martes, 26 de septiembre de 2017

Arcos de la Frontera, Castillo Ducal de Arcos





Una de las ventajas que ofrece el tener gusto por los castillos es que muchos de ellos están situados en espléndidos lugares.
  Los castillos no sólo adornan el paisaje, complementan un cerro o cuentan historias, sino que además, en numerosas ocasiones se sitúan en poblaciones hermosas y evocadoras de otros tiempos; y también, por qué no decirlo, exóticas para el viajero lejano, y para más de uno cercano.
Este es el caso de Arcos de la Frontera, o simplemente Arcos. Un pueblo de los de caché por las nubes, ya que, como suelo decir, para estar bien considerado hay que andar por la historia desde los romanos o antes. Y si a ello se le suma el estar considerado el paradigma de los pueblos blancos, pues miel sobre hojuelas.
Su silueta, vista desde el sur y más allá del río Guadalete, junto a la Basílica Menor de Santa María de la Asunción, es la postal más reconocible y admirada de la ciudad.

Castillo de Arcos, y torre de la Asunción.

Y en Arcos se cumple esa condición que antes decía, la del caché y el prestigio, pues desde los romanos hay datos sobre este lugar, que ya entonces se llamaba casi como ahora, muy parecido:

La Wikipedia dice que su primer nombre fue Arx Arcis, que se podría traducir como fortaleza en altura:

 ARX, singular de arx-arcis, que viene a ser fortaleza, roca, peña;

ARCIS, plural de arca-arcae que viene a ser fortaleza, roca, peña.

Curiosamente, mismo significado —este es el momento en que debo reconocer que en el Bachillerato me costó cruz y ayuda aprobar latín—; así que no debo continuar por este camino.  Paso a la invasión musulmana.

Con los árabes fue Arkos, dependiendo de la cora de Sidonia durante el tiempo en que Al-Andalus fue emirato de Damasco. Luego llegó el período del Califato cordobés, durante el cual, dada su estratégica situación y un emplazamiento que facilitaba su defensa, fue clave para la defensa de Jerez.

 Y más tarde el de los reinos de taifa, siendo durante un breve espacio de tiempo uno de ellos, gobernado por Ben Jarzum, hasta que desde Sevilla fue sometido y disuelto por Al-Mutadid. De entonces le viene su fisonomía actual, sus murallas, sus callejuelas y su encanto.  


Fue conquistada por Alfonso X en 1264 y estuvo bajo mando real hasta principios del siglo XV, en que Juan II cede la villa a Ruy López Dávalos, para pasar en 1440 a manos de Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz y señor de Jerez, bajo cuyo control estará hasta mediados del siglo XVIII.

Casi hasta el final de la Reconquista fue fortaleza clave en la frontera —de ahí el apellido de su topónimo—, dejando de tener esa importancia una vez se conquistó ronda en 1485.

 

 

EL CASTILLO:

Su origen es árabe, hacia principios del siglo XI, y fue construido con un fin, principalmente, militar.

 Con la ocupación cristiana fue modificado —se construyó la actual torre del Homenaje, la del Secreto y el adarve que las une— a los largo de los siglos XIV y XV hasta llegar a la fisonomía que actualmente presenta, que es la de residencia, finalidad que fue la que desde su origen fue la pretendida por sus primeros propietarios, los Ponce de León, que lo siguieron siendo durante siglos, ya como Duques de Arcos.

Tras el terremoto de Lisboa en noviembre de 1755, fue profundamente restaurado, pues quedó muy dañado. Uno de sus muros se derrumbó totalmente, cayendo sobre el foso que se abría hacia la población, cubriéndolo por completo. Acababa de abrirse una nueva calle en la ciudad, que se llamó, como no podía ser de otra manera, la Calle Nueva.

También se desplomaron dos torres, las que flanqueaban su fachada noroeste.

Fue cuartel de las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia mientras estos ocuparon el pueblo, entre 1810 y 1812.

A principios del siglo XX cambió de propietarios, siendo adquirido por una familia de origen inglés que procedió a su restauración dada su lamentable situación; tal era que incluso estaba autorizada su demolición, debido al avanzado estado de abandono en el que se encontraba.


Se mire desde donde se mire, es complicado ver el castillo.

 

LOS DETALLES:

El castillo, que apenas si es visible desde el interior del núcleo urbano por encontrarse rodeado de edificaciones, mantiene una planta ligeramente rectangular —su fachada noroeste presenta una leve curva—, y tuvo una torre en cada esquina; actualmente sólo conserva dos: una en cada esquina de su fachada sureste, siendo la más alta, la torre del Homenaje, la situada más al norte. A la otra torre se la conoce como la torre del Secreto. Estas dos torres, junto con el adarve que las une, fue obra de los Ponce de León.

En la esquina norte se levanta lo que aparentemente parece ser otra torre, cuando sólo es esa parte de la muralla con algo más de altura.

Su fachada suroeste, la que mira al río, está reforzada con dos cubos prismáticos, también de factura cristiana. Delante de ella, quedan los restos de lo que fue una barrera del primitivo castillo árabe.

Tres de sus lienzos están almenados, al igual que las torres, con merlones rematados en forma de pirámide, a excepción de la fachada norte, la que da a la calle Nueva, que carece de almenas.


La escondida entrada al castillo.

El acceso al castillo se encuentra detrás del edificio del Ayuntamiento y semioculto por éste.

Después de atravesar un arco que está debajo de donde se encontraba el oratorio, se llega a un pequeño espacio descubierto, a modo de antepuerta. La portada es un sencillo arco apuntado, de piedra, enmarcado en un alfiz y bajo un sutil voladizo; sobre el arco, dos escudos. El de la izquierda es el del ducado de Arcos:

Escudos sobre la puerta de entrada.

Escudo partido.

Primero, de plata, león de gules coronado de oro.

Segundo, de oro, cuatro palos de gules.

Bordura general de azur cargada de ocho escudetes de oro, cada uno con franja de azur.

Al timbre, corona ducal.


Escudo del ducado de Arcos.

 

El interior lo ocupa un gran patio de armas, hoy ajardinado, alrededor del cual se distribuyen edificaciones adosadas a las murallas que continúan siendo usadas como residencia por sus propietarios; bajo el patio se encuentra un aljibe del siglo XIV, de considerable tamaño —el castillo dispone aún de tres aljibes más—. En el rincón norte se abre otro patio de menor tamaño.

Al oeste se abría una puerta, hoy cegada, en arco de herradura que, probablemente fue la original y principal del alcázar.

De todas las obras en él realizadas a lo largo del tiempo, quedan como testigos los materiales utilizados y que en muchos lugares del castillo pueden apreciarse: tabilla —adobe, barro—, hormigones de cal y cantos, sillares y ladrillos, que nos advierten de las distintas fases y reformas en él efectuadas. Desde los primeros árabes del emirato y del califato cordobés, pasando por el corto periodo de su taifa y las transformaciones como residencia palaciega de todos los duques de Arcos; sin olvidar la ocupación descontrolada de los franceses —desastrosa, como en todos sitios—, con la consiguiente adaptación a residencia cuartelera y la apertura de huecos para el fuego fusilero; hasta llegar a sus actuales propietarios que lo han reconvertido, nuevamente, en vivienda familiar.


El castillo detrás del Ayuntamiento.

Por último, y ya termino. Arcos tuvo y aún quedan vestigios, una muralla urbana de la que aún se conservan escasos tramos que sirven como apoyo a viviendas; también alguna torre y una de sus puertas, la de Matrera, que es el paso entre intramuros y el llamado Barrio Bajo.

Pero sobre eso hablaremos otro día.

  

 

RESUMIENDO:

Nombre:      Castillo Ducal de Arcos.
Municipio:  Arcos de la Frontera.
Provincia:   Cádiz.

Tipología: Castillo.
Época de construcción: principios del siglo XI, pero sin datar con exactitud. Fue muy transformado a lo largo de los siglos XIV y XV
Estado: En buen estado de conservación. Las constantes obras por parte de sus actuales propietarios son dignas de agradecer.
Su uso como residencia es fundamental para su mantenimiento.

Propiedad: Privada.
Uso:    vivienda de sus propietarios.
Visitas: su acceso está restringido a unos pocos días al año. Hay que contentarse con una ojeada a su fachada desde la plaza del Cabildo, o también desde la lejanía, al otro lado del río Guadalete. Por la calle Nueva también se ve algo.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Está declarado Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, desde el 29 de junio de 1985.
En 1983, la Junta de Andalucía otorgó un reconocimiento especial a los castillos de Andalucía.

Clasificación subjetiva: 3, o sea, que se incluirá obligatoriamente en ruta de viaje, o lo que es lo mismo, se hará todo lo posible en esta vida por visitarlo, el castillo y la ciudad, claro.
Otras cuestiones de interés: toda la ciudad de Arcos de la Frontera es de un alto atractivo, comenzando por la Plaza del Cabildo, donde se encuentra la entrada al castillo, el Ayuntamiento, el Parador de Turismo y la Basílica Menor de Santa María de la Asunción; el palacio del Mayorazgo; la iglesia de San Pedro, que si la encuentras cerrada bastará con mirar la fachada; pintorescas calles como la de Boticas, el Callejón de las Monjas y la cuesta de Belén; o descansar la vista en el Mirador de Abades o en el de Peña Vieja.

Le robo esta foto a josemariacastillejo.com, que yo no pude subir a la torre de la basílica.

Cómo llegar:

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