Castillo de Arcos, y torre de la Asunción. |
Y en Arcos se cumple esa condición
que antes decía, la del caché y el prestigio, pues desde los romanos hay datos
sobre este lugar, que ya entonces se llamaba casi como ahora, muy parecido:
La Wikipedia dice que su primer
nombre fue Arx Arcis, que se podría traducir como fortaleza en altura:
ARX, singular de arx-arcis, que viene a ser fortaleza, roca, peña;
ARCIS, plural de arca-arcae que viene a ser fortaleza, roca, peña.
Curiosamente, mismo significado
—este es el momento en que debo reconocer que en el Bachillerato me costó cruz
y ayuda aprobar latín—; así que no debo continuar por este camino. Paso
a la invasión musulmana.
Con los árabes fue Arkos,
dependiendo de la cora de Sidonia
durante el tiempo en que Al-Andalus fue emirato de Damasco. Luego llegó el período del Califato cordobés,
durante el cual, dada su estratégica situación y un emplazamiento que
facilitaba su defensa, fue clave para la defensa de Jerez.
Y más tarde el de los reinos de taifa, siendo
durante un breve espacio de tiempo uno de ellos, gobernado por Ben Jarzum, hasta que desde Sevilla fue sometido
y disuelto por Al-Mutadid. De entonces le viene su fisonomía actual, sus murallas, sus callejuelas y
su encanto.
Fue conquistada por Alfonso X en 1264 y estuvo bajo mando real hasta principios del siglo XV, en que Juan II cede la villa a Ruy López Dávalos, para pasar en 1440 a manos de Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz y señor de Jerez, bajo cuyo control estará hasta mediados del siglo XVIII.
Casi hasta el final de la Reconquista
fue fortaleza clave en la frontera —de ahí el apellido de su topónimo—, dejando
de tener esa importancia una vez se conquistó ronda en 1485.
EL CASTILLO:
Su origen es árabe, hacia
principios del siglo XI, y fue construido con un fin, principalmente, militar.
Con la ocupación cristiana fue modificado —se
construyó la actual torre del Homenaje, la del Secreto y el adarve que las une—
a los largo de los siglos XIV y XV hasta llegar a la fisonomía que actualmente
presenta, que es la de residencia, finalidad que fue la que desde su origen fue
la pretendida por sus primeros propietarios, los Ponce de León, que lo
siguieron siendo durante siglos, ya como Duques de Arcos.
Tras el terremoto de Lisboa en
noviembre de 1755, fue profundamente restaurado, pues quedó muy dañado. Uno de
sus muros se derrumbó totalmente, cayendo sobre el foso que se abría hacia la
población, cubriéndolo por completo. Acababa de abrirse una nueva calle en la
ciudad, que se llamó, como no podía ser de otra manera, la Calle Nueva.
También se desplomaron dos torres,
las que flanqueaban su fachada noroeste.
Fue cuartel de las tropas francesas
durante la Guerra de la Independencia mientras estos ocuparon el pueblo, entre
1810 y 1812.
A principios del siglo XX cambió de propietarios, siendo adquirido por una familia de origen inglés que procedió a su restauración dada su lamentable situación; tal era que incluso estaba autorizada su demolición, debido al avanzado estado de abandono en el que se encontraba.
Se mire desde donde se mire, es complicado ver el castillo. |
LOS DETALLES:
El castillo, que apenas si es
visible desde el interior del núcleo urbano por encontrarse rodeado de
edificaciones, mantiene una planta ligeramente rectangular —su fachada noroeste
presenta una leve curva—, y tuvo una torre en cada esquina; actualmente sólo
conserva dos: una en cada esquina de su fachada sureste, siendo la más alta, la torre del Homenaje, la situada más
al norte. A la otra torre se la conoce como la torre del Secreto. Estas dos torres, junto con el adarve que las
une, fue obra de los Ponce de León.
En la esquina norte se levanta lo
que aparentemente parece ser otra torre, cuando sólo es esa parte de la muralla
con algo más de altura.
Su fachada suroeste, la que mira al
río, está reforzada con dos cubos prismáticos, también de factura cristiana.
Delante de ella, quedan los restos de lo que fue una barrera del primitivo castillo árabe.
Tres de sus lienzos están almenados, al igual que las torres, con merlones rematados en forma de pirámide, a excepción de la fachada norte, la que da a la calle Nueva, que carece de almenas.
La escondida entrada al castillo. |
El acceso al castillo se encuentra detrás
del edificio del Ayuntamiento y semioculto por éste.
Después de atravesar un arco que
está debajo de donde se encontraba el oratorio, se llega a un pequeño espacio
descubierto, a modo de antepuerta. La
portada es un sencillo arco apuntado, de piedra, enmarcado en un alfiz y bajo
un sutil voladizo; sobre el arco, dos escudos. El de la izquierda es el del
ducado de Arcos:
Escudos sobre la puerta de entrada. |
Escudo partido.
Primero, de plata, león de gules coronado de oro.
Segundo, de oro, cuatro palos de gules.
Bordura general de azur cargada de ocho escudetes de oro, cada uno con franja de azur.
Al timbre, corona ducal.
Escudo del ducado de Arcos. |
El interior lo ocupa un gran patio
de armas, hoy ajardinado, alrededor del cual se distribuyen edificaciones
adosadas a las murallas que continúan siendo usadas como residencia por sus
propietarios; bajo el patio se encuentra un aljibe del siglo XIV, de considerable
tamaño —el castillo dispone aún de tres aljibes más—. En el rincón norte se
abre otro patio de menor tamaño.
Al oeste se abría una puerta, hoy
cegada, en arco de herradura que, probablemente fue la original y principal del
alcázar.
De todas las obras en él realizadas a lo largo del tiempo, quedan como testigos los materiales utilizados y que en muchos lugares del castillo pueden apreciarse: tabilla —adobe, barro—, hormigones de cal y cantos, sillares y ladrillos, que nos advierten de las distintas fases y reformas en él efectuadas. Desde los primeros árabes del emirato y del califato cordobés, pasando por el corto periodo de su taifa y las transformaciones como residencia palaciega de todos los duques de Arcos; sin olvidar la ocupación descontrolada de los franceses —desastrosa, como en todos sitios—, con la consiguiente adaptación a residencia cuartelera y la apertura de huecos para el fuego fusilero; hasta llegar a sus actuales propietarios que lo han reconvertido, nuevamente, en vivienda familiar.
El castillo detrás del Ayuntamiento. |
Por último, y
ya termino. Arcos tuvo y aún quedan vestigios, una muralla urbana de la que aún
se conservan escasos tramos que sirven como apoyo a viviendas; también alguna
torre y una de sus puertas, la de Matrera, que es el paso entre intramuros y el
llamado Barrio Bajo.
Pero sobre eso
hablaremos otro día.
RESUMIENDO:
Le robo esta foto a josemariacastillejo.com, que yo no pude subir a la torre de la basílica. |