martes, 4 de enero de 2022

Aroche, castillo de Aroche o de Las Armas

Aroche está en la provincia de Huelva, allí donde Sierra Morena comienza a descender hasta que pierde su altura en tierras portuguesas. Sobre uno de sus cerros, coronándolo, el castillo mira a los Picos que llevan su nombre y a la inmensidad de encinas que alfombran el paisaje.

Hasta allí me lleva hoy mi paseo, que hace años fue incompleto y por ello aún lo lamento, pues me hubiera gustado tener constancia gráfica del estado del castillo cuando parecía desmoronarse día a día.

Hoy, por fin, vuelvo para castillearlo. Para ver cómo se encuentra, y llorar por su estado o celebrarlo. Quizás será lo segundo porque, finalmente, siempre será mejor una cuestionable restauración antes que una irremediable desaparición.

  


EL LUGAR:

De su pasado prehistórico quedan restos de todos los periodos: del Paleolítico y el Neolítico —y aquí de sus correspondientes edades, Cobre, Bronce y Hierro—, con yacimientos como el de Las Peñas, y poblados cercas de las riberas e incluso en zonas de los hoy denominados Picos de Aroche.

Más tarde, los romanos asentaron en las inmediaciones a una centuria, y así nació en tiempos de Augusto, Arucci Turobriga, en el paraje conocido como Los Llanos de la Belleza, que, según leo en la enciclopedia digital por excelencia, fue una ciudad ex novo de nuevo— producto de una mutatio oppidicambio de ciudad—. A partir de finales del siglo III comenzaría a despoblarse, para quedar totalmente abandonada a principios del siglo V.

A mediados del siglo XII, los árabes vieron útil el cerro y decidieron construir en él un castillo —que llamaban hisn— como defensa de su correspondiente iqlim —agalim en plural—que era el nombre que recibían los distritos administrativos en que se dividía una Cora —Kora—, así denominadas las demarcaciones territoriales en que se dividió al-Andalus durante el Califato de Córdoba. Concretamente, Aroche, dependió de la Cora de Baya, la actual Beja portuguesa.

Y en esto que llegamos a los momentos en que los cristianos avanzan hacia el sur. Reinaba en Portugal Sancho II, que tenía ciertos conflictos con la Santa Sede, para cuya resolución pidió ayuda al rey castellano Fernando III. Este se la concedió a cambio de la renuncia del portugués a los territorios más acá del río Guadiana que por entonces no eran de Castilla, a fin de fijar la frontera entre ambos reinos.

Muerto Sancho II en 1248, su sucesor y hermano, Alfonso III, alias el Reformador o el Boloñés, con ayuda de los caballeros de la Orden del Hospital de San Juan, vuelve a hacerse con el control de Aroche y Aracena —además de otras poblaciones que hoy están en territorio de Portugal, como Serpa y Moura—, dándoles a todas las villas fuero portugués. Operación que lleva a cabo entre 1249 y 1251, y que provoca en Castilla un considerable enfado.

Pero habrá que esperar hasta 1267, cuando con la firma del tratado de Badajoz se ponga fin al asunto fijando definitivamente la frontera en el río Guadiana.

Con ello, Aroche vuelve a Castilla —reinaba ya Alfonso X, el Sabio—. Su sucesor, Sancho IV decide reforzar esta parte de la frontera y pone en marcha la construcción de una serie de fortalezas, a todo lo largo de ella, que se conocerán como la Banda Gallega. El conflicto quedaba servido. Desde entonces, y durante algunos siglos, los enfrentamientos fronterizos serían cosa del día a día.

Todo esto me da pié a escribir una entrada sobre la Banda Gallega y sus castillos. En cuanto acabe ésta, me pongo a ello. Ya veremos.


Tras la puerta principal, y a la izquierda, dependencias del castillo. Al fondo, entrada al coso.

Dependencias del alcaide.

En el siglo XV, la fisonomía intramuros era, prácticamente, como hoy la conocemos. La villa estaba amurallada, aunque estas no eran las renacentistas que, en parte, hoy conocemos y que corresponde a obras del siglo XVII. Ya por entonces, y desde finales del siglo XVI, Aroche pertenecía al llamado Reino de Sevilla.

Pasa el tiempo y Aroche alcanza una gran importancia desde el punto de vista estratégico durante la Guerra de Restauración —1640/1668—, dada su proximidad a la frontera. Pero que influyó negativamente en la economía y la salud de la población. Aspectos que se normalizaron una vez terminó la contienda y quedó establecida la frontera.

Sin embargo todo lo vivido en ese siglo XVII pareció repetirse nada más empezado el XVIII con la Guerra de Sucesión —1700/1715— que, a pesar de ser un conflicto interno de España, revivió acontecimientos y miedos pasados con Portugal.

Como no hubo dos sin tres, en 1808 llegaron los franceses y con ellos nuevamente el miedo, los saqueos, el hambre y la decadencia.

Pero el refrán no se cumple, pues en este caso habría que decir no hubo tres sin cuatro, que llegó el 18 de julio de 1936 y vuelta a lo mismo: represión sobre los vencidos, huidas a la sierra, fusilamientos, prisión, exilio…

Y no ha habido cinco.


 


Durante las obras de reconstrucción/rehabilitación.

EL CASTILLO:

El castillo de Aroche, o lo que es lo mismo, el castillo de las Armas, es una fortaleza islámica, concretamente almohade —siglos XII/XIII—. Hay textos donde parece relacionarlo con el yacimiento de El Llano de la Torre, por lo que si fuera cierto se podría decir que es almorávide, entre los siglos IX y X.

Incluso hay motivos para remontarnos cronológicamente, ya que existe la creencia de que el lugar que hoy ocupa el castillo hubo un teatro romano que mandó construir el emperador Marco Coceyo Nerva entre el año 96 y 98 d.C., y terminado por Elio Adriano en el 120. Pero mejor dejémoslo en cuarentena.

Volvamos a la Edad Media, cuando los cristianos, con el rey portugués Alfonso III ayudado de caballeros hospitalarios, conquistan la fortaleza a finales de 1250, en contra del reparto previo que Castilla y Portugal habían hecho. La fortaleza quedará definitivamente en manos castellanas mediante el Tratado de Badajoz de 1267.

En 1293, y por orden de Sancho IV, el castillo es reparado y las murallas de la villa reforzadas por el Concejo de Sevilla, de quien administrativamente dependía, dando como resultado la apariencia que hoy conocemos. Esa orden incluía la autorización para levantar otros castillos, entre los que estaba el de Cortegana. 

Durante los siglos XIV y XV siguieron haciéndose obras en este castillo de Aroche, dada la importancia estratégica que tuvo por su proximidad a la frontera con Portugal.

Finalizados los conflictos con el vecino reino, el castillo comenzó a perder interés militar, con lo que fue deteriorándose lenta pero inexorablemente.

En 1804 se decidió reconvertirlo en recinto para la celebración de corridas de toros, para lo cual se había pedido, tres años antes, autorización al concejo de Sevilla, y aún sin tener tal permiso —todas las respuestas fueron negativas—, se procedió a su adaptación como coso taurino.

Menos mal que, años después, con la llegada y posterior huida de los franceses, no sufrió más daños que los que ya tenía.



LOS DETALLES:

Su tipología sigue en muchos aspectos el modelo de fortaleza islámica: una planta que pretende ser rectangular pero que por adaptarse a la topografía de la cima adoptará la de un polígono irregular — con una longitud de su perímetro de 273 metros y una superficie interior de 2.650 metros cuadrados—, con torres cuadradas y rectangulares, hasta un total de diez, que sobresalen de la muralla entre cuatro y cinco metros. De todas ellas destacan las que corresponden a cada uno de los puntos cardinales, que serían las esquinas del imaginado rectángulo: al norte, al este, al oeste, y al sur, siendo estas dos últimas las de mayor tamaño y las únicas que poseen cámaras en su interior cubiertas con bóvedas de cañón. El resto son macizas, y se disponen como refuerzo de los lienzos de muralla.

Chiqueros de la plaza bajo el adarve en la zona sur.

Toda la muralla dispuso de un adarve que actualmente coincide en casi todos sus tramos con el graderío de la plaza de toros. También estuvo totalmente almenada, no conservándose el merlonado original ni siquiera en las torres; sólo en un corto tramo de muralla se han reconstruido algunas almenas a modo de muestra.

La puerta de la Reina desde el interior.

Se dice que tuvo tres accesos, todas con rastrillo e incluso una con puente levadizo; pero hoy sólo se identifican dos.

La que fuera la puerta principal está en el oeste, a la derecha de la torre de ese vértice, y se la conoce como la Puerta de la Reina, y está enmarcada en dos arcos de herradura bajo una bóveda de medio cañón. Actualmente no suele ser utilizada.

Puerta principal, actualmente en uso.

La otra puerta que se conserva, y la generalmente utilizada, se orienta al sur; aunque originariamente pudiera ser de las obras posteriores a su conquista, la actual es del siglo XVIII. A su izquierda aún se conservan restos de edificaciones primitivas —una sala abovedada— que hoy se identifican como dependencias del alcaide.



El principal material que se utilizó fue el tapial con verdugadas de ladrillo, sobre el que se simuló una cuidada sillería como engaño en la distancia a los sitiadores. La mampostería que también aparece, es fruto de trabajos cristianos.

 

RESUMIENDO:


Nombre:    Castillo de Aroche o de Las Armas

Municipio: Aroche
Localidad: Aroche
Provincia: Huelva

Tipología: Castillo.
Época de construcción: siglo XII/XIII, aunque posiblemente sea anterior.
Estado: En buen estado conservación, gracias a que ha tenido un uso continuado, así como por las modificaciones sufridas a lo largo del tiempo, como la adaptación de su interior a coso taurino, a pesar de que este haya deformado su traza interior original.
Las últimas restauraciones también han ayudado a su conservación —dejo aquí mis reparos a intervenciones tan llamativas—.
Leo en alguna página web, de alguien que seguramente no lo ha visitado, que se encuentra en ruinas: totalmente incierto.

Propiedad: Pública, del Ayuntamiento de Aroche. 
Uso: Turístico, y plaza de toros. Me parece interesante este uso, aunque yo no sea taurino.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
En junio de 1985 fue declarado bien de Interés Cultural.
Visitas: Previo un módico precio, visita a su interior y agradable explicación de una guía local.
La visión de su perímetro exterior se complica por las numerosas viviendas que lo rodean. Es por ello que algunas fotos son robadas de la red.

Clasificación subjetiva: 2, o sea, si se pasa cerca y se va con tiempo pues se acerca uno a verlo. Es decir, que se incluirá en una ruta de viaje pero no pasa nada si luego no se visita.
Pero como nos encontramos en la Sierra de Huelva, tierra a la que tengo especial predilección, creo que habría que subirle la nota.

Otras cuestiones de interés: Hasta hace pocos años perteneció al ayuntamiento de Sevilla, como heredero administrativo de las competencias que tuvo el Concejo de Sevilla desde el “Ordenamiento para el Buen Gobierno” dado por Alfonso XI en 1344. Igual circunstancia corrieron los castillos de Cortegana, Encinasola, Almonaster la Real y Cumbres Mayores. Curiosamente, la alcazaba de Alcalá de Guadaíra, población cercana a Sevilla, vivió la misma condición.

Cómo llegar:



Las tres fotos siguientes no son mías, sino de la página web de la diputación de Huelva. las dejo aquí porque, además de buenas y bonitas, son muy significativas.



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