martes, 27 de septiembre de 2016

Faro, murallas y castillo

 Nuevamente en el Algarve, tierra que casi es nuestra tierra; lo digo dada la frecuencia de mis paseos por estos paisajes. Nunca está de más echar el día caminando sobre pequeños adoquines, calles blancas y negras y firmes irregulares que apenas incomodan. 

Y de vez en cuando, una mirada al pasado y sus piedras en forma de almenas, arcos, torres y garitas. Como hoy, que estoy en Faro, y que antes fue Santa María de Faro, y ahora es la capital del Algarve. y a la que he de volver, no me cabe duda.

El Arco de la Vila, desde la Plaza de Dom Francisco Gomes.
 

Pero mucho antes se llamó Ossonoba, entre los siglos III a.C, y VIII d,C,, tiempo durante el cual se fue labrando su importancia comercial y económica —fue romana, visigoda y árabe, ya con el nombre de Al-Gharb desde el 713 y Al-Harun a partir del siglo XI—.

Aquí, conquistando Faro a los musulmanes.

Fue cristiana desde el año 1249 en que la conquistó Alfonso III, de Portugal claro, con el apoyo de tropas de la Orden de Santiago. La ciudad volvió a caer en manos moras en 1251 para ser vuelta reconquistar en 1260. Seis años después, el rey le otorga fueros propios.

Con las reformas ejecutadas por Alfonso III, la ciudad quedó dividida en tres núcleos: la Vila Adentro —actual freguesía de Santa María— que incluía la judería, los templos y las viviendas de los cristianos; la Ribeira, algo así como un área residencial para la nobleza y clases sociales altas; y por último la Baixa da Vila, donde se instaló a la fuerza toda la población mora.

Durante la segunda mitad del siglo XV la ciudad y con ella sus murallas, sufrió un gran deterioro, que casi llevó a la ruina de las fortificaciones. Esta situación cambió cuando Joao III otorgó a Faro la condición de ciudad, en 1540. Y más que cambió cuando pocos años más tarde, la Diócesis del Algarve se trasladó de Silves a Faro, aunque conservando la primera su pequeña catedral.

Desde 1830 es la capital de la región del Algarve,


La Compañía, en la Puerta del Repouso, pero en dos momentos distintos.

 

LAS MURALLAS Y PUERTAS:

Las murallas existentes se apoyan en otra anteriores a la llegada de los árabes —seguramente romanas—; éstas fueron consolidadas en el siglo IX por Ben Bekr, y ampliadas posteriormente.

En el siglo XII, después de la invasión almohade, se volvieron a reforzar esas defensas, construyéndose dos torres albarranas para proteger la puerta orientada al este, que siglos después se unirían a la muralla para formar lo que se llamó el Arco del Repouso, a la vez que conformaba otro arco más al exterior de la muralla. Esta puerta se llama así porque, según cuenta la leyenda, reposó allí el rey Alfonso III tras conquistar la ciudad —en este mismo sitio, según otra leyenda, un padre deshonrado, moro él, encerró a su hija por culpa de su enamoramiento con un cristiano—.

Demasiadas prohibiciones en la Puerta del Repouso.

Alfonso III mandó reedificar todo el perímetro de la ciudad, elevando murallas y torres, llegando a tener cuatro puertas y un postigo, de las cuales, sólo se conservan dos: la del Repouso y otra muy modificada por obras sucesivas.

Esa otra puerta, que se orienta al norte, es el llamado Arco da Vila, y en su interior aún se localiza el viejo arco de herradura, obra también de la época de Ben Bekr.

El perímetro de la muralla reconstruida por Alfonso III, y que nos ha llegado hasta nuestros días, se levanta sobre una planta ligeramente ovalada que recoge en su interior el casto antiguo de la ciudad.

Años más tarde, en 1577, cuando la Diócesis del Algarve se trasladó de Silves a Faro, se volvieron a ejecutar obras de refuerzo en todas las defensas, añadiéndose un revellín.


Coincidiendo con la época en que los dos reinos peninsulares estuvieron unidos —1580-1640, dos coronas pero una sola cabeza—, las murallas se adaptaron a los nuevos sistemas pirobalísticos, para lo que se demolieron almenas y se desmocharon torres a fin de igualar sus alturas con los lienzos de la muralla. Así se aseguraba la funcionalidad de las piezas de artillería.

En 1596 la ciudad sufrió un severo castigo a cargo de Robert de Devereux, II conde de Essez, valido de Isabel I y corsario a las órdenes de la reina inglesa. Essex, finalmente, fue decapitado en la Torre de Londres acusado de un intento de sublevación.

Lienzos de muralla hacia el levante.

Durante la Guerra de Restauración —1640-1668—, las murallas se adaptaron al uso de las nuevas armas, por lo que se rebajaron las almenas de las torres y se construyó una nueva línea de murallas que miran al mar. También se construyó, en Quelfes de Olhao, el fuerte de San Lorenzo —hoy desaparecido—, lo que provocó quejas del Cabildo de Faro por considerar que esos gastos debían haberse empleado en una nueva cerca de la ciudad que protegiera los arrabales.

De esta época, 1621, es el plano de planta más antiguo que se conoce del castillo y las murallas de la ciudad, obra de Alexandre Massai.


La Porta Nova, intramuros y extramuros, respectivamente.

En 1630 se abrió la llamada Porta Nova, en su cara oeste, para así dar acceso fácil a las pequeñas embarcaciones ancladas en la ría.

En el terremoto de 1755 —el de Lisboa, el de siempre—, la ciudad fue parcialmente destruida, y con ella también gran parte de sus murallas. Además se demolió la muralla que va desde la Porta da Vila hasta el baluarte de Sao Sebastiäo, supongo que en nombre del desarrollo urbanístico.

A partir de entonces decae la importancia militar de la plaza, y ese desinterés llevó a que las nuevas construcciones se integraran con la cerca, perdiéndose no sólo su visibilidad, sino en muchos casos también la existencia de algunos de sus elementos defensivos.

El Arco de la Vila


El Arco de la Vila, intramuros.

Al norte de la vieja ciudad, que allí llaman la Vila Adentro, está la puerta conocida como el Arco de la Vila, cuya imagen actual es obra del arquitecto italiano Francesco Saverio Fabri —Francisco Xavier Fabri para los portugueses— que la construyó, por encargo del obispo Gomes de Avelar, en estilo neoclásico a principios del siglo XIX. Está coronada por una hornacina con una estatua de Santo Tomás de Aquino.

En 1923, se enlazaron las calles del Castillo y San Francisco abriendo un paso en la muralla sur mediante la demolición de una parte de la muralla.

A partir de esa fecha se inició una etapa de reconstrucciones y rehabilitaciones en las puertas y en una torre junto a la Catedral en 1940. En 1966 le tocó a los baluartes y a torres de la zona sur. Por último, en 1996 se realizó una intervención general en todo el perímetro.

 


EL CASTILLO

 Lo que hoy vemos del castillo de Faro, y que actualmente es conocido como la Fábrica da Cerveja, es parte de la estructura defensiva de la ciudad, y se levanta sobre lo que fue una alcazaba árabe construida a la par que las murallas allá por el siglo IX.

 Probablemente fue construido hacia 1249, convirtiéndose en el bastión más importante del sistema defensivo de la ciudad.

Durante la llamada Dinastía Filipina —tres felipes: II, III y IV—, o sea el período de tiempo en que Portugal y España compartieron monarca —1580-1640— se reformó y fue sede de la Capitanía General.

La vida de este edificio ha ido paralela a la del resto de las fortificaciones de la ciudad, sufriendo ataques de los ingleses —como aquel ya mencionado de 1594, llevado a cabo por Robert Devereux, II conde de Essex, que lo expolió e incendió—, de otros piratas y, cómo no, de los españoles en la Guerra de la Restauración.

Se llevaron en él numerosas obras de remodelación y adaptación, destacando las realizadas en el siglo XVII para su adecuación a los nuevos modos de guerra: se reforzaron las baterías orientadas al mar y algunos baluartes, todo ello bajo la dirección del holandés Jean Gillot.

Durante el siglo XVIII, y parte del XIX, fue el cuartel del Regimiento de Artillería del Reino del Algarve, para lo que hubo que ampliarlo con nuevas construcciones, en forma de U, adosadas a tres fachadas del castillo.

Muralla y castillo, desde el este.

A finales del XIX, todo el conjunto pierde su valor militar y con ello su uso, y pasa a ser un almacén de algarroba, que quedó abandonado al poco tiempo. En 1879 fue alquilado a una empresa que lo convirtió en fábrica de bebidas alcohólicas.

La adaptación del edificio a este nuevo uso alteró, y adulteró, la edificación de manera muy notable, incluyendo el entorno más cercano, pues se abrió, en 1923, una nueva calle y una puerta en las murallas, la actual Rua do Castelo.

En 1931 se instaló en él una empresa dedicada a la fabricación de cerveza —Portugalia—, con lo que volvió a sufrir reformas que modificaron sustancialmente su distribución y fisonomía, adulterándose torres y lienzos de muralla. Y todo ello para nada, pues la fábrica no llegó a entrar en funcionamiento.

Hoy es propiedad del Ayuntamiento y es un espacio cultural.

Estado actual del castillo

             

RESUMIENDO:

Nombre:     Murallasde Faro
Localidad: Faro
Municipio:
Distrito:     Faro
Región:      El Algarve
País:            Portugal.

Tipología:   Muralla urbana y Castillo.
Época de construcción: el castillo se comenzó a finales del siglo XIII, con sus consiguientes ampliaciones y reformas a lo largo del tiempo. Las murallas árabes se iniciaron en el siglo IX; siendo ampliadas por los cristianos en el XII.
Estado:   Se encuentra en buen estado conservación, pero es evidente que son manifiestamente mejorables,

Protección:   El Arco da Vila es Monumento Nacional desde 1910. En 1993, las murallas que rodean la Vila Adentro, fueron declaradas Inmueble de Interés Público.
Propiedad: las murallas son, evidentemente, propiedad municipal; y también lo es el castillo desde 1999.
Uso:   Cultural y turístico.

Clasificación subjetiva: 3,   Se incluirá obligatoriamente en ruta de viaje, o lo que es lo mismo, se hará todo lo posible por visitarlo:
Visitas:   Todo el conjunto de las murallas, o sea, la Vila Adentro, es visitable libremente, pues se trata de las propias calles de la ciudad. Cuando lo visité, octubre 2015, el castillo se encontraba cerrado. Así que otra vez será.

Otras cuestiones de interés:   Todo lo que encierran las murallas, la llamada Vila Adentro o Cidade Velha, con la inacabada Catedral gótica, que tiene trazas de bastión dentro de la gran fortaleza —merece la pena subir a la torre y mirar todo lo que desde allí se ve—; el Palacio del Obispo; el Museo Municipal, y el laberinto de sus calles. También el centro de la ciudad, más moderno y comercial.
Fuera de la ciudad, El Parque Natural de Ría Formosa, con las marismas, islotes y playas.

Detalles en la Puerta del Repouso.

Para orientarse y poder llegar.



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