Esta es la torre Umbría, situada en el núcleo urbano de Punta Umbría, población moderna que administrativamente nació apenas hace cincuenta años.
Se localiza Punta Umbría en el centro de la costa conocida turísticamente como de La Luz, al final o al inicio de esa inmensa playa que llega hasta Portugal y sólo rota por la desembocadura del río Piedras en El Portil.
El acceso al lugar pasa casi obligatoriamente por Huelva, bien por carretera o por barco –canoa que dicen por allí, y que fue el medio de transporte que utilicé la primera vez que llegué a Punta o Puntumbría, que es como lo llaman los lugareños- en un cómodo paseo fluvial ya más encaminado al placer y al turismo que al originario del transporte.
La torre Umbría se localiza en el interior de la población, muy cerca de la Plaza Pérez Pastor, junto a la Ría, que es la fachada interior del pueblo. La exterior, al Atlántico, está algo más alejada, aproximadamente un kilómetro, bastante más de cómo debió estar hace trescientos años —a orillas del mar abierto—, y por supuesto con muchísimos más elementos ajenos a ella que hacen que la torre quede totalmente envuelta en turistas, ladrillos y vehículos.
De todas las torres onubenses es la única que se encuentra dentro de un núcleo urbano, y la única en la que parece ser se realizan actividades culturales (encuentro en la red que se la publicita como centro de interpretación de estas construcciones en la Costa de la Luz), aunque según comprobé en una reciente visita, la torre estaba cerrada y en su exterior no encontré ninguna señal o cartel que me comunicara alguna de esas actividades. Además de esta función, la torre tiene instalado en su terrado un vértice geodésico, que es lo que actualmente se vigila desde la torre: la precisión de los mapas y sus coordenadas; porque ya no hay piratas berberiscos, ingleses ni holandeses.
Aunque como ya queda dicho, Punta Umbría tiene poco más de cincuenta años, no se puede decir lo mismo del conjunto de su historia. Desde los fenicios, luego griegos y romanos (esto parece una constante en todo lugar que se precie como tal, del sur de la Península Ibérica), se dejaron caer por aquí seducidos por la seguridad que les ofrecían los numerosos cursos de agua en las desembocaduras de los ríos Tinto y Odiel. Desde aquí se dirigieron hasta el interior de la actual provincia aquellos primeros colonizadores en busca de minerales y metales preciosos.
Y como no podían ser menos, también los musulmanes se asentaron aquí entre los siglos VIII y XIII, ocupando lo que hoy se conoce como la Isla Saltés.
Pero hasta estos momentos de la historia, pocos restos arqueológicos podemos contemplar: la memoria nos ha dejado apenas unos vestigios en las excavaciones realizadas en el lugar conocido como El Eucaliptal (un pequeño poblado, tal vez romano); y en la nombrada Isla Saltés tan sólo las huellas de unas pocas edificaciones.
En los tiempos que siguieron, este lugar y sus tierras pertenecerían al Señorío de Gibraleón, y después al municipio de Cartaya, independizándose de esta última ya a mediados del siglo XX. Y todo ello caminando por la historia sin apenas dejarse oir.
No es hasta que Don Luis Bravo de Lagunas, comisionado real para la construcción de la línea de torres almenaras a construir en esta costa, se fijara en los beneficios del lugar para ubicar aquí una de ellas, cuando podemos hablar de que realmente comienza la historia de Punta Umbría.
Y con ella la de esta torre, que hace que sea, evidentemente, el edificio más antiguo de la localidad, y tal vez el más importante: figura en su escudo y en el topónimo.
En el escudo de Punta Umbría, la torre. |
Se
decide la construcción de esta torre en Julio de 1577 correspondiéndoles la labor
a los cabildos de Huelva, Moguer y San Juan del Puerto, pero como ocurrió con
todas las demás, desde el principio hubo problemas de financiación. Finalmente
fue el de Huelva el que corrió con los gastos de construcción y posterior
mantenimiento, complementándose ese gasto con una parte del impuesto que
gravaba las capturas de pescado.
La fecha de su terminación quedó indicada en
la placa de mármol colocada sobre su puerta de entrada, bajo una buharda, y que
nos dice
“esta
torre mado hacer el Rei Don Felipe tercero nro señor siendo juez de las Torres
y de las demas del mar de Andalucía, el licenciado don Ju de la Fuete Hurtado y
Alca
Acabose año 1644”.
En
1756, el Teniente Coronel don José Pettenghi Estrada, Jefe del Estado Mayor del
Gobierno Militar de Cádiz, informó que la torre "es muy arruinada, su muralla
por toda la circunferencia", lo
cual contrasta con su buen estado actual, lo cual es de agradecer.
La torre es de forma troncocónica, de casi 15 metros de altura y aparejo de mampuestos con muros de hasta 4’50 metros de espesor; puntualmente se observan algunos sillares en el tercio superior y puntuales inserciones de ladrillo.
A unos 5’00 metros de altura, se dispone la puerta de entrada (actualmente existe una cómoda rampa de acceso que, en las dos visitas que he realizado últimamente, conduce a la puerta cerrada de la torre). El hueco es un vano de 1’92 x 1’07 metros por el que se accede a un zaguán trapezoidal cubierto con bóveda rebajada. En esta parte, el muro tiene un espesor de 3’90 metros —la longitud del zaguán—.
La primera estancia es circular y abovedada; la luz de la bóveda, semiesférica, es de 5’75 metros y la altura desde el suelo hasta su clave es de 4’42 metros; está construida con ladrillo aparejado a tizón. En el centro encontramos el brocal de un pozo o aljibe que está cegado.
La subida a la cámara superior se hace mediante una escalera de caracol, inserta en el muro; esa estancia también es circular y abovedada —5’63 metros de diámetro y 3’60 de altura; En la clave se abre un hueco de 0’37 metros de diámetro, que comunica con la terraza.
Desde esta segunda planta se llega al terrado mediante una escalera de tramo recto que llega hasta una garita de salida. El pretil de la terraza es recto, de 0’60 metros de grosor y 0’50 de altura.
Sobre la puerta de entrada presenta una buharda o ladronera —no confundir con un matacán— que comunica con la habitación de los torreros en la terraza, que hoy es un depósito de agua.
Ojo, la escalera no es la original |
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