martes, 20 de octubre de 2015

De la Puerta de la Carne a la de San Fernando o Puerta Nueva

Dejo la Puerta de la Carne y camino por la calle Cano y Cueto, que por aquí seguiría la muralla, dejando lo que hoy es la plaza de Refinadores intramuros. He de suponer que la ausencia de muralla en este punto es debido a que se demolió para que esta plaza quedara abierta a los jardines y así hacer más amplio el espacio.
A partir de aquí la muralla vuelve a tener la entidad y relevancia de hace quinientos años, y que casi había olvidado desde que anduve por los Jardines del Valle, pero con una peculiaridad que es que, sin dejar de existir físicamente y siendo perfectamente visible, a ratos es difícil de identificar, ¿cómo diría?, su original posición, su correcto uso. Las modificaciones que la ciudad ha sufrido, como apertura de calles o la aparición de nuevos espacios, ha hecho variar ligeramente -cuando no confundir a visitantes y lugareños-  el conocimiento que se podía tener de la muralla en esta zona de la ciudad. Trataré de explicarlo, o explicarme, mientras paseo.
Entre la Puerta de la Carne y el Postigo del Alcázar existen siete torres, distribuidas en dos tramos bien diferenciados: tres de ellas entre la plaza de Refinadores y la de Alfaro, otras tres a lo largo del callejón del Agua y la última, y más alta y fuerte, protegiendo el Postigo.
Torre junto a la Plaza de Refinadores
La primera de las torres la encuentro en la esquina sur de la plaza de Refinadores, cuadrada como todas (o casi todas), de ladrillo y desmochada hasta la altura del adarve que hasta ella llega y que desde ella continúa. Su estado, lamentable, desmoronándose el tapial y con las “conducciones de agua” a la vista y en algún caso rotas. La miro y observo que tiene una apariencia como  escondida, avergonzada. Y es que aquí el protagonismo no lo tiene la muralla sino los jardines: primero los de Murillo, que sin interrupción pasan luego a ser el paseo de Catalina de Ribera; y finalmente, si no fuera por la falsa muralla que recorre éste de norte a sur (aquí viene la confusión popular) y que lo separa de los jardines de los Alcázares, podría ser uno de los espacios verdes más hermosos de la ciudad. Porque a ver, ¿qué pinta aquí este fraude de muralla dividiendo el inmenso parque si la muralla real existe y separa claramente ciudad y alcázar?
Torre en la esquina de la calle Nicolás Antonio
Y la tercera torre de los Jardines de Murillo
Pero reflexiones aparte, estaba yo en la primera torre, así que camino hacia la siguiente, que hace esquina con la calle Nicolás Antonio, y que fue abierta a principios del siglo XX uniendo la plaza de Santa Cruz con los Jardines de Murillo. Me parece que la torre está fuera de contexto, tanto que me atrevo a decir que no forma parte de la muralla árabe sino que fue añadida posteriormente: no está alineada con las demás, está embutida intramuros y su cara exterior paramentada con la de la de la muralla. Hoy, y a los ojos de cualquier observador, no desentona en el conjunto, al contrario. Es alta, elegante, almenada y con unos bellos arquitos polilobulados en sus ventanas. En su base, en la muralla, se aprecian las tuberías que procedían de la Puerta de Carmona, y que embutidas en el muro lo recorrían para abastecer de agua potable al Alcázar. Más adelante los volveremos a ver.
La tercera torre, antes de la plaza Alfaro, conserva toda su altura pero no sus almenas. Algo deteriorada en su base, presenta además hiladas de ladrillo a modo de ligeras cornisas, también pequeños huecos y un escudo nobiliario. Me da la sensación que esa no fue su altura original, que debió ser modificada a conveniencia de sus sucesivos ocupantes.
La Plaza Alfaro, el Callejón del Agua al fondo y la "falsa muralla" a la izquierda.

A continuación la Plaza Alfaro, otro corte en la muralla, de la que parte el Callejón del Agua, que es una de las entradas más utilizadas para acceder al barrio de santa Cruz. En esta plaza Alfaro me detengo unos instantes para contemplar por enésima vez una reja de ventana que, desde tiempos de estudiante, me llamó la atención y aún sigue vivo en mí aquel interés.
La "muralla" que separa el paseo de Catalina Ribera de los Jardines del Alcázar

Este es un lugar interesante de la muralla, porque pasamos de extramuros al interior de la vieja ciudad, y casi sin apreciarlo. Además, de la primera torre de este tramo parte hacia el paseo de Catalina de Ribera esa falsa muralla que envuelve y esconde los jardines del Alcázar, la que a muchos hace creer que es “la buena”. Como también muchos creen que el lienzo del Callejón del Agua está, o estaba, protegiendo la fortaleza, sin darse cuenta que lo que vemos es el adarve de la muralla y las tres torres están al otro lado, al exterior-interior.
Torre en el Callejón del Agua; en primer plano el camino de ronda de la muralla.
Bueno, continúo con el paseo. Sigo por el interior de la muralla, porque el exterior, que quede claro, es accesible sólo desde los jardines del Alcázar. Así que desde la plaza Alfaro camino hasta el Postigo del Alcázar por el Callejón del Agua, con la muralla a la izquierda, su paseo de ronda y tres torres, cuadradas. En el inicio de este lienzo, volvemos a ver, en la sección cortada del muro, los dos caños procedentes de la puerta de Carmona y que también vimos en el corte de la calle Nicolás Antonio y al principio en la Plaza de Refinadores. Aunque ahora con una placa-azulejo explicativa. Doble misión la de esta muralla: defensa y abastecimiento de agua, ejemplar.

La unión de esta calle con la de Vida -curioso rincón en la fusión de las dos calles y de sus dos nombres-, obliga a girar a la derecha y atravesar un arco con cancela que pertenece a la “doble muralla” del Alcázar, para encontrarnos con la calle Judería: a la derecha la más típica estampa del Barrio de Santa Cruz y que incluiré en otro artículo, ya que esas murallas y torres forman parte del conjunto defensivo de los Reales Alcázares; y a la Izquierda, al fondo del callejón, casi oculto y minúsculo, está el Postigo del Alcázar, cerrado e inaccesible por fuera, o sea desde dentro del Alcázar (¿?).
La calle Judería, al fondo el Postigo del Alcázar y a la derecha su torre.
Calle Judería, la imagen del Barrio de Santa Cruz.
Leo que este postigo, de origen almohade, sustituyó a otra puerta anterior, o mejor torre puerta de tipo califal, que se denominó del Callejón de la Judería, de la Huerta del Retiro o Torre del Agua, según los tiempos que corrieran. En ese punto perdemos de vista la muralla exterior, solo vemos una torre alta, fuerte, almenada y con matacán, que le sirve de protección. Es necesario entrar a los jardines del Alcázar para poder continuar viendo la cerca.
Así que desde aquí me dispongo a acceder al interior del Alcázar y contemplar el Postigo desde el exterior (¿?), y el resto de la muralla. Camino hasta la Plaza del Triunfo y entro al Alcázar. Como residente en la ciudad no pago nada y, sin detenerme y sorteando turistas, atravieso patios y estancias para llegar hasta el Postigo del Alcázar. Contemplo libre de edificaciones la torre que le protege y que reparte su labor con la puerta de Marchena, de la que ya hablaré en otro momento, pero adelanto que antes no estuvo aquí, que la construyeron allá por el siglo XV en el palacio que el Duque de Arcos tenía en el pueblo de Marchena;  en 1913 el Rey Alfonso XIII la compra y dispone que sea instalada en el lugar que ahora ocupa.
Hacia la derecha queda la parte de muralla que habíamos contemplado en el callejón del Agua, las tres torres y algunas dependencias añadidas con el tiempo que hoy ocupan una cafetería y los aseos públicos. Al principio del tramo se ve lo que posiblemente fue parte del foso.
Vuelvo a la Puerta de Marchena desde donde la muralla, que apenas lo parece, discurre entre jardines y casi en línea recta hasta el Paseo de Catalina de Ribera, en su arranque desde la calle San Fernando, donde estuvo la Puerta de San Fernando o Puerta Nueva, por ser la última en construirse, allá por 1760, y que ciento ocho años después sería, como otras, demolida.
 En su primer tramo, unos 150 metros, la muralla es el soporte de la galería Grutesco (objeto de otra historia y tema), que rodea y hermosea el jardín del Estanque del Alcázar. Al exterior presenta un paramento totalmente reformado y liso, con los huecos de la galería y sin elemento alguno que denote que se trata de la muralla, a no ser por los volúmenes de lo que fueron cuatro torres. Bueno, y añadiendo algo de imaginación.
A continuación 100 metros más, sin muralla, a través de lo que fue la Huerta de la Alcoba hasta llegar a la última torre que nos ha llegado en este lugar. Aparentemente no tiene elementos visibles que den a entender que estuvo conectada a la muralla, por lo que parece más una pieza decorativa que defensiva (aunque me decanto por lo segundo, estoy seguro que el tiempo lo convirtió en lo primero). De origen almohade, es sin duda el elemento arquitectónico más antiguo de los jardines.
En este punto termina la falsa muralla que nacía en la Plaza Alfaro y que recorre el paseo de Catalina de Ribera; estoy ya al principio de la calle San Fernando, donde estuvo la Puerta Nueva, y de aquí parte, en dirección a Puerta Jerez, otra falsa muralla (ésta es más falsa aún) que, menos mal, queda oculta a los viandantes por su exterior, pero no a los visitantes de estos jardines. Digo yo que algo habrá que hacer.



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