martes, 21 de julio de 2015

Torres almenaras en la costa de la Luz



La costa de la Luz

El conjunto de torres almenaras que encontramos a lo largo de la costa onubense, casi 120 kilómetros, fueron construidas durante el reinado de Felipe IV, finalizándose en 1638. Su construcción se había decidido en época de Felipe II (1556-1598), abarcando dicho proyecto desde la desembocadura del río Guadiaro, en el actual Sotogrande (San Roque, Cádiz) hasta el Cabo de Santa María, en Faro. 
Era tónica general, en casi todos los países mediterráneos, la construcción en su litoral de fortalezas, baluartes, torres y otros edificios de carácter militar y defensivo, debido a la inseguridad de la zona, durante toda la Edad Moderna, que provocaban las incursiones de los piratas, sobre todo berberiscos y turcos. Pero sin olvidar, claro está, a los holandeses e ingleses.
En el caso de la costa de Huelva, esta cuestión era mucho más acusada, pues el litoral comprendido entre las desembocaduras de los ríos Guadiana y Guadalquivir estaba totalmente indefenso, reduciéndose la defensa a los castillos de algunas poblaciones, pero tierra adentro, como los de Lepe, Cartaya, Huelva o Ayamonte. Esto me ha llamado siempre la atención: no hay en toda la costa ninguna edificación o resto de alguna, de época medieval. Curioso al menos.
Esta empresa fue encargada a don Francés de Álava, capitán de Artillería, en 1577. Aunque fue el comisionado real don Luis Bravo de Lagunas, comendador de la Orden de Alcántara,  quien recorrió todo el litoral en la búsqueda de los emplazamientos más idóneos y la forma de costear las obras; todo de acuerdo con las autoridades locales. Fue precisamente esto último, la financiación, lo que demoró considerablemente el proyecto que, como ya se ha dicho, no finalizó hasta 1638, sesenta y un años después de haberse concebido. Las obras se realizaron según diseños de Juan Martín de la Puente, y algunas de ellas fueron reconstruidas durante la primera mitad del siglo XVIII.

Mientras tanto, en el resto de la costa mediterránea andaluza, también se estaba levantado otra línea de torres almenaras.
Las características constructivas y planimétricas de estas torres eran similares, aunque ninguna es igual a otra. En el caso de las onubenses, éstas son de cuerpo troncocónico, a veces sobre un plinto; una única puerta orientada al norte, o sea al lado contrario al mar, y situada a media altura, a la que se accedía mediante una escalera de madera que se recogía dentro de la torre. En su interior, una cámara cubierta con una bóveda semiesférica (o dos cámaras superpuestas, como sucede en la de Canela y la de Umbría, las más grandes de las de Huelva); bajo ella, un aljibe o un pozo donde la guarnición pudiera disponer de agua sin tener que salir de la torre. En cuanto a los materiales utilizados, sillares de piedra del lugar y enfoscado exterior; las bóvedas de ladrillo.
Desde la cámara, una escalera, de caracol, comunicaba con la terraza superior, lugar donde se realizaba la almenara o fuego que se encendía en la atalaya para dar aviso de algún peligro o cuando se aproximaba alguna embarcación que hacía suponer alguna amenaza: de día el sonido de la caracola, de noche la luz del fuego. Esta actividad es la que había dado nombre a este tipo de torres.
La palabra almenara deriva del árabe “al-manára”el lugar de la luz, algo así como un faro; así que me hace suponer que el nombre que recibe toda esta costa, turísticamente hablando (Costa de la Luz), no es sólo por el espectacular sol que se disfruta en ella, sino también por esta reminiscencia histórica.
La guarnición de la torre era de número variable, aunque casi siempre hubo dos torreros y dos artilleros por torre, ya que disponían de alguna pieza de artillería en la terraza superior.

En general se levantaron a distancia similar unas de otras, y no sólo con finalidad defensiva, sino también como lugares de aguada protegidos para las flotas de bajura. Es por aquella razón, la equidistancia de su ubicación, y también la orografía del terreno, por lo que se podría suponer que se construyeran más torres que las que han llegado hasta nuestros días, como es el que caso de la que posiblemente existió en la playa de la Punta del Caimán, a medio camino entre la de Canela y la del Catalán, que parece ser aparecía en el primitivo proyecto de don Luis Bravo de Lagunas. Igualmente pudo ocurrir en otros lugares, tal vez en El Portil o El Rompido, o en Mazagón.
Pero de haber habido más, faltarían cuatro; basta ver la situación de las existentes en un mapa de la costa para observar las distancias superiores que existen entre la de Canela y la del Catalán (Torre de la Punta del Caimán, Isla Cristina); y entre la del Catalán y la de Umbría (Torre Marijata, El Portil), y entre las de Arenilla y la del Oro (Torre de la Morla, Mazagón).

Por útimo, leo en una página de la red (demasiadas cosas se leen) que en Ayamonte pudo existir otra denominada Torre Angustia, aunque por el nombre tal vez sea una confusión con el baluarte de las Angustias.
Así, y debido a las alteraciones de la corteza terrestre, a las particularidades de la costa de Huelva y al paso de los cuatro últimos siglos, es probable que, al igual que algunas torres ya no conservan su primitiva ubicación (desde la de Canela ya no se ve la playa, por ejemplo), algunas otras hayan desaparecido, bien engullidas por el mar o desmanteladas por la mano del hombre, o literalmente se han desplazado como la de la Higuera. Siempre y cuando sí se hubieran construido, porque algunas de las proyectadas no llegaron a levantarse por motivos económicos, por lo que seguramente y en definitiva, las que ahora conocemos son las que se construyeron. Dejémoslo ahí.

Actualmente en la costa de Huelva se localizan, en mejor o peor estado de conservación, las siguientes diez torres, de Oeste a Este:

Torre Canela o Canales en Ayamonte
Torre del Catalán en Lepe (antiguamente conocida como de Sierra Bermeja)
Torre de Umbría en Punta Umbría
Torre de Arenilla en Palos de la Frontera
Torre del Río de Oro en Mazagón
Torre del Asperillo, torre de la Higuera, torre de Carbonera, torre de Zalabar y torre de San Jacinto en Almonte.

Mencionar por último que en el término de Cartaya existió otra torre, desaparecida hacia 1900, que aunque fue edificada mucho antes que las que ahora tratamos, bien pudo formar parte de la línea de torres almenaras pero que, a diferencia de estas, estuvo almenada. Se situaba al norte de la del Catalán y en la margen derecha del río Piedras. Se la conocía como la torre del Terrón. No debe ser incluida en el grupo de las previstas durante el reinado de Felipe II.

























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