Nombre: Castillo de Guimarães
Localidad: Guimarães.
Municipio: Guimarães
Distrito: Braga.
Región: Norte —Ave—.
País: Portugal.
Tipología: Castillo.
Datación: Siglo X, entre el 950 y 968.
Situación: se levanta el castillo al norte de la ciudad, sobre el punto más elevado, una colina que domina el núcleo urbano y los alrededores.
Guimarães es la cuna de la actual Portugal, que lo dice en grandes letras sobre un paño de su muralla y lo repiten machaconamente multitud de textos que consulto en la red; en la mayoría de ellos lo hacen sin haber pasado siquiera del tercer renglón, como hago yo ahora mismo. Así que no vayamos a ponerlo en duda.
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Torre de Alfandega y la frase "aquí nació Portugal".
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En Guimarães nació Portugal porque aquí nació su primer rey, o al menos eso dice la tradición, a pesar de que también existe la creencia de que tan magno nacimiento aconteció en Viseu, ciudad que está algo más al sur. Pero sigamos la tesis más o menos oficial y ubiquemos aquí el suceso.
Fue el 25 de julio de 1109 cuando aquí nació Afonso Henriques, que treinta años después, el 26 de julio de 1139, sería reconocido como Alfonso I de Portugal. Era hijo de Enrique de Borgoña, primer conde del Condado Portucalense, título creado en 1095, y a él concedido, por Alfonso VI de León en agradecimiento por la ayuda prestada por el caballero borgoñón en la conquista de estas tierras. No sólo le concedió tierras y título, además añadió la mano de su hija Teresa de León —hija natural, pero hija, al fin y al cabo— que a la postre sería la madre de quien en 1179 sería coronado como primer monarca portugués.
Un inciso geográfico:
Guimarães está al norte de Portugal, a apenas 70 kilómetros de la frontera con España en la provincia de Orense. Dentro de la complicada división administrativa portuguesa —al menos para mí—, pertenece a la región estadística del Norte, comunidad intermunicipal de Ave, de la que la mayoría de sus municipios están incluidos en el distrito de Braga, entre ellos Guimarães, que es la capital de Ave. Creo que ya me he centrado.
Volvamos a su historia, pero remontémonos un par de siglos y vayamos al origen de la ciudad que, cómo no, se atribuye a los romanos. Es en la Edad Media cuando se puede decir que es fundada aquí una villa por un tal Vimara Pérez, súbdito de Alfonso III de Asturias (852-910), conocido como el Magno, y que reinó entre el 866 y el 910, año de su muerte. El fundador daría nombre al lugar —Vimaraes— y tras reconquistar lo que por entonces era la actual Oporto, recibió la posesión del recién creado condado de Portucale, convirtiéndose así en el primer conde (868-873). Ojo, no confundir este condado con el ya nombrado Portucalense, que son distintos.
Pues bien, el tercer conde de Portucale, Hermenegildo Gonçalves, casó con Muniadona Díaz —Mumadona Dias para los portugueses—, tía del rey Ramiro II de León, y a la muerte de aquel, ella heredó todas sus posesiones y también el título para gobernarlas. Lo que no fue impedimento para que fundara en Vimaraes un convento bajo la advocación de San Mamede, en el que profesaría una vez repartidos sus dominios entre sus hijos. Para proteger este monasterio de posibles ataques normandos o musulmanes, construyó un castillo que, junto al monasterio, se convertirían en un polo de atracción popular y contribuirían al desarrollo de la población, la cual se asentaría en la parte baja del cerro. Terminaría siendo la sede de la corte de los condes de Portucale. Oneca, hija de Muniadona, sería la heredera de las tierras de Vimaraes.
A estas alturas del relato, conviene decir que el topónimo evolucionó a Guimarães, pero a los naturales y residentes del lugar se les denomina “vimaranenses”.
Y así llegamos, o volvemos, al siglo XI, que es cuando el rey Alfonso VI de León y Castilla entrega la provincia Portucalense al Conde D. Henrique (Enrique de Borgoña), casado con Teresa de León, hija ilegítima del rey. Esos serán los padres de Afonso Henriques.
El 24 de junio de 1128, Afonso Henriques, con diecinueve años, se enfrenta en el campo de batalla a Fernando Pérez de Traba, conde gallego a las órdenes de Diego Gelmírez, obispo de Santiago y aliado de Teresa de León, el cual pretendía adueñarse del condado Portucalense. Por su parte, la pretensión de la señora era ampliar sus dominios hacia el norte. Tales para cuales.
Bueno, Teresa de León, era algo más que aliada de los gallegos, era también amante del conde Pérez de Traba. Viuda desde hacía años, controlaban en comandita gran parte del noroeste de la Península Ibérica, manteniendo a raya a los musulmanes por el sur. Esta “sociedad” no debía alegrar a Afonso Henriques, por lo que decidió enfrentarse a su madre.
Afonso Henriques es el vencedor de la que se conoce como la batalla de San Mamede, que marca el momento de la independencia del condado con respecto al reino de León. Aún tardarían muchos años en reconocerse al nuevo reino de Portugal; concretamente fue en 1179 cuando el papa Alejandro III nombra a Afonso Henriques como Rey de Portugal. Durante el resto de su vida se dedicó en pleno a la guerra contra los musulmanes, consolidando la independencia del reino recién nacido y aumentando sus posesiones, que llegaron hasta la misma Lisboa.
Y hasta aquí la historia del porqué de la frase “Aquí nasceu Portugal”, que tan bonita luce en un muro de la torre de Alfandega.
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La imagen más conocida del castillo. A la izquierda, mi Compañía. |
Datos históricos:
Fue mandado edificar por Muniadona Díaz, que lo mencionó en el reparto de bienes entre sus hijos, en documento de fecha 24 de julio de 950, a fin de proteger el convento de San Mamede, también construido por ella, y todo lo que ello conllevaba: tierras, ganados, pobladores, objetos de culto, libros religiosos, etc.
Se conoce la carta de dotación del castillo a los religiosos del convento, que está datada en diciembre de 958, y en la que se habla de una torre rodeada de una cerca, a construir en el punto más alto del llamado Monte Largo, protegiendo así al convento que se levantaba en un punto más vulnerable.
A finales del siglo XI, recién creado el condado Portucalense y nombrado, por el rey Alfonso VI de León, primer conde a Enrique de Borgoña, éste y su esposa Teresa de León, escogen Guimarães como lugar de residencia. Así que reforman de manera radical el castillo para convertirlo en su vivienda: la antigua construcción es prácticamente demolida en su totalidad, y levantada una nueva torre y una muralla reforzada por cuatro torres en sus esquinas.
En 1128 (¿o fue en 1119?), Afonso Henriques, hijo del matrimonio anterior, resistió entre sus muros el asedio de su primo Alfonso VII de León, que le reclamaba vasallaje. Aceptada la cuestión por parte de este último, pues veía que no conseguiría vencer el cerco, el sitio se levantó.
Un año después, Afonso Henriques derrotaría en la batalla de San Mamede a las fuerzas leonesas, aliadas de su madre, proclamándose así la independencia del que sería el futuro reino de Portugal.
Durante el reinado de Sancho I (1157-1211) se comenzaron a construir las murallas de la ciudad, a la vez que se acometieron reformas en el castillo. Obras que continuaron en el periodo en que reinó Alfonso III (1210-1279). También se terminó la muralla de la ciudad que unificaba en un único recinto el castillo y la villa, la parte alta con la baja. Todas las obras finalizaron con Dionisio I (1261-1325). Tendría por entonces la ciudad una muralla de más de dos kilómetros de perímetro con ocho puertas y reforzada con ocho torres. Es la llamada fase gótica.
Con las fronteras bastante alejadas, el castillo parece tener un papel secundario; papel que recuperó en dos ocasiones:
— cuando el infante Alfonso, futuro Alfonso IV, se enfrentó a su padre D. Dinis en una guerra civil que duró desde 1321 a 1323, siendo asediado este castillo por parte del Infante que no consiguió tomarlo.
— y en 1385, Juan I liberó la ciudad, que estaba en poder de tropas castellanas desde 1383. Desde entonces la ciudad pasó a denominarse Guimarães.
Ya en los primeros años del siglo XVI, y con los nuevos usos de la guerra, el castillo pasó por años de abandono y decadencia. No tuvo función militar y fue utilizado como prisión militar, almacén y “cantera de materiales”. Esa situación de dejadez se prolongó hasta el siglo XIX, incluso fue propuesta su demolición en 1836, en desagravio a que durante el reinado de Miguel I estuvieron en él ingresados presos políticos. Felizmente, tal proposición no fue llevada a cabo.
En 1881 se publica la primera lista de Monumentos Históricos, en la que se incluye a este castillo de Guimarães con la categoría de 1ª clase. En 1908 fue declarado Monumento Nacional.
Durante el siglo XX, el Estado Novo vio en él un emblema de gran valor nacionalista, estrechamente ligado al origen de la nación, por lo que fomentó su restauración y conservación para hacer de él el castillo más reconocido de Portugal.
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Fachada oeste; en el centro, la torre del Homenaje. |
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Torre sur. |
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Esquina noreste |
El castillo de Guimarães es un ejemplo clásico de los llamados “castillos góticos”, el actual, claro, porque del primitivo no se tienen datos ni restos que ayuden a su estudio. Aquel, al que habría que incluir entre los castillos de la época Condal, ocupó el mismo lugar que el actual, debió constar de una torre y una cerca de madera, material perecedero que no ha dejado rastro.
Del construido por Enrique de Borgoña apenas restan unas piedras de gran tamaño, diferentes al resto de las usadas en la construcción del actual castillo, que se pueden apreciar en la parte oriental.
En la etapa gótica es en la que se construyeron los ocho torreones, la torre del Homenaje y se elevó la muralla. Las piedras entonces utilizadas son fácilmente reconocibles porque poseen las diferentes marcas de cantero.
Esta es su imagen actual, con una planta casi pentagonal, más bien en forma de escudo, orientada su base hacia el sur. Su muralla, totalmente almenada y transitable por su camino de ronda, está reforzada con ocho torres cuadradas. Cuatro de las torres (dos a dos) flanquean las dos puertas de acceso: una hacia el oeste, la principal, y otra orientada al este, más pequeña, conocida como de la Traición. En el centro se levanta una fuerte torre del Homenaje, exenta y de planta cuadrada, de 27 metros de altura; el acceso se realiza a nivel del segundo piso —tiene tres— mediante un puente de madera que la une al adarve.
De los torreones situados al norte y al sur, parte la muralla urbana que envolvía la ciudad de la que quedan algunos restos.
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Torre del Homenaje. |
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Interior de la torre del Homenaje. |
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Patio de Armas, hacia el sur. |