificación gótica, de principios del siglo XVI, destacando los dos arcos apuntados de su planta baja que se abren a la plaza.

Fachadas trasera y lateral, respectivamente, de la Casa de La Parra.

La Casa del Águila, también llamada de los Estrada, es de finales del siglo XV, y se la conoce por ese nombre debido al águila que adorna el escudo de su fachada principal, que es el de la familia Tagle.
De su fachada hay que señalar sus dos arcos en planta baja que conforman el porche, y el balcón que recorre todo el ancho de la fachada —la solana— de su planta superior.

Durante la Exposición Internacional de Barcelona del año 1929, fueron la imagen de la villa de Santillana del Mar. Desde mediados del siglo XX han venido adquiriendo diferentes usos, siempre unidos a actividades culturales, primero con la que fue la Sección Femenina del antiguo régimen y posteriormente con el Ayuntamiento. A partir de 1980 serán la sede del recién creado Museo de Arte Contemporáneo de Santillana del Mar, patrocinado por el Ministerio de Cultura.
Actualmente, ambos edificios son propiedad del Gobierno de Cantabria y fueron rehabilitados a finales de los años ochenta del pasado siglo. Han sido sede de diversas exposiciones dedicadas a la etnografía de la región. La Consejería de Cultura, Turismo y Deporte celebra, de manera habitual, variadas exposiciones temporales.
Ambas casas están bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre Patrimonio Histórico Español. Toda la población está declarada, desde 1943, Conjunto Histórico Artístico.

martes, 10 de diciembre de 2019

Santilla del Mar, torre de don Borja

Lo que son las cosas: visito uno de los pueblos más bonitos de mi país, y entre que el paseo lo realizo dentro de un grupo organizado de viaje que casi te obligan a seguir unos pasos determinados; que además te rodean multitud de turistas que entorpecen la vista; y que el decorado es apabullante, pues el resultado es que no miras con la tranquilidad deseada lo que realmente querías mirar, y el indeseado desasosiego te haga olvidar obligaciones tales como fotografiar lo que de verdad es importante para este blog. Pero bueno, pelillos a la mar, tomaré prestadas de la red algunas ilustraciones, las necesarias, sin abusar.
Venga, vamos con ello y demos lo que llamo un paseo fingido.
A la izquierda la torre de don Borja, al fondo la del Merino (de castillosricsol.es)

En la antigua Plaza del Mercado, o Plaza Mayor —hoy Plaza Ramón Pelayo— se ven algunas casas que, bien por su edad o su apariencia, o porque en algunas páginas de la red las califican como casas fuertes o casas torre, hacia las que siento cierta inclinación por incluir en mi Casa de la Tercia, y como tales las tengo en mi relación general de edificios. Estas torres, y no sólo las de esta población, no fueron construidas con carácter defensivo, sino residencial, pero guardando la apariencia de fortaleza y de poder que sus propietarios querían trasmitir.
Se merecen, por tanto, aunque sea una breve reseña; que tampoco la información que encuentro da para más: algunos folletos turísticos, unas líneas en páginas oficiales y blogs, y ya está.
En el lado norte de esa plaza se levanta la llamada torre de don Borja, un edificio datado a finales del siglo XV o principios del XVI, aunque es probable que su origen sea anterior. Curiosamente debe su nombre a un personaje muy posterior: don Francisco de Borja Barreda, que fue titular del mayorazgo de la familia Barreda hacia 1844.
Tras ellos, su posesión pasó al marqués de Comillas —Juan Antonio Güell y López, que también era conde de Güell— que se la regaló a la infanta doña Paz de Borbón, utilizándola como residencia de verano. De ahí que también se la conozca como torre de la Infanta. Posteriormente pasó a la infanta María de las Mercedes de Baviera y Borbón, princesa de Baviera.
En los años 70 fue comprada por Jesús de Polanco y Pancho Pérez que; una vez restaurada, la convirtieron en la sede de la Fundación Santillana, siendo utilizada como centro cultural y exposiciones. Esta rehabilitación tuvo como objetivo dar funcionalidad al edificio, unificándolo, después de las numerosas reformas e incorporaciones llevadas a cabo siguiendo las modas de cada momento.
En el año 2012 fue cedida al Ayuntamiento, con la condición de que se mantuviera su uso, pero al poco fue recuperada por sus dueños. Nuevamente pasó por otro proceso de restauración, para ser abierta al público en 2019 con los mismos fines anteriores y bajo la gestión del propio Ayuntamiento.
Fachada principal de la torre de don Borja (de castillosricsol.es)

La torre de don Borja, construida en sillería con algunas superficies de mampuestos, está compuesta por tres volúmenes sucesivos:
El primero, con fachada a la plaza, es de planta cuadrada y dispone de tres plantas; este cuerpo es la torre propiamente dicha. Se accede a ella a través de dos arcos apuntados perpendiculares entre sí, elementos característicos del edificio, que dan paso a un soportal. Estos arcos se abren a sendas fachadas en esquina, pues la torre no está alineada con las fachadas de las viviendas medianeras, presentando la de la izquierda un retranqueo. El edificio se cubre con un tejado a cuatro aguas.
Arcada en esquina de la torre de don Borja (de castillosricsol.es)

A lo largo del tiempo ha sufrido reformas que han modificado su fisonomía original, como la ampliación de las ventanas de la primera planta y la eliminación de las almenas. En la fachada vemos dos escudos con las armas de los Barreda, protegidos bajo una pequeña cornisa.
El cuerpo central se ordena alrededor de un patio que antiguamente ocupó todo el espacio; el actual es del siglo XVII.
A continuación del patio, un tercer volumen, obra también de la misma época que el primero, da fachada al jardín trasero de la finca situado al norte.
La torre está adosada a otros edificios. El de la derecha perteneció a la torre pero que se segregó del conjunto original; destaca por una arcada de dos arcos de medio punto en planta baja y un balcón corrido sobre ella. El de la de la izquierda fue adquirido posteriormente y forma parte del museo.
A la izquierda, fachada trasera de la torre de don Borja (de castillosricsol.es)


RESUMIENDO:

 

Nombre:     Torre de don Borja o de la Infanta.

Localidad: Santillana del Mar.

Municipio: Santillana del Mar.

Provincia:   Cantabria.


Tipología:   Casa torre.

Época de construcción: siglos XV-XVI.

Estado: En muy buen estado, tras las diversas rehabilitaciones. En 1981 se concedió el premio de la Organización Internacional Europa Nostra.

Propiedad: Privada.

Uso: museo, sala de exposiciones.

Visitas: sí, es visitable.

Protección: bajo la protección de la Declaración Genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre Patrimonio Histórico Español.

Está declarada, como todo el conjunto urbano de Santillana del Mar, Bien de Interés Cultural.

Clasificación subjetiva: 2, o sea, que si se pasa cerca y se va con tiempo pues se acerca uno a verla. O lo que es lo mismo, que se incluirá en una ruta de viaje, pero no pasa nada si luego no se visita.

Pero claro, como suelo decir esta nota es para la torre, excluido el contexto, porque si se contextualizara, es decir, que el contexto es toda la población, la nota sería de 5, o sea, que no sólo no hay que perdérselo bajo ningún concepto y además hay obligación de verlo antes de morir.


martes, 3 de diciembre de 2019

Santillana del Mar, Torre del Merino

Santillana del Mar, la que llama de las tres mentiras —ni es santa, ni es llana ni tiene mar— presume de tener en su casco urbano algunas torres defensivas y no menos palacios que, junto a otras edificaciones, como la Colegiata, hacen de ella una de las villas más bonitas de España. Más bonitas para quienes, como yo, anteponen las piedras viejas a cualquier otro valor que el lugar, del que se trate, tenga o presuma.
Lo malo, o quizá no sea tan malo, es que no soy el único que piensa así. Y es que llegas a lugares como éste y te encuentras una multitud, a veces desmesurada, que te hace dudar de si están allí por verdadero amor al arte o por cumplir con la visita a un lugar de moda, y quedar bien aunque sólo sea ante ellos mismos.
Multitud de gentes.


EL LUGAR:

Pues sí, Santillana tiene para presumir y mucho, que para empezar, en su término está la cueva de Altamira que para muchos es palabra primera y mayor en la historia de nuestro país, e incluso de la Humanidad.

Desde los tiempos de los romanos fue llamada Planes —de planum, lugar despejado entre montañas, traducción libre—, y su ubicación no coincidiría con la actual. De entonces, siglo V aproximadamente, al siglo VIII, apenas si existen datos arqueológicos sobre asentamientos humanos. Es a partir de entonces cuando una pequeña comunidad religiosa se asentó en el lugar, fundando un monasterio que guardaba las reliquias de Santa Juliana de Bitinia.

Perteneció al reino de Asturias siendo conocida como Sancta Illana —Juliana, la villa nace y crece alrededor de la abadía de Santa Juliana—, y a partir de principios del siglo XIII fue Villa de Sancta Illana que, con el tiempo derivaría en la actual Santillana. Su proximidad al mar Cantábrico le añadiría el apellido al topónimo.

Con la concesión de fuero propio en 1045 por parte de Fernando I, la abadía pasó a ser colegiata, y un siglo después ya disponía de cabildo, convirtiéndose en un importante centro religioso de la Cantabria medieval, pues el ramal de la costa del Camino de Santiago pasaba por aquí. Del siglo XII data la actual colegiata, de estilo románico.

A principios del XIII, Alfonso VIII le concede un nuevo fuero, en 1209, que llevó implícito el título de villa. Por entonces ya era la capital de las Asturias de Santillana, lo que hizo que paulatinamente las familias nobles de la villa vieran aumentado su poder, legándose a crear el marquesado de Santillana bajo la Casa de los Mendoza. El reflejo de todo aquel pasado es el rico patrimonio que Santillana del Mar posee. 

La plaza del Mercado, a la izquierda la torre del Merino.

LA TORRE:

A la que también llaman la Torrona, que debe de ser por su tamaño, ligeramente desproporcionado con respecto a los edificios vecinos. Se encuentra en la antigua Plaza Mayor, que fue plaza del mercado y hoy se llama de Ramón Pelayo, haciendo esquina con la calle Lindas.

Fue construida entre los siglos XIII y XIV y el uso al que estuvo destinada es el que le ha dado su nombre.  Se trata de una casa torre que servía de residencia al Merino Mayor de una de las, por entonces, dos Asturias, concretamente la de Santillana, territorio histórico que comprendía, aproximadamente, el centro y oeste de Cantabria y el extremo oriental de la actual Asturias. Fue remodelada posteriormente, en el siglo XV.

Un inciso:

La otra Asturias era la de Oviedo, que comprendía prácticamente el resto del territorio del actual Principado. Tras la división territorial de 1833 —de Javier de Burgos— quedó creada la provincia de Oviedo, a la que se añadió parte de la Asturias de Santillana.

Pues esa Asturias de Santillana era una merindad, o sea, una división geográfica propia de los reinos de Castilla y Aragón, que se crearon a finales del siglo XII como medio administrativo del poder central para con las villas. A su frente estaba el merino, que era quien ejercía el poder no sólo burocrático, sino también judicial en una jurisdicción más pequeña que la regentada por el merino mayor, que era nombrado directamente por el rey —también se les llamaba adelantado mayor, según las regiones—, cuya jurisdicción era mucho mayor. Los merinos se encargaban de administrar cosechas, arrendamientos y multas; todo ello relacionado con el patrimonio real. 

Su construcción, que corrió a cargo de las arcas del rey, inició el desarrollo urbanístico de la villa en torno a la plaza civil, en contraste con la plaza de uso religioso en la que se encontraba la colegiata. Desde su origen, pertenece (¿?) a la familia Barreda, de la cual fue solar. Con frecuencia, el cargo de merino mayor recayó en miembros de esta familia. Ya en el siglo XX pasó a ser propiedad del marquesado de Comillas.

En 1927 se restauró de una manera bastante cuidada.

La torre del Merino, esquina a calle Las Lindas.


Fachada principal a la Plaza.

 

LOS DETALLES:

La Torrona es de estilo gótico y planta cuadrada, ejecutada con mampostería y sillares en sus esquinas. También se ejecutaron con sillares los arcos de los huecos apuntados —ventanas y puerta principal a la plaza—, y dinteles y jambas de los rectangulares.

Su estructura interior estuvo realizada íntegramente de madera —habiéndose utilizado el mismo material en sus restauraciones—, incluido un cadalso que tuvo en la fachada principal, del que se conservan las ménsulas. Toda la estructura interior se sostiene sobre un machón central.

Sus fachadas poseen numerosos huecos; saeteras y ventanas, una de ellas ajimezada en su fachada principal a la altura de la primera planta.

La ventana de estilo renacentista de la fachada a la Plaza del Mercado fue abierta en el siglo XVI.

En la restauración de principios del siglo XX, las almenas fueron convertidas en ventanas al construirse un tejado a cuatro aguas sobre ellas, con lo que quedó protegida de las inclemencias del tiempo.

Leo que tuvo barbacana, pero si fue así, no se conserva resto alguno de ella.

Por ahí, entre la gente, mi Compañía.


RESUMIENDO:

Nombre: Torre del Merino o la Torrona.
Localidad: Santillana del Mar
Municipio: Santillana del Mar
Provincia: Cantabria

Tipología: Casa torre.
Época de construcción: siglos XIII-XIV.
Estado: En muy buen estado.
Propiedad: Privada.
Uso: museo, sala de exposiciones.
Visitas: sí, es visitable.
Protección: bajo la protección de la Declaración Genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre Patrimonio Histórico Español.
Está declarada, como todo el conjunto urbano de Santillana del Mar, Bien de Interés Cultural.

Clasificación subjetiva: 2, o sea, que si se pasa cerca y se va con tiempo pues se acerca uno a verla. O lo que es lo mismo, que se incluirá en una ruta de viaje pero no pasa nada si luego no se visita.
Pero claro, esta nota es para la torre, excluido el contexto, porque si se contextualizara, la nota sería de 5, o sea, que no sólo no hay que perdérselo bajo ningún concepto y además hay obligación de verlo antes de morir, sino que, si no se hace, se morirá en pecado mortal.
Cómo llegar: