martes, 18 de diciembre de 2018

Sotomayor, castillo de Sotomayor

Creo que en primer lugar he de centrarme, saber en dónde estoy; bueno, estoy en Galicia. Pero es que la división administrativa de Galicia difiere algo al resto de España —ayuntamiento-municipio allí es concejo-concello, y pedanía es parroquia—, y no sólo en la termología, sino también en algo más; y de ahí me viene mi primitivo desorden.

Además, creo que utilizan el concepto de comarca con un significado más político que el resto de regiones — ¡uy!, perdón, Comunidades Autónomas—, e incluso subdividen su territorio en regiones. Pero estas regiones vienen a coincidir con las comarcas. En fin, que no me entero bien.

Después de esta confusa introducción, situémonos:

Sotomayor, el castillo de Sotomayor, está en la parroquia de San Salvador de Sotomayor, municipio de Sotomayor, comarca/región de Vigo —que difiere con el área metropolitana de Vigo—, provincia de Pontevedra.

Mejor lo dejo. Vayamos al castillo que, definitivamente decimos, está en Sotomayor, en la cima del monte Viso y a unos 120 metros de altitud sobre el nivel de un mar que desde ahí no se ve pero que se intuye cercano —está a unos seis kilómetros por la carretera actual—. A su significativa situación estratégica, hay que unir lo excepcional del lugar, del paisaje donde se levanta; esta segunda cualidad me parece innecesaria decirla, porque ¿qué castillo no está en un lugar excepcional? Y si el lugar en origen no lo fuera, entonces será el castillo quién hará del lugar un privilegio.

 

EL CASTILLO:

No se saben a ciencia cierta los datos exactos sobre su construcción: fechas, quién mandó levantarlo, o si en el lugar hubo otra fortificación anterior.

Sobre la fecha, se dice que fue en el siglo XII, por la similitud de algunos detalles arquitectónicos con construcciones portuguesas similares que sí están datadas a lo largo de todo ese siglo. Pudo ser, por tanto, durante el reinado de Alfonso VIII, el Emperador, (1105-1157), aunque las leyendas hablan de que su origen está en una torre construida antes de la llegada de los musulmanes a la Península. Se atribuye su construcción a un tal Pax Méndez Sorrede, cuya familia cambiaría el apellido por el de Sotomayor —al denominar como El Mayor, una vez lo poblaron, un soto de su propiedad—

Pero su mayor esplendor, junto con su casi fisonomía actual, llegará con Pedro Álvarez de Sotomayor, conde de Camiña, que había heredado el castillo de Álvaro Páez de Sotomayor. Ya por entonces, esta familia pugnaba por dominar la política y la economía en prácticamente toda Galicia, participando en todos los conflictos habidos y por haber —Pedro I contra Enrique II, los dos de Castilla; el obispo de Tuy contra el de Santiago de Compostela; nobles contra nobles, en incluso en disputas sociales como la llamada Revuelta Irmandilla, sucedida entre 1467 y 1469— durante aquellos tranquilos siglos.

Con Pedro Álvarez de Sotomayor (1430-1486), más conocido como Pedro Madruga —personaje cargado de misterio y leyenda—, la familia alcanzará su mayor fama y poder, y éste se convertirá en el señor feudal con mayor poder de todo el sur de Galicia. Pedro Madruga reconstruyó el maltrecho castillo una vez sofocada la Revuelta Irmandiña, y amplió sus defensas introduciendo elementos constructivos para adaptarlo al uso de armas de fuego.

Para mostrar su superioridad, Pedro Madruga conquistó al Arzobispo de Santiago el cercano castillo de Castrizan, en el Castro de la Peneda, que había sido construido en 1477 como elemento de control sobre los Sotomayor. Este castillo fue demolido y sustituido por una ermita dedicada a la Virgen de los Reyes. Así se las gastaba el personaje.

A su muerte, en 1486, comenzaron una serie de problemas a causa de la propiedad de su legado, que se reflejarían en la paulatina decadencia familiar y con ello la del propio castillo. A esto hay que añadir que, a causa de la política de desmantelamiento de fortificaciones llevada a cabo por los Reyes Católicos, este castillo se vio seriamente afectado, llegándose a reducir la altura de la torre desmochándola. En 1525, mediante una Real Cédula se creó el mayorazgo de Sotomayor.

Aquellos problemas sucesorios no se solucionarían hasta 1795, cuando la Chancillería de Valladolid otorgaría al marquesado de Mos, en la persona de Benito Fernando Correa de Sotomayor, IV marqués de Mos, el derecho a los bienes de la familia Sotomayor. Entonces, el marqués de Mos cambió el escudo de los Sotomayor situado sobre la puerta sur, por otro, altamente ostentoso, con las armas de su marquesado.

La familia Mos ejecutaría algunas obras de reconstrucción en la ya muy deteriorado castillo —la torre del Homenaje estaba desplomada, por lo que se restauró y recreció; las obras también afectaron a las murallas, que habían sufrido expolios de sus materiales, las cubiertas estaban hundidas y las carpinterías muy deterioradas, cuando no desaparecidas—.

En 1869 hereda el castillo Antonio Aguilar y Correa, VI marqués de Mos y VIII marqués de la Vega de Armijo, que, junto a su esposa Zenobia Vinyals, inician un proceso de profunda restauración con una estética neogótica y romántica, que tendría como resultado la apariencia de una residencia palaciega sin perder un ápice de su característica bélica. En la Torre del Conde —la que se levanta al norte del conjunto— se ubicó la biblioteca y se instalaron cañería para agua de consumo y de saneamiento.

También se construyeron edificaciones auxiliares próximas y se ajardinó el entorno con la replantación de numerosos árboles.

Y así es cómo ha llegado hasta nuestros días.

El castillo es heredado, en 1908, por María Vinyals Ferrés, que había nacido en el castillo en 1875. Era sobrina de Zenobia Vinyals, y llegó a ser muy conocida por sus actividades artísticas, literarias y políticas. Persona activista en cuestiones sociales, convertiría, junto a su segundo marido, el castillo en un centro de conspiraciones e intrigas políticas. Cuestión esta que, añadida a las deudas contraídas, haría que perdiese la propiedad del castillo, subastándose en 1917.

Fue adquirido —20.000 pesetas de la época— por un vecino de Villagarcía de Arosa, que apenas si se interesó por el estado del edificio. En 1935 pasó a manos de un militar portorriqueño, Eugenio Carlos de Ostos y Ayala, que algo hizo por recuperar el edificio y los jardines. Pero no lo suficiente, pues el conjunto siguió su proceso de deterioro.

Desde 1982 es propiedad de la Diputación de Pontevedra. Actualmente, muy rehabilitado y actualizado, está abierto al público como museo.

 

LOS DETALLES:

Sotomayor es una muy agradable mezcla entre el castillo con porte defensivo que fue y la noble residencia palaciega en la que lo convirtieron en el siglo XIX. Incluso queda en él, y sobre todo en su alrededor, el poso de la que también fue su dedicación agrícola y ganadera.

De su primera fábrica, en tiempos de Pax Méndez Sorrede, siglo XII, se podría decir que se reduce a la torre del Homenaje, por su labra y similitud con otras edificaciones portuguesas fronterizas de las que sí se tiene clara su data.

El resto es una constante evolución que va: 

  — desde la reconstrucción que hace Pedro Madruga tras la Revuelta Irmandiña, añadiendo el segundo cinturón de muralla, o ejecutado sobre otro anterior, quién sabe, y trazando la definitiva planta ovalada e irregular fruto de la adaptación al terreno;

— siguiendo con las numerosas intervenciones historicistas —tanto en el exterior como en el interior— de la segunda mitad del siglo XIX realizadas por los marqueses de de la Vega de Armijo. La mayoría de huecos, puertas y ventanas, galerías, escaleras, chimeneas, artesonados, e incluso la capilla, son ejecutadas con el gusto neogótico que el romanticismo imperante obligaba. En cuanto a los elementos defensivos, se reconstruyó el parapeto del recinto exterior y el almenado de todo el conjunto, añadiéndose saeteras —prácticamente todas las saeteras existentes son decorativas y nuca tuvieron funciones defensivas— y gárgolas. A pesar de todo lo realizado y añadido, el edificio permanece fiel a su carácter sin apenas alejamiento de su estilo medieval.

— para terminar con las actuaciones que se realizan una vez es adquirido por la Diputación de Pontevedra: reposición de carpinterías exteriores, inclusión de vidrios de seguridad en huecos interiores y la sustitución de toda la cubierta por otra con estructura metálica que la aligerase y permitiese mayor volumen interior. Todo ello para convertirlo en un perfecto centro de actividades culturales y expositivas.

El castillo está rodeado por un doble perímetro de murallas; la segunda muralla, la añadida por Pedro Madruga, rodea a la primera siguiendo paralela a su perímetro y dejando entre las dos una breve liza. Con su construcción, el castillo adquirió el aspecto defensivo que posee.

El recinto exterior presenta dos puertas de acceso, una al sur y otra en el lado opuesto, que fue la primitiva. La entrada actual se realiza por la del sur, a través de una prolongada rampa que termina en lo que fue un puente levadizo —lo que hace suponer que el castillo dispuso de foso—; sobre la puerta luce el escudo de los marqueses de Mos que, en 1795 sustituyó al de los Sotomayor.

A la izquierda, entre ambos recintos, se levanta la torre del Homenaje, y a continuación el palacio, ambos adosados. La torre es de planta rectangular — unos 150 metros cuadrados— y 15 metros de altura divididos en varias plantas; sus muros llegan a los 3 metros de espesor. Se accedía a ella por la planta primera mediante un puentecillo levadizo ya desaparecido.

A continuación se extiende el palacio, hacia el norte, para terminar donde hubo otra torre de la que hoy sólo se aprecian sus arranques. En su interior, y fruto de las obras de 1870, se disfrutan numerosos salones con chimeneas y techos artesonados.

Pero lo más destacable, sin duda, es la Galería de las Damas, abierta al Patio de Armas, que sustituyó a otra anterior, de madera y muy tosca, y ahora ejecutada con arcos ojivales, a modo de logia, más al gusto neogótico del momento.

En el lado norte del conjunto se encuentra la torre del Conde, más pequeña y a una cota más baja que el resto del edificio. Fue construida junto con el segundo recinto por Pedro Madruga. En la reconstrucción/rehabilitación de los marqueses de la Vega de Armijo, se adaptó y utilizó como biblioteca.

 

 RESUMIENDO:

Nombre: Castillo de Sotomayor
Localidad: San Salvador de Sotomayor
Municipio: Sotomayor.
Provincia: Pontevedra.

Tipología: Castillo palacio.
Época de construcción: siglo XII y XV. Fue restaurado 1887 y durante el siglo XX.
Estado: En muy buen estado de conservación, sobre todo gracias a la restauración realizada a finales del siglo pasado tras la adquisición pública del conjunto, que no le ha hecho perder nada de su espíritu medieval y romántico.
Uso: Turístico y cultural; está musealizado, recogiendo toda la historia del castillo y de quienes lo habitaron, desde Pedro Madruga a los marqueses de la Vega y Armijo y María Vinyals y su esposo.
Visitas: abierto al público en horario establecido. El abono de la entrada es una magnifica inversión.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Está declarado Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, desde junio de 1985.

Clasificación subjetiva: 4, o sea, No perdérselo bajo ningún concepto, o lo que es lo mismo, hay que verlo antes de morir.
Otras cuestiones de interés: Tres, para ser exactos,
La primera relativa a sus jardines, declarados de Excelencia Internacional, que ocupan algo más de 15.500 metros cuadrados, sobre una finca de 29 hectáreas, con más de 175 especies arbóreas diferentes — algunas con más de 800 años—, y una colección de más de 300 ejemplares camelias de 22 tipos diferentes.
La segunda trata del sanator
io, llamado de Lluria, que construyeron María Vinyals y su esposo, y que funcionó entre 1908 y 1917. Actualmente es un hotel.
Y la tercera va sobre la leyenda que cuenta el por qué del apodo Madruga a Pedro Álvarez de Sotomayor y que se cuenta tal que así:

D. Pedro y el conde de Rivadavia deciden zanjar el conflicto que sostienen a causa de los límites de sus tierras, para lo que pactaron que al día siguiente cada uno de ellos saldría de su respectivo castillo en dirección al del otro justo al primer canto del gallo, y en el lugar en el que se encontraran sería el límite de sus tierras.
D. Pedro tomó al pié de la letra la condición pactada y salió de su castillo de Sotomayor al primer canto del gallo, el de media noche; por lo que llegó a las puertas del castillo del conde de Rivadavia cuando comenzaba a amanecer que era cuando éste último se disponía a iniciar su camino.
Al verlo le dijo: “madrugas Pedro, madrugas”.

Cómo llegar:



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