Hasta allí me lleva hoy mi paseo, que hace años fue incompleto
y por ello aún lo lamento, pues me hubiera gustado tener constancia gráfica del
estado del castillo cuando parecía desmoronarse día a día.
Hoy, por fin, vuelvo para castillearlo. Para ver
cómo se encuentra, y llorar por su estado o celebrarlo. Quizás será lo segundo
porque, finalmente, siempre será mejor una cuestionable restauración antes que una
irremediable desaparición.
EL LUGAR:
De su pasado
prehistórico quedan restos de todos los periodos: del Paleolítico y el
Neolítico —y aquí de sus correspondientes edades, Cobre, Bronce y Hierro—, con
yacimientos como el de Las Peñas, y poblados cercas de las riberas e incluso en
zonas de los hoy denominados Picos de Aroche.
Más tarde,
los romanos asentaron en las inmediaciones a una centuria, y así nació en
tiempos de Augusto, Arucci Turobriga, en el paraje conocido como Los Llanos de
la Belleza, que, según leo en la enciclopedia digital por excelencia, fue una
ciudad ex novo —de nuevo— producto de una mutatio
oppidi —cambio de ciudad—. A
partir de finales del siglo III comenzaría a despoblarse, para quedar
totalmente abandonada a principios del siglo V.
A mediados
del siglo XII, los árabes vieron útil el cerro y decidieron construir en él un
castillo —que llamaban hisn— como
defensa de su correspondiente iqlim —agalim
en plural—que era el nombre que recibían los distritos administrativos en que
se dividía una Cora —Kora—, así
denominadas las demarcaciones territoriales en que se dividió al-Andalus
durante el Califato de Córdoba. Concretamente, Aroche, dependió de la Cora de
Baya, la actual Beja portuguesa.
Y en esto que llegamos a los momentos en que los cristianos avanzan hacia
el sur. Reinaba en Portugal Sancho II, que tenía ciertos conflictos con la
Santa Sede, para cuya resolución pidió ayuda al rey castellano Fernando III.
Este se la concedió a cambio de la renuncia del portugués a los territorios más
acá del río Guadiana que por entonces no eran de Castilla, a fin de fijar la
frontera entre ambos reinos.
Muerto Sancho II en 1248, su
sucesor y hermano, Alfonso III, alias el Reformador o el Boloñés, con ayuda de
los caballeros de la Orden del Hospital de San Juan, vuelve a hacerse con el
control de Aroche y Aracena —además de otras poblaciones que hoy están en
territorio de Portugal, como Serpa y Moura—, dándoles a todas las villas fuero
portugués. Operación que lleva a cabo entre 1249 y 1251, y que provoca en Castilla un considerable enfado.
Pero habrá que esperar hasta 1267,
cuando con la firma del tratado de Badajoz se ponga fin al asunto fijando definitivamente
la frontera en el río Guadiana.
Con ello, Aroche vuelve a Castilla —reinaba ya Alfonso X, el Sabio—. Su
sucesor, Sancho IV decide reforzar esta parte de la frontera y pone en marcha
la construcción de una serie de fortalezas, a todo lo largo de ella, que se
conocerán como la Banda Gallega. El conflicto quedaba servido. Desde entonces,
y durante algunos siglos, los enfrentamientos fronterizos serían cosa del día a
día.
Todo esto me da pié a escribir una entrada sobre la Banda Gallega y sus castillos. En
cuanto acabe ésta, me pongo a ello. Ya veremos.
Tras la puerta principal, y a la izquierda, dependencias del castillo. Al fondo, entrada al coso. |
Dependencias del alcaide. |
En el siglo XV, la
fisonomía intramuros era, prácticamente, como hoy la conocemos. La villa estaba
amurallada, aunque estas no eran las renacentistas que, en parte, hoy conocemos
y que corresponde a obras del siglo XVII. Ya por entonces, y desde finales del
siglo XVI, Aroche pertenecía al llamado Reino de Sevilla.
Pasa el tiempo y Aroche
alcanza una gran importancia desde el punto de vista estratégico durante la
Guerra de Restauración —1640/1668—, dada su proximidad a la frontera. Pero que
influyó negativamente en la economía y la salud de la población. Aspectos que
se normalizaron una vez terminó la contienda y quedó establecida la frontera.
Sin embargo todo lo vivido
en ese siglo XVII pareció repetirse nada más empezado el XVIII con la Guerra de
Sucesión —1700/1715— que, a pesar de ser un conflicto interno de España,
revivió acontecimientos y miedos pasados con Portugal.
Como no hubo dos sin tres, en 1808 llegaron los franceses y con ellos
nuevamente el miedo, los saqueos, el hambre y la decadencia.
Pero el refrán no se
cumple, pues en este caso habría que decir no
hubo tres sin cuatro, que llegó el 18 de julio de 1936 y vuelta a lo mismo:
represión sobre los vencidos, huidas a la sierra, fusilamientos, prisión,
exilio…
Y no ha habido cinco.
Durante las obras de reconstrucción/rehabilitación. |
EL CASTILLO:
El castillo de
Aroche, o lo que es lo mismo, el castillo de las Armas, es una fortaleza
islámica, concretamente almohade —siglos XII/XIII—. Hay textos donde parece
relacionarlo con el yacimiento de El Llano de la Torre, por lo que si fuera
cierto se podría decir que es almorávide, entre los siglos IX y X.
Incluso hay
motivos para remontarnos cronológicamente, ya que existe la creencia de que el
lugar que hoy ocupa el castillo hubo un teatro romano que mandó construir el
emperador Marco Coceyo Nerva entre el año 96 y 98 d.C., y terminado por Elio
Adriano en el 120. Pero mejor dejémoslo en cuarentena.
Volvamos a la Edad
Media, cuando los cristianos, con el rey portugués Alfonso III ayudado de
caballeros hospitalarios, conquistan la fortaleza a finales de 1250, en contra
del reparto previo que Castilla y Portugal habían hecho. La fortaleza quedará
definitivamente en manos castellanas mediante el Tratado de Badajoz de 1267.
En 1293, y por orden de Sancho IV, el castillo es reparado y las murallas de la villa reforzadas por el Concejo de Sevilla, de quien administrativamente dependía, dando como resultado la apariencia que hoy conocemos. Esa orden incluía la autorización para levantar otros castillos, entre los que estaba el de Cortegana.
Durante los siglos XIV y XV siguieron haciéndose obras en este castillo de Aroche, dada la importancia estratégica que tuvo por su proximidad a la frontera con Portugal.
Finalizados los
conflictos con el vecino reino, el castillo comenzó a perder interés militar,
con lo que fue deteriorándose lenta pero inexorablemente.
En 1804 se decidió
reconvertirlo en recinto para la celebración de corridas de toros, para lo cual
se había pedido, tres años antes, autorización al concejo de Sevilla, y aún sin
tener tal permiso —todas las respuestas fueron negativas—, se procedió a su
adaptación como coso taurino.
Menos mal que,
años después, con la llegada y posterior huida de los franceses, no sufrió más
daños que los que ya tenía.
LOS DETALLES:
Su tipología sigue
en muchos aspectos el modelo de fortaleza islámica: una planta que pretende ser
rectangular pero que por adaptarse a la topografía de la cima adoptará la de un
polígono irregular — con una longitud de su perímetro de 273 metros y una
superficie interior de 2.650 metros cuadrados—, con torres cuadradas y
rectangulares, hasta un total de diez, que sobresalen de la muralla entre
cuatro y cinco metros. De todas ellas destacan las que corresponden a cada uno
de los puntos cardinales, que serían las esquinas del imaginado rectángulo: al
norte, al este, al oeste, y al sur, siendo estas dos últimas las de mayor
tamaño y las únicas que poseen cámaras en su interior cubiertas con bóvedas de
cañón. El resto son macizas, y se disponen como refuerzo de los lienzos de
muralla.
Chiqueros de la plaza bajo el adarve en la zona sur. |
Toda la muralla dispuso
de un adarve que actualmente coincide en casi todos sus tramos con el graderío de
la plaza de toros. También estuvo totalmente almenada, no conservándose el
merlonado original ni siquiera en las torres; sólo en un corto tramo de muralla
se han reconstruido algunas almenas a modo de muestra.
La puerta de la Reina desde el interior. |
Se dice que tuvo
tres accesos, todas con rastrillo e incluso una con puente levadizo; pero hoy
sólo se identifican dos.
La que fuera la
puerta principal está en el oeste, a la derecha de la torre de ese vértice, y
se la conoce como la Puerta de la Reina, y está enmarcada en dos arcos de
herradura bajo una bóveda de medio cañón. Actualmente no suele ser utilizada.
Puerta principal, actualmente en uso. |
La otra puerta que
se conserva, y la generalmente utilizada, se orienta al sur; aunque
originariamente pudiera ser de las obras posteriores a su conquista, la actual
es del siglo XVIII. A su izquierda aún se conservan restos de edificaciones
primitivas —una sala abovedada— que hoy se identifican como dependencias del
alcaide.
El principal
material que se utilizó fue el tapial con verdugadas de ladrillo, sobre el que
se simuló una cuidada sillería como engaño en la distancia a los sitiadores. La
mampostería que también aparece, es fruto de trabajos cristianos.
RESUMIENDO:
Nombre: Castillo de Aroche o de Las Armas
Municipio: ArocheLocalidad: Aroche
Provincia: Huelva
Tipología: Castillo.
Época de construcción: siglo XII/XIII, aunque posiblemente sea anterior.
Estado: En buen estado conservación, gracias a que ha tenido un uso continuado, así como por las modificaciones sufridas a lo largo del tiempo, como la adaptación de su interior a coso taurino, a pesar de que este haya deformado su traza interior original.
Las últimas restauraciones también han ayudado a su conservación —dejo aquí mis reparos a intervenciones tan llamativas—.
Leo en alguna página web, de alguien que seguramente no lo ha visitado, que se encuentra en ruinas: totalmente incierto.
Propiedad: Pública, del Ayuntamiento de Aroche.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
En junio de 1985 fue declarado bien de Interés Cultural.
Visitas: Previo un módico precio, visita a su interior y agradable explicación de una guía local.
La visión de su perímetro exterior se complica por las numerosas viviendas que lo rodean. Es por ello que algunas fotos son robadas de la red.
Clasificación subjetiva: 2, o sea, si se pasa cerca y se va con tiempo pues se acerca uno a verlo. Es decir, que se incluirá en una ruta de viaje pero no pasa nada si luego no se visita.
Pero como nos encontramos en la Sierra de Huelva, tierra a la que tengo especial predilección, creo que habría que subirle la nota.
Otras cuestiones de interés: Hasta hace pocos años perteneció al ayuntamiento de Sevilla, como heredero administrativo de las competencias que tuvo el Concejo de Sevilla desde el “Ordenamiento para el Buen Gobierno” dado por Alfonso XI en 1344. Igual circunstancia corrieron los castillos de Cortegana, Encinasola, Almonaster la Real y Cumbres Mayores. Curiosamente, la alcazaba de Alcalá de Guadaíra, población cercana a Sevilla, vivió la misma condición.
Cómo llegar:
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