Como no sepas que está ahí porque jamás
oíste hablar de ella, o porque aun sabiéndolo nunca nadie te señaló el lugar
exacto, o porque una piedra vieja no es
tu preocupación, pues eso, que pasas al lado y no te enteras de que está detrás
de la tapia. Algo así me ha ocurrido durante años, pero con la diferencia de
que yo sí sabía que estaba ahí. Y es que a veces no se le da valor a lo
cercano, o incluso a lo que se posee, y es entonces cuando tomamos un camino
contrario y nos interesamos con mayor firmeza por algo más alejado, quizás más
bello o atrayente, pero no por ello más valioso.
Eso me ha pasado con la torre que hoy
paseo, que aun sabiendo que está detrás de la tapia del convento de Santa
Clara, en la calle Becas, y que a veces la he mirado de refilón asomarse por
encima del muro al pasar por la calle Lumbreras, nunca había pensado en
atravesar la puerta para visitarla. Así que hace unos días lo decidí, “en
una semana voy, de ahí no pasa”.
Mientras tanto, leo algo sobre su
historia y su entorno más inmediato y así me entero de:
Como no sepas que está ahí porque jamás
oíste hablar de ella, o porque aun sabiéndolo nunca nadie te señaló el lugar
exacto, o porque una piedra vieja no es
tu preocupación, pues eso, que pasas al lado y no te enteras de que está detrás
de la tapia. Algo así me ha ocurrido durante años, pero con la diferencia de
que yo sí sabía que estaba ahí. Y es que a veces no se le da valor a lo
cercano, o incluso a lo que se posee, y es entonces cuando tomamos un camino
contrario y nos interesamos con mayor firmeza por algo más alejado, quizás más
bello o atrayente, pero no por ello más valioso.
Eso me ha pasado con la torre que hoy
paseo, que aun sabiendo que está detrás de la tapia del convento de Santa
Clara, en la calle Becas, y que a veces la he mirado de refilón asomarse por
encima del muro al pasar por la calle Lumbreras, nunca había pensado en
atravesar la puerta para visitarla. Así que hace unos días lo decidí, “en
una semana voy, de ahí no pasa”.
Mientras tanto, leo algo sobre su
historia y su entorno más inmediato y así me entero de:
Refectorio del monasterio |
Que esta torre formaba parte del
palacio que el citado infante, o sea Don Fadrique, hijo del Rey Fernando III,
mandó construir, en 1252, sobre un solar que le fue concedido en el repartimiento
de la ciudad de Sevilla después de su reconquista; y lo hizo para que fuera su
residencia y lugar de placer (y también porque debió ser, y supongo que lo
seguirá siendo, un excelente mirador desde el que recrearse con la vista de la
ciudad y el río). Porque aunque su apariencia es la de una torre de carácter
defensivo, nunca fue utilizada como tal ni necesidad que hubo, ya que se
encuentra intramuros, o sea dentro de las murallas. También pudo haberla
construido para defenderse de las disputas e intrigas que tuvo con su hermano
el Rey Alfonso, que sino no se entiende su tipología.
Ejecutado el infante Don Fadrique por
orden de Alfonso X, éste cede a la Orden de Calatrava el palacio, la torre, las
huertas y jardines.
Portada de la iglesia del monasterio, hoy inaccesible |
Callejón que unía el compás del convento con la huerta. |
En 1289 todo el conjunto fue donado a
las monjas clarisas, las cuales, se instalaron en un principio en la casa
palacio, pero éste terminó despareciendo a causa de los continuos cambios que
se hicieron para adaptarlo a sus reglas y necesidades.
De todo aquel ajetreo de
remodelaciones, hoy nos queda el convento de Santa Clara, la torre llamada de
Don Fadrique y la duda de si la torre siempre fue exenta o primitivamente tuvo
alguna conexión con el resto del palacio a modo de torre albarrana.
En 1920 el Ayuntamiento de Sevilla
adquirió a la congregación religiosa la huerta y la torre, e inició un proceso
de recuperación comenzando por la planta baja, cuyo perímetro se excavó para
dejar al descubierto el primitivo nivel de la torre y su acceso.
En 1925, el arquitecto Juan Talavera
transforma la huerta en un jardín y construye un edificio anexo donde se pretende
instalar el Museo Arqueológico Municipal. En el nuevo jardín quedaron también
repartidas y expuestas piezas de ese museo. También diseña y construye una
nueva escalera interior en la torre.
Años después, estamos ya a finales del
siglo XX, ese interés por convertir el monasterio de Santa Clara en un lugar de
referencia cultural, se amplía a todo el convento, pretendiendo acondicionar
más de 4000 metros cuadrados de edificaciones y recuperando los jardines. Con
la torre se buscaba convertirla en un mirador con cámara oscura incluida.
Y allí, en la huerta del convento leo y compruebo, en la medida que puedo, los datos físicos que traigo
anotados, que son muchos y muy interesantes. Por ejemplo:
Y que está formada por tres cuerpos y
rematada con una azotea almenada que le aporta un aparente carácter defensivo.
Actualmente, todas las plantas están unidas por la escalera que diseñó el
arquitecto Juan Talavera.
Cada cuerpo es de un estilo, mezclando
el románico y el gótico en una suerte de eclecticismo armonioso, sin chirridos.
Parece como si quisiera expresar una transición de estilos, del románico al gótico,
y sin pasar por nada que huela a árabe. Desde luego es algo excepcional en la
ciudad de Sevilla.
La planta baja de sillares, paramentos
cerrados y sólo unas pequeñas saeteras por las que nunca asaetearon a nadie;
esta estancia se cubre con una bóveda ojival.
![]() |
Alzados y sección de la torre |
![]() |
Diversas plantas de la torre |
La puerta de entrada, impenetrable
para el público en general, es románica, arco de medio punto, y sobre ella una
placa de la época y en latín que dice algo así:
Esta torre es fabrica del magnífico Fadrique,
podrá llamarse la mayor alabanza del arte y del artífice: a su Beatriz madre le
fue grata esta prole del rey Fernando, experimentado y amigo de las leyes. Si
deseas saber la era y los años, ahora mil doscientos y cincuenta y dos (1252)
ya existía la torre serena y amena llena de riquezas.
La segunda planta es de ladrillos, con
unas pequeñas ventanas en arco de medio punto, de estilo románico que no son
propias del sur; igualmente, estas paredes están perforadas por saeteras, tres
por cada una. También está cubierta con
bóveda ojival.
Y en el tercer cuerpo, que también es
de ladrillo con las esquinas reforzadas de sillares, dispone de unos ventanales góticos que dan
luz al interior; sus arcos son apuntados, polilobulados y apoyados en
columnillas. Una bóveda octogonal techa este nivel.
Por último, en la terraza las almenas
y el parapeto son de ladrillo; la evacuación de aguas de esta azotea se hace
mediante unas gárgolas situadas en las esquinas.
Gárgola en la terraza |
Ventana de la primera planta |
Puerta de la torre |
Nombre: Torre de Don Fadrique
Municipio: Sevilla
Provincia: Sevilla
Ubicación:
Convento de Santa Clara,
en la calle Becas.
Tipología: Torre de vigilancia, aunque en toda su
historia vigiló poco, más bien ocultó.
Época
de construcción: hacia
1252
Estado: En buen estado,
restaurada en 2014. No se puede decir lo mismo del resto del conjunto que la rodea. No cabe duda que sería necesario un buen aseo a todo ello.
Propiedad: Ayuntamiento de Sevilla
Uso: Cultural y turístico
Protección: Bajo la protección de la Declaración
genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el
Patrimonio Histórico Español.
Actualmente está considerada como BIC,
perteneciente al Tesoro Artístico Nacional.
Fue declarada monumento histórico
artístico mediante decreto de 03-06-1931
En 1993 la Junta de Andalucía otorgó
reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad Andaluza
Visitas: entrada libre al claustro, al refectorio
y al “jardín” que rodea la torre.
Nada más.
Otras
cuestiones de interés: o
de desinterés, que eso es lo que parecen tener los responsable públicos sobre
este lugar. Porque el pequeño jardín donde se alza, que tiene un hermoso laurel
que presume ser el más antiguo de la ciudad, está en un lastimoso estado; de
las piezas que aquí debieron estar expuestas no queda nada, sólo basas de
columnas desperdigadas y algunos oxidados cañones. De las estatuas que hubo
sólo permanece una, sucia y deteriorada en el callejón que une el compás del
convento con este lugar. Se trata de un bronce, de desmesurado tamaño (2,80
metros de altura), de Fernando VII, que desde el Palacio de San Telmo,
propiedad que fue de los Duques de Montpensier, pasó -vaya usted a saber cómo-
a quedar expuesta, o arrinconada, en este jardín.
Pero interés interés de verdad, tiene la
leyenda que gira en torno a la construcción y posterior uso que le dio el Don
Fadrique y que gira alrededor de los supuestos amores que tuvo con la segunda
esposa de su padre, Juana de Danmartin, siendo ésta ya viuda del rey. Esta
torre fue el escenario de los encuentros entre madrastra e hijastro, lo que
levantó ampollas entre la nobleza local. Hasta tal punto que obligó a la reina
viuda a regresar a su país, Francia. Acusado de ofensas al rey, Don Fadrique es
condenado a muerte y ejecutado en Toledo.
Aunque la realidad con respecto a su muerte
parece ser muy distinta: Don Fadrique fue inculpado de múltiples intrigas
contra su hermano Alfonso, entre ellas la de intentar provocar su
destronamiento en favor de Sancho, que luego reinaría como Sancho IV. Alfonso
X, harto de tantos líos, mandó ahogar a Don Fadrique, que era la manera de
ejecutar a los nobles por entonces
La torre jamás volvió a ser utilizada;
incluso hoy, no se accede a ella (¿?).
Estado de un muro que rodea la huerta. |
Situación de la estatua de Fernando VII en el callejón. |
Cómo
llegar: muy fácil, la
calle Becas está apenas a cinco minutos andando desde la Alameda de Hércules;
lugar céntrico y conocidísimo de la ciudad. Y muy animado, miren el planito.