Desde la esquina de la hamburguesería hasta la Puerta Real, la muralla era una línea casi recta, que servía de medianera a las viviendas de la actual calle Julio César (extramuros) con las de la calle Gravina (intramuros), que algunos tramos aún quedan, como hace muchos años pude comprobar en una actuación profesional en un inmueble de esta calle.
Al final de la calle Gravina, a la izquierda, en la intersección de las calles Alfonso XII -entonces se llamaba de las Armas-, San Laureano y Goles, estaba la Puerta Real, en la pequeña placita que conforma la unión de estas calles. Y se llamó Real porque por ella hizo su entrada a la ciudad el rey Fernando III, el Santo, en 1248, con motivo de su toma a los árabes. También la utilizó el rey Felipe II cuando se dejó caer por aquí el 10 de Mayo de 1570 tras su enlace matrimonial con Ana de Austria. Claro que para real, la puerta de la Macarena, bajo la cual llegaron a pasar de manera triunfal hasta cinco monarcas, aunque ninguno de ellos superó en pompa y ostentación a los actos que se celebraron cuando la visita de Felipe II.
Como las anteriores, tenía salida a la zona del Arenal, pero nunca estuvo ligada a las actividades comerciales propias del puerto. Curiosamente, no podía verse desde el exterior de la ciudad, ya que se situaba en una pequeña depresión del terreno, aún apreciable, y tapada por un montículo, tal vez producido por depósitos de avenidas del río y aumentado por escombros y basuras provenientes de los barrios cercanos a la puerta.
Inicialmente fue conocida como la puerta de Goles (parece que la palabra nace como degeneración al árabe de la palabra Hércules, cuya figura coronaba esta edificación), o porque en las inmediaciones existió una alquería que era conocida con ese nombre; pero con la Reconquista ese nombre desaparece para permanecer hasta nuestro días en una de las calles aledañas.
En el lugar descrito encontramos los restos de un pequeño lienzo de muralla almohade, sobre la que se apoyó la puerta, que en su origen fue almorávide. En ese resto de muralla, que se restauró en 1995, podemos ver la lápida original de mármol que conmemoraba su última construcción en 1564, y que dice:
Ferrea Fernandus prepegit claustra Sevilla
Fernandi nomem splendit us astra polli
(Fernando quebrantó las ferreas puertas de Sevilla
y el nombre de Fernando brilla como los astros del cielo)
La primitiva puerta, la de Goles, seguramente fue una torre puerta, con acceso en recodo, aunque también pudiera tratarse de una puerta protegida por una torre. No he encontrado ningún dibujo que pueda ilustrar lo que escribo, así que pasemos directamente a su sucesora.
En su nueva ejecución, la tercera que se hacia en la ciudad después de la de la Macarena y Jerez, se eliminó el acceso en recodo (?) sustituyéndolo por uno frontal y estética renacentista imperante en el momento, más acorde con el rango que la ciudad iba adquiriendo, diseño que luego continuaría en la del Arenal, que se comenzó justo cuando ésta finalizaba. Perdió el rastrillo y los elementos propios de la defensa, que ya carecían de valor, así como las capillas que tenía en su interior y se eliminó la estatua de Hércules que la coronaba, dotándola de dos cuerpos: primero un arco adornado con pilastras, y sobre su cornisa se alzaba el segundo cuerpo que terminada en un frontispicio rematado por unas pequeñas pirámides y bolas, elementos propios de las obras de Hernán Ruiz II. En el frontón exterior se colocaron las armas de Felipe II y en el interior, el escudo de la ciudad. A cada lado se ejecutaron unas hornacinas: en las dos de la derecha, motivos religiosos (la Virgen de la Merced arriba y un Calvario abajo); en las de la izquierda, un cuadro de San Antonio arriba y un cuarto para estancia del guarda de la puerta.
La flecha señala lo que queda de la puerta. |
En 1730 se amplia la parte de la derecha hasta formar una Capilla que fue sede de una Hermandad de Gloria. Esta capilla se amplía con la demolición de la puerta en 1859 (poco antes de la revolución de 1968, la gloriosa (?), dedicando la planta alta a casa de Hermandad.
En 1930, la capilla se hunde, restaurándose pasada la Guerra Civil y manteniéndose así hasta la actualidad.
Como esta puerta no da para más me encamino hacia la calle Goles, cortada al tráfico por obras pero practicable para peatones. Justo pasada la capilla, a la izquierda, los relimpios restos de un trocito de muralla almohade muy bien indicados con un azulejo. Pequeño resto que nos ayuda a entender algo lo que fue, sus materiales y sus proporciones. Mirándolo trato de imaginarla completa, a la vez que lamento profundamente su pérdida.
Azulejo que nos recuerda, así por encima, como fué y para que servía la muralla. |
Continuo por la calle Goles, que por aquí siguió la muralla hasta la Puerta de San Juan, aunque en el siglo XVII se abrió a mitad de camino, un postigo entre las calles Curtidurias y Santa Ana, detrás del convento de San Antonio de Padua, que tiene su entrada principal por la calle San Vicente, a fin de que los frailes de dicho convento pudieran salir y entrar a la ciudad con más comodidad cuando tenían que atender a enfermos y moribundos en la administración de los Santos Sacramentos. A esta puerta se le dio el nombre de Postigo de San Antonio, y no encuentro por ningún sitio algún documento gráfico sobre el mismo. Lo siento.
Así que sigo mi camino hasta la Puerta de San Juan, que se situó en la actual calle Guadalquivir, entre las calles San Vicente y Torneo, que a ese corto tramo le han dado el nombre de la puerta. En un principio se llamó del Ingenio, ya que muy cerca estaba el primitivo muelle de mercancías, que se abandonó hacia mediados del siglo XVI en que comenzó a utilizarse otro junto a la Torre del Oro que ha perdurado su uso hasta nuestros días. A partir de entonces la denominaron de San Juan, por su proximidad a la iglesia Sacramental de San Juan de Acre.
La Puerta del Ingenio-San Juan, fue de origen almorávide, con un arco de reducidas dimensiones, muy alto y estrecho, flanqueado por dos torreones cuadrangulares coronados de almenas. Se reedificó en 1757, y sobre el arco se dispuso una lápida de mármol con el siguiente texto:
Se hizo esta obra de reedificación de murallas por dirección del
Señor Marqués de Monte Real,
del consejo de Su Majestad en el Real de Castilla.
Asistente Superintendente de todas las Rentas Reales.
Año de MDCCLVII
Se demolió en 1864, y desde entonces no queda nada que nos la recuerde, aunque he encontrado (navegando, navegando) la fotografía de una maqueta que la representa (?):
No quedo muy convencido con esta única ilustración, debo seguir buscando. |
Lo único que nos recuerda a la puerta es el nombre del cruce de calles. |
Desde aquí, a la Puerta de la Barqueta, hubo un lienzo de muralla con doce torreones circulares, algo curioso, ya que prácticamente todos los de la muralla tuvieron forma cuadrada. Mientras camino los voy imaginando con la vista puesta en el moderno puente de la Barqueta, que ha hecho perdurar el nombre del lugar.
En un principio a la puerta se la llamó de Vid-Arragel o de la Almenilla, pero debido al servicio de barcas que enfrente había, y que hacia el cruce a un lado y otro del río, pasó a ser denominada y con ello el lugar, como de la Barqueta. Erróneamente, otros han querido ver en ello la posible existencia de un puente de barcas en las inmediaciones, pero no, el único que hubo fue el de Triana, donde hoy está el Puente de Isabel II, de Triana, vamos.
Se situó esta puerta en la calle Calatrava, en la plazuela del Blanquillo, y conocemos su exacta ubicación porque, según vemos en el dibujo, aparece una espadaña que es la del monasterio de San Clemente.
Aquí,exactamente, estuvo la puerta de la Barqueta. |
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