Localidad: Trujillo.
Municipio: Trujillo.
Provincia: Cáceres.
Tipología: Castillo.
Datación: Siglos IX al XII.
Situación:
El castillo de Trujillo se levanta en la cima del llamado Cerro o Cabezo del Zorro, dominando la población y toda la llanura que la rodea. Y no sólo eso, va más allá, pues desde sus torres la vista llega por el sur hasta la Sierra de Montánchez, los Llanos de Cáceres por el oeste, las Villuercas-Sierra de Guadalupe por el este y el río Almonte hacia el norte que lo separa de Monfragüe.
Trujillo fue Turacia antes de que los romanos lo llamaran Turgalium. Éstos le darían la categoría de prefectura dependiente de Emerita Augusta, y la convertirían en una “civitas stipendaria”, o sea, que rendía tributos a Roma.
Con la conquista de América el topónimo se extendió; hasta cinco ciudades iberoamericanas llevan este nombre. Como curiosidad, el municipio pacense de Trujillanos es nombrado así por haber sido fundado por gentes originarias de Trujillo.
Durante el dominio musulmán, Trujillo fue Turvila, y dependió de la cora de Mérida, siendo un centro de gran actividad militar por su situación en el camino de Mérida a Toledo. Autores islámicos la describen como una gran fortaleza cuyos pobladores no sólo realizaban razias contra los territorios cristianos, sino que también tuvieron una reconocida actividad comercial.
Fue reconquistada por el caballero portugués Geraldo Sempavor en 1165, que la perdió dos años después a manos de Fernando II de León, que fundó un señorío, en la persona de Fernando Rodríguez de Castro, que abarcaba tierras desde Montánchez hasta Monfragüe. Pero en 1173, nuevamente los musulmanes se hicieron con el control de la plaza.
En 1186, Pedro Fernández de Castro, hijo del primer señor de Trujillo, tomó nuevamente la población y sus tierras, pero esta vez en nombre de Alfonso VIII de Castilla, el cual entregó el señorío a las órdenes de Alcántara y Santiago.
Vuelve a cambiar de manos en 1196, esta vez por parte de los almohades, que la conservarán hasta el 25 de enero de 1232 cuando definitivamente es tomado por un ejército, al mando de Fernán Ruiz Altamirano, formado por integrantes de las órdenes de Santiago, Alcántara y el Temple, junto al Obispo de Plasencia. La villa pasó a ser dominio de la corona de Castilla y León; reinaba Fernando III el Santo y a partir de entonces fue villa de realengo, aunque con breves períodos de señoríos.
Alfonso X concedió a la villa fuero propio en 1256, controlando a partir de entonces un amplio territorio que incluía numerosas aldeas, limitando con Cáceres, Plasencia, Talavera y Medellín. En 1430, el rey Juan II de Castilla le concedió el título de ciudad.
Terminada la Reconquista, Trujillo fue capital, desde 1528, de la que se llamó provincia de Trujillo —división territorial de la Corona de Castilla—, formando parte de la Extremadura castellana, hasta 1653. Por entonces eran tres las provincias en las que quedaban incluidas la mayoría de las poblaciones de la actual Extremadura: la provincia de Salamanca, la de León de la Orden de Santiago y la de Trujillo.
La época de mayor esplendor de la ciudad coincide con los tiempos posteriores al Descubrimiento de América, cuando numerosos trujillanos —Francisco Pizarro, García de Paredes, Orellana, Nuño Chaves— partieron hacia el nuevo continente y que, a su vuelta, construyeron palacios y casas, y cooperaron en la financiación de iglesias y otros edificios para la comunidad.
Durante el siglo XVII, a partir de la Guerra de Restauración portuguesa y hasta principios del XVIII, coincidiendo con la Guerra de Sucesión, Trujillo sufrió una fuerte decadencia que se tradujo en la pérdida y ruina de gran parte de su patrimonio.
En 1810, durante la invasión francesa, la división administrativa en España se formalizó en prefecturas, quedando dividida “Extremadura” en las de Cáceres y Badajoz, que fueron prácticamente las antecedentes de las actuales, que quedaron consolidadas en la división definitiva de 1822.
De aquellos años de invasión francesa la ciudad acabó muy destruida, se implicó mucho en la lucha contra los ocupantes, fue ocupada en diversas ocasiones y perdió gran parte de su población. Su recuperación social y económica se prolongaría más de un siglo.
Datos históricos:
Su construcción data de la época califal, siglos X-XI, quedando conformadas sus murallas, de manera definitiva, en ese último siglo, aunque no es descartable que su origen esté en algún momento del siglo IX. Diversas remodelaciones y ampliaciones tras la conquista cristiana, sobre todo entre los siglos XV y XVI, dieron forma a lo que hoy conocemos. De este último siglo datan los antemuros y la construcción abaluartada junto a la puerta exterior del albacar.
Se dice que, en tiempos de Pedro I, este castillo fue elegido por Samuel Leví, tesorero del rey, para guardar las riquezas de la corona, pues se le consideraba uno de los más seguros del reino.
Aquí residió Juana la Beltraneja poco antes de contraer matrimonio en Plasencia con su tío el rey de Portugal, Alfonso V. Y por aquí pasó Fernando el Católico a interesarse por las obras que se estaban realizando en el castillo, camino de Guadalupe, adonde no llegó, pues murió días después, el 23 de enero de 1516 en Madrigalejo.
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Albacar, de trujilloteespera.com |
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Castillo, patio de Armas, de trujilloteespera.com |

Descripción, arquitectura y construcción:
El castillo de Trujillo fue un edificio netamente defensivo, nunca tuvo espacios residenciales ni estancias palaciegas. Lo forma un recinto con un perímetro de más de 900 metros, y se podría decir que sus murallas son herméticas, apenas tiene saeteras y carece de ventanas.
La fortaleza la forman dos cuerpos muy diferenciados: el principal, de forma cuadrada levemente irregular —56 y 52 metros sus lados norte y sur, por 56’80 y 56’20 metros los del este yo este—, que fue levantado en su mayor parte con piedras reaprovechadas de la edificación romana.
Dispone de diez torres situadas en por las esquinas y en el centro de tres de sus lienzos. Dos de las torres son albarranas; se alzan en su fachada de poniente y han perdido sus arcos, en su lugar se han colocado unas pasarelas metálicas y de madera.
En el lienzo sur, y en su esquina izquierda, está el acceso principal de la fortaleza, fuertemente protegida por dos torres. El arco de la puerta es de herradura muy cerrada, ejecutado con dovelas de granito. Este arco da paso a un amplio espacio abovedado dividido en dos partes por arcos de las mismas características, uno de ellos es de ladrillo. Sobre la puerta se construyó en 1531 un espacio abovedado para cobijar una imagen de la Virgen de la Victoria, patrona de Trujillo.
Ese espacio fue demolido durante la restauración llevada a cabo a mediados del siglo XX, y se construyó una edificación suplementaria al zaguán de entrada y hacia el interior del castillo, en el que se emplazó una capilla y camarín con dimensión suficiente para ser ocupado por los visitantes.
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Edificación añadida en la última restauración |
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Aspecto exterior del castillo, anterior a su última restauración.
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Patio de Armas (cubierta del aljibe mayor) |
A continuación se accede al patio de Armas. En él no encontramos ninguna de las dependencias que debió de tener, sólo los dos aljibes con los que contaba la fortaleza, de dos y tres naves cada uno. Fueron construidos por los almohades, aunque se reformaron a finales del siglo XII. Su construcción se debe, es evidente, a la necesidad de dotar de agua en caso de asedio, a la numerosa tropa que normalmente ocupaba la fortaleza.
Adosado al muro oriental se encuentra el aljibe más pequeño, el de dos naves, mide 9 metros de largo, y la anchura de sus naves es de 2’40 y 2’20 metros. Está iluminado por tres linternas que a la vez son su acceso. Está cubierto por bóvedas de medio cañón y la separación entre las dos naves es mediante arcos de medio punto.
El otro aljibe, de mayor dimensión, se construyó en el vértice noreste del patio. Presenta una planta en L, con una longitud de 12’50 metros en su brazo mayor y 11’50 en el menor. Su interior está dividido en ocho cámaras. Igualmente está cubierto con bóvedas de medio cañón y la separación entre naves se hace con arcos de medio punto de distintos radios y alturas.
Este aljibe tiene una escalera para acceder a su interior y varios brocales en el patio para la recogida del agua de lluvia.
En ambos aljibes permanecen restos de su revestimiento hidráulico —almagre— que revestía en su totalidad el interior de la cisterna.

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Entrada e interior del aljibe mayor.
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En su ladera norte, y adosado al castillo, se extiende un segundo recinto fortificado, construido unos veinte años después al resto del castillo. Se trata de un albacar, con planta de hexágono irregular, que sigue la orografía del terreno, con nueve torres macizas que no superan la altura de la muralla. Su medida interior mayor es de 92 metros, y la menor de 90’40.
De su torre más septentrional, la única de planta circular, parte una coracha de escasa longitud que remata en otra torre cuadrada. Junto a la torre circular se abre una pequeña puerta a la que se podría considerar como una poterna.
En su fachada de poniente, y protegida por dos torres que sobresalen, se encuentra la puerta exterior del albacar, formada por un arco de medio punto.
También dispone de otra puerta que comunica con el castillo, situada en la fachada norte de éste, que se protege igualmente con una pequeña barbacana.
Dentro del albacar se encuentra la ermita de San Pablo, construida en el siglo XVI. Se trata de un pequeño edificio, con una sola nave dividida en tres tramos por arcos apuntados y cabecera poligonal.
Junto a la ermita hay un pozo que servía para el suministro de agua a los animales que se refugiaban en el albacar.
Su interior no sólo se utilizó para proteger al ganado, también albergó tropas y otros servicios propios de la guarnición en edificaciones provisionales de las que no quedan restos, pues se construirían con materiales perecederos.
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El albacar, y la ermita, desde la muralla que lo separa del patio de Armas.
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Puerta del albacar en el lado oeste del castillo |
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Baluarte junto a la puerta del albacar. |
Al lado de la puerta de su muralla oeste se levantó, probablemente en el siglo XVI, un baluarte que une esa puerta con la torre albarrana. Es una edificación de planta pentagonal y poca altura, en el que se observan potentes troneras a aras del suelo.
Por las zonas oriental y occidental del castillo se observan restos de antemuros-barbacana, ejecutados a principios del siglo XVI. En la del oeste, el antemuro cubre la fachada de la puerta del albacar, mientras que, en la fachada de levante, la barbacana protege el muro del castillo y se prolonga por delante de la del albacar. Esta última tuvo continuación frente a la fachada principal del castillo, la que se orienta al sur, recogiendo una amplia liza.
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Antemuro en la fachada sur, principal. |
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Antemuro (barbacana( en su fachada de levante. |
Materiales: destaca principal el granito en forma de sillares y mampuestos muy bien aparejados, trabados con pequeñas piezas de sillarejo y ripios, e intercalando hiladas de ladrillo y pizarra en ocasiones, lo que le aporta un particular aspecto.
Estado: Los restos que hoy se conservan, murallas, torres, aljibe y poco más, se encuentran en un excelente estado de conservación. Nada que reprochar.
Propiedad actual: Pública, desde el año 1929 es propiedad del Ayuntamiento de Trujillo. Hasta entonces había estado en manos de particulares.
Uso: principalmente turístico.
Visitas: El acceso es libre, previo pago de un reducido precio.
Protección: Está declarado Monumento Histórico Nacional desde 1925, y protegido por la declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 —sobre la protección de los castillos españoles—, y por la Ley 16/1985 de 25 de junio sobre Patrimonio Histórico Español.
Calificación subjetiva: 5, o sea, que no sólo no hay que perdérselo bajo ningún concepto, sino que además hay obligación de verlo antes de morir. Pero, sobre todo, por el entorno, el paisaje natural y la ciudad. Tal vez, sea única.
Otras cuestiones de interés:
La ermita de San Pablo, la que está en el interior del albacar, se construyó para conmemorar el día que se reconquistó la villa, 25 de enero, coincidente con el día que se celebra la conversión del santo.
Actualmente, la Virgen de la Victoria preside, dentro de una hornacina, la puerta principal de la fortaleza. Según cuenta la leyenda, la Virgen se apareció entre dos torres de la muralla, lo que animó a los cristianos en la lucha. Tal acontecimiento queda reflejado en el escudo de la ciudad.
La espadaña que se levanta sobre el muro que separa el patio de Armas del albacar, procede de la destruida ermita de Santa Ana, y la campana fue donada por los obreros que trabajaron, en 1952, en las obras de la nueva capilla de la Virgen de la Victoria.
Cómo llegar: Trujillo está situado entre dos autovías, la E-90 y la A-58, encontrándose a 84 km de Mérida, 46 de Cáceres y 252 de Madrid.
Accesos: En coche es fácil llegar hasta las inmediaciones del castillo. Pero es recomendable hacerlo andando y disfrutar del paisaje urbano.
Coordenadas:
39.46243 N - 5.88239 O