martes, 23 de junio de 2020

Ferragudo, castillo de San Juan de Arade o de Ferragudo.


En la desembocadura del río Arade y a su orilla izquierda, está Ferragudo; y en Ferragudo está su castillo, que también se conoce como castillo de Arade. Si bien su nombre oficial es Forte de Sao Joao do Arade o de San Joao Baptista (Fuerte de San Juan de Arade o de San Juan Bautista).
Ferragudo es una parroquia o freguesía perteneciente al municipio de Lagoa, en el distrito de Faro. Si miramos el mapa del final de la entrada, veremos que estamos en el Algarve, o sea Portugal.

Nota informativa intermedia:
Una freguesía, feligresía en castellano —palabra sin uso—, o pedanía y parroquia, según las regiones españolas, es una organización administrativa, propia de los países de influencia portuguesa, en que se divide un municipio o concelho —varios municipios conforman un distrito, y todos los distritos el país—.

Ocupa una posición desde la que se domina la desembocadura del río Arade, que en su momento se complementó con el fuerte de Santa Catalina de la ciudad de Portimao, en la otra orilla del río. A sus pies se extienden la playa de Angrinha (el Cuervo) y la Playa Grande, a las que separa en momentos de pleamar. Durante la bajamar, ambas playas quedan unidas bajo la atenta mirada de sus baluartes.
 Desde la playa de Angrinha.

Su origen está en una torre construida durante el reinado de Juan II de Portugal, que reinó entre 1481 y 1495, o sea, la segunda mitad del siglo XV. Más tarde, hacia 1520 se repobló el lugar y aquella torre se rodeó de una muralla. Ya por entonces se lo conocía como Castillo de Ferragudo.
Durante el período denominado Dinastía Filipina o Unión Ibérica (1580-1640) se planteó la construcción, sobre aquel castillo, de una nueva fortaleza que garantizase la defensa de la costa contra piratas y corsarios al servicio de ingleses y holandeses. Pero ante el dilema de si sería mejor construir otra en la orilla opuesta del río o ampliar y reforzar ésta, se optó por dejar paralizado el proyecto.
Tuvo que llegar la Guerra de Restauración para justificar la construcción de una nueva fortificación. Y así, en 1640, Juan IV ordena construir un nuevo castillo sobre el viejo, el cual ya carecía de capacidad defensiva. Su situación tan privilegiada, en la desembocadura del río y frente a Portimao, obligó a esta obra, que se ejecutaría en 1643.
Juan IV manda construir, sobre el anterior castillo, un baluarte artillado bien asentado en una elevación rocosa que no garantizaría su estabilidad, pues la erosión del mar le produciría a lo largo del tiempo algunos daños; aunque nada comparables con los que le ocasionó una fuerte tormenta en el año 1669. Dada la importancia de la fortificación, fue reparado sin más dilación.

El castillo desde Playa Grande.

En 1754 se volvía a encontrar en perfecto estado, contando con dos baterías de artillería en funcionamiento: una superior con cuatro piezas, y otra inferior con tres.
El terremoto de 1755 apenas si le afectó, por lo que de algo le tuvo que servir su excelente cimentación.
Estuvo activo hasta 1821; por entonces estaba armado con dos baterías en su nivel superior. Durante esta época también controló el tránsito fluvial hacia y desde Silves, a modo de aduana, pero durante poco tiempo.
A partir de entonces le perjudicaría la inactividad y el abandono; hasta tal punto que en 1861 se encontraba totalmente desguarnecido y amenazando ruina.
En 1892 fue arrendado a Joaquim José Coelho de Carvalho, diplomático y poeta, que lo utilizó como residencia de verano, y posteriormente, en 1896, fue vendido en subasta pública a Ana da Encarnaçao Pereira por 600.000 reales. Los nuevos propietarios acometieron obras en él, transformándolo en un inmueble al estilo romántico que era el que en aquel momento imperaba. Y de esa guisa y apariencia es tal como hoy lo podemos contemplar, dado que durante el siglo XX apenas si se han realizado remodelaciones en el inmueble.
En él vivió, hasta su muerte, Coelho de Carvalho, acaecida en 1934.

La Compañía, camino del castillo.

El castillo tiene una planta muy irregular, forzada por la topografía del rocoso cerro, en el que se van disponiendo los volúmenes y espacios edificados según los distintos niveles naturales. Destaca la torre (¿del Homenaje?) que queda rodeada de otros elementos que, como no podía ser de otra manera, miran al mar.
Sobresale, de manera significativa, la verticalidad del conjunto de la fortificación, y no sólo la de la torre, lo que garantizaría la visibilidad hasta gran distancia y un uso adecuado de las baterías que se situaban en los distintos baluartes. Además, esta visibilidad sería recíproca, y su visión desde el mar intimidaría de alguna manera al enemigo que intentara acceder por el río.
El baluarte entre las dos playas.

Desde la playa es prácticamente inaccesible. Tiene su entrada a levante, hacia la actual población y a una cota bastante elevada sobre el mar. En esa zona se dispone actualmente un gran jardín amurallado que se extiende desde Praia da Angrinha hasta Praia Grande, rodeando el castillo por su fachada oeste.
Actualmente presenta muchos elementos fruto de las reformas a que se ha visto sometido a causa de su adaptación como residencia.




Y ADEMÁS:

En 1975 fue clasificado como edificio histórico por el Instituto Português do Património Arquitetónico (IPPAR), organismo anterior al actual Instituto de Gestão do Património Arquitetónico e Arqueológico (IGESPAR)..
La Junta Parroquial de Ferragudo ha solicitado en diversas ocasiones la ocupación del castillo, no habiendo sido cedido, a fecha de hoy, por sus propietarios. Por lo que sigue en manos privadas.
El castillo de Ferragudo desde el fuerte de Santa Catalina en Portimao.


CÓMO LLEGAR:





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