martes, 31 de mayo de 2016

Mallorca, Deiá, torre de Son Marroig-La Foradada







Reconozco que hasta aquel día desconocía la existencia del lugar —y de muchos otros lugares de la isla, claro está—, por lo que fue una sorpresa ver la torre junto a la carretera que va de Valdemosa a Deiá, y más sorpresa aun cuando recorrimos el edificio, torre y jardines incluidos. Mereció la pena.
Estoy hablando de Sa Foradada, o La Horadada en castellano, que es un lugar en el que destacan dos cosas: la península de ese nombre, espectacular e imponente; y la possessió —posesión en castellano, o lo que es lo mismo propiedad— de Son Marroig, desde cuyo mirador se contemplan unos atardeceres emocionantes. O eso dicen, porque yo no lo pude comprobar, que cuando abandoné el lugar, el sol aún estaba alto.

La primera visión que se tiene de Son Marroig.

Un inciso, el concepto possessió está muy arraigado en las islas, siendo pieza clave de la economía rural tradicional, se trata de una auténtica unidad de producción. En principio tuvieron también un carácter defensivo, desarrollando modelos constructivos de naturaleza fortificada que convivían con las viviendas, dependencias agrícolas y ganaderas y las tierras explotadas.
Algo parecido se encuentra en el resto de España: pazos en Galicia, masías en Cataluña, cortijos en Andalucía, etc.

La penísula de La Foradada —el agujerillo del fondo da nombre a la roca—

El lugar está en la sierra de la Tramontana, en el término de Deiá, y lo de la Horadada viene por un enorme agujero en la roca que, cuenta una leyenda, lo produjo un cañonazo desde un barco pirata allá por 1582. Y ese debió ser el motivo por el que se construyó la torre, la existencia de piratas y la necesidad de vigilar y proteger la costa.
Y pocos datos más tengo al respecto, pues de aquella visita no traje nada con lo que pueda documentarme —el folleto que en el palacete facilitaban, hablaba exclusivamente de la villa y nada de la torre, como si la vida allí hubiera comenzado con la llegada del Archiduque.
De la misma manera nada encuentro en la red. Todo lo que leo son páginas y blogs de viajeros con exclusivo contenido turístico. Y cero datos históricos y técnicos. Una lástima.


Fachada principal, hacia el este.

Bueno, algunos sí, aquí los dejo:

— La torre está datada en el siglo XVI, y ya era propiedad de los Masroig de Sóller desde el siglo XV.
— El lugar era conocido, en el siglo XVII, como Foradada dels Masroig. Por entonces, la propiedad seguía siendo de los Masroig, y estaba valorada en 11.000 libras, que al cambio actual me es desconocido, y en euros igualmente.
— Más tarde pasó a llamarse Son Masroig de Sa Foradada.
— En 1863, la finca es adquirida por la familia Cortei, que fueron quienes se la vendieron al Archiduque en 1877, por un precio muy superior al que realmente correspondía. Prevenido por algunos sobre el alto precio a pagar, el comprador se justificó diciendo “que con todo el dinero que había dado no había pagado ni el agujero de la Foradada”. Ese fue el resultado del enamoramiento sufrido po el buen señor.

La Compañía en la sala principal del palacio.

— Apunte biográfico, del Archiduque:

El Archiduque “Luis Salvador de Habsburgo-Lorena y Borbón Dos Sicilias nace el 4 de Agosto de 1847 en el Palazzo Pitti de Florencia, antigua capital del Gran Ducado de Toscana” (de sonmarroig.com).
Y sigue: “era el noveno hijo de Leopoldo II, Gran Duque de Toscana y de María Antonieta Borbón Dos Sicilias”…
“… y era primo de Francisco I, Emperador de Austria y Rey Apostólico de Hungría, y sobrino de la Reina Regente de España, Isabel II y primo del rey de España, Alfonso XII”.
— Había comprado la propiedad con la intención de llevar a cabo estudios sobre la naturaleza de la comarca, y escribir un libro sobre la vida de los escarabajos. Pero el tema se le debió quedar corto y amplió horizontes, adquiriendo otras muchas propiedades en los alrededores, prácticamente todas las posesiones entre Valdemosa y Deiá, incluyendo la llamada Miramar con su monasterio, aquel que Ramón Llull, en el siglo XIII, quiso convertir en colegio de lenguas orientales.
— Dedicó todo su tiempo a la naturaleza y al trabajo en el campo, al cultivo de la tierra y al cuidado de los jardines. Y como resumen de su estancia, dejó la obra titulada Las Baleares descritas por la palabra y el dibujo, un estudio en nueve tomos, sobre las costumbres, la fauna, la flora, la lengua, etc. de las islas en la segunda mitad del siglo XIX.
— fue su residencia principal durante cuarenta años, y al iniciarse la I Guerra Mundial, abandonó la isla.
— A la muerte del Archiduque —1915—, todas sus posesiones en la isla fueron heredadas por su secretario, Antonio Vives Colom, natural de Deiá. Actualmente, sus descendientes son los propietarios de Son Marroig.

Y hasta aquí mi aportación histórica.

Torre y una de las ventanas renacentistas.

Desde el exterior, y al llegar, la edificación que más llama la atención es la torre. Se sitúa al este del conjunto, cerrando por ese lado el patio abierto que conforma la fachada principal del palacio.
Datada en el siglo XVI, es de planta cuadrada, alta y con un fuerte aspecto defensivo —matacanes en dos de sus caras— que queda suavizado con el añadido de las ventanas renacentistas procedentes de otro edificio demolido.
Su interior se divide en tres plantas más la terraza que está cubierta. En ella se dispone una capilla y la sacristía en planta baja; el resto de plantas, unidas por una escalera de caracol, son dependencias y habitaciones. Desde la primera planta, y a través de un pequeño pasillo, se accede a la sala principal del palacio.



La torre es, sin duda, el elemento arquitectónico más significativo de todo el conjunto, al que acompaña, a sus pies, y algo escondida entre la vegetación, una bonita fuente con cabeza de león.
De esta torre, una de las muchas construidas a lo largo de todas las costas de las islas, se dice que estuvo ocupada por piratas y que fue usada como lugar de cautiverio de una bella mujer.

Arcada de la terraza de la fachada principal.

El palacio tiene planta en U orientándose la fachada abierta hacia el noroeste, con la torre en su extremo izquierdo.
La fachada principal de la casa presenta una altura de dos plantas más baja, a excepción de la zona izquierda que sólo tiene baja y se cubre con una amplia terraza con balaustrada, y parte de ésta con una arcada.
Varias puertas permiten el acceso al exterior, siendo la más próxima a la torre —la única de arco apuntado, las demás son de medio punto— la que nos lleva al vestíbulo, y de ahí, en un tranquilo paseo, al resto de salas y dependencias del edificio.




En la casa, el Archiduque acometió obras que le dieron una apariencia palaciega —una de las puertas de acceso es un portal gótico proveniente de la cartuja de Valdemosa—, reformando las zonas más antiguas que databan de los siglos XV y XVI, y habían sido construidas en estilo renacentista.
Las zonas más nobles se sitúan en la planta alta; a través de un portal de estilo gótico, proveniente de la Cartuja, se accede a una gran sala, rectangular y muy bien iluminada, en la que, al igual que en otras habitaciones, pero aquí con mayor profusión, se reparten dibujos, libros y efectos personales del Archiduque; y multitud de objetos antiguos, fenicios, griegos, etc.; y mobiliarios de época, cerámicas y numerosos lienzos de reconocidos pintores locales.
De ahí se pasa a la sala de Ultramar, iluminada a través de los cinco arcos toscanos de la galería de la fachada suroeste —sólo abierta en los meses de verano—. Desde esta galería se tienen las mejores panorámicas: a la izquierda el templete y a la derecha la Foradada.
Fachada suroeste, frente a los jardines.

Desde la planta baja, y por una puerta situada en la fachada sur, se llega a los jardines, a los que, según dicen, dedicaba el Archiduque su mayor atención. Los románticos dirán que son lo más bonito de toda la posesión, con el pabellón de mármol blanco de Carrara al borde de los acantilados, sobre el mar, el estanque, el mirador del Galliner —el gallinero— , el obligado silencio, los atardeceres y tal y tal. Vale.


Hasta aquí.

Habitantes del lugar.


RESUMIENDO:

Nombre: Son Marroig, La Foradada.
Localidad: Deiá
Municipio: Deiá, Mallorca
Provincia: Islas Baleares.

Época de construcción:  siglo XV la torre. Ampliaciones y reformas a lo largo del tiempo, hasta el siglo XIX.
Estado: todo en muy buen estado.
Propiedad: Privada.

Uso: Turístico y como el mejor mirador de Mallorca.
Visitas: Es visitable, previo pago.
Protección: Está declarado Bien de Interés Cultural desde 1993.
Clasificación subjetiva: 3, o sea, que se incluirá obligatoriamente en una ruta de viaje, o lo que es lo mismo, se hará todo lo posible por visitarlo.

Otras cuestiones de interés: Cerca de Son Marroig está la localidad de Deiá, y Sóller, y Valdemosa. Y toda la Sierra de Tramontana.
Cómo llegar: Se encuentra en el km 69’5 de la carretera Ma-10 que une Valdemosa y Deiá, junto al mirador de La Foradada. Bien señalizada y se ve desde la carretera.


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